miércoles, 30 de julio de 2014

De la ética del deporte en el derecho

Esta entrada se subdivide en 5 partes.  Las primeras 4 partes corresponden a micro-anécdotas deportivas recientes.  Ninguna se encuentra conectada con la otra desde el punto de vista causal.  La quinta parte corresponde a una reflexión personal acerca de lo que podemos aprender de estas anécdotas en el mundo del derecho.

1. La apropiación del triunfo de Nairo y Rigoberto.

Finaliza la contrarreloj, y al finalizar la misma, Nairo Quintana se asegura el triunfo en el Giro d´Italia. En una demostración de preparación y estado físico, el boyacense logra extender su liderato sobre Rigoberto Urán, quien días antes se hubiera alzado con la otra contrarreloj individual, sobre el favorito para alzarse con la competencia, Cadel Evans.  Con esas muestras de entrega y lucha, los colombianos Quintana y Urán finalizaron la competencia en un 1-2, lo que constituye un hito para el deporte colombiano.

En una muestra de oportunismo político sin igual, miembros del Gobierno empiezan a atribuirse gran parte del mérito de lograr que este tipo de circunstancias se den a nivel mundial.  Sin dar demasiados detalles acerca de cómo es que el Estado colombiano habría ayudado o apoyado a estos deportistas, se exalta el apoyo del Gobierno al deporte, y de un momento a otro, el acto heróico de un par de individuos pasa a convertirse en una acción de Estado.  Algunos, incautos y crédulos, le dan crédito a estas versiones.

2. Nuestra medallista olímpica sigue pedaleando a la gloria.

En un mundo que hasta ahora empieza a sacudirse de lo que ha sido la gran actuación de Colombia en el Mundial de 2014, hay personas que no dejan de seguir preparándose para triunfar.  El ejemplo es el de Mariana Pajón, caempeona olímpica colombiana, quien en Rotterdam (Holanda) ha demostrado nuevamente su condicion de campeona.  Tras su triunfo, en una muestra de sencillez y de patriotismo, le manifiesta a las cámaras "Y era gol de Yepes", refiriéndose al polémico gol que le fuera anulado al capitán de la Selección Colombia ante el combinado de Brasil.


Imagen tomada de: www.elespectador.com

16 medallas que la ratifican como "la mejor" permitirían que esta colosa del deporte asumiera una actitud prepotente y displiscente frente al resto de la humanidad.  Sin mucho bombo, sin mucha prensa, Mariana decide darse a sí misma el tiempo que requiere para volver a triunfar, y luego, como el más fiel y dolido hincha de la selección, bromea con algo que nos identifica a muchos de sus paisanos.  Un ser humano excepcional, antes que una deportista fenomenal.  Combinados, la hacen quizá uno de los mejores ejemplos de lo muchos quisiéramos poder ver más a menudo en nuestro mundo.

3. "Yo no fui".

En varios partidos del Mundial de fútbol Brasil 2014, dos situaciones se dieron que plantearon serias discusiones acera de la ética profesional de quienes en ellos se vieron involucrados.

Arjen Robben, en el partido contra México, se lanzó varias veces en el área, buscando que se le pitara un penalti a favor suyo. La maniobra no le había dado resultado, pero faltando escasos minutos para que el partido finalizara, en una polémica acción que muchos consideramos que no fue penalti, desequilibró un partido que había sido todo para México.  Al final, Holanda terminó venciendo a los mexicanos con dos goles sobre el final del encuentro, uno de los cuales derivó del polémico penalti.


Imagen tomada de: http://depor.pe

El otro incidente que conviene destacar y que se produjo en la tercera fecha del Grupo D, un necesitado equipo urugayo, se enfrentaba también a un necesitado equipo italiano. Ambos requerían de un triunfo para avanzar a cuartos de final.  En el transcurso del partido, el famoso delantero uruguayo Luis Suárez, estrella de su selección, decidió que era conveniente morder a un defensor del equipo contrario.  Tras hacerlo, el uruguayo también cayó al piso y fingió no haber hecho nada.  El árbitro del certamen, quien aparentemente no vio nada, no tomó medidas disciplinarias en el partido, y como resultado final del partido, Suárez y su equipo avanzaron a la siguiente ronda, y eliminaron al cuadro italiano.

4. Lo contrataron para dar resultados y no para hacer amigos

Lo que recientemente le ha pasado a Jorge Luis Pinto, colombiano (santandereano) entrenador de la Selección de Costa Rica en el mundial de fútbol, reitera algo que ha vivido más de un caudillo, dictador, césar o emperador a lo largo de la historia.  Mientras las cosas funcionaban y el equipo rendía, el hombre era un amado líder, o cuando menos, no había moros en la costa.  Terminado el torneo, y cuando nada más había que obtener de él, ya podrían deshacerse de él como a bien tuvieran.
 
El otrora exitoso entrenador y hoy detestable ser humano se ha caracterizado por ser un hombre muy difícil, complicado en el trato, entre otras cosas.  En su defensa, el entrenador manifiesta que él no firma contratos para volverse amigo de los jugadores o de los dirigentes, sino para dar resultados.  Se siente traicionado por sus colaboradores en la Selección, y pasó de héroe a paria en Costa Rica.
 
5. ¿Y esto para donde va, o qué tiene que ver con el derecho?

El derecho es una ciencia social, o al menos eso nos dicen a quienes nos hemos adentrado en su estudio.  En teoría, eso implica que la profesión del derecho implica conocer el deber ser para construir normas que hagan que la sociedad converja cada vez más con ese ideal.  Quienes hemos de aplicar la norma (los abogados), independientemente del rol que juguemos en los procesos, en las asesorías o consultorías, debemos igualmente procurar optimizar la norma que tiende hacia el ideal, para que el ser de la sociedad, se aproxime en la máxima medida posible a ese deber ser que se ha servido de punto de partida para este ejercicio.

Cada uno de los cuatro casos atrás señalados son cuatro casos en los que se puede ver la ética del ser humano y la ética del profesional en diferentes escenarios.  El sacrificio individual para el regocijo colectivo son ejemplos que Nairo, Rigoberto y Mariana nos brindan con toda claridad.  La diferencia fundamental entre uno y otro caso es que en el primero, por ser el ciclismo un deporte de conjunto, el oportunismo político mostró una de sus facetas más comunes.  Nos muestra con claridad el enfrentamiento entre el que a través del esfuerzo logra cumplir sus objetivos, y la ética de aquél que a través de los otros, pretender hacerlos propios cuando poco o ningún mérito tiene respecto de ellos.  En el derecho, hay mucho abogado aprovechado, bien sea de sus clientes, de sus amistades, de sus contrapartes, o de sus colaboradores.  Estas rémoras del derecho, siempre tienden a confundirse entre los esforzados, y muchas veces pasan por ser también ellos profesionales esforzados y dedicados.  Sin duda, hacen su trabajo bien (el de figurar) pero son incapaces de servir de medio para hacer prevalecer los derechos de otros (el trabajo de abogar).
 
Los ejemplos de Robben y Suárez nos muestran a unos tremendos profesionales (porque ambos son grandes jugadores) que ante la tentación de mentir, eludir la regla para obtener un provecho profesional, lo han hecho.  Lo hicieron, y obtuvieron el provecho deseado.  ¿Valió la pena hacerlo? Sin duda sí.  Lo mismo podrían responder aquellos abogados que pagan por ganar casos, que corrompen para obtener el contrato, o que amenazan para evitar oposición.  Es la ética de la ilegalidad, del facilismo, la ética del atajo.  ¿Está eso mal?  Desde un punto de vista estrictamente axiológico, parecería que sí, pero desde un punto de vista pragmático, parecería que no.  Y cada vez vemos más de los segundos...

Por último, el caso de Jorge Luis Pinto plantea un verdadero "caso difícil" del derecho.  ¿Quién obró bien y quién obró mal en ese caso? ¿Acaso lo fue el tirano que a partir del maltrato y terrorismo se hacía obedecer, y que una vez dejó de ser indispensable fue desechado? ¿Acaso lo fue el oprimido que aguantó mientras el mal jefe lograba los resultados deseados por todos y que luego se cansó de soportar y aprovechó para acabar con un gobierno injusto?  ¿Cuál de los ejemplos es el que habría que resaltar?  Personalmente, creo que ninguno, porque estamos ante un ejercicio de análisis de ética profesional, no un análisis de utilitarismo deportivo.  Tan criticable es la actitud de aquél que cree que lidiar con un grupo de jugadores no es lidiar con un grupo de seres humanos y los trata como "cosas útiles", como la del "oprimido" que de manera hipócrita simula estar bien cuando no lo está, y ante la primera oportunidad de ser desleal y traicionar, lo hace.  ¿Cuántos abogados no deambulamos por la vida y por el ejercicio profesional tratando al cliente como un proveedor de dinero y nada más, o que miramos al juez y al fiscal como un idiota al que temporalmente me toca obedecer y adular?  ¿Cuántas veces no hemos sido el Pinto de nuestra relación profesional, abusando de compañeros y subalternos?  ¿Cuántas veces no hemos querido tener el poder de relevar a ese Pinto al que he tenido que obedecer en siliencio, para luego alegrarnos de haber podido sacarlo de la pero manera posible?

El ejercicio de la ética, no es un ejercicio en abstracto, se trata de un ejercicio "situacional".  No se es buen o mal deportista en abstracto.  El deportista lo demuestra en cada momento de su preparación, de la competencia, y de la interrelación con los oponentes.  Del mismo modo, el ejercicio de la ética en derecho no es un ejercicio en abstracto.  También es un ejercicio "situacional".  El juez no es justo por ponerse una toga, ni tampoco lo es el fiscal que dice haber cumplido con los requisitos de ley para tomar decisiones, sin haberlo hecho.  El abogado litigante o consultor tiene obligaciones con sus clientes, con sus contrapartes, con los operadores jurídicos y con su profesión.

Apreciados colegas, tengamos en cuenta que dependiendo de lo que hagamos y cómo lo hagamos, seremos vistos como los tramposos, los esforzados, los tiranos, los oportunistas o los modelos a seguir.
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viernes, 18 de julio de 2014

S.O.S. - La justicia y el derecho en Colombia - S.O.S.

Actualmente la administración de justicia está crisis.  Esto lo vengo diciendo desde Julio de 2008, pero cada año que pasa, siento que la situación es peor.  Y creo que, de no haber un serio cambio en la composición de las Cortes, el próximo año seguiré diciendo que las cosas están peor que en 2014.  Veamos un ejemplo de lo que aquí planteo:

En la última edición del periódico Ámbito Jurídico de Legis, tuve la oportunidad de leer tres columnas (¡TRES!) que van direccionadas al mismo punto.  La justicia en Colombia se encuentra en crisis. Cada vez son menos los que creen que la justicia es justa, y cada vez son más los que tienen la convicción de que la administración de justicia ha sido cooptada por la corrupción, y/o por la ignorancia.

Los invito, antes de continuar, a que revisen las siguientes columnas, antes de continuar, dado que el análisis conjunto de ellas, sumados a mi posición personal, es lo que permitirá entender lo que líneas abajo se expondrá:


1) Columna de Javier Tamayo Jaramillo titulada "La oralidad o la ruina de la justicia".

2) Columna de Whanda Fernández León titulada "Inocentes condenados".

3) Columna de Francisco Reyes Villamizar titulada "La educación jurídica también en crisis".


¿Qué tienen de común, acaso, estas tres notas? Nos reportan desde puntos de vista distinto, la manifestación de un problema de índole nacional: el derecho y la justicia son muy pobres en Colombia.  Afortunadamente a nivel extranjero no existe aún una prueba Pisa para medirnos jurídicamente con otros países.  Temo que nos ganaríamos un "fuera de concurso", pero por lo malos.  Es increíble la cantidad de falencias estructurales que existen en la formación jurídica del país.  El positivimo jurídico a ultranza sigue siendo la regla general.  Sin embargo, la falla principal es que aplicamos un positiviso que no tiene razón de ser, que no se alínea filosóficamente con nada, y que se fundamenta en una premisa de validez basada en la legitimidad, basada en nada.

No es difícil encontrar en el país abogados que le hablen a uno sobre la noción de inadmisión, exclusión y rechazo de la prueba en la Ley 906, pero que no sepan qué es el principio de la libertad probatoria, o cómo funciona la sana crítica.  Conozco muchos otros que son unos genios para repetir consignas como la razonabilidad y proporcionalidad para fijar agencias en derecho, pero que no tienen ni idea eso cómo se hace, o en qué incide.  Más aún, conozco mucho abogados que realmente uno no entiende cómo es posible que tantos profesores los hayan pasado por tantas materias para que existan universidades que sean capaces de decir que ellos (o ellas) están capacitados para ejercer la profesión.

No es difícil ver en los colegios, que los muchachos "negados" para las matemáticas son los abogados del mañana.  Ellos serán los que el día de mañana intenten justificar sus pretensiones o sus fallos, a partir de argumentos retóricos, porque no podrán dominar nunca la lógica del algoritmo, que es la lógica de la valoración de la prueba, que es la lógica de la argumentación.  Para hablar basura y que le crean a uno, para eso no es la facultad de derecho, y para eso no son los procedimientos orales.






Imagen tomada de:  www.fotolog.com


El patrimonio de ninguna persona está a salvo, la libertad de ninguna persona está garantizada, cuando tenemos tanto abogado, tan poco caso, y jueces tan desastrosos como los que nos ofrece este país.  El problema ya no es que los abogados buenos no lleguen a los buenos cargos de la justicia, el problema es que con tanto abogado malo pululando en todo el sistema, el sistema no puede, en ningún caso, ser un sistema justo.  Dos abogados buenos mas un juez malo, probablemente dará una sentencia mala.  Un abogado bueno con un juez bueno, y una contraparte nefasta, no garantiza que la sentencia sea justa.  Dos abogados malos y un juez bueno hace que lo que de allí salga es porque el juez intentó administrar justicia material.

¿Cuántos abogados buenos y malos hay en el país? No lo sabe nadie, porque los abogados no son evaluados, y los funcionarios, tampoco.  El único indicador que existe son los exámenes que se imparten en concursos para ciertos cargos.  En esos concursos no están todos, y normalmente las preguntas no están bien.  Más aún, una vez nombrados, a esos funcionarios (buenos o malos) no los saca nadie de allí.  Es lo más cercano a los cargos hereditarios que existe en una democracia.

Sólamente le pido a la vida que este S.O.S., este llamado a que algo o alguien puede frenar esta debacle, llegue a oídos sensatos.  Cuando me refiero a sensatos, me refiero a oídos que no razonen de la siguiente manera:

Premisa 1:  La justicia está mal.
Premisa 2: Los jueces son malos porque tienen funciones nominadoras.
Conclusión: Hay que eliminar las funciones nominadoras de los jueces, para que la justicia mejore.

Ridículo, ¿verdad?  Sin embargo, las últimas "intentonas" de reformas a la justicia se han basado mayoritariamente en ese tipo de razonamiento.  Y mientras tanto, en gran medida, su libertad y su patrimonio, siguen a merced de los que en el colegio no supieron sumar...
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