jueves, 7 de agosto de 2008

Jaque a la seguridad nacional

El folclore es algo admirable. Permea las actuaciones, las obras y las personalidades de aquellas personas que forman parte de él. Es en cierta forma, como un firma invisible que se encuentra en nuestro espíritu. Es un concepto bello pues no es fácil de determinar. Al igual que la moralidad, no es fácil de definir, pero todo podemos saber cuando estamos o no ante ella. Admito que no me resulta fácil desenvolverme con propiedad en materia de folclore, por lo que he debido acudir a la “ayuda del público”, aunque no para buscar ganarme unos milloncitos sino para reducir un poco mi ignorancia, que es diferente. En otras palabras, busqué en Wikipedia.

Confieso (segunda confesión del día), que he debido leer las páginas un par de veces, y digo las páginas, porque no solo leí la página en español, sino que me he arriesgado a jalarle al spikin english. Como parte de nuestra idiosincrasia, me he trazado la meta de volverme pujante como los paisas, frentero como los santandereanos, y metelón como los vallunos. En resumen, si no me la sé, me la invento. En materia de inglés, esto permitirá al suscrito defender su postura como lo hacen otros tantos de mis compatriotas. Nuestra tradición popular, propia del folclore colombiano diría: lo entiendo pero no lo hablo, o como dirían en otras zonas, ahí chapuceo con el inglés, o el clásico a punta de trancazos, pero le jalo.

Afortunadamente, la chapuceada no fue tan brava, porque la página en español era bastante buena, pero finalmente “se hizo la vuelta”. Entre mucha de la información valiosa con la que cuenta la página de Folclore en Wikipedia en español, observé con detenimiento el siguiente fragmento: “A partir del siglo XIX se emprende la labor de educar al pueblo en su propio folclore, que aparece amenazado de desaparición bajo los efectos de la modernidad y la urbanización. Las campañas de difusión del folclore toman la forma de verdadera propaganda nacionalista, procurando esencialmente hacer resaltar la originalidad y singularidad propias del folclore de cada pueblo, permitiendo distinguirlo de los vecinos y vincularlo a los que, en el contexto de instauración de las identidades nacionales, se designa como sus lejados antepasados.”

Cuando leí eso, entendí por qué instintivamente cuando vi el último reportaje sobre la “Operación Jaque”, mi primera impresión fue la de avergonzarme de nuestro periodismo folclórico. Esa impresión de folclore fue la que me llevó a preguntarme, ¡qué demonios quería decir lo que acababa de pensar! De ahí la razón de la búsqueda. Al finalizar el ejercicio, he podido constatar que en efecto, ese reportaje es folclórico. Lo de la vergüenza era indudable, como también es predicable del reportaje que apareció en la última edición de la Revista Semana titulado “Operación Jaque II”. Respecto de la Revista Semana, no es la primera vez que hacen referencia específica a aspectos concretos de las operaciones, que realmente la ciudadanía no tiene por qué saber. En cuanto a RCN, no solo se ufanan de haber obtenido el video en contra de la orden del Presidente de la República y de la cúpula militar, sino que han hecho todo lo posible por mostrar los rostros de los participantes en la operación. Al menos en ese último punto, la Revista Semana fue un poco más diligente al no publicar las fotos de los dos protagonistas del reportaje, aunque fue lo único que les faltó, porque sí dieron todos los datos necesarios para que los identifiquen y los persigan.

Recuerdo que cuando tuve conocimiento de la Operación Jaque, al escuchar las declaraciones de Ingrid Betancourt, la referencia acerca de una operación de inteligencia perfecta me llevó a pensar que efectivamente se están viendo por primera vez en mucho tiempo los efectos de la inteligencia militar (incluyo aquí a la Policía aunque ellos no sean militares). Sin embargo, parece ser que la labor de inteligencia se quedó a medias, como cuando un piloto es capaz de despegar un avión, pero no de aterrizarlo. La filtración de información con posterioridad a los hechos pone “en jaque” la seguridad nacional.

Para mi adorada Clara Elvira Ospina, confieso (tercera confesión) que no suelo ser tan gráfico en mis picotazos, pero creo que se ha hecho digna merecedora de que su foto apareciera aquí. Ha hecho méritos desde hace algún tiempo. Recuerdo con claridad el momento en que empezó hace un par de años a dictarle cátedra de literatura universal a los escritores invitados en tus reportajes de la Feria del Libro. Su conocimiento es solo superado por su ego, que ha demostrado fehacientemente en cada paso que da. De lo contrario, revisen su forma de mandar en Noticias RCN, donde ya le marcó territorio a los periodistas, se mechoneó con “la Guri” y empezó a implementar el régimen del terror, pidiendo resultados cuantitativos y no cualitativos.

Sin duda, esa imagen es de una musa… musa del folclore periodístico colombiano. Así como en su momento se dijo que el fin del comunismo era cuestión de tiempo, en donde faltaba únicamente que se alinearan los astros para que terminara esa Era, también es ella el ícono de la irresponsabilidad de los medios de comunicación. Es una foto que deberíamos todos revisar para repudiar a aquellos que buscan premios Simón Bolívar, SIP y demás, a costa de revelar detalles de operaciones “secretas”. El truque vale la pena, o no Clara Elvira? Dos premios a cambio de dos muertos (los soldados y policías)? Probablemente la noticia de su muerte hará parte del “Panorama Nacional en RCN”, es decir, será una nota de 10 segundos en todo el día, frente a los 10 minutos que le dedicarán Vicky, “Guri”, Juan Eduardo, y el resto del combo (AYYYY donde no lo hagan…) al merecido premio periodístico.

Siguiendo con la futurología, es probable que un buen día, después del habitual “Buenos días Ana Catalina”, “Buenos días, Carolina”, “Buenos días a todos ustedes (televidentes), y “Buenos días al equipo de RCN que ganó el premio X” y otras tantas “buenas tardes”, durarán unos 2 minutos auto ensalzándose, y seguramente vendrá un “Buenos días Clara Elvira, y Felicitaciones por tan merecido premio”. Seguramente en esa entrevista, nuestra cultísima directora de noticias confesará que cambiará el libro que salvaría del diluvio (probablemente alguno suyo), para llevarse el premio conseguido. Acto seguido, se enclaustraría en una cueva y lo consentiría con sus dedos mientras pronuncia “Maii Prechoussss” (en spikin english) o “Mi preciooooossso”. Después de terminar el diluvio, saldría de su cueva convertida en nuestro Gollum (Señor de los Anillos) criollo. Parte de nuestro folclore.

Como decía antes de meterme en labores de futurología, Clara Elvira se ha constituido en el ícono de la prensa irresponsable, incluso por encima de otros tantos que han trabajado fuertemente por obtener este reconocimiento. Miremos esto desde un punto de vista jurídico. Hay Libertad de Prensa (cierto). Hay derecho a la intimidad (cierto). Hay derecho a mantener reserva de fuentes por parte de la prensa (cierto). El pueblo colombiano tenía el derecho a conocer los pormenores de la Operación Jaque (Falso). El video de la Operación Jaque, desde el momento en que se tuvo conocimiento de su existencia, era un bien de dominio público (Falso). El derecho a la información está por encima de la Seguridad Nacional (Falso). Si debido a la pésima labor de distorsión de los rostros de los participantes, llegase a morir alguno de ellos, cazado por la guerrilla, existe responsabilidad por parte de los medios (¿?). Jugando a la futurología, creo anticipar la respuesta de la prensa. Jugando al abogado, considero que la responsabilidad es evidente, partiendo de la “chibchombianizada teoría del riesgo”, que básicamente implica que al haberse creado un riesgo antijurídico a una persona, por el hecho de haberlo creado o haberse aprovechado de él, debe responder por los daños causados.

Desde el punto de vista penal, la discusión también existe, pero probablemente nadie la dará, porque nadie querrá darla. Dejo sembrada, sin embargo, la duda. A Clara Elvira, un llamado a que se baje de la nube de su autoenamoramiento y mida las consecuencias de sus actos. Burlar la seguridad nacional no es algo de la cual deba uno vanagloriarse. Me atrevería a decir que uno de los candidatos para ser el libro que ella salvaría del diluvio (todavía no se ha ganado el premio) debe ser “A sangre fría” de Truman Capote. Como intercambiar el dolor de otros por la gloria propia es una labor que muchos elogian en nuestra sociedad actual. Muchos de estos, con ínfulas de ser los más cultos del mundo, son de los que probablemente acuñarán el conocido refrán que hoy en día circula por Internet que dice: “Crustáceo decápodo que pierde su estado de vigilia, es arrastrado por el ímpetu marino”.

Nosotros, no sé si más o menos folclóricos, pero sin duda menos cultos, probablemente conviene que sigamos acuñando el popular “Camarón que se duerme se lo lleva la corriente”. Hoy en día me pregunto si Clara Elvira, ante el evento potencial de revivir el diluvio, se salvaría ella en vez de intentar salvar a otros más. La respuesta a esa pregunta, es la misma respuesta que marca los derroteros de su ejercicio profesional. Buena noche, y buen dormir…

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Si, esa ligereza periodística es cada vez más común. Recuerdo perfectamente cuando hace ya algunos años - no tantos - en la universidad un profesor nos hacía énfasis en que el periodismo no podía encarnarse de tal manera que tomara sentimientos, posiciones, es decir, que no se subjetivizara. Desde entonces me molesta profundamente ver cejas levantadas, bocas torcidas en señal de desagrado o risitas o carcajadas en señal de aprobación dependiendo de la presentadora "estrella" del momento; porque sí, es cierto lo que decía mi profesor, a mi no me importa lo que piense el presentador de la noticia, sino que me informe. ¿Es el afán de protagonismo? creo yo. Porque es más importante cuánto logre sacar de las fibras de la misma noticia que la noticia como tal. Es decir, por ejemplo, en el trágico y pasado terremoto que destruyó el eje cafetero, la noticia, el punto como tal, era el terremoto pero la presentación de la noticia era una y otra vez la misma pregunta para las pobres víctimas : ¿Y usted cómo se sintió cuando vió que su casa caía sobre su familia?, ¿ Y usted qué sintió cuando vió a - un familiar debajo de los escombros ? ¿ Y, y usted que sintió?...


Pero no basta ahora con tener noticias o "chivas" redactadas a manera de diario personal, sino que también tanto periodistas como presentadores parece que quieren jugar al teléfono roto, el juego infantil en el que se comenzaba a trasmitir un mensaje y resultada otro totalmente distinto tras haber pasado por emisores y receptores distintos. ¿Qué buscann con eso? ¿Ganar un premio al mejor periodista por conmover las entrañas de los espectadores? ¿Parecer los mas humanitarios por haber estado transmitiendo desde el hecho de la tragedia asediando los sobrevivientes? Parece ser que la Gollun Ospina sigue estas neo-corrientes perodísticas que buscan mas mostrar que informar. Pero no solo ella ha cedido ante la tentación de su preeeechous, sino mírenme a Vicky con sus performance nocturnos en los que hace gala de mímica, gestos, aullidos, silbidos, guiños, risitas, poses y tooooodo tipo de muecas, alimañas y demás payasadas para "contarnos" que el ministro tropezó en un escalón o que el presidente se paró para ir al baño en una reunión, u otra serie de minimaleces que increíblemente noche tras noche merecen un espacio de tiempo considerable en un noticiero que se dice serio en este país, como dijeran por ahí : "Hay no no! payaso para tu carpa!