jueves, 31 de julio de 2008

¡¡¡PILAs!!!

Hace ya casi 5 años y medio que falleció trágicamente Juan Luis Londoño, Ministro de Protección Social. No fue mucho lo que logramos conocer de este personaje en su labor ministerial, por cuestiones de la vida que arrebató la suya. Recordamos el día en que abordó la avioneta, en el que fuera su último viaje. Aquél día, el entonces Ministro madrugó para montar en bicicleta y enviar un mensaje a la ciudadanía acerca de la importancia del ejercicio como mecanismo de salud preventiva.

Después de su inesperada partida, fue sucedido en la cartera por Diego Palacio Betancourt, con una gran responsabilidad a sus espaldas. Debía suceder a uno de los Ministros más carismáticos del gobierno Uribe I. Su reto no era pequeño, disminuir la desocupación en el país, y restituir la confianza en el sector salud. En efecto, los sectores de salud y de trabajo en el país en el momento eran unos de los más críticos e inestables a nivel nacional.

Casi 66 meses, observamos que Diego Palacio Betancourt ha logrado clausurar la disputa de manera rápida. Su Ministerio es el más crítico de todos. No podemos saber aquí con certeza si se ha tratado de una titánica gestión de su cartera por superar sus propios errores con resultados cada vez más devastadores, o si ha sido simplemente que otras carteras han logrado, en efecto, enfocarse a las labores que les corresponde. Su gestión en materia de protección social nos permite llegar a conclusiones importantes:

1) Acabó con el Seguro Social, tanto en saludo como en pensiones, siendo que una de sus promesas inaugurales era salvar el Seguro.

2) Nos tiene corriendo a los colombianos con el tema de la PILA –hay que reconocer aquí que con ese “hit” logró convertirse en uno de los individuos que superan a este ciudadano en materia de humor negro–, para poder garantizarle la platica a los Fondos de Pensiones, quienes desde hace rato la estaban reclamando.

3) Ha logrado mejorar la tasa de ocupación, disminuyendo la tasa de ocupación (un verdadero Houdini de las cifras). Hay menos gente desempleada, mientras que hay a su vez menos empleados formales. Seguramente, esto forma parte de su nostalgia por las épocas antiguas donde todos debíamos sacar nuestros chivos para venderlos en las calles. En el caso colombiano, como las calles están absolutamente destruidas, un buen andén es suficiente, o con miras a diversificar los escenarios de inversión, basta monopolizar un par de semáforos, o de rutas de bus.

4) Su impecable gestión le ha permitido incluso estar presuntamente inmiscuido en la labor de administración de cargos públicos, incluso por fuera de su cartera, como es el caso de notarías, entre otros.

Entremos en detalle respecto de cada uno de estos puntos, con miras de sentar posición un poco más informada acerca de cada uno de estos logros y explicar el porqué de mi admiración por su gestor.

Nuestro primer logro, el relativo al Seguro Social es un tema de actualidad. Nuestros diarios de circulación nacional resaltan hoy la creación de la Nueva EPS, que reemplazará al Seguro Social, destacando la importante inyección de capital efectuado a la entidad. Colorín colorado, esta EPS se ha acabado. Algunos podrán celebrar esto como un triunfo, que busca garantizar los derechos de los usuarios. Supuestamente, digo yo, la Ley 100 ya lo había hecho. Será que, al igual que ocurrió con Radovan Karadzic, detenido hace unos días, el cambio de nombre y de domicilio, nos soluciona la vida? Si le preguntáramos a este último, probablemente diría “sí, pero por unos añitos no más”. La pregunta que debemos hacerle a Palacio es la misma. El problema es que cuando la respuesta sea evidente, y no especulativa, el ya estará pensionado como Ministro de Protección Social (¿será que él sí cotiza sobre la base de lo que realmente se gana?). Por ahora diremos, que le dio el tiro de gracias al Seguro Social.

Miremos el panorama respecto del Fondo de Pensiones. Rumores fundados nos indican que el siguiente en línea es el Fondo de Pensiones. Parece ser que Palacio Betancourt sigue fielmente la filosofía que ante un verdadero dolor de cabeza, es más eficaz un tiro en la sien que un largo tratamiento de analgésicos. Esto, mis estimados amigos, es una forma de eutanasia jurídica digna de ser relatada por nuestros bardos colombianos de aquí hasta que la historia se torne en leyenda. El tema pensional es un dolor de cabeza, pero no para el Ministro, sino para un sinnúmero de colombianos, que como yo, requeriría vivir dos vidas, trabajando como una mula durante ambas vidas, para que al final de ella, nuestros fondos de pensiones me digan que es recomendable que con el dinero recaudado durante estas dos vidas, pague un seguro de vejez a una aseguradora (del grupo económico de la administradora de fondo de pensiones), en cómodas cuotas, para que ella me pague una pensión a la cual ya tengo derecho. Resultado de la ecuación: de la plata a la cual no le había podido echar mano la AFP, la endosaremos a las aseguradoras. Y cuando me muera, quién se queda con el dinero restante? El escenario jurídico es complejo, me dirán.

Pero no perdamos de vista que actualmente, este flamante Ministro sacó una circular (001 de 2005) conjunta con el Ministro de Hacienda, donde igualmente le dieron tiro de gracia al retroactivo pensional. Todo ello, por protección a los pensionados. Qué amables!!

El segundo punto es algo respecto de la cual esta gaviota cotizante puede dar testimonio con conocimiento de causa. La idea de la PILA, como tal, no es mala, salvo por el hecho que requiere una serie de conocimientos ciberespaciales importante, que implica haber hecho unas 100 diligencias previas ante la EPS y la AFP, para efectos de determinar la base de cotización, y que por cierto, la cobertura (quiénes tienen acceso al servicio) de Internet en el país es baja. Si hablo por mi experiencia, puedo decir que me ha ido bien, sobre todo por el hecho de que el parto que están viviendo los colombianos ahora, lo viví yo cuando nos dieron el primer ultimátum, hace ya un año largo. Es decir, mi recuperación postparto ha sido medianamente buena.

Sin embargo, eso es únicamente respecto de la parte operativa. De otra parte, tengo que mi banco exige dos claves para poder realizar la transacción, y el proceso de obtener esas claves no es del todo fácil. Adicionalmente, el pago de mi planilla genera unos costos que amablemente son aceptados por el Banco, mientras que el Fondo de Pensiones me da silenciosamente las gracias por girarle un dinero que antes no debía girarle. Mientras tanto, la EPS me amenaza amablemente con correos electrónicos y con llamadas, recordando que si no pago oportunamente a través de la PILA, me quedaré sin salud. En consecuencia, creo que quienes se suben a los buses a cantar o a contar poemas o a relatar acerca de los trágicos casos médicos de sus parientes, deben cambiar su discurso. En vez de decirnos “agradezco la colaboración de ustedes para pagar una piecita y tal vez una bolsa de leche para mis hijos”, tendrán que decir ahora “agradezco la colaboración de ustedes para pagar la PILA, y si queda algo, para una piecita y una bolsa de lecha para mis hijos.

Es sospechosamente curioso que nuestras entidades financieras no hayan dado queja alguna del sistema de la PILA, cuando son ellos quienes realmente financiar las reformas jurídicas en cualquier ámbito. Se quejan contra el Banco de la República, pero nunca contra Diego, el 10 del equipo. Sería interesante que alguna de nuestras tantas veedurías y ONG´s nos dijeran cual es el efecto económico y financiero respecto de estas entidades, con la obligatoriedad del pago de cotizaciones a través de la PILA. Y adicionalmente, sería bueno saber qué ventajas de cobertura han tenido los usuarios desde que se implementó. Probablemente me quedaré esperando este informe, porque las investigaciones de las ONG´s no las financiamos quienes rebuscamos para pagar las cotizaciones, sino quienes las reciben y las administran, o en su defecto por las organizaciones consentidas por estas últimas. Seamos sensatos, al Ministro no le preocupa el usuario, sino la entidad. Mientras esto no cambie, no esperemos mejoras de condiciones laborales ni mejoras en los servicios de salud, ni que de ahora en adelante los Fondos de Pensiones nos recomienden cómo maximizar nuestros aportes a favor nuestro. Debemos esperar salarios mediocres, cotizaciones altas (16% es en lo que vamos, sólo para pensiones) y bonos pensionales a punta de acciones de tutela (si nuestros “honorables” no optan por eliminar la figura).

Tercer Punto. Desempleo. En materia de empleo, es importante preguntarnos, quiénes se entienden ocupados, y quiénes no. Dentro de los ocupados, preguntémonos quiénes tienen empleo y quiénes no. Estas preguntas no las hago yo. Las hacen los expertos. Lo que sí me pregunto yo, como un absoluto profano en el tema, es quiénes se consideraban ocupados y quiénes no, pero no en el 2008 sino en el 2002, en el 2003, en el 2004, y así sucesivamente. Esta misma pregunta se la hizo hace algún tiempo un Director del DANE, y perdió su cabeza por ser tan “inquieto” y “curioso”. Si el Presidente de Avianca y el cuentero de bus están en la misma cochada, las cifras son evidentemente optimistas. Sin embargo, si el reciclador (con o sin caballo) está en el mismo grupo del Ministro Palacio, podremos afirmar que esto es una farsa. Seguramente, considerará Palacio, que escribir un blog implica que soy una persona ocupada (cuando muchos de mis lectores probablemente tendrán una visión “un poco distinta” respecto de este tema) y habrá bajado el desempleo. Bravo Houdini!! O mejor Tamariz, porque su magia evidentemente me causa ataques de risa.

Respecto de nuestro cuarto punto, resalto que uno de los talentos que compuso el éxito tropipopeño 4 ever U´rs G This (Ver El concierto institucional colombiano) fue, sin duda este Ministro. Por hoy, no me detengo más en el tema. Quienes sí lo han hecho son nuestros “honorables” y la Procuraduría General de la Nación (o Maya & Co., sigla que seguramente se registrará ante la Cámara de Comercio como sinónimo de la primera), quienes buscan encontrar las fuentes de inspiración de este éxito musical.
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martes, 29 de julio de 2008

Consideraciones acerca de los "Honorables"

El escenario jurídico colombiano cada día preocupa más. Mientras revisamos a nivel nacional asuntos como por qué Taliana no fue reina universal, o por qué América venció a Santa Fe, que a su vez había goleado hacía tan solo unos días a Nacional, nuestro aparato estatal se encuentra en discusiones internas de alta complejidad, cuya dimensión real está pendiente de ser medida. En materia de Justicia, la situación es absolutamente crítica. La famosa “colaboración armónica” entre nuestras ramas del poder público es poco menos que una Utopía inalcanzable. Anteriormente, por lo menos, nuestros órganos de justicia eran lo suficientemente prudentes como para no entrabar batallas en más de un frente. La estrategia militar histórica ha demostrado que quienes pretenden simultáneamente combatir en escenarios distantes entre sí, terminan siendo derrotados. De lo anterior podrán dar fe Napoleón, Hitler, Fernando VII, y más recientemente Bush Jr.

La pregunta que surge a primera vista es, ¿entonces por qué dar esas batallas innecesarias? Respuestas sensatas, realmente no existen. Hay una razón, que si bien no es sensata, resulta evidentemente poderosa: el ego. Ha sido el ego lo que ha germinado grandes gestas, así como grandes derrotas, pero siempre ha estado y seguirá estando allí. No en vano se está ante un escenario político y social absolutamente polarizado. Todos creemos tener la razón, y los demás son unos ignorantes. Parece ser que es una cuestión cultural absolutamente arraigada y difícil de eliminar.

Llevando esta premisa a campos un poco más delicados, nos encontramos con un aparato de justicia lleno de “sabios”. ¿Por qué, me pregunto yo, si estamos ante una generación de sabios, sigue el país como está? Ocurre una de dos cosas: o en realidad no somos tan sabios como creemos, o por el contrario el problema es del sistema institucional. Es posible que lo segundo sea cierto, de hecho, probablemente así sea. No obstante, revisemos hoy si ante este “verdad”, debemos dejar de lado la primera posibilidad.

Años ha, que un francés escribió un libro sobre decepción, ego, venganza, reivindicación de la verdad. Me refiero a El Conde de Montecristo de Alexandre Dumas. Curiosamente, uno de los apartes del libro que más me ha llamado la atención, y que considero relevante para el tema en discusión , es la descripción que realiza el señor de Villefort respecto de su cargo como procurador del rey, al principio del libro. Menciona el personaje en mención, en un banquete de bodas de la alta sociedad, lo siguiente:

“–Lo más serio posible –replicó el joven magistrado sonriéndose–. Y con los procesos que desea esta señorita para satisfacer su curiosidad, y yo también deseo para satisfacer mi ambición, la situación no hará sino agravarse. ¿Pensáis que esos veteranos de Napoleón que no vacilaban en acometer ciegamente al enemigo, en quemar cartuchos o en cargar a la bayoneta, vacilarán en matar a un hombre que tienen por enemigo personal , cuando no vacilaron en matar a un ruso, a un austriaco o a un húngaro a quien nunca habían visto? Además, todo es necesario, porque de no ser así no cumpliríamos con nuestro deber. Yo mismo, cuando veo brillar de rabia los ojos de un acusado, me animo, me exalto; entonces ya no es un proceso, es un combate; lucho con él, y el combate acaba, como todos los combates, en una victoria o en una derrota. A esto se le llama acusar; ésos son los resultados de la elocuencia. Un acusado que sonriera después de mi réplica me haría creer que hablé mal, que lo que dije era pálido, flojo, insuficiente. Figuraos, en cambio, qué sensación de orgullo experimentará un procurador del rey cuando, convencido de la culpabilidad del acusado, le ve inclinarse bajo el peso de las pruebas y bajo los rayos de su elocuencia… La cabeza que se inclina caerá inevitablemente.”

Veamos el escenario actual. Nos encontramos en medio de una crisis institucional en la Fiscalía General de la Nación, pues el concurso que se diseñó para proveer cargos en la institución, se ha convertido en un naufragio jurídico. De hecho, son pocos los que han logrado sobrevivir la tormenta, por lo que la decisión salomónica de los concursantes ha sido, atacar el barco y no a la tormenta. No defiendo la prueba de conocimientos que se realizó a los concursantes. Conozco que se ha logrado detectar errores en la elaboración de 6 preguntas de las 100 que se formularon. La pregunta que surge es si esas 6 preguntas son capaces de cambiar un resultado claramente desastroso, por una muestra de dominio del derecho penal de los concursantes. Sinceramente lo dudo. Aquí están nuestros señores de Villefort, que investigan y acusas, seriamente cuestionados en cuanto a sus conocimientos.

“Y algunos momentos antes, en el salón de la justicia…”, perdón en el Palacio de Justicia, nos encontramos con que gran parte de nuestros honorables congresistas se encuentran respondiendo ante la honorable Corte Suprema de Justicia, por varios delitos electorales, todo ello mientras que una de nuestras honorables excongresistas, en un ataque de moralidad, decide confesar delitos en los cuales su confesión involucra la “confesión” por otros. En ese mismo ataque de moralidad, considera moralmente conveniente desnudarse ante una revista para hombres. Genial, verdad?

Más allá de las consideraciones acerca de las curvas de G This, miremos con detenimiento su confesión. Tengo entendido, y me corregirán los juristas más versados que yo, que la confesión implica la aceptación libre de hechos que generen consecuencias adversas contra la persona y únicamente contra esa persona. Cualquier situación “confesada” que involucre la incriminación de terceros, debe entenderse como una simple declaración, o como testimonio, en otras palabras, una pruebas más. Pues en efecto, nuestros honorables magistrados han considerado que es confesión, y de alta credibilidad. No pretendo defender al gobierno, defiendo el procedimiento y los principios probatorios. Si se demuestra el cohecho, en derecho, deben responder quienes en ello estuvieron involucrados. Sin embargo, parece ser que la presunción de inocencia es tan real en este país como el derecho fundamental a la paz, y casi tan palpable como la hermandad entre los países vecinos.

En ese mismo salón de la justicia (perdón, Palacio de Justicia) lleno de superhéroes, tenemos que sus integrantes se ven cuestionados por la forma en que eligen a sus miembros. No es secreto que en muchos casos, los candidatos a estos honorables puestos, “presuntamente” para poder subir, se tienen que bajar… Me explico, para ser nombrados (subir), le apuestan a invertir una buena cantidad de dinero (bajarse… del bus) destinada a agasajar a los que ya son honorables. Es cierto, no siempre los nombran, pero en muchos casos sí. Lo que no se entiende es cómo algunos de estos generosos candidatos el día de mañana deciden la responsabilidad penal de otros generosos. Raro, no?

Mientras su elocuencia villefortiana vence cada día a más y más de sus investigados, surgen dudas acerca de las amistades de algunos de nuestros honorables. Es aquí donde entra en juego el segundo frente de ataque. Ya no solo luchan por desenmascarar la verdad y responsabilizar a sus acusados, sino que adicionalmente buscan desenmascarar la verdad al interior de Corporaciones “hermanas”. Si no me creen, revisen el cruce de dardos que se han mandado las últimas semanas los Magistrados Yesid Ramírez Bastidas y Humberto Sierra Porto.

No obstante lo anterior, mal haría uno en cuestionar alguno de los pronunciamientos de algunos de nuestros honorables “Superamigos”, porque si ello ocurriera, es altamente probablemente que debamos empezar a buscar una profesión diferente. Cualquier cuestionamiento oficial, llámense recursos o acciones de tutela, son despachadas con ataques personales (algunos llamarán a esto “argumentos vehementes”) dirigidos al recurrente. Entonces, aparte de no reconsiderar sus decisiones, regañan a quien está inconforme. Esto sí ha sido jurisprudencia unificada y acatada por los jueces de inferior jerarquías, pequeños soberanos incuestionables. Si, por el contrario, se decide recurrir al ejercicio de la libertad expresión mediante opiniones acerca de las providencias, es probable que engrosemos la lista de investigados y sancionados por el Consejo Superior de la Judicatura. De lo contrario, preguntémosle al abogado del recién condenado Mauricio Pimiento.

Sin embargo, con dos frentes de ataque no basta. La ilimitada elocuencia de nuestros honorables ha dado para luchar contra el gobierno, de forma tal que se ha visto necesario, por parte de este último, colaborar con la Rama Judicial en el llamado por una reforma a la justicia de fondo. La propuesta ha sido recién presentada, pero podemos adelantar que el eje de nuestra grandiosa reforma se fundamenta en el poder electoral de los honorables. Sin duda, con esto lograremos mejorar el acceso a la justicia!! Eso sí es una reforma de fondo. Lo importante, como lo ha reiterado nuestro querido Presidente de la Corte Suprema de Justicia, es reiterar la independencia de la Rama Judicial.

Mientras esta serie de inquietudes daban vueltas en mi cabeza, recordaba la definición de honorable que aparece en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: “1. adj. Digno de ser honrado o acatado. 2. adj. Tratamiento que en algunos lugares se da a los titulares de determinados cargos.” Personalmente, esperaría que algún día antes de morir, nuestros elocuentes honorables intentaran buscar llegar a merecer que les apliquen la primera acepción de la definición. Mientras tanto, seguirá rondando en mi cabeza la siguiente pregunta: ¿Cuando en las providencias, antes de la parte resolutiva se señala que la providencia se dicta “administrando justicia en nombre de…”, será que nuestros honorables, al igual que Villefort, lo creen así? Valdría la pena que revisaran el desenlace de nuestro referenciado procurador del rey, y luego sí me respondan.
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domingo, 27 de julio de 2008

Prensa y Justicia

En este especial de fin de semana, seguiremos mirando un poco el valor y la influencia de la prensa en materia de justicia, de política y de derecho. Probablemente muchos dirán que el primero y el tercero es lo mismo. A todos ellos, de corazón los invito a revisar el caso de Manuel Antonio Noriega, su trayectoria de barbaridades, la forma de su captura, su juicio y la condena. A priori, podría afirmar que hay diferencias entre una y otra, al menos en este caso.

Más allá del caso de Noriega, hoy quisiera ahondar más en la interrelación de la prensa con la justicia. Tomaré 3 ejemplos sencillos para intentar resaltar el punto al que me gustaría llegar. Como primer ejemplo, miremos el diario El Espectador del día de hoy (parece justo que hoy sea así, dado que ayer lo habíamos excluido de la discusión). Dos aspectos debo resaltar de la edición de hoy. De una parte, destaco especialmente el artículo de opinión de Mauricio García Villegas respecto de la inestabilidad constitucional generada con la reforma constitucional de la reelección. García, un crítico de la reforma constitucional, brinda serios argumentos políticos y jurídicos que permiten reflexionar –incluso a quienes no son tan versados en temas constitucionales– acerca de los efectos a largo plazo de la reelección. Villegas hace énfasis especialmente en el poder nominador del Presidente. Cuando está facultado para nombrar discrecionalmente a tres cuartas partes de los funcionarios del Estado, elaborar las ternas para la nominación de otros –como el caso del Fiscal General de la Nación y del Defensor del Pueblo– tiene las mayorías del Congreso, muchos de cuyos miembros se aprovecharon de su imagen para llegar a sus respectivas curules, realmente es poco lo que le falta por abarcar.

Recordemos que no hace mucho, para ocupar el escaño de Magistrado de la Corte Constitucional, la elección era bastante simple: Mauricio González Cuervo, y otras dos personas. Cuando esas dos personas, ofendidas por ser mancilladas en sus nombres decidieron retirarse de la candidatura, la difícil elección del Presidente se reflejó al elaborar una nueva terna con Mauricio González Cuervo y otras dos personas. ¿Adivinen quién gano? Respeto al Magistrado González, pero una cosa es una cosa, y otra cosa es otra, como diría nuestra sabiduría popular. En una entrevista dada por Alfonso Gómez Méndez a Cecilia Orozco Tascón en el Espectador de hoy, se le preguntó por la reforma a la justicia. Específicamente se refirió a ella como un caramelo para las altas cortes. El tema quedó allí. Yo lo complemento un poco más, contextualizando con lo recién tratado. El “dedo del pulpo”, o la “pulpa del dedo” no ha podido tocar la nominación de los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia, luego el GRAN sacrificio que cambiaría la justicia del país para siempre, sería cambiar la posibilidad de las ternas por el Consejo Superior de la Judicatura, para que elijan los Magistrados, por una simple elección a cargo de los Magistrados de la Corte. En otras palabras, la reforma a la justicia lo único que cambiaría sería el poder nominador del pequeño porcentaje que no puede nombrar el Presidente, y de paso, este último ejecutaría el presupuesto de la Rama Judicial, si logra hacer desaparecer el Consejo Superior de la Judicatura. Inmenso avance!! Bravo Ministro Valencia!! Personalmente, me da pesar que todos nuestros Phd, LLM, MBA´s y demás, no se den cuenta de cómo se insulta su inteligencia a diario con fórmulas como esa.

No dejemos de lado al señor Gómez Méndez, quien será el foco de nuestro ejemplo número dos, toda vez que pues es parte de nuestro análisis de prensa. Hemos dicho ya, que la periodista Cecilia Osorio lo entrevistó respecto de sus intenciones presidenciales, y sobre algunos otros temas. Mientras en la entrevista se acude a su agudo conocimiento y experiencia, en los encabezados de las tres páginas donde consta la entrevista (edición impresa), El Espectador coloca pequeñas notas sobre la trayectoria de Gómez Méndez. La primera de ellas resalta su histórica lucha con Alberto Santofimio, y cómo, cuando era Fiscal fue incapaz de avanzar en la investigación contra éste. La segunda de ellas se le denomina como el eterno precandidato, incluso mofándose de la actual precandidatura. La tercera de ella se encarga de enrostrar el carácter megalómano de Gómez Méndez y cómo ha sido “pordebajeado” por algunos de sus copartidarios.

Seamos claros en una cosa. Soy muy, muy poco “admirador” de Gómez Méndez, como abogado, y mucho menos como político, pero entiendo que es un ser humano que merece respeto. Personalmente considero que ensalzar el ego del entrevistado para posteriormente agregar notas acerca de lo “perdedor” o “inútil” que pueda ser, es tan ético como invitar a alguien a almorzar a su casa, y escupirle la sopa. Una cosa es no ser tendencioso con la imagen de una persona, mostrar argumentos en pro y en contra de su trayectoria, y otra cosa es ridiculizar a una persona sin que ella lo sepa; dudo mucho que Gómez Méndez hubiera conocido de antemano estas tres “noticas” con las que adornaron su entrevista.

Antes de agotar este segundo ejemplo, que parecen cuatro, conviene revisar la contratara de esta situación. Miremos de qué forma una respuesta de un entrevistado es ejemplo ideal de mamadera de gallo intelectual. Pregunta la entrevistadora lo siguiente: “¿Entonces usted es de los que creen que el nombramiento de parientes de miembros de las altas cortes en puestos oficiales es fuente de corrupción?” La respuesta del exfiscal es la siguiente: “No necesariamente, pero sí puede ser un factor que afecte seriamente la independencia judicial.” Genial, o no? Es lo que yo denominaría una carambola de tres bandas: Di que no (primera banda), di que sí (segunda banda), haz que parezca inteligente (tercera banda). Día a día nos enfrentamos a esto, y nos parecen respuestas brillantes.

Nuestro tercer y último ejemplo del día hace referencia a la columna titulada “Golpe de Estado contra Uribe” escrita por María Isabel Rueda en el periódico El Tiempo del día de hoy. La columna invita al lector a adivinar el autor de una invitación al pueblo a desobedecer al gobierno actual por ser ilegítimo. Oportunamente haré referencia a todo el tema de la reelección, y de la providencia de la Corte Constitucional. Sin embargo, por ahora conviene revisar las palabras del Magistrado. Su postura puede jurídicamente ser defendible, pero su paupérrima elección de palabras da muestras, una vez más, que muchos funcionarios no se toman su rol institucional en serio. Uno de los guardianes de la Constitución colombiana invitando al pueblo al desobedecimiento de facto ante un gobierno de facto. Qué absoluta falta de seriedad, y sobre todo, que irresponsabilidad tan grande. Con la investidura, no solo se adquieren dignidades sino responsabilidades. Ser un “verdulero” jurídico no está dentro de las primeras, y claramente atenta contra las segundas.

A María Isabel Rueda, mis mayores respetos. Opinó sin necesidad de opinar. Informó sin necesidad de tergiversar. Otro ejemplo más del inmenso poder que tienen los medios de comunicación. Sin embargo, es un ejemplo sano de cómo ejercitar el poder con altura (estemos o no de acuerdo con el contenido de la opinión) y sin necesidad de arrasar con todo lo que esté a su alcance, solo para demostrar que ella es la mejor. Esperemos que esta muestra aparente de simbiosis de prensa y justicia pudiera calar entre los medios de comunicación, y que de pronto algún día nuestros compatriotas tengan la posibilidad de discutir sobre justicia y política con cierto grado de información veraz. Por ahora, parece, son ejemplos aislados. Seguramente toda la próxima semana veremos en las primeras páginas de los diarios, siguiendo la tradición iniciada desde ayer los comentarios acerca del vestido de Isabel Sofía y a la forma en que los adornos de la capilla hubieran podido ser arreglados de una mejor manera. Todo ello, dentro de la correspondiente crónica de 5 páginas acerca de la boda del año.
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sábado, 26 de julio de 2008

Y hablando de conciertos...

Retomando el tema de los conciertos, conviene referirse hoy a los señores de los medios de comunicación. Hemos visto ya de qué forma es posible realizar un estudio de la institucionalidad, desde la óptica de un sarcasmo puro y honesto. Como dije hace unos días, no pretendo ser el poseedor de la verdad, porque esa ya tiene apellido propio. Tampoco pretendo venderme como en delegado plenipotenciario de la patria en misión mesiánica, porque ese puesto también se ha ocupado ya. Sí me interesa en cambio, y mucho por cierto, que se puedan expresar puntos de vista sin temor a ser aplastado por la institucionalidad u otras maquinarias con menor interés pero más interesadas.

He iniciado el ingreso de hoy retomando el tema de los conciertos, reivindicando la queja que se ha hecho otro inconforme como yo, en el espacio que posee en los blogs de la página web de El Tiempo. En su reciente ingreso titulado “El vitrinazo nacional”, el señor Oscar Acevedo manifiesta su inconformidad ante la desviación de los medios hacia la marcha, y hacia los mismos de siempre. Poco o nada, concluye él, se enfatizó en los artistas que a lo largo y ancho del país dieron muestras de talento y de cultura. Se sepultó, sin ceremonia o epitafio alguno, la presentación conjunta de las orquestas Sinfónica y Filarmónica de Bogotá, al igual que el show de los niños de la Calera (por hacer referencia a los casos que destaca el autor). Volvimos a volcar la mirada, como ocurre siempre, en los mismos. Otra vez Juanes, Bosé, Ingrid, y mi siempre estimada “miamense del Río de la Plata”.

Me confieso abiertamente inculto. No sé diferenciar con certeza un violín de un violoncello, y hasta esta mañana, no lograba diferenciar una Orquesta Sinfónica, de una Orquesta Filarmónica. Con cierto temor a ser reprochado por lo estúpido de mi duda, partiendo de la obviedad de la respuesta, decidí envalentonarme y preguntar a mis seres cercanos –no era necesario dar el papayazo ante terceros– con miras a obtener respuestas concretas y no de catedrático. Resultó inútil, no sabían. La siguiente duda que asaltó mi mente era si ellos eran tan brutos como yo, o si la pregunta no era tan estúpida como pensaba. El paso siguiente fue verificar en Internet. Alguien en el mundo tendría que saber, si no está en Wikipedia, no existe.

El primer problema que surgió era cómo formular la consulta en el motor de búsqueda. Intenté redactar mi inquietud de la mejor manera, pero al parecer Google no pensó que redactara tan bien. Finalmente, opté por buscar los instrumentos que componen una Orquesta Sinfónica, y luego abrir otra pestaña en el explorador, para hacer lo mismo, pero respecto de la Filarmónica. Si en vez de haberle preguntado a Juanes el 20, lo mismo que le preguntaron el 19, y el 18 y el 17 etc., los noticieros nos hubieran informado a los incultos como yo por qué era tan importante evento el que por primera vez tocaran juntos las dos orquestas, probablemente tendrían que haber partido de las diferencias entre una y otra.

En fin… Luego de repasarme el listado de las diferentes familias de instrumentos y no encontrar diferencias aparentes entre los de cuerda percutida y aquellos con teclas, decidí revisar personalmente el listado de los instrumentos filarmónicos, y encontré inicialmente que al condenado que le dio por montar la Filarmónica era un “copietas” del que montó la primera Sinfónica, o al revés. Tras finalizar horas después, o mejor, MUCHAS horas después con el necesario cruce de información, encontré que los primeros 103 eran iguales a los otros 103. Sentí que el destino se mofaba de mí, como la primera vez que intenté acuciosamente encontrar las diferencias entre las funciones del Ministro de Relaciones Exteriores y el Canciller.

Decaído y derrotado, hice un último intento sincero contra la endemoniada red e ingresé en la casilla del buscador de Google “Diferencias entre orquesta sinfónica y filarmónica”. La web me miró con ternura de madre y me dijo, “ahora sí te entiendo.” Me botó como 4º resultado el blog de una música (mujer que hace música) que de manera muy clara resume la historia de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, y al final del escrito resume lo siguiente:

DIFERENCIA ENTRE ORQUESTA SINFÓNICA Y FILARMÓNICA
La diferencia entre una orquesta sinfónica y filarmónica se determina por la proveniencia de sus ingresos, no por su conformación musical, teniendo en cuenta que las dos agrupaciones cuentan con una composición orquestal idéntica, por lo que el repertorio que interpretan puede ser el mismo. La tradición apunta a que las orquestas sinfónicas estén patrocinadas con recursos del gobierno, mientras que las orquestas filarmónicas se sostienen con recursos del sector privado, aunque en Colombia el patrocinio de las orquestas es contrario a la tradición. La Orquesta Filarmónica de Bogotá se sostiene en un 99% con recursos del Distrito, mientras que la Orquesta Sinfónica de Colombia, se sostiene con recursos del sector privado.”

Me sentí sumamente alegre, y también sumamente deprimido. De una parte, me di cuenta que como todo, en nuestro país seguimos las instrucciones al revés, incluso en materia de orquestas sinfónicas (o filarmónicas). He ahí la depresión. La alegría derivaba de saber, primero, que sí había diferencia, y segundo, de verificar que el pasado 20 de Julio efectivamente había ocurrido un evento único. Este evento, para los no melómanos, era equiparable a que las nominas conjuntas de Santa Fe y Millonarios jugaran un partido contra las nóminas conjuntas de América y de Cali. Supongo que a quienes no les gusta el fútbol no les habrá parecido interesante el ejemplo. Intentaré mejorarlo. Es como si Alvaro Uribe y Gustavo Petro decidieran gobernar el país conjuntamente durante un año!! Espero que ese haya servido más.

Ahora entiendo el malestar de mi compañero “bloggero”. La prensa colombiana dejó de lado un evento trascendental, por concentrarse en los momentos en que Ingrid lloró, cuando se secó las lágrimas, cuando cantó y cuando suspiró. Lástima. Supongo que las órdenes de los editores serán esas. Igual pasará cuando nuestros columnistas especializados siguen escribiendo, después de haber escrito otras 50 sobre el tema, intentando argumentar la posible simpatía entre Daniel Ortega y las FARC, dejando de lado un sinfín de noticias dignas de comentar. Debe ser por eso que nuestro periodismo transparente e imparcial exalta los premios obtenidos por el canal, casa editorial, cadena radial, que da la noticia, mientras que sepulta sus propios errores. Seguramente por eso es que al medio día nuestros niños ven un sinnúmero de posiciones del Kama Sutra en las novelas de turno, mientras que a la 01:30 de la madrugada, la defensora del televidente del canal hace un llamado enérgico al canal para que no lo haga. Francamente cómico, o trágico, aún no lo sé.

Es esta clase de periodismo la que nos plantea situaciones como la ocurrida a principios de esta semana, cuando los medios escritos referenciaron la muerte del querido Trosky, perro callejero bumangués, tratado a patadas, amarrado a un árbol mientras que los gusanos se comían su cara, y dejado a su suerte ante una muerte lenta y dolorosa. Este ser, rescatado por unos protectores de animales de Bucaramanga, vivió un recuperar difícil pero afortunado, hasta que días después, luego de ser operado por un cirujano plástico y un médico veterinario con miras a reconstruir su cara y poder salvar sus ojos, falleció.

Observamos en El Tiempo, el día miércoles 23 de Julio, un reportaje de Nohora Celedón, en donde relata los últimos momentos de este valiente animal, no sin antes cuestionar abiertamente el proceder del médico veterinario que lo atendiera, y el del Cirujano Plástico que liderara la cirugía reconstructiva. Es decir, su relato tendencioso y destructivo, buscó herir, más que informar. Siendo yo uno de los 19,500 miembros del grupo AYUDEMOS A TROSKY!!! Que existe en Facebook, decidí confrontar esa información con las noticias que Adriana Lucena (creadora del grupo, miembro de AHURA) pudiera darnos sobre el suceso. En efecto, una vez confrontada una versión con la otra, se observa que la supuesta negligencia de los galenos, no era tal. Por el contrario, resaltó su coraje, su disposición y dedicación, desechando cualquier argumento relativo a la carencia de recursos. Para quienes no lo han leído, los invito a que revisen la página de ese grupo para que confronten, evalúen y concluyan.

Espero que esta vez, señores de El Tiempo, no salgan con una Fe de Erratas entre edictos judiciales, o avisos clasificados, u obituarios. En esta ocasión me permito refrescarles la ética periodística acudiendo a los regaños de una colega suya, la señora Vicky Dávila que nos diría, como en su Cosa Política “Hmmmm. No, No, No… Por ahí no era señores periodistas” mientras dirige una mirada de compasión hacia los televisores del mundo, meneando cual péndulo invertido su dedo índice.
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viernes, 25 de julio de 2008

El concierto institucional colombiano

Hoy quisiera hacer referencia a la siguiente frase que encontré en el Tratado de la República de Cicerón, y con ello, repasar por vía de algunos ejemplos el alcance actual de la justicia, objeto central de este espacio, y cómo es que en un Estado solo es posible gobernar cuando ella existe. Este texto del romano, redactado al estilo de las obras griegas en las que se describe una conversación suscitada entre varios personajes, y en donde el autor encarna sus ideas en las palabras de alguno de ellos para así exponer su pensamiento, contiene un sinnúmero de elementos valiosos que lastimosamente se difunden hoy un poco menos que los éxitos de Giovanni Ayala en las calles del centro de la ciudad.

En el caso que nos ocupa, Cicerón ha escogido a Escipión, personaje histórico romano, para exponer su pensamiento de la siguiente manera, finalizando el Libro Segundo de todo el tratado, cuando al referirse al buen gobernante, expone:

“Un solo deber le impongo, porque éste comprende todos los demás: el de estudiarse y vigilarse constantemente, con objeto de poder invitar a los demás a imitarlo, y de ofrecerse él mismo, por la limpieza y brillo de su alma y su vida, como espejo a sus conciudadanos. Porque de la misma manera que la vibración de las cuerdas, los sonidos de la flauta y las modulaciones del canto forman una armonía que los oídos ejercitados no podrían resistir si tuviese alteraciones y disonancias, y cuyo concierto y perfección resultan, sin embargo, de la combinación de muchos sonidos diferentes; así también, de la armonía de los diferentes órdenes del Estado, de su perfecto equilibrio, resulta ese concierto que nace, como el otro, de la reunión de elementos opuestos. Lo que en la música se llama armonía, es concordia en el Estado, el lazo más fuerte y robusto en toda la república, pero que no puede conservarse sin la justicia…”

Llama poderosamente la atención cómo logró Cicerón retratar por vía de símil el concepto de armonía al que la Constitución colombiana quiso hacer referencia en el artículo 113 cuando se refirió a la colaboración armónica entre las diferentes ramas del poder público para la consecución de los fines del Estado colombiano. Fíjense como las cuerdas, las flautas y el cantante del siglo I a.C. –que serían equiparables hoy a nuestro acordeón, guitarra y coros propios del Tropipop– pareciera tener concordancia con la tres ramas base del poder público. Me refiero a las ramas base, porque nuestros doctrinantes actuales referencian otros más. En otras palabras, nuestras ramas del poder público deben afinar instrumentos y ante el mismo tempo, ejecutar un verdadero concierto. La batuta, según nos dice Cicerón, no es otra cosa que la Justicia.

Una radiografía reciente de nuestro Opus 2008 permite observar, en primer lugar, la forma como el acordeón (Rama Jurisdiccional) sin duda alguna se estira y se comprime a ritmo de Puya, puesto que esta cadencia rítmica le permite ser el protagonista. Al igual que el acordeón, nuestra justicia no podría sonar si fuera toda en un mismo sentido. Requiere que la Corte Constitucional y la Corte Suprema de Justicia peleen cada 15 días para que sus Magistrados adquieran la relevancia que ellos creen merecer. Requiere que el Consejo de Estado tenga una Sección que diga que SI, para que la otra, al día siguiente diga que NO, y el Consejo Superior de la Judicatura busca desesperadamente convertirse en el aire que ingresa al acordeón, para no quedarse sin ser un par de notas que sean oídas, porque de lo contrario, “no suenan”. Lo mejor de todo es que aparte de que estas contradicciones no bastan entre sí, todavía tienen energías para que ser el dueño del show, y pasar por encima de los otros instrumentos (ramas).

Continuando con el estudio radiológico de nuestro Opus 2008, encontramos que nuestras guitarras (Rama Legislativa) invitan a saborear unas buenas rancheras, aunque a ritmo rockero, entonando de manera reiterativa la famosa Rata de dos patas, seguida de Perdón, que a su vez es inmediatamente sucedida por Que te vaya bonito. Debido a la fusión rockero-ranchera que proponen nuestras guitarras, tenemos el problema que se nos han reventado 2 de las 6 cuerdas, y vamos para otras tantas, al ritmo que va su intérprete. Parece ser que en poco tiempo, tocará dejar la guitarra en una “silla vacía” para que se termine de podrir.

No menos importante es el riguroso estudio de nuestros coros (Gobierno). Toda buena interpretación de un éxito de tropipop requiere sin duda la preparación y entonación de agudas notas frente a graves escenarios. Es por eso que todo concierto requiere de una coordinación especial por parte de personas altamente calificadas para ello. Sin embargo, la radiografía de nuestro Opus 2008 revela resultados preocupantes. De los 14 integrantes del Coro (una voz líder y trece coristas), la voz líder se encuentra pensando en la producción de su próximo disco: Tonada mesiánicas. Uno de sus coristas, ansioso de pasar a ser la voz líder, compone el futuro éxito, Cuando te di de baja, que incluye un “beat” electrónico alegórico al hostigamiento sentimental que él plantea.

Siguiendo un poco con nuestros coristas, se observa que de los doce restantes, el tema más o menos funciona así: 4 de ellos les encanta la guitarra y andan embobados viendo a ver si logran pasarse del Coro a la guitarra con cierta prontitud. 4 de los ocho restantes andan peleando con el acordeón, porque se pasa de querer ser protagonista. Y los otros 4 están realmente fuera de lugar. No tienen ni idea de lo que es cantar, pero como miembros insignes del país, son “parceritos” del que manda, o tienen nombres extraños, o simplemente son los que ayudan a controlar gavillas contra la estrella del show. La consecuencia de esta situación es que tenemos 2 personas cantando lírico, 3 regguetoneando, otros 3 cual coro de iglesia, 2 con improvisaciones de joropo, 2 cantando rock en español, otros dos fantoches cantando en inglés, y los últimos dos, con plancha “ventiada”.

Juntemos los instrumentos. El resultado es el previsible… …un desastre. Nuestra Opus 2008 ha logrado alcanzar cumbres tan altas equiparables a las grandes producciones de Aura Cristina Geithner, Amparo Grisales, y taquillazos solo comparables con colosos como la memorable Pret a Porter o Alien Vs. Depredador. No sé que tan buen músico podría haber sido nuestro querido Cicerón, pero probablemente su reacción hacia nuestro imponente despliegue musical no sería muy diferente a lo que un monarca europeo le dijo no hace mucho a un importante líder latinoamericano. De hecho, si nuestro reverenciado autor hubiese conocido las interpretaciones “tropipopeñas” de los grandes éxitos mundiales 4 ever U´rs G this, o Tu revolución Boli-valeriana, subrayaría con vehemencia la nueva tendencia de la dominio de escenario. Habría escuchado el término que va imponiendo la nueva moda musical propia del género. Similar al “Ay hombeee” vallenato o el “Claro que sí!!” propio de todo bingo, bazar o fiesta de 15, he tenido la oportunidad de escuchar cómo se encuadra este jugoso término luego de la primera estrofa del futuro éxito Corte la tercera Corte. Cuando luego de un solo de acordeón, nuestra voz líder grita: “MANAGUAAA” y responde el resto: “UEEEPAAA”, la popularidad del coro nuevamente habrá de sobrepasar al de la guitarra netamente rítmica.

Ante estas puestas en escena de “temas” o “discos” tan envidiados como el famoso cover de Noches de Cartagena por Andrea Nocetti, la mirada de todos nuestros expertos buscarán encontrar un culpable externo, que en este caso preciso será la batuta. Esa batuta que en el mundo actual llamamos justicia, es la que habrá de asumir la humillante derrota de nuestro Concierto con SOL-FA Sostenida. Recordemos cómo lo profetizó Cicerón: “Lo que en la música se llama armonía, es concordia en el Estado, el lazo más fuerte y robusto en toda la república, pero que no puede conservarse sin la justicia…”. Propongo entonces: Busquemos la batuta pronto.
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martes, 22 de julio de 2008

Acerca del blog

Como buen “fan” de lo jurídico, no puedo dejar de lado entrar a la discusión necesaria: Y esto de qué trata? O como dirían los abogados: ¿cuál es el objeto del texto? Más allá del riesgo evidente de escribir notas que no sean leídas por otras personas, y que no signifiquen otra cosa que la posibilidad de expresar mis opiniones de manera libre y espontánea, para dormir tranquilo, considero que el derecho fundamental a no estar de acuerdo con todo lo que nos quieren hacer creer, va de la mano con el deber (también fundamental) de expresar mis opiniones argumentadas, así no sean de mucho recibo. Lo importante es enriquecer el debate, o por lo menos generarlo, en los casos en los que no lo hay.

No soy tan presumido como para creer que la verdad reside en mí, contrario a lo que les ocurre a otros tantos personajes que inundan nuestro día a día –como ocurre por ejemplo con nuestra reconocida “familia” Gaviria (Jose Obdulio Gaviria, el del gobierno; Carlos Gaviria, el del Polo; César Gaviria, el liberal; o José Gaviria, el del Factor X) y otras tantas que no menciono para no extenderme demasiado- con sus dictámenes infalibles. No pretendo tampoco tener el poder de decir quién es bueno o quién es malo del paseo, o para ilustrarlo en términos cotidianos, quién es “pluralista” y quién es “terrorista”. Espero no tener que aclarar qué o quiénes forman parte de este selecto grupo.

Sí pretendo, en cambio, ser del grupo de los peleólogos (para utilizar términos del gran filósofo EL FLECHA) que lucharán por desenmascarar las barbaridades, las mediocridades y demás características de nuestro día a día jurídico-político. Revisaremos de aquí en adelante cómo será que una persona que no es capaz de musitar más de 6 palabras seguidas, tales como: “Se reitera la independencia de la justicia”, y que todos los días concede 2 entrevistas en los que recita la misma frase unas 3 veces, puede llegar a ser el Presidente de una de las 3 Altas Cortes, siendo incluso la de mayor tradición.

Revisaremos oportunamente, cómo es que un Ministro que no ha hecho sino cerrar hospitales, bajarle los ingresos a los empleados, y enriquecer a los fondos de pensiones y cesantías, y que incluso “pudo” llegar a rematar por pública subasta de votos reeleccionistas (una idea no muy PILA), ha podido perdurar tantos años en una cartera que claramente no maneja. Conformará también un capítulo especial de estos picotazos, el tratamiento de una ley de pequeñas causas penales en donde nuestros padres de la patria y el gobierno celebran la rebaja de 3 o 4 años de prisión a 6 meses de arresto, vendiendo la idea del fin de la impunidad para delitos leves.

Sin embargo, los peleólogos en ocasiones vemos de qué manera existen personas, o grupos de personas que realmente hacen cosas positivas, y que en vez de picotazos merecieran ovaciones y caravanas con carros de bomberos. Esos individuos, y sus actos, también formarán parte de este casi infinito menú. Se harán acreedores a “picos” de Gaviota, y no ya a “picotazos”. Evidentemente en este pequeño grupo de “piqueados” no habremos de encontrar a Yolandita Pulecio, la madre de Colombia. En algún momento dedicaré los momentos necesarios para poder socializar mi absoluto fastidio hacia ella. Por el contrario, nuestro primer acreedor a “pico”, será probablemente el embajador ante la OEA, Camilo Ospina, quien por el momento parece no fastidiarle a un grupo específico, y ha hecho un par de buenos goles de chilena a algunas personas.

La subsiguiente pregunta que habría que formular respecto de este blog, es si en efecto es este un objeto lícito, o no. Confieso mi absoluta ignorancia frente al tema. Acudiendo a la popular frase materna “ya verás cuando seas padre (o madre)”, esperaré a superar los primeros partos para poder mirar a mi madre a los ojos y decirle: “Madre, lo sé todo”, independientemente de lo que ello quiera significar. Podré con estos curos Express de maternidad determinar si realmente en este caso también hubo “vulneración de fronteras”, o si simplemente llego a un nivel de impopularidad cercano al de Piedad Córdoba (quien realmente es insuperable en ese campo), sensei en estas lides.

Sea esta la oportunidad también para invitar a todos los demás miembros de este zoológico de la vida, para compartir sus puntos de vista, para enriquecer la discusión, o simplemente para desahogarse también. En cualquiera de los dos casos, podremos afirmar sin lugar a dudas que hay misión cumplida! Pensaremos conjuntamente mediante métodos dialécticos, o cualquier otro, si realmente nuestros ilustres antepasados hicieron bien al interpretar de Aristóteles que el hombre es un animal político, o animal ciudadano, o si por el contrario, como ocurre en mi caso particular, el zoon politikon al que Aristóteles hacía referencia en realidad quería significar que el hombre es un político animal, o ciudadano animal. Entre más lustros acumulo, sigo inclinándome más por la segunda opción.

En resumen, bienvenidos, y salud!
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domingo, 20 de julio de 2008

Abriendo las alas

Ha sido una serie de bonitas coincidencias lo que ha llevado a que este espacio de libre expresión se haya creado el mismo día en el que 198 años antes se optó por revalidar en este país el concepto de “libertad”. Si bien es cierto que no se celebró el día de la libertad, sino el día de la independencia, no es viable concebir este último concepto sin aquél. He tenido la oportunidad de abrir las alas y permitir que este espacio pueda volar sin necesidad de ataduras o formalismos tontos que coarten su contenido.

Retomando el tema de la libertad, al cual se hará inevitable referencia de aquí en adelante, es importante tener en cuenta lo ocurrido el día de ayer, no solo en el país, sino en el mundo. Parece claro que finalmente el pueblo colombiano vive una especie de catarsis que resultaba imperiosa desde hace tanto tiempo. Los medios lo aplauden hoy, la aceptación a gran escala de una convocatoria prevista para enviar un mensaje. No estoy seguro si el mensaje habría de ser “simplemente claro” o “claramente simple”. Lo importante, era su contenido. Libertad para todos los secuestrados. Algunos otros de quienes acudieron a la convocatoria, tendrían sus motivaciones internas que constituían un elemento más de esa catarsis grupal que se quería vivir.

No obstante, no puedo compartir aquí las consideraciones, ni los alcances que los medios le quieren dar a este evento. En primer lugar, quisiera dedicarle unos momentos a intentar descifrar si realmente estuvimos ante una marcha, o en su defecto, saber qué fue lo que ocurrió ayer en Bogotá. En primer lugar, hablo de Bogotá, pues fue allí donde tuve la oportunidad de analizar el evento, cuyas impresiones comparto aquí.

Una característica esencial de una marcha, en términos generales, es que el ruido –llámese pitos, silbatos, silbidos, gritos– es ingrediente esencial. Al menos, el desorden ordenado por un trayecto común, es casi indispensable. Ayer no ocurrió esto. De hecho, la jornada parecía más una caminata ecológica, o un paseo cultural, que una marcha. Tuve la oportunidad de acudir en compañía de un amigo, su novia y una amiga de ella, que por cierto, es extranjera. A medida que caminábamos por las calles de la ciudad, tuvimos la oportunidad de departir sobre diversos temas, tales como, la eventual posibilidad de diseñar una camiseta para la próxima marcha que vaya a convocarse, la goleada de Santa Fe a Nacional, y sobre los cambios climáticos mundiales –este último acompañados de una fría cerveza que podía conseguirse en cada esquina– de forma tal que no resultaba extraño que el evento fuera la oportunidad también para un fashion show canino.

La caminata o marcha, como quieran llamarla, fue entretenida, y quienes participamos sentimos que contribuíamos en cierta forma a enviar un mensaje. No obstante, insisto en la idea, como lo compartí ayer con mi gran amigo, que este evento nos permitió conocer una fotografía clara del bogotano promedio, especie que cada vez me resulta más molesta. Veamos: Las banderas, las gorras, las pancartas y los silbatos, constituyeron un accesorio a la vestimenta habitual. Era necesario observar si la bandera iba amarrada al cuello, como un cinturón moldeando las caderas de alguna mujer, o si se amarraba al bolso recién comprado en un centro comercial. También era imperioso revisar si mi vecino tenía mejores gafas oscuras que las mías –aunque por cierto alguno de esos vecinos debía estar utilizando las que me robaron hace unos meses– o si el premio mayor se lo llevaba el combo gorra y gafas Oakley, o si tal vez lo mejor era diversificar el riesgo con una gorra Nike, gafas Police, Jeans Diesel y chaqueta Yves Saint Laurent. Francamente, de moda no sé mucho, pero tengo claro que mi indumentaria no merecía siquiera una medalla de bronce.

En segundo lugar, la “fantochería” de mis conciudadanos y vecinos, reafirmada cada vez que volaba a nuestro alrededor algún helicóptero con cámara, momento en el cual el patriotismo nuevamente afloraba y las banderas y pancartas y silbatos recobraban su función primigenia, me obligaba a interrumpir la conversación propia de jurados de reinado de belleza que sostenía con mi amigo, acerca de cuál de las manifestantes debía alzarse con la corona. Debo confesar que eran los únicos momentos que me resultaba imposible mantener una conversación por falta de audio. Una vez se iba el helicóptero, las banderas, silbatos, pancartas volvían nuevamente a ser el accesorio de vestuario, y nuevamente podíamos conversar acerca de la paternidad del “Bolillo” sobre su hermano “Barrabás”.

En tercer lugar, no debo dejar de destacar la importancia que tenía la convocatoria a esta clase de eventos, para efectos de tomar las correspondientes fotos que ya deben haber sido subidas al perfil de Facebook, Hi5, MySpaces, o cualquiera de los portales sociales al que pertenezcamos. Respecto de este punto, vuelvo a mi concepción que parece un paseo urbano o caminata ecológica, mas no una marcha. Retomo aquí unas palabras que han mencionado grandes psicólogos, psicoanalistas o simplemente personas que conocen el comportamiento humano. Entre los primeros, Freud lo dijo, y entre los últimos, el señor Dale Carnegie, gran “radiólogo” del comportamiento humano también lo dijo: Una de las causas principales, si no la principal, por los que una persona decide hacer algo, es por satisfacer su propio deseo de importancia. Me pregunto constantemente, si ese deseo de importancia de cada uno de nosotros es el que nos hace chiflar solo cuando pasa el helicóptero, solo gritar arengas cuando tomamos la foto para Facebook, o si son simples coincidencias malinterpretadas. Será que todos marchamos por nuestros compatriotas secuestrados, o si

Mientras escribo estos breves comentarios, y recuerdo el himno nacional cantado por nuestra insigne compatriota miamense del río de la plata, quien tal vez, al igual que muchos de nuestros bogotanos, quiso reivindicarse por dejar pasar el concierto de la frontera sin justificación alguna, retumba en mi cabeza la incesante inquietud que nos manifestara nuestra compañera mexicana, acerca de la metodología de esta marcha. “Es la primera vez que marcho” –decía ella. Mi amigo me contaba anécdotas sobre celebraciones en Europa, y venían a mi cabeza las marchas contra Chávez en Venezuela, o las manifestaciones en Argentina, o incluso las mismas marchas mexicanas, todas cundidas de gritos, pasión, brincos, sudor, lágrimas.

De otra parte, sin embargo, recordé también cómo contra la guerra de Vietnam se presentó una inmensa manifestación llena de drogas, sexo y rock, como ocurrió en Woodstock, y también cómo Gaitán lideró la marcha silenciosa hace más de medio siglo en este misma ciudad. En esos casos, el propósito claro era ese. Hoy en día me parece curioso que la prensa mencione cómo se unieron en una sola voz la de todos los colombianos para gritar por la liberación de los colombianos. Comparto lo primero, parece que hubiera sido una sola voz, y no la de todos los colombianos que asistimos a las manifestaciones, al menos en lo que respecta a Bogotá.

Pensaba, también, como serían las manifestaciones en el resto del país. Me imaginaba la costa atlántica colombiana llena de descamisados con acordeones y tamboras gritando y cantando por la libertad de los secuestrados, con arengas como “Cano: libéralos ya, noo jodaaa”, o cómo en Medellín y Cali podían estar nuestros connacionales gritando, sin temor, sin pudor, y sin “culillo” alguna arenga específica inventada por ellos, haciéndose sentir como individuos libres y no como masa inerte.

Pensaba en todo ello mientras degustaba el último sorbo de cerveza que me quedaba, y la única respuesta que pude emitir, sin encontrar mayor contradicción fue “sin duda, esto es una marcha a la bogotana”.
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