jueves, 18 de diciembre de 2008

El comic político colombiano

Las noticias políticas colombianas cada día parecen más un comic. Sí, una de esas historietas en la que los personajes principales y sus formidables rivales se encuentran y combaten unas 500 veces en una misma vida. En 150 de ellas, triunfa el superhéroe, y en 350 de ellas triunfa el enemigo, más por razones de ventas que por ineptitud de nuestro idolatrado héroe. Tal vez ello lo hace más humano, más real, con falencias que deben superarse para que prevalezca el bien sobre el mal.

En estos comics, además de que a los personajes no parece pasarles el tiempo, ocurre algo muy particular y es que respecto de un mismo personaje, se pueden predicar múltiples interpretaciones, casi simultáneamente. Para quienes no entienden a lo que voy, revisen las últimas películas de Superman y del Hombre Araña. En ambos casos el personaje es llevado a una crisis existencial derivada de las circunstancias que le permite ser rechazado o ignorado por el mismo mundo al que intenta salvar. En otras palabras, nuestro superhéroe es un incomprendido, maltratado por esa misma sociedad incomprensiva.

Fíjense cómo el carácter enigmático del líder, la abnegación y entrega irrestricta hacia una comunidad que no lo entiende, pero a la que defiende a pesar de ello, nos acerca a una postura que muchas veces se ha discutido en los foros especializados. En los correspondientes escenarios, se ha discernido acerca de cómo el superhéroe adquiere ciertos matices mesiánicos, de salvador reprochado y vilipendiado por la comunidad a salvar. El héroe prevalece sobre el ideal. Es la epopeya moderna, con mucho músculo, aparatos modernos y antifaces que esconden enigmas ocultos que no deben ser desentrañados por el hombre común.

Como dije al inicio de este ingreso, las noticias políticas colombianas, y me atrevería a decir que latinoamericanas (en general), parecen sacadas de los comics. Me ocuparé del ejemplo que más me compete, que es el de Álvaro Uribe Vélez, Presidente colombiano. Estoy seguro que en la medida en que trasladáramos este ejercicio a otros países del continente americano (por no ir más allá, aunque no porque el fenómeno únicamente sea latino) podríamos identificar casos similares. A pesar de ello, procuraré no desviarme del tema.

El Presidente Uribe, surgió como un justiciero en época de desesperación. El país se encontraba hipotecado a muchos grupos ilegales, y bajo el lema de “mano firme y corazón grande”, con un sólido discurso en torno a la recuperación de la soberanía, la presencia pública en todo el territorio nacional, y la lucha contra la politiquería, y el respeto por el pluralismo, este joven político inició una vertiginosa carrera a la cima. En efecto, su propuesta y la coherencia sistemática de su discurso logró que fuese el primer Presidente en ganar las elecciones populares en primera vuelta, por haber obtenido más del 50% del total de los votos efectivos (en primera vuelta, no hay solo dos candidatos, sino todos los que se hubieren inscrito inicialmente, por lo que obtener más del 50% de los votos, no es tarea sencilla).

Encontramos nuestro Neo (sip, el de Matrix), nuestro elegido. Esta gaviota en su momento votó por él. Se necesitaba restablecer el orden institucional, y poder transitar por nuestro territorio, como si en realidad fuese nuestro, y no de otros. Así se inició la formidable carrera presidencial de nuestro superhéroe. Sin embargo, aquí es donde inicia la transformación de nuestro héroe. La lucha contra la politiquería fue una derrota que no demoró en llegar. Uribe trazó las fronteras jurídicas de su lucha, en un referendo popular que fue derrotado por el abstencionismo. A partir de ese momento, la lucha por acabar con la politiquería resultó ser la lucha por controlar la politiquería. Un ejemplo sencillo de esto es el reciente episodio de aprobación de la iniciativa de referendo re-reeleccionista. Este bochornoso incidente, en el que nos encontramos con Congresistas rindiéndole cuentas a dos Ministros y a una empleada de la secretaría de Presidencia, cuales niños pidiéndole permiso a las maestras para poder ir al baño, nos dejó en claro donde está la independencia del Congreso, y qué tan “sabio” es nuestro legislador. El resultado fue una total goleada 86-0. ¿Adivinen quién ganó? Cabe anotar, entre paréntesis, que no se pudieron evacuar más puntos del orden del día por falta de quórum.

Como en algunos comics, me he adelantado hasta el final, pero he dejado de lado parte del proceso. ¿Cómo llegamos de la derrota en el referendo (únicamente pasó una pregunta) a esta goleada de epopeya? Vayamos unos años atrás. Nuestro superhéroe, Presidente en ejercicio, logró concretar su principal promesa electoral de 2002, como fue el reestablecimiento de la presencia de la fuerza pública en el territorio nacional. Esto trajo muchas consecuencias positivas, entre las cuales destaco sólo algunas. De una parte, se permitió que los colombianos pudiesen viajar por carretera sin que existiera una excesiva probabilidad de ser secuestrados. Es decir, permitió un sentimiento de libertad, con el que el país no contaba en su momento. De otra parte, se redujeron las tomas armadas a poblaciones, la voladura de torres de energía eléctrica, y por supuesto, se redujo el índice de secuestros. Este bienestar progresivo afianzó la confianza inversionista, y por lo tanto, la economía empezó a mejorar, casi por arte de magia.

Ante esta situación, que se consolidó a lo largo de su periodo presidencial, surgió el interrogante de por qué no permitirle a este gran Presidente, continuar con su tarea por otros 4 años más. Es así como a través del Congreso, los congresistas uribistas, todavía no lacayos del gobierno, impulsaron la reforma a la Constitución que permitiría la reelección inmediata, incluso del actual mandatario. El principal argumento lógico que se brindó, era que la reelección no implicaba nada diferente a darle la oportunidad an mandatario bueno para continuar con su programa de gobierno. “Si no es bueno, pues no lo eligen”, se decía en ese entonces. Nuevamente, confieso que me adhería a esos argumentos lógicos.

Por esta época, sin embargo, nuestro superhéroe empezó a sufrir su segunda transformación. Ya no sólo empezaba a controlar a los politiqueros, convirtiéndose en uno, sino que empezó a fustigar verbal y jurídicamente a todo el que se le oponía a su voluntad. Empezó a estar “de moda” que la oposición fuera terrorista, por el simple hecho de no comulgar ciegamente con el Presidente. Hasta ahí nos llegó el pluralismo ideológico, y el respeto por los argumentos del otro. Es posible que a nuestro superhéroe lo haya invadido un organismo alienígena que lo hace volverse hiperagresivo… Ah perdón, esa idea ya se aplicaron al Hombre Araña. Tal vez, entonces, fue que la muerte de sus padres le generó un trauma de resentimiento hacia el terrorismo. Puede ser… aunque a diferencia de Batman, con Uribe se trató sólo de su papá. Tal vez podría ser que el amor del pueblo hacia el buen líder, le generó una adicción inconciente al poder. ¿Quién sabe? Tan solo le ha ocurrido a Stalin, Hitler, Mussolini, Franco, Videla, Julio César, Fidel Castro, Saddam Hussein, o conforme ejemplos locales, Rafael Reyes, Rafael Núñez, Gustavo Rojas Pinilla, ahhh…. Y un tal Simón Bolívar.

En fin, mientras estos “supermales” atacaban a nuestro superhéroe, su carácter empezó a cambiar más. Algunos lo notamos antes que otros, y tal vez por eso, esta Gaviota no votó por nuestro superhéroe, a pesar de apoyar la reelección, en abstracto. Sin embargo, otra aplastadora victoria en las elecciones de 2006, ha llevado a que perdure su continuidad en la política de seguridad democrática. El bichito que picó a nuestro superPresidente, logró que desde esa época, se haya enfrentado al Presidente de la Corte Suprema de Justicia (de hecho, a varios de ellos), al Presidente de Venezuela, de Ecuador, de Nicaragua, al Secretario de la OEA, además de cualquier gobernante local o departamental que ose contradecirlo, junto con los líderes indígenas, y más recientemente con el “amigo del pueblo”, David Murcia Guzmán. En muchos casos, los enfrentamientos han sido merecidos, en otros no. Sin embargo, los métodos de nuestro héroe se han tornado cada vez más violentos.

Incialmente, la verborrea bastaba. Regaño público, y a dormir. Ahora, los métodos son un poco más sofisticados. Conmoción interior para detener paros, emergencias económicas dirigidas a pirámides para atacar entidades que si bien son presuntamente ilegales, no son pirámides. Hace pocos días conocimos otra, convocatoria a sesiones extraordinarias del Congreso, para aprobar el referendo reeleccionista, tan solo 5 minutos antes de que la sesión extraordinaria iniciara.

La pregunta es, ¿en este comic político colombiano, estamos cerca del final de la historia, o por la mitad? La pregunta se puede responder de dos posibles maneras. Uribe, puede convertirse en nuestro Ulises contemporáneo, en el héroe que al mejor estilo del Hombre Araña, entra en crisis pero rápidamente se recupera y hace lo correcto, en este caso, no destruir la democracia como la conocemos, y acabar con el Estado de Derecho. En ese caso, estaríamos al final de esta edición del comic. Sin embargo, hay una segunda salida tradicional, y es que nuestro héroe se convierta en antihéroe como un ángel caído en desgracia. Aparte de la devastación que ello implica, ya sabemos en qué termina esa historia. Condenas eternas, poemas como la Divina Comedia¸ eterna condena.

La les he mencionado en qué parte del comic vamos. Victoria apabullante 86-0. Los lacayos dieron su voto, y a dormir. Parece ser que lo que alguna vez fue reelección en 2014, podría ser reelección en el 2010. Finalmente, como un homenaje a la vacilación, o tomadura de pelo (mamadera de gallo, burla frentera, pulling of leg) del Jefe de Estado colombiano, algunas caricaturas que resultan ilustrativas:





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