sábado, 26 de julio de 2008

Y hablando de conciertos...

Retomando el tema de los conciertos, conviene referirse hoy a los señores de los medios de comunicación. Hemos visto ya de qué forma es posible realizar un estudio de la institucionalidad, desde la óptica de un sarcasmo puro y honesto. Como dije hace unos días, no pretendo ser el poseedor de la verdad, porque esa ya tiene apellido propio. Tampoco pretendo venderme como en delegado plenipotenciario de la patria en misión mesiánica, porque ese puesto también se ha ocupado ya. Sí me interesa en cambio, y mucho por cierto, que se puedan expresar puntos de vista sin temor a ser aplastado por la institucionalidad u otras maquinarias con menor interés pero más interesadas.

He iniciado el ingreso de hoy retomando el tema de los conciertos, reivindicando la queja que se ha hecho otro inconforme como yo, en el espacio que posee en los blogs de la página web de El Tiempo. En su reciente ingreso titulado “El vitrinazo nacional”, el señor Oscar Acevedo manifiesta su inconformidad ante la desviación de los medios hacia la marcha, y hacia los mismos de siempre. Poco o nada, concluye él, se enfatizó en los artistas que a lo largo y ancho del país dieron muestras de talento y de cultura. Se sepultó, sin ceremonia o epitafio alguno, la presentación conjunta de las orquestas Sinfónica y Filarmónica de Bogotá, al igual que el show de los niños de la Calera (por hacer referencia a los casos que destaca el autor). Volvimos a volcar la mirada, como ocurre siempre, en los mismos. Otra vez Juanes, Bosé, Ingrid, y mi siempre estimada “miamense del Río de la Plata”.

Me confieso abiertamente inculto. No sé diferenciar con certeza un violín de un violoncello, y hasta esta mañana, no lograba diferenciar una Orquesta Sinfónica, de una Orquesta Filarmónica. Con cierto temor a ser reprochado por lo estúpido de mi duda, partiendo de la obviedad de la respuesta, decidí envalentonarme y preguntar a mis seres cercanos –no era necesario dar el papayazo ante terceros– con miras a obtener respuestas concretas y no de catedrático. Resultó inútil, no sabían. La siguiente duda que asaltó mi mente era si ellos eran tan brutos como yo, o si la pregunta no era tan estúpida como pensaba. El paso siguiente fue verificar en Internet. Alguien en el mundo tendría que saber, si no está en Wikipedia, no existe.

El primer problema que surgió era cómo formular la consulta en el motor de búsqueda. Intenté redactar mi inquietud de la mejor manera, pero al parecer Google no pensó que redactara tan bien. Finalmente, opté por buscar los instrumentos que componen una Orquesta Sinfónica, y luego abrir otra pestaña en el explorador, para hacer lo mismo, pero respecto de la Filarmónica. Si en vez de haberle preguntado a Juanes el 20, lo mismo que le preguntaron el 19, y el 18 y el 17 etc., los noticieros nos hubieran informado a los incultos como yo por qué era tan importante evento el que por primera vez tocaran juntos las dos orquestas, probablemente tendrían que haber partido de las diferencias entre una y otra.

En fin… Luego de repasarme el listado de las diferentes familias de instrumentos y no encontrar diferencias aparentes entre los de cuerda percutida y aquellos con teclas, decidí revisar personalmente el listado de los instrumentos filarmónicos, y encontré inicialmente que al condenado que le dio por montar la Filarmónica era un “copietas” del que montó la primera Sinfónica, o al revés. Tras finalizar horas después, o mejor, MUCHAS horas después con el necesario cruce de información, encontré que los primeros 103 eran iguales a los otros 103. Sentí que el destino se mofaba de mí, como la primera vez que intenté acuciosamente encontrar las diferencias entre las funciones del Ministro de Relaciones Exteriores y el Canciller.

Decaído y derrotado, hice un último intento sincero contra la endemoniada red e ingresé en la casilla del buscador de Google “Diferencias entre orquesta sinfónica y filarmónica”. La web me miró con ternura de madre y me dijo, “ahora sí te entiendo.” Me botó como 4º resultado el blog de una música (mujer que hace música) que de manera muy clara resume la historia de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, y al final del escrito resume lo siguiente:

DIFERENCIA ENTRE ORQUESTA SINFÓNICA Y FILARMÓNICA
La diferencia entre una orquesta sinfónica y filarmónica se determina por la proveniencia de sus ingresos, no por su conformación musical, teniendo en cuenta que las dos agrupaciones cuentan con una composición orquestal idéntica, por lo que el repertorio que interpretan puede ser el mismo. La tradición apunta a que las orquestas sinfónicas estén patrocinadas con recursos del gobierno, mientras que las orquestas filarmónicas se sostienen con recursos del sector privado, aunque en Colombia el patrocinio de las orquestas es contrario a la tradición. La Orquesta Filarmónica de Bogotá se sostiene en un 99% con recursos del Distrito, mientras que la Orquesta Sinfónica de Colombia, se sostiene con recursos del sector privado.”

Me sentí sumamente alegre, y también sumamente deprimido. De una parte, me di cuenta que como todo, en nuestro país seguimos las instrucciones al revés, incluso en materia de orquestas sinfónicas (o filarmónicas). He ahí la depresión. La alegría derivaba de saber, primero, que sí había diferencia, y segundo, de verificar que el pasado 20 de Julio efectivamente había ocurrido un evento único. Este evento, para los no melómanos, era equiparable a que las nominas conjuntas de Santa Fe y Millonarios jugaran un partido contra las nóminas conjuntas de América y de Cali. Supongo que a quienes no les gusta el fútbol no les habrá parecido interesante el ejemplo. Intentaré mejorarlo. Es como si Alvaro Uribe y Gustavo Petro decidieran gobernar el país conjuntamente durante un año!! Espero que ese haya servido más.

Ahora entiendo el malestar de mi compañero “bloggero”. La prensa colombiana dejó de lado un evento trascendental, por concentrarse en los momentos en que Ingrid lloró, cuando se secó las lágrimas, cuando cantó y cuando suspiró. Lástima. Supongo que las órdenes de los editores serán esas. Igual pasará cuando nuestros columnistas especializados siguen escribiendo, después de haber escrito otras 50 sobre el tema, intentando argumentar la posible simpatía entre Daniel Ortega y las FARC, dejando de lado un sinfín de noticias dignas de comentar. Debe ser por eso que nuestro periodismo transparente e imparcial exalta los premios obtenidos por el canal, casa editorial, cadena radial, que da la noticia, mientras que sepulta sus propios errores. Seguramente por eso es que al medio día nuestros niños ven un sinnúmero de posiciones del Kama Sutra en las novelas de turno, mientras que a la 01:30 de la madrugada, la defensora del televidente del canal hace un llamado enérgico al canal para que no lo haga. Francamente cómico, o trágico, aún no lo sé.

Es esta clase de periodismo la que nos plantea situaciones como la ocurrida a principios de esta semana, cuando los medios escritos referenciaron la muerte del querido Trosky, perro callejero bumangués, tratado a patadas, amarrado a un árbol mientras que los gusanos se comían su cara, y dejado a su suerte ante una muerte lenta y dolorosa. Este ser, rescatado por unos protectores de animales de Bucaramanga, vivió un recuperar difícil pero afortunado, hasta que días después, luego de ser operado por un cirujano plástico y un médico veterinario con miras a reconstruir su cara y poder salvar sus ojos, falleció.

Observamos en El Tiempo, el día miércoles 23 de Julio, un reportaje de Nohora Celedón, en donde relata los últimos momentos de este valiente animal, no sin antes cuestionar abiertamente el proceder del médico veterinario que lo atendiera, y el del Cirujano Plástico que liderara la cirugía reconstructiva. Es decir, su relato tendencioso y destructivo, buscó herir, más que informar. Siendo yo uno de los 19,500 miembros del grupo AYUDEMOS A TROSKY!!! Que existe en Facebook, decidí confrontar esa información con las noticias que Adriana Lucena (creadora del grupo, miembro de AHURA) pudiera darnos sobre el suceso. En efecto, una vez confrontada una versión con la otra, se observa que la supuesta negligencia de los galenos, no era tal. Por el contrario, resaltó su coraje, su disposición y dedicación, desechando cualquier argumento relativo a la carencia de recursos. Para quienes no lo han leído, los invito a que revisen la página de ese grupo para que confronten, evalúen y concluyan.

Espero que esta vez, señores de El Tiempo, no salgan con una Fe de Erratas entre edictos judiciales, o avisos clasificados, u obituarios. En esta ocasión me permito refrescarles la ética periodística acudiendo a los regaños de una colega suya, la señora Vicky Dávila que nos diría, como en su Cosa Política “Hmmmm. No, No, No… Por ahí no era señores periodistas” mientras dirige una mirada de compasión hacia los televisores del mundo, meneando cual péndulo invertido su dedo índice.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

muy acertada su opinión acerca del show de quinta que son los noticieros nacionale, especialmete los de los canales privados que obvian noticias de interés mundial y nacional para dar paso a noticias amarillistas y nada importantes.Parece ser que en Colombia no interesa informar, sino desinformar por medio de la manipulación clara y abierta de los mensajes que se transmiten a un pueblo ávido de fútbol, reinas, tetas y culos al cual parece no interesarle el contexto nacional y mundial que le rodea o que no saben que existe porque los canales nacionales lo omiten