miércoles, 26 de noviembre de 2008

Cadena de irrespetos

Desde hace varios días he querido referirme a la cultura colombiana del irrespeto al prójimo y la reverencia al menos “prójimo”. Poco o nada nos importa actualmente referirnos al valor del respeto, desde el punto de vista jurídico. De hecho, es probable que mis colegas en el país hagan poca referencia a las obligaciones éticas del abogado, y menos aún, de los deberes de respeto hacia los hijos, hacia los padres, hacia los empleados, hacia los discapacitados. Tal vez la referencia más cercana a estos temas es cuando nos referimos a la famosa buena fe, objetiva o subjetiva, generadora de derechos o eximente de responsabilidad, o por supuesto a la buena fe exenta de culpa.



Imagen tomada de: www.elespectador.com

A veces considero que por nadar en aguas de sistemas autopoiéticos, o en los topos uranus griegos, dejamos de lado el ser jurídico y el ser social. Para ponerlo en términos más sencillos, pareciera ser que los abogados andamos por las nubes. He esperado unos días desde que se empezara a desarrollar todo la temática de DMG, para mirar con horror lo irrespetuosos que somos, lo crédula que es la sociedad colombiana, y lo mal que anda el gremio de abogados. Personalmente, considero que la mala reputación que tiene el gremio es más que merecida. Con lo que no estoy de acuerdo es que seamos los únicos. Los economistas estarán al lado nuestro, los banqueros al otro. Delante nuestro, por supuesto, la clase política, y siguiéndonos los pasos de cerca están los ingenieros civiles.

Miremos este escenario, y multipliquemos por el número de personas que pueden vivir algo así:

Escenario: Av. 15 entre calles 74 y 95, en la ciudad de Bogotá. La hora: aproximadamente las 7 p.m. (momento en el que coinciden los que salen de pico y placa, con quienes ya venían en el trancón). Miremos de qué manera se cumple a la perfección la premisa según la cual el hombre es egoísta por naturaleza. El semáforo está en amarillo y alguien acelera para “volarse” el semáforo.

Esto, no es inusual, teniendo en cuenta que nuestros hábiles irrespetuosos, particularmente si son conductores de vehículos de servicio público, tienen medido los tiempos en que se demora un semáforo en pasar a rojo y que el semáforo que estaba en rojo pase a verde. Esos 2 o 3 segundos sirven para lograr determinar qué vehículo puede pasar de 0 a 100 Km/h en menos tiempo. Si algún peatón desprevenido osa circular en estos 2 o 3 segundos, es probable que pierda la vida, y que su familia no pueda obtener una indemnización por parte de la aseguradora del vehículo, puesto que el conductor incurrió en una exclusión de la póliza (dirán las aseguradoras).

Vuelvo al trancón. La misma lógica opera, excepto por los records de velocidad. Como estamos en trancón, el vehículo que se pasó el semáforo en rojo obstaculiza la vía de los otros, mirando al horizonte, como si el tema no fuera con él sino con alguien más. Mientras tanto, nuestros policías de tránsito siguen pendientes de detectar violaciones de pico y placa, mientras que le aplican “principio de oportunidad” a quien se “vuela” un semáforo y obstaculiza la vía. Eso no es tan relevante, dirán ellos. De pronto, si el semáforo se hubiera pasado mientras conducía con un teléfono celular en la mano. En ese caso, de pronto…

Mientras el señor obstaculiza la vía, en la otra vía, circula un bus intermedio, conducido por un menor de edad, con la licencia suspendida, quien ante la demora, considera oportuno pasar por encima del separador para adelantar un par de vehículos, antes de que su competencia se le adelante. Es decir, en este punto estamos viviendo el último episodio de Las Guerras de los Centavos - Episodio 7: El colectivo, la buseta (en español, no en portugués) y el SUV.

Esto ocurre en un día normal. Para nuestro episodio de hoy, agreguemos personajes. Luis viene en el colectivo que protagoniza Las Guerras de los Centavos – Episodio 7. Se ha subido al bus un par de horas antes, cansado de asistir al estadio capitalino durante una larga jornada en la que busca que le reintegren el dinero que invirtió en la empresa DMG, y ver que le exigían la entrega irrestricta de la única prueba de su inversión, para ver si de pronto era beneficiario de la devolución de su dinero. Luego de combatir durante un par de horas con la policía para que lo escucharan, debió resignarse a entregar la única prueba de lo que él pocas semanas antes consideró una inversión “gana-gana”.

Nuestro anti-héroe, Luis, recordó con cierto resquemor, cómo se acostó a dormir aquel viernes, pensando en el computador que iba a adquirir con los rendimientos de su inversión. Por un momento, una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios, pero se vio rápidamente sustituida por un vibrato gutural acompañado de un copioso llanto. Era la misma clase de llanto que vertió aquél lunes ante la noticia de que DMG había sido intervenida, y que se buscaba a su salvador, David Murcia Guzmán, por una serie de conductas que él no entendía, y que al parecer, el Fiscal General tampoco. Hacía cuentas en su cabeza, y algo no cuadraba. En menos de un día hábil, la empresa DMG había pasado de ser absolutamente legítima a una empresa delictiva. ¿Cómo podía ser? Luis no lo entendía.

Imagen tomada de: http://matadorcartoons.blogspot.com

Mientras tanto, la buseta pasaba por encima del separador, y el conductor del vehículo le recordaba la progenitora al señor que se voló el semáforo y que miraba el horizonte como si hubiese visto a la mismísima Sofía Loren haciéndole señas de que la acompañara a tomarse un duchazo. Esa maniobra de expertos acróbatas hizo que Luis tropezara con Nelly, una señorita que lucía disgustada, y que recibió al primero con un codazo, acompañado de un inevitable “¡Uisshhhh, imbécil!” Este último no iba dirigido a Luis sino al conductor, que había utilizado este mismo vocablo para etiquetar al señor conductor que al parecer tenía fantasías con Sofía Loren, por la forma como observaba el horizonte imperturbable.

Nelly es funcionaria de una entidad estatal que a lo largo de tres años intentó por todos los medios encontrar información que le permitiera al Estado intervenir la compañía que era el objeto de los pensamientos de Luis. Esa misma compañía que se aprovechó de la necesidad de los colombianos para crecer a pasos agigantados distribuyendo “servicios” y de paso generando una rentabilidad asombrosa a sus clientes. Esa empresa que muchos vieron como la verdadero salvación ante el abuso e irrespeto propinado por el sector financiero formal. Nelly se encontraba de mal humor. Si bien le pagaban para investigar a estos individuos que protagonizaron un cuento de hadas en los que se veía involucrada la población, no estaba de acuerdo con esta persecución –pensaba ella– a la que era sometida.

Recordó cómo durante un fin de semana completo fue llamada a trabajar en horas extra y sin mayor paga, para revisar la documentación que se había obtenido. ¿Cómo se obtuvo? Era mejor no preguntar. No le pagaban por ello. Días después, sin embargo, la respuesta llegaría. La declaratoria de la emergencia social por parte del Gobierno, le abrió las puertas a unos decretos legislativos que posibilitaban al Estado a intervenir forzosamente a la entidad que por 3 años les fuera esquiva.

En ese momento, los pensamientos de Luis y de Nelly convergieron sobre este punto, que resultaba cuando menos curioso. Un estado de excepción posibilitó que el Gobierno, so pretexto de atacar a las pirámides, interviniera una entidad que no resultó ser pirámide, sino una fachada para el lavado de dinero obtenido ilícitamente. ‘El fin justifica los medios’, pensó Nelly, mientras que Luis se decía incesantemente a sí mismo, que era un caso más del abuso del Estado respecto de los asociados.

El bus volvía a arrancar, volvía a frenar, y el conductor seguía irrespetando a sus pasajeros, preocupado por lograr que uno o dos más terminaran de llenar el bus que parecía ya una lata de sardinas. Los pasajeros silenciosos escuchaban la emisora en la que se burlaban de un tal De la Espriella, mientras que para Luis y Nelly ello era tan solo otro ruido ambiental. ‘Sinceramente’ –pensaban ambos– ‘esto es una falta de respeto’.

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domingo, 16 de noviembre de 2008

La “maravilla” del mundo

El conteo de tarjetas profesionales va llegando a las doscientas mil. Hay abogados por montones, y casi siempre todos intentan ser más pedantes que el que se encuentra al lado suyo. Todo ello porque en nuestro país, la pedantería equivale a prestigio y conocimiento –se sigue pensando– y tal vez por ello, a quien llega atropellando a los demás se le trata de Doctor, y a quien no, se le ignora hasta que empiece a portarse como el primero.

Esa filosofía de vida de futbolista, según la cual todos debemos tratarnos mutuamente a las patadas, ha sido acuñada e interiorizada por el sistema financiero colombiano. De todos ellos, mis predilectos son las compañías aseguradoras, que captan dinero de manera masiva, dejan de pagar las indemnizaciones a las que se han comprometido, y sacan excusas que todos saben que son mentiras, o cuando menos injustas, y a las cuales les debemos estar agradecidas enormemente. El caso más patético es el de los seguros de vida, en los que una persona pasa toda su vida pagando una prima para que cuando fallezca, le sea entregado un dinero a sus beneficiarios. Fallecida esta persona, argumentan las aseguradoras que al momento de suscribir la póliza, omitió el asegurado decir que lo habían operado de las cordales (estoy exagerando un poco), y que ese dato era tan relevante que si lo hubieran conocido no habrían expedido la póliza. Por lo tanto, al haber obrado en contravía del principio de la buena fe (habrase visto tal ironía) legalmente está facultada la compañía para objetar el pago.

Revisemos lo que ocurrió recientemente en Colombia con DRFE (Dinero Rápido Fácil y Efectivo). Una empresa constituida en la que una cantidad de ahorradores depositaron su dinero, con la promesa de que les sería devuelto con rendimientos increíblemente buenos, aunque ni tan increíbles porque muchos sí lo creyeron. Estos intereses fantásticos (que en efecto sí tenían mucho de fantasía) atrajeron muchos ahorradores hastiados con el sector financiero formal, y después de algún tiempo, se desplomó la quimera. Ahorradores sin dinero, sin empresa que les responda, mientras el gobierno se sentaba y comía palomitas de maíz.

Tanto en el caso de arriba (seguros) como en el de abajo, existe una captación de dinero al público, fundamentada en una estrategia de mutual, en la que todos nos ayudamos a todos, y con el dinero de todos, les respondemos a todos. Tanto en aquél como en éste, a algunos se les cumplió, a otros no. Gran parte de la diferencia depende en la formalidad del negocio. La otra diferencia principal es que en el evento de una eventual demanda perdida, probablemente la aseguradora respondería, mientras que la pirámide no lo haría. Sin embargo, la estrategia de captación no es muy diferente. Cuestión diferente ocurre con los bancos, leasing. En el caso de ellos, la estrategia es diferente. La estrategia es ofrecer un negociazo a cómodas cuotas, que finalmente resulta todo menos cómodas, de forma tal que cuando finalmente se paga el crédito, se terminan pagando rendimientos tan jugosos como los que ofrecían las pirámides. Claro, esto es en el caso en el que sí se pueda responder por el pago del crédito. De no poder hacerlo, además de pagar un 160% del crédito, se pierde el bien que servía de garantía, y aparecerá reportado en las centrales de riesgo, lo que implica que se le liquida del mundo financiero.

Para quienes manejan la política nacional, pertenecen al sector de la industria o al mismo sector financiero, parece demencial que a una persona se le ocurra acudir a las pirámides para “evadir” el sistema financiero. Debe ser, pensarán ellos, que la gente se deja llevar por las propiedades que popularmente se le atribuyen a las pirámides (a las de verdad), que canalizan la buena energía, que conservan la materia, que brindan buena suerte. “Si a mi vecino le cumplieron, a mi me van a cumplir, y de otra parte, si los bancos le quitaron el apartamento a mi hermano, ¿para que iría yo donde ellos?” Lastimosamente para el pueblo colombiano, las pirámides no cumplieron y esa maravilla del mundo, terminó siendo la pesadilla de los ahorradores, o mejor, la otra pesadilla de los ahorradores. Ni el sector financiero ni los prestamistas informales, no hay salida.

Hace un par de días leí en El Espectador, una defensa mediocre del sector financiero realizado por la Presidente de Asobancaria, María Mercedes Cuéllar, quien expresamente señaló:

“Las personas prefieren las pirámides al sector financiero, porque están buscando rentabilidades muy altas que el sistema financiero no puede ofrecer. Las pirámides tampoco, por eso están colapsando. Sobre si el sector financiero tiene ganancias excesivas, hay que decir que es el único sector que publica sus utilidades y las cifras se tienen que comparar con las transacciones realizadas y los servicios prestados”.

¿Querrá decir la señora Cuéllar, que el hecho de que se hagan públicas las utilidades significa que no son demasiado elevadas? Parece ser que desde su falaz forma de argumentar, sí es lo que quería decir. En otras palabras, lo importante no es que se queden con el dinero de la gente, sino que sean sinceros al hacerlo? En ese sentido, nadie más correcto que un atracador, que de manera frentera nos anuncia su interés de despojarnos de lo nuestro. ¿Deberán ellos también tener derecho a una asociación que los agremie? ¿Algo así como ‘Asoatracamos’? Me parece una completa vagabundería, y un argumento tan pobre que en cierta medida parece tan fantasioso como la rentabilidad extrema de las pirámides.

Cuestión aparte es la tan mentada empresa DMG. Mientras en el país se sigue pensando que esa es otra pirámide más, el Presidente se enfrenta con David Murcia G (de allí las siglas de la empresa) como si esto se tratara de una pelea de gallos. Los gallos del pueblo (Uribe se ha reconocido como el Presidente del pueblo) contra los gallos de la pueblo (David Murcia ha sido reconocido como el verdadero amigo del pueblo. Complicado panorama. Mientras se siguen buscando grietas a la estructura organizacional y financiera de DMG, la empresa gana más y más adeptos, y cada vez más los está enfrentando al Gobierno, que no encuentra cómo ponerlos en cintura.

Un consejo para aquellos que siguen pensando que es una pirámide. No pierdan el tiempo buscando pirámides. El hecho de que el funcionamiento de la empresa implique la captación de dinero y la entrega de dividendos, no significa que sea una pirámide. Si hay algo que ha caracterizado a esa empresa, ha sido el auge explosivo y sostenible que ha tenido. No le ha incumplido a nadie, cuenta con una estructura envidiable, y al igual que las entidades financieras, le hacen trampa al Estado, con las mismas reglas de juego. El problema que nos desvela, es que no sabemos el origen ilegítimo –todos ya saben, o creen saber que la empresa es ilegal, o maneja fondos ilegales, o realiza prácticas ilegales, aunque no se sepa bien por qué– de los dineros.

Mi análisis personal de abogado respecto del tema es que ruego porque DMG sea una pirámide y se desplome pronto. Es el mejor de los escenarios posibles. Donde siga creciendo este fenómeno, va a acaparar a una inmensa porción de la población, hasta el punto que cualquier colapso de esa estructura implique el colapso de la economía, hasta el punto que no solo no se pueda atacar su estructura, sino que deba ser defendida por el Estado. Si llegáramos a ese escenario, el nuevo y más grande poder de este país sería el señor Murcia Guzmán.

Otro posible escenario es que se compruebe que existe dinero ilícito involucrado (probablemente derivado del lavado de activos) y que conforme a las normas de extinción de dominio vigentes en el país, más de 200 mil personas (según cifras del mismo señor Murcia) requieran que se les extinga el dominio sobre los bienes específicos, o sobre sus equivalentes. En este caso, no solo hay colapso económico, sino también judicial, y según rumores que se manejan en el país, también tendría alcance político de importante gravedad.

El otro posible escenario es que de hecho, el señor Murcia y su equipo jurídico tenga razón, y el negocio sea claro y transparente. En ese entendido, nos exponemos a que desaparezca la competencia interna, y que la realidad económica dependa de la buena fe del señor Murcia. Probablemente, nuestros jurisbanqueros no se quedarán quietos esperando a que esta posibilidad se materialice. De ahí que el juego sucio esté a la orden del día.

Si esto es así, debemos elevar un derecho de petición de forma tal que se sustituyan las pirámides como maravilla del mundo, y sean reemplazadas por DMG. Este claramente atraería buena suerte, canaliza energía, y no solo conserva el dinero, sino que lo multiplica. ¿Alguna otra razón? Mientras la lucha se desarrolla, las entidades de control han ubicado ya sus puestos de privilegio, y se han sentado con sus respectivos botes de palomitas de maíz. Sin duda, la función será toda una “maravilla”.
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domingo, 9 de noviembre de 2008

Sobre principios con cara de “finales”

De vez en cuando, tras finalizar una jornada más de ejercicio profesional, de lectura de prensa y blogs, y de estudio de textos jurídicos, me pregunto si a lo largo de la historia de la civilización, los pueblos se han engañado de la misma forma como nosotros nos engañamos. Basta repasar las principales normas a nivel interno y a nivel internacional para percatarnos que nos encanta decirnos mentiras. El simple hecho de seguir considerando que a nivel internacional se respeta la soberanía de los pueblos, y su derecho de autodeterminarse, genera carcajadas para quien no se toma en serio estos postulados, y desesperanza para quienes alguna vez creímos que era cierto.

Hoy, en especial, me gustaría referirme a dos principios jurídicos que parecen sacados de los libros de Julio Verne. Por un lado, me referiré al popular primero en el tiempo, primero en el derecho. En segundo lugar, y por conexidad, me referiré al principio de igualdad, que nos sirve a muchos para escribir o leer largos textos jurídicos que los desarrollan (particularmente este último). Es del caso preguntarse, antes de abordar este tema en la práctica, si realmente estos principios funcionan, al menos desde el punto de vista teórico. En un mundo donde prima la competencia como filosofía de vida, necesariamente habrá alguien que gana y alguien que pierde. La pregunta que ronda mi diminuta cabeza es: ¿por qué? Incluso, visto desde una perspectiva del merecimiento, o del mérito (que no es lo mismo), es claro que si alguien pierde y alguien gana es porque los dos individuos no son iguales, y muchas veces, gana el último y no el primero. Luego, ¿por qué nos referimos a estos parámetros selectivos como principios?

En materia de casación civil, la Corte Suprema de Justicia de Colombia optó hace un par de años por “refinar” la manera como habrían de decidirse sus casos. La norma general es que los casos se deciden en el orden en que entran a los respectivos despachos para ser decididos, y bajo ese entendido, las discusiones en sala, deberían ser abordadas bajo ese mismo parámetro. La Sala de Casación Civil decidió adoptar, una metodología según la cual se abordarían casos similares para ser tratados conjuntamente en un tiempo menor, de forma tal que se pudiera descongestionar la sala. ¿Efectivo? Conforme a algunas cifras que tuve la oportunidad de conocer en su momento, parece ser que sí. ¿Justo? No lo sé. Sólo se que esa desfiguración flagrante del principio de primero en el tiempo, primero en el derecho, fue desconocida por los más altos dignatarios de la justicia colombiana, quienes en sus providencias a él se refieren con absoluta solidez.

Miremos casos, un poco más del día a día. En materia civil, ante un proceso ejecutivo, puede un acreedor legítimo formular demanda, ganarla e iniciar el trámite de ejecución, y tiempo después, nuestro deudor misteriosamente figura con deudas laborales, con procesos por alimentos, y si quieren, por obligaciones tributarias insolutas. Muchas veces, estas deudas son fabricadas, y con un simple oficio, pasa de ser el primero en la cola para recibir el pago, al último en la cola. Claro, las normas en prelación de créditos exigen que se demuestre que el deudor no posee más bienes, pero ese trámite jamás se cumple. En consecuencia, nuestro primero en el tiempo, pasa a ser el último en el derecho. La crítica, respecto de este caso, no es tan sencilla porque involucra un aspecto de discriminación positiva, que tocaré al abordar el tema del principio de igualdad.

Si usted presenta una denuncia penal el día de hoy, y encuentra que años después su proceso sigue en investigación preliminar, y que en el interregno, se han denunciado, investigado, procesado y fallado una enormidad de denuncias que fueron instauradas con posterioridad a la suya, puede quejarse en su diario personal, en un blog jurídico, o en su lugar de oración preferido. Lo que no podrá, es exigirle nada a la fiscalía porque su autonomía es tal, que tienen derecho a no hacer nada siempre y cuando ello no conlleve la prescripción de la acción penal.

Tal vez por ello, es que es común en nuestro medio, que los abogados deban agotar la llamada al amigo (como ocurre en un popular concurso de televisión), u ofrecer de pronto un Rolex, parrandas vallenatas, o salidas a comer a los funcionarios de turno, de forma tal que su proceso tenga alguna esperanza de ser atendido. La otra opción es acudir a las vías legales para exigir la celeridad, pero esta solución no les gusta mucho a los encargados de investigar. Y ni hablemos de nuestros congresistas, hombres de carne y hueso que cuando llegan al Capitolio, se transforman en ese superhombre que llamamos “El Legislador”. Ellos, que son los que aprueban todas estas normas que consagran principios como el de primero en el tiempo, primero en el derecho, curiosamente no son muy vistos haciendo cola en los bancos, o esperando a que algún funcionario público les de una cita para tratar algún tema en particular. Aún así, nuestro superhombre al que mucho aún referencian como “sabio”, es el mismo que tramita la mayoría de leyes en varias legislaturas, mientras que otras que cuentan con el espaldarazo de otro poderoso, se tramitan en cuestión de pocos meses.

Es así como nuestro queridísimo principio de primero en el tiempo, primero en el derecho nos garantiza la igualdad que tanto nos gusta, siempre y cuando no nos tengamos que pelear la silla del bus con otra persona, aunque ella hubiere abordado el bus primero. Sí. Esa es la misma igualdad que reclamaban los jueces respecto de una nivelación salarial que les es esquiva desde 1992, y que personas como Magistrados, Congresistas o Ministros, que reciben “sagradamente” su aumento cada año, se las negaron. Es la misma igualdad que prescriben nuestras normas tributarias, que permiten exenciones y devoluciones a quienes no las necesitan, mientras que a los que sí las necesitan, se les mantiene, porque nuestro “socio”, que es el estado, requiere de nuestra ayuda para seguir garantizándonos la igualdad en educación, en salud, y en materia laboral.

Todos somos iguales, teóricamente, y bajo ese entendido, no podemos ser discriminado por razones de raza, sexo, religión, credo, opinión política, entre otros tantos factores de discriminación que hay. Sin embargo, las madres cabezas de familia, las mujeres embarazadas, los niños, las personas de la tercera edad, los discapacitados, el trabajador, se encuentran en estado de indefensión y merecen ser tratado preferentemente. Por ello, respecto de ellos, existe una discriminación positiva, que es permitida. Sin embargo, esa discriminación positiva en realidad no es tal, y lo que implica es la discriminación verdadera de quien no está en estos grupos. A eso sumémosle que los opositores del gobierno son terroristas, o nostálgicos del comunismo, o terroristas, o terroristas. Mientras tanto, los “quejetas” de los desplazados no pueden manifestarse en el Parque de la 93, ni deben considerarse víctimas de nada, porque son migrantes.

Ser conocido de Jorge 40 es incurrir en concierto para delinquir, o en delitos electorales, pero ser conocido de Giorgio Sale, es simplemente ser un conocido de Giorgio Sale. Ser un secuestrado de las FARC es ser una víctima de la guerra, pero ser Ingrid Betancourt es ser un símbolo de la Concordia y de la Paz mundial. Ser de una ONG es representar a la sociedad civil, pero escribir en un blog, es una opinión aislada. Que una sentencia judicial en materia penal sea condenatoria, es justa, pero que sea absolutoria es impunidad. Ser mercenario colombiano es ser mercenario, pero ser mercenario norteamericano es ser contratista. Ser abogado avalado por los medios es ser jurista, y ser abogado NO avalado, es ser “tinterillo”. La responsabilidad política por los falsos positivos debe asumirla el Comandante del Ejército, pero no el Ministro de Defensa. Ser una mujer promiscua es ser prostituta, y ser un hombre promiscuo es ser liberado. Esa es la igualdad que todos podemos jurar que existe, porque una cosa es la igualdad formal y otra cosa es la igualdad material. En otras palabras, la primera es una mentirita piadosa, y la otra es la forma de determinar a quién le aplicamos esa mentirita.

Esos son nuestros principios, esos mandatos de optimización que inicialmente se decía que servían como parámetro de interpretación y como criterio orientador del sistema jurídico. Luego diríamos que los principios admiten incumplimientos parciales en la medida en que ello derive del ejercicio de pesaje de principios mediante criterios de racionalidad. Por andar creyendo ese cuento, actualmente nuestros principios, en el nuevo derecho, parecen “finales” o en el mejor de los casos, tema para escribir libros o ingresos en algún blog sobre justicia.
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jueves, 6 de noviembre de 2008

El Monopoly norteamericano IV

Contrario a lo que piensa la gran mayoría de la humanidad, que sigue enfrascada en lo histórico que es que un negro sea capaz de llegar a ser presidente de la nación más poderosa del mundo, no me desgastaré en argumentos sociológicos o psicológicos de esa índole, porque me parece un irrespeto a la raza negra, y una ofensa a la inteligencia de toda persona que no es blanca y con acento sureño. No desconozco la importancia histórica del hecho, por la gran lucha racial que se ha librado en gran parte del mundo, sobre todo en los Estados Unidos. Es importante, pero cuando nos enfrascamos en el envase y no en el contenido, realmente considero que la discusión se torna molesta y de poco valor. Es por eso que aplaudo a la prensa norteamericana, que ha podido trascender, y no estancarse en discusiones bizantinas. De otra parte, la prensa colombiana no me defraudó, y fue tan mediocre como esperé que lo fuera. Ver nuestros noticieros, leer nuestros periódicos y a nuestros columnistas fue poco ilustrativo, en la medida en que no se podía presentar al ganador de las elecciones sin referirse necesariamente a su color de piel, o a su nombre extranjero.

Dos cosas son infinitas: el universo y la estupidez humana; y yo no estoy seguro sobre el universo. ALBERT EINSTEIN

Personalmente, me canso de las personas a las que les gusta etiquetarlo todo, viven en una eterna falacia porque creen que al etiquetarlo todo la vida cobra un orden controlable. Obama perdía puntos porque su nombre es Barack Hussein… ¡Por Dios! Seguramente al nacer, el presidente electo se autobautizó, creyendo que varios años después, en un mundo xenofóbico, racista y clasista, iba a representar una alianza idológica con los enemigos del “mundo libre”. Sin duda, resultaba más interesante rastrear e interpretar un nombre como Barack Hussein, y no uno como John (por McCain), que podría llevarnos a interpretaciones tan despiadadas como pensar que su camapaña era una montaña de excremento, teniendo en cuenta que para los norteamericanos, el “john” es el retrete. Lástima que nuestros indagadores poco énfasis hicieran en eso. Podríamos haber llegado a conclusiones tan inverosímiles como a las que se llegaron en el caso de Obama.

Un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema. WINSTON CHURCHILL

Lo que puedo necesariamente detectar con esta reacción de la prensa colombiana, es que definitivamente estamos lejos de contar con cualquier cosa que se asemeje a madurez política. Tenemos una Constitución que se refiere a principios como la igualdad, el pluralismo democrático, y otra serie de figuras que llevan vigentes un buen tiempo. Sin embargo, el machismo sigue imperando en política, el racismo es evidente y el clasismo es el día a día en nuestro país. Por supuesto, bajo una estructura mental como esa se presentan los siguientes síntomas: 1) Nos gusta tratar de manera peyorativa a un gran sector de la sociedad, discriminando por todas las razones que el artículo 11 de la Constitución dice que no debemos discriminar. 2) En ese mismo sentido, nos gusta sentirnos menos que otras personas, especialmente los extranjeros o quienes tengan nombres que parezcan extranjeros. De lo contrario, por favor explíquenme por qué una gran mayoría de los directivos de las empresas más importantes del país, son de apellido extranjero. Ya en otra oportunidad manifesté cómo esto se hace evidente en materia académica. 3) Los cambios que se presentan en los países “desarrollados” son aplaudidos, mientras que los cambios que se presentan acá son criticados por salirse de los estándares de la comunidad internacional.

El Monopoly norteamericano demostró que el amor patrio está por encima de cualquier credo político. Hubo record de votación anticipada, hubo record de votación consolidada, y tanto candidato ganador como perdedor se reconocieron como grandes contrincantes, como enamorados de su país, y se prometieron colaboración conjunta. Eso es altura política. Eso es democracia.

"Uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que habla." SIGMUND FREUD

Solicitaría con fervor a nuestros médicos e ingenieros químicos y farmacéuticos que prioricen la elaboración de un purgante contra tanta parasitosis intelectual, que se contagia a pasos agigantados y parece ser que puede llegar a constituirse en una epidemia. Me ofrecería a colaborar en el proceso de patentar semejante desarrollo científico, que sin duda solucionaría en un importante porcentaje, parte de la problemática social. Faltaría inventarse un inhibidor de apatía, para que el producto fuera algo más eficiente.

Mientras esto ocurre, repaso el camino que llevó a que el burrito se ganara la partida de Monopoly, de manera aplastante. La diferencia entre la valoración de las propiedades azules y la valoración de las propiedades rojas fue tan abrumadora, que en ocasiones pareciese que estuviere jugando solo. Sin embargo, no fue fácil con tantas pasadas por la casilla de bancarrota, recesión y desplome. El burro debió sortear un elevado proceso de desconfianza en la población norteamericana. Debió enfrentar con argumentos las oleadas de prejuicios en su contra, por incapaz, por inexperto, o por ambiguo. Es necesario aceptar que gran parte de su éxito se debió a la férrea oposición que generó la figura de Palin como potencial Vicepresidente de los Estados Unidos de América. Gran parte de los prejuicios, de las críticas por incapacidad e inexperiencia se trasladaron a las toldas del elefante. Bajo ese entendido, parece ser que el “enemigo de mi enemigo sí fue mi amigo”, visto desde la óptica demócrata. Sin duda, el nombramiento de Palin, más allá de permitirle al público valorar sus varias salidas en falso, fue contundente en la medida en que esa decisión permitiría asimismo avizorar que John McCain podría cometer otros errores graves de nombramientos en el futuro. Los costos políticos de esa jugada fueron demasiado elevados para McCain.

Ante la adversidad, Obama creció y se logró posicionar como una verdadera opción de cambio. Generó credibilidad y se posicionó con un programa político propio, diferente de una simple promesa de cambio por el cambio. En la derrota, también McCain creció y demostró por qué llegó a ese punto de la carrera. Considero que de haber manejado un discurso así a lo largo de la campaña, en vez de optar por el discurso rudo y a veces rastrero, podría haber llegado mucho más lejos. En la amargura de su derrota, se notó un carisma que antes no irradiaba. Logró ser él quien hablaba por él mismo, y no él intentando diferenciarse de Bush. Mostró personalidad, mostró entereza, y mostró por qué es considerado como un gran patriota.

La cometa se eleva más alto en contra del viento, no a su favor. WINSTON CHURCHILL

Ahora, en medio de mi alegría porque por primera vez en lo que llevo de vida he visto la materialización real de aquella democracia teórica que siempre me pareció mentirosa, pero a la vez en medio de la tristeza por ver que mi país está lleno de pusilánimes con ínfulas de grandeza, que siguen preocupándose más por las implicaciones de que un negro gane, y no tanto por cómo conformará ese “negro” un equipo capaz de enfrentar los retos del ahora y del mañana. Obama tiene claro su camino, y así lo hizo saber en su discurso de festejo por el triunfo. Fue sobrio, fue serio. Sabe que Estados Unidos no vivirá de la leyenda de Lincoln, Jefferson o Kennedy, sino que vivirá de lo que su pueblo sea capaz de hacer, y del liderazgo adecuado que él pueda imprimirle a ese pueblo, y de paso, al mundo entero. El mundo está esperanzado, y vienen cambios grandes. Mientras tanto, en Colombia seguimos llorando por el TLC. Qué pesar.

"Yo no sé quien fue mi abuelo; me importa mucho más saber quien será su nieto." ABRAHAM LINCOLN
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domingo, 2 de noviembre de 2008

El Monopoly norteamericano III

Entramos a los últimos dos minutos del tercer cuarto del partido. La adrenalina, la bilis, y en este caso también la testosterona se entremezclan en diferentes áreas del cuerpo de los espectadores. Por supuesto, los jugadores también han sentido el estrago. Pero no, no hablo de la NFL, (que está buenísima, por cierto). Me refiero al desenlace de nuestro juego de Monopoly, al que le hemos hecho seguimiento anteriormente en “El Monopoly norteamericano” y en “El Monopoly norteamericano II”, y que cuenta con nuevas alternativas.

Revisando un poco el tablero, vemos que el burro no es tan burro, y ha ido ejerciendo un despliegue táctico interesante. Hace algunas semanas, los Estados Unidos de América entraron en una crisis económica que han comparado con la gran depresión de los años 30. Esta crisis ha cambiado el panorama del tablero. Las propiedades no generan mayores dividendos, y por el contrario, la gran mayoría de las hipotecas que sobre ellas se han constituido, han llevado a que las personas no puedan pagar sus deudas, y que las entidades que las financiaban, entraran en bancarrota. Esto ha obligado entonces, a que el burro haya diseñado una estrategia para desprestigiar al gobierno de turno, a su contrincante, mostrando una visión de cómo resolver el problema, a partir de la clase media.

El elefante, por su parte, ha sufrido varios reveses importantes a causa de la gran crisis. En primer lugar, es del caso señalar que esto ocurre bajo el gobierno de 8 años del mismo partido que lo avala a él. En segundo lugar, quiso adueñarse de un plan de rescate que en primera instancia fue rechazado por los mismos miembros de su partido, y adicionalmente, que por intentar salir avante en su imagen, a cometido imperdonables errores de maltrato verbal a su contrincante. Esto en principio, no debería ser interpretado de manera diferente a todos los demás insultos de ida y vuelta que se lanzan los políticos de manera habitual. Sin embargo, en este caso debemos tener en cuenta que esta campaña ha contado con un tinte racial, étnico y generacional. En otras palabras, no ha existido campaña política con votación más pasional y de sensibilidad, que esta.

El tablero ha cambiado. Hace aproximadamente un mes, se vio de qué manera la economía juega en la política, y de qué manera la política juega en la economía. En efecto, la inexistencia de controles estatales al ejercicio de la economía llevó a que las entidades financieras norteamericanas incurrieran en prácticas arriesgadas, irresponsables y altamente costosas. La crisis inmobiliaria, desatada por la incapacidad de pagar créditos hipotecarios, permitió diagnosticar que empresas como Fannie Mae y Freddy Mac se dedicaron a avalar préstamos de manera irresponsable, a quienes no se encontraban en capacidad de pagarlas. De otra parte, empresas como AIG, Citibank, Lehmann Brothers y demás, incurrieron en graves irregularidades en sus prácticas financieras. En otras palabras, gran parte del aparato financiero de los Estados Unidos se dedicó a “apostar” con el dinero del pueblo, mientras que el Estado miraba impasible.

Mientras nuestros dos jugadores recaudaban suficiente caudal político para construir sus casas y sus hoteles en los Estados que dominaban respectivamente, la crisis financiera llegó con paso firme y eliminó como un Tsunami, las estructuras políticas de ambas campañas. A partir de ese momento, el país dejó de ver a Irak y a Afganistán como el factor de calificación más importante de cada campaña política, y se centró en verificar de qué manera cada uno de los aspirantes a la Casa Blanca, podía enfrentar la crisis. Adicionalmente, el rabo del ojo se concentró en revisar qué tanta responsabilidad le cabía a cada uno de ellos, y a sus respectivos partidos, por esta situación. La sumatoria de estos factores llevó a que McCain pagara bien cara la crisis financiera. Ahí vemos cómo la economía jugó a favor de Obama.

Sin embargo, a dos días de las elecciones las diferencias se han reducido un poco. Personalmente, debo aceptar que prefiero que mi Monopoly esté pintado de azul, y no de rojo. No puedo concebir que a estas alturas del siglo XXI, encontrándonos al borde de una crisis nuclear, suba al poder una persona que es capaz de maltratar con juego sucio a su rival, se niegue a hablar con otros líderes del mundo capaz de generar hostilidad internacional, y que siga empeñado en que la economía sin regulación, sea la solución a la crisis financiera actual, cuando precisamente ha sido esa la causa. Sumémosle a lo anterior, que su llave vicepresidencial es sin duda una persona tan poco preparada para ejercer la presidencia, que en caso de ganar McCain, deberíamos todos prender una veladora para pedir que el veterano de guerra logre cumplir su periodo, siendo el Commander in Chief.

He leído con juicio, las críticas que se le han hecho al candidato demócrata. Acepto que hay aspectos que dejan dudas acerca de las políticas planteadas. Sin embargo, considero que de las dos campañas, la suya ha sido muchísimo más clara en las propuestas tangibles, que la campaña de McCain. De otra parte, su propuesta de cambio de modelo energético implica, de entrada, un cambio en el modelo económico mundial, que resulta ecológicamente necesario, y que de paso, implica una nueva forma de concebir la política mundial. En la medida en que el petróleo deje de ser necesario, los países que lo monopolizan, obligatoriamente perderán el poder especulativo que les ha servido de sustento hasta ahora. La alternatividad energética es una de las propuestas a las que McCain ha cedido parcialmente, aunque este último se haya caracterizado por defender inicialmente la exploración petrolera a ultranza, como la respuesta energética que Estados Unidos necesita.

Desde el punto de vista colombiano, mucho se ha dicho sobre la conveniencia de que suba McCain al poder por ser un candidato mucho más afín a Uribe, y por ser él único de los dos que estaría dispuesto a aprobar el TLC en las condiciones actuales colombianas. Personalmente, preferiría que no se apruebe el TLC, pero que el mundo no entre en recesión económica, en vez de tener un tratado de libre comercio, pero sin que exista quien compre, quien venda, y sobre todo, sin que haya qué vender. Adicionalmente, considero que proteger la vida a los líderes sindicales y solucionar las condiciones de trabajo a la clase media, no son exigencias demasiado elevadas para un país que supuestamente constitucionalmente le garantiza esto a sus súbditos.

El mundo ya votó. Lástima que ese voto no valga. Habrá que esperar si el país más poderoso del mundo sube a alguien que nos dice “I can do this” (Yo puedo hacerlo), aunque no nos diga cómo, de forma tal que volvamos a entrar al no tan exclusivo club del “That one”. De lo contrario, empezaré a buscar las veladoras, para rogar por que la única forma en que vea a Palin, siga siendo en Saturday Night Live, y no en la tan anhelada Oval Office.
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