domingo, 16 de noviembre de 2008

La “maravilla” del mundo

El conteo de tarjetas profesionales va llegando a las doscientas mil. Hay abogados por montones, y casi siempre todos intentan ser más pedantes que el que se encuentra al lado suyo. Todo ello porque en nuestro país, la pedantería equivale a prestigio y conocimiento –se sigue pensando– y tal vez por ello, a quien llega atropellando a los demás se le trata de Doctor, y a quien no, se le ignora hasta que empiece a portarse como el primero.

Esa filosofía de vida de futbolista, según la cual todos debemos tratarnos mutuamente a las patadas, ha sido acuñada e interiorizada por el sistema financiero colombiano. De todos ellos, mis predilectos son las compañías aseguradoras, que captan dinero de manera masiva, dejan de pagar las indemnizaciones a las que se han comprometido, y sacan excusas que todos saben que son mentiras, o cuando menos injustas, y a las cuales les debemos estar agradecidas enormemente. El caso más patético es el de los seguros de vida, en los que una persona pasa toda su vida pagando una prima para que cuando fallezca, le sea entregado un dinero a sus beneficiarios. Fallecida esta persona, argumentan las aseguradoras que al momento de suscribir la póliza, omitió el asegurado decir que lo habían operado de las cordales (estoy exagerando un poco), y que ese dato era tan relevante que si lo hubieran conocido no habrían expedido la póliza. Por lo tanto, al haber obrado en contravía del principio de la buena fe (habrase visto tal ironía) legalmente está facultada la compañía para objetar el pago.

Revisemos lo que ocurrió recientemente en Colombia con DRFE (Dinero Rápido Fácil y Efectivo). Una empresa constituida en la que una cantidad de ahorradores depositaron su dinero, con la promesa de que les sería devuelto con rendimientos increíblemente buenos, aunque ni tan increíbles porque muchos sí lo creyeron. Estos intereses fantásticos (que en efecto sí tenían mucho de fantasía) atrajeron muchos ahorradores hastiados con el sector financiero formal, y después de algún tiempo, se desplomó la quimera. Ahorradores sin dinero, sin empresa que les responda, mientras el gobierno se sentaba y comía palomitas de maíz.

Tanto en el caso de arriba (seguros) como en el de abajo, existe una captación de dinero al público, fundamentada en una estrategia de mutual, en la que todos nos ayudamos a todos, y con el dinero de todos, les respondemos a todos. Tanto en aquél como en éste, a algunos se les cumplió, a otros no. Gran parte de la diferencia depende en la formalidad del negocio. La otra diferencia principal es que en el evento de una eventual demanda perdida, probablemente la aseguradora respondería, mientras que la pirámide no lo haría. Sin embargo, la estrategia de captación no es muy diferente. Cuestión diferente ocurre con los bancos, leasing. En el caso de ellos, la estrategia es diferente. La estrategia es ofrecer un negociazo a cómodas cuotas, que finalmente resulta todo menos cómodas, de forma tal que cuando finalmente se paga el crédito, se terminan pagando rendimientos tan jugosos como los que ofrecían las pirámides. Claro, esto es en el caso en el que sí se pueda responder por el pago del crédito. De no poder hacerlo, además de pagar un 160% del crédito, se pierde el bien que servía de garantía, y aparecerá reportado en las centrales de riesgo, lo que implica que se le liquida del mundo financiero.

Para quienes manejan la política nacional, pertenecen al sector de la industria o al mismo sector financiero, parece demencial que a una persona se le ocurra acudir a las pirámides para “evadir” el sistema financiero. Debe ser, pensarán ellos, que la gente se deja llevar por las propiedades que popularmente se le atribuyen a las pirámides (a las de verdad), que canalizan la buena energía, que conservan la materia, que brindan buena suerte. “Si a mi vecino le cumplieron, a mi me van a cumplir, y de otra parte, si los bancos le quitaron el apartamento a mi hermano, ¿para que iría yo donde ellos?” Lastimosamente para el pueblo colombiano, las pirámides no cumplieron y esa maravilla del mundo, terminó siendo la pesadilla de los ahorradores, o mejor, la otra pesadilla de los ahorradores. Ni el sector financiero ni los prestamistas informales, no hay salida.

Hace un par de días leí en El Espectador, una defensa mediocre del sector financiero realizado por la Presidente de Asobancaria, María Mercedes Cuéllar, quien expresamente señaló:

“Las personas prefieren las pirámides al sector financiero, porque están buscando rentabilidades muy altas que el sistema financiero no puede ofrecer. Las pirámides tampoco, por eso están colapsando. Sobre si el sector financiero tiene ganancias excesivas, hay que decir que es el único sector que publica sus utilidades y las cifras se tienen que comparar con las transacciones realizadas y los servicios prestados”.

¿Querrá decir la señora Cuéllar, que el hecho de que se hagan públicas las utilidades significa que no son demasiado elevadas? Parece ser que desde su falaz forma de argumentar, sí es lo que quería decir. En otras palabras, lo importante no es que se queden con el dinero de la gente, sino que sean sinceros al hacerlo? En ese sentido, nadie más correcto que un atracador, que de manera frentera nos anuncia su interés de despojarnos de lo nuestro. ¿Deberán ellos también tener derecho a una asociación que los agremie? ¿Algo así como ‘Asoatracamos’? Me parece una completa vagabundería, y un argumento tan pobre que en cierta medida parece tan fantasioso como la rentabilidad extrema de las pirámides.

Cuestión aparte es la tan mentada empresa DMG. Mientras en el país se sigue pensando que esa es otra pirámide más, el Presidente se enfrenta con David Murcia G (de allí las siglas de la empresa) como si esto se tratara de una pelea de gallos. Los gallos del pueblo (Uribe se ha reconocido como el Presidente del pueblo) contra los gallos de la pueblo (David Murcia ha sido reconocido como el verdadero amigo del pueblo. Complicado panorama. Mientras se siguen buscando grietas a la estructura organizacional y financiera de DMG, la empresa gana más y más adeptos, y cada vez más los está enfrentando al Gobierno, que no encuentra cómo ponerlos en cintura.

Un consejo para aquellos que siguen pensando que es una pirámide. No pierdan el tiempo buscando pirámides. El hecho de que el funcionamiento de la empresa implique la captación de dinero y la entrega de dividendos, no significa que sea una pirámide. Si hay algo que ha caracterizado a esa empresa, ha sido el auge explosivo y sostenible que ha tenido. No le ha incumplido a nadie, cuenta con una estructura envidiable, y al igual que las entidades financieras, le hacen trampa al Estado, con las mismas reglas de juego. El problema que nos desvela, es que no sabemos el origen ilegítimo –todos ya saben, o creen saber que la empresa es ilegal, o maneja fondos ilegales, o realiza prácticas ilegales, aunque no se sepa bien por qué– de los dineros.

Mi análisis personal de abogado respecto del tema es que ruego porque DMG sea una pirámide y se desplome pronto. Es el mejor de los escenarios posibles. Donde siga creciendo este fenómeno, va a acaparar a una inmensa porción de la población, hasta el punto que cualquier colapso de esa estructura implique el colapso de la economía, hasta el punto que no solo no se pueda atacar su estructura, sino que deba ser defendida por el Estado. Si llegáramos a ese escenario, el nuevo y más grande poder de este país sería el señor Murcia Guzmán.

Otro posible escenario es que se compruebe que existe dinero ilícito involucrado (probablemente derivado del lavado de activos) y que conforme a las normas de extinción de dominio vigentes en el país, más de 200 mil personas (según cifras del mismo señor Murcia) requieran que se les extinga el dominio sobre los bienes específicos, o sobre sus equivalentes. En este caso, no solo hay colapso económico, sino también judicial, y según rumores que se manejan en el país, también tendría alcance político de importante gravedad.

El otro posible escenario es que de hecho, el señor Murcia y su equipo jurídico tenga razón, y el negocio sea claro y transparente. En ese entendido, nos exponemos a que desaparezca la competencia interna, y que la realidad económica dependa de la buena fe del señor Murcia. Probablemente, nuestros jurisbanqueros no se quedarán quietos esperando a que esta posibilidad se materialice. De ahí que el juego sucio esté a la orden del día.

Si esto es así, debemos elevar un derecho de petición de forma tal que se sustituyan las pirámides como maravilla del mundo, y sean reemplazadas por DMG. Este claramente atraería buena suerte, canaliza energía, y no solo conserva el dinero, sino que lo multiplica. ¿Alguna otra razón? Mientras la lucha se desarrolla, las entidades de control han ubicado ya sus puestos de privilegio, y se han sentado con sus respectivos botes de palomitas de maíz. Sin duda, la función será toda una “maravilla”.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Amigo plumífero:

¡Muy buen post!

1. Excelente primer párrafo, honesto y necesario, sobre todo en tiempos cuando muchos de nuestros colegas pregonan que no pasa nada malo con la forma como se ejerce cotidianamente la abogacía, o simplemente legitiman y valoran actitudes y acciones como las que tu comentas.

Todavía me acuerdo con enfado y tristeza de mi clase de práctica alboral, cuyo objetivo no era otra cosa que aprender a ganar. El Derecho, la ética y la Justicia, bueno... esas eran nimiedades que podían esperar, lo importante era ganar en todo y a todos, sin importar los medios o las maneras. Eso si, todavía le agradezco a mi docente haberme enseñado con tanto fervor, lo que es no ser un buen y verdadero abogado.

2. Breve defensa contradictoria en favor del fútbol: alguna vez dijo Camus que todo cuanto sabía de ética lo aprendió gracias al fútbol; claro está, el fútbol y los futbolistas maestros de don Albert dejaron la cátedra hace mucho tiempo, y sus consecuentes alumnos no han sido de lo más aventajados que digamos.

3. En cuanto al tema de los bancos, estoy muy de acuerdo contigo. Personalmente y con muy mala leche, no dejo de pensar que toda esta alharaca que ya lleva más de un año en torno a las pirámides (y no pirámides), no es otra cosa que un berrinche del sector financiero colombiano para ver quién se queda con esa platica. Precisamente hace unos días veía por internet una nota de CM& a propósito de las dos entidades que más han captado dinero de los colombianos en este año. Una es el Fondo Nacional del Ahorro (difícil meterse con una institución que, además de pública, es de las pocas verdaderamente eficientes con que cuenta el aparato institucional estatal. La otra, DMG. Por eso, que a la Asobancaria y a sus agremiados les importe el bienestar y la seguridad económica de los de a pie, pues hombre, permítaseme dudar de tan buen propósito.

4. No podemos dudar que si hay un montón de negocios pensados y constituidos para estafar a la gente. Sin embargo, cuando pienso al respecto, inevitablemente se me viene a la cabeza una adaptación personal al principio de Hanlon: Nunca le atribuya a la maldad lo que puede ser explicado por una hibris estúpida.

(Otrosí: acabo de recordar un capítulo de los Simpson en que un personaje pasajero de la serie oferta en una reunión un espectacular negocio en forma de octedro; suena una sirena de fondo y el tipo pone pies en polvorosa saltando a través de una ventana. Las consecuencias del golpe tuvieron que haber sido serias, pues nunca se le volvió a ver... jajajaja :P).

5. Ahora, no conozco a fondo la forma jurídica en que está constituida DMG, ni la actividad empresarial que desarrolla, pero de las pocas noticias que he podido tener sobre ella a través de amigos vinculados a la empresa y de su página web, es que funciona como un muy buen ejemplo de network marketing, es decir, de capitalismo comunista (¡¿qué qué?!). Y bueno, antes de meterme en camisa de once varas, prefiero apearme aquí, y concluir, como muchas veces nos toca a los colombianos, que habrá que esperar a que amanezca para ver.

Con nueva máscara y los ánimos remosados, volveremos a nuestras tertulias con más frecuencia.

Saludos!

Gaviota dijo...

Profundo y afortunado comentario.

Me sigue pareciendo sospechoso que en cuestión de tres días, la Fiscalía resolvió el caso, el Gobierno le dio un ataque de eficientismo, y siguen confundiendo piramides con lavado de dinero.

Algo más. Me sigue sorprendiendo que nadie explique los cuestionamientos al sector financiero. Una cosa es que logren demostrar (o no) que DMG es una máquina delictiva, pero también se debe responder al pueblo sobre los cuestionamientos al sector formal.

Sigo creyendo que este país apela a lo folclórico para ejercer la "justicia". Esperaremos a ver con qué nuevos importantes descubrimientos nos salen. Mientras tanto, me imagino que nuestros colegas (esos de los doscientos mil) estarán babeando por un poder para defender a esta gente ante los procesos penales.

Un abrazo, y gracias por el comentario. Quedaré a la espera de las facetas que vienen detrás de la máscara nueva.

fbarbosa dijo...

Excelente comentario. Leyendo un poco todo este fenómeno de las piramides, de DMG, de la reacción tardía del Gobierno estableciendo Estados de excepción para rapidamente resolver la crisis, de los comentarios de prensa en los cuales se acusa de la infidelidad del sofa- la malicia de los colombianos-, observé que más allá de los análisis superficiales de algunos analistas, debe pensarse que ese tipo de acciones de la población se presentan porque el Estado no ha existido, nunca ha creado un vínculo con la población. Colombia es un país en el cual todo se vale mientras el Estado observa pasivamente.Es necesario que se intervenga más y correctamente, el mundo está hablando ese lenguaje.No puede entenderse esa flexibilidad frente al sector salud y al sector financiero.

Leyendo entre "Legitimidad y violencia 1875-1994" del historiador Marco Palacios y comparándolo con la historia de Francia del siglo XX- discúlpame es mi referencia porque vivo acá-, me encuentro que en Colombia no hubo dos vías dentro de la construcción del Estado. Cuando se intentó invocar esas vías de intervención estatal surgió la violencia derivada de nuestro desorden en el XIX- te voy a remitir mi libro sobre la justicia en los primeros 50 años del XIX en Colombia publicado por la Universidad Javeriana-, del fracaso de la reforma agraria en el 36 y el 62, del frente nacional etc.

No ha habido grandes reformas sociales en Colombia, por eso DMGs o piramides o cualquier otra cosa que le permita a la gente sentirse atado a algo, será valido,

Un abrazo,

Francisco

Pd. Mandame un correo electrónico fbarbosa2@gmail.com para que puedas recoger el libro.

Anónimo dijo...

Uy uy... Francisco, ¿Podría yo también manguear uno?... :p

Por cierto, sobre lo de la pasividad del Estado, completamente de acuerdo; yo personalmente pondría un bemol en negrilla y subrayado sobre las SuperIntendencias. Si de algo carecen nuestras instituciones públicas, en especial aquellas que desempeñan funciones de control, es de una visión precautoria que oriente las actividades que desempeñan.

Saludos.

Gaviota dijo...

Francisco,

Gracias por el comentario. Me interesa mucho conocer tu punto de vista respecto de lo que planteas. Lamento contestar el mensaje hasta el día de hoy, por razones netamente de trabajo de mi alter ego, pero hoy estaré reivindicándome con los ingresos.

Agradezco inmensamente el gesto de conocer esa obra. Por supuesto, en algunos momentos enviaré el correo.

Un abrazo, y me gustaría conocer tu comentario sobre el ingreso que más tarde publicaré.

Saludos.

Gaviota dijo...

Carlos Javier,

El tema de las superintendencias sin duda lo trataré un poco más detenidamente en algunas semanas, porque prefiero que no sea una intervención apasionada, pues es un problema de inmensa trascendencia.

Saludos.