sábado, 21 de marzo de 2009

Por favor desconstitucionalicen la Constitución

Montar en bus en Bogotá es una experiencia digna de ser relatada por poetas, músicos y novelistas. Es una experiencia casi mística que parece ser sacada de un relato de Dante, o de un cuadro de Dalí. Es encontrarse con los besos apasionados de novios hormonales, mientras tenemos como moderador del día a un señor que habla a un volumen de aproximadamente 90 decibeles, relatando a todo el resto de viajeros lo acaecido con el “negocito aquél”, todo ello acompañado del fondo musical que usualmente corresponde al vallenato, la banda sonora del transporte urbano.

Es en esta clase de escenarios donde surgen las diversas alternativas con las que cuenta uno para pasar la siguiente hora y media de su vida. Dormir, que siempre es una buena opción, salvo por el pequeño detalle de que la paranoia materna nos obliga necesariamente a pensar que nos van robar (aunque jurídicamente lo técnico sea referirme a ‘hurtar’), o a violar (aunque jurídicamente lo técnico sea referirme a ‘acceder carnalmente’). Otra opción es leer. A esa recurrí mucho cuando debía repasar antes de entrar a exámenes parciales en mi época de estudiante. Está más que recomendada, salvo en los eventos en los que al vecino de turno le guste igualmente leer lo que uno lee. No es una situación recomendable para los más irascibles. La tercera opción es dedicarse a pensar en lo divino y lo humano.

Normalmente, no tengo espacio para cargar muchos libros, y ante el miedo a morir si me quedo dormido un rato, prefiero dedicarme a pensar. Este ejercicio normalmente no brinda frutos decentes, pero de vez en cuando logra uno pulir alguna idea interesante, ya sea para discutir con colegas, amigos, o para escribir algún ingreso en este blog.

Recientemente, ante alguna barbaridad de algún juez con los que le toca lidiar a mi alter ego, me encontré con un problema que se ha vuelto cada vez más recurrente, y es la excesiva constitucionalización de todas las ramas del derecho. Lo que siempre se vio en las clases de la universidad como una bondad de la Constitución de 1991 actualmente se está convirtiendo en un problema de talla mayor. El pensum universitario normalmente involucra materias como Obligaciones I, Obligaciones II, Constitucional I y II, Bienes, Responsabilidad Civil, Procesal Civil General, Teoría General del Proceso, Penal General, Penal Especial, y así sucesivamente. Ese era el índice de materias con el que fui educado, y de eso no ha pasado demasiado tiempo. Ahora, al parecer, el tema ha cambiado drásticamente.

En eso pensaba yo el pasado lunes, cuando me disponía ingresar a mi sauna móvil. El pensum actual debe ser (algo así como) Constitucional Penal, Constitucional Procesal, Constitucional Civil, Constitucional Comercial, y por supuesto, Constitucional Constitucional. Cómo más explicar el que la ley haya pasado a ser un asunto de exquisitez jurídica. Útil pero no necesaria. Son tantos los sectores que gozan de protección especial por la Constitución, que el hombre común es objeto de discriminación.

El hombre común yo no es objeto de fanfarrias, sino de tributos, o mejor, de impuestos. Ya no puede acudir ante un juez para hacer valer sus derechos, sino cuando en dichos procesos no interviene algún menor, algún trabajador, alguna persona de la tercera edad, algún discapacitado, el Estado, o las madres o padres cabezas de familia. Próximamente, la oficina jurídica Gaviota & Co. está próxima a colocar un aviso a la entrada del despacho en el que se advierta: “Si no estás en desventaja, estás en desventaja”, seguido por un: “Discriminamos a los no discriminados”.

Cómo explicarle a los clientes que la Constitución es un documento suscrito por el pueblo, en el que se garantizan los derechos fundamentales a los ciudadanos y a todas las personas que se encuentren en el territorio nacional, cuando el proceso judicial en la práctica no hace eso. Si usted tiene un derecho, pelee en los estrados judiciales durante algunos años, y mientras tanto, ruegue a Dios, a Buda o al Ser Superior que considere, para que lo ayude a que nadie más decida buscar lo que usted busca. Si eso se da, las probabilidades de éxito son buenas. Esta clase de consejos, que son parecidos a los que recibía Joseph K. en El Proceso de Kafka, son una realidad cada vez más palpable en el país.

Reciéntemente la Corte Suprema de Justicia negó la extradición de un individuo porque ya había sido condenado por los mismos hechos en Colombia con anterioridad a la solicitud de extradición. La Corte, “novedosamente” aplicó un principio general en materia de derecho penal que es el del non bis in idem, que en materia penal se confunde en el país con el de la cosa juzgada. Con el nombre que decidan utilizar, lo importante es que en Marzo de 2009, la Corte Suprema finalmente decidió que era importante respetar esta garantía para las personas solicitadas en extradición. La reacción no se ha hecho esperar. El bárbaro que actualmente se desempeña como Fiscal General de la Nación, ha salido a criticar la medida, y el Gobierno, por supuesto, también. La recomendación jurídica de Gaviota & Co. es que el Presidente ejerza la acción de tutela para que se garantice el derecho fundamental a extraditar.

Es una demanda que no tiene mayor riesgo. En primer lugar, no debemos detenernos mucho en esas molestas normas de segunda que aquí llamamos leyes. Eso es bueno. En segundo lugar, los argumentos están claros:

1) Las autoridades están instituidas para proteger a las personas en su vida, honra y bienes. Eso es orden constitucional.
2) La extradición implica la garantía de ejercer justicia conforme al principio aut dedere aut judicare.
3) El Gobierno está en la posibilidad de decidir discrecionalmente si extradita o no.
4) En materia jurídica, prima el derecho sustancial sobre la formalidad. En este caso, prima el derecho a hacer justicia, sobre pequeñeces como el non bis in idem.

Gracias a la constitucionalización de la Constitución, tenemos que la familia ya no es el núcleo de la sociedad. El núcleo de la sociedad son ‘las familias’. Es constitucional compartir cónyuges, garantizar la sustitución pensional a ‘la capillita’ y a la ‘catedral’, y de paso que las parejas homosexuales se casen. Lo que pasa es que de esto último no nos hemos dado cuenta. Cuando el constituyente trató el tema, tuvo confusiones en materia de género y de número, pero eso se soluciona fácilmente. Son errores menores que se pueden solucionar fácilmente.

No, no soy homofóbico. No, no soy santurrón. Simplemente no soy un vagabundo jurídico. Lo que dice la Constitución y la ley, debe cumplirse. No es que se cumpla el pedacito que me gusta, y para otros no. Actualmente, el derecho actual se ha tornado como la política antigua:

“DERECHO A LA IGUALDAD” … (Responden) “VIVA”
“DERECHO AL DEBIDO PROCESO” … (Responden) “ABAJO, ABAJO, ABAJO”

“PROTECCIÓN A LA FAMILIA”… (Responden) “BUUUUUU”
“LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y LIBERTAD SEXUAL”… (Responden) “ARRIBA, ARRIBA, ARRIBA).

Ojalá esta pesadilla acabe pronto. Por favor desconstitucionalicen la Constitución.

2 comentarios:

Gonzalo Ramirez Cleves dijo...

Gaviota buen pos. No estoy de acuerdo en que la interpretación del artículo 42, sobre el derecho a conformar una familia sea el derecho que hayan alegado las personas del mismo sexo u homosexuales para llegar a conseguir los derechos civiles, patrimoniales, seguridad social, salud etc. de la Sentencia C - 029 de 2009. La Corte hablo de principio de igualidad y solidaridad.

En fin tienes razón en que la constitucionalización del derecho puede causar problemas y enojos, porque la interpretación de los principios y de las cláusulas abiertas constitucionales podrían llevar a que la constitución se convierte en lo que diga el juez de turno.

Sin embargo, pienso que lo que se debe pensar es cómo se limita al juez constitucional en su interpretación para que sea su interpretación sea objetiva.

Test como el de razonabilidad o la técnica del precedente pueden ser una buena fórmula pero todavía quedarán problemas por resolver... el llamado neoconstitucionalismo o la posibilidad de tener una Constitución dúctil como dice Zagrebelsky permite adaptar la fácticidad a la normatividad. Sin embargo, tienes razón en que esto no puede convertir a la Constitución en una constitución de plastilina que varie con cada caso.

Abrazos y que continues volando

¿Nos reunimos el viernes 17 de abril por la nochecita con los demás blawggers bogotanos?

Gaviota dijo...

Apreciado Gonzalo,

La crítica, en efecto, es válida. Sé que no se ha legitimado del todo ese asunto, pero las puertas quedaron abiertas para ello. Por ahora, el asunto es netamente patrimonial, pero falta poco para llegar a ese nivel. Por ello decía que el concepto de familia ya se acabó, sino que no nos hemos dado cuenta.

Nosotros, que somos importadores de doctrina, jurisprudencia y demás, ya sabemos que hay países del mundo donde el asunto ha sido aceptado y avalado por las Cortes. Ese era mi punto. En Colombia estamos en la fase 2 todavía, pero creo que próximamente llegaremos a eso.

El problema que yo veo con la constitucionalización es que ya está OUT pensar que la ley interpreta la constitución, entonces cada cual hace su interepretación de la Constitución, pulverizando la seguridad jurídica de los ciudadanos. El abogado pierde un pleito y su ego se vé herido, pero las esperanzas de justicia de su cliente se ve pisoteada por reglas interpretativas cuestionables.

Así como hay jueces que todo lo ven por la Constitución, hay jueces que creen que la Constitución no existe, y otros que creen que nuestra Constitución viene de otro lado. Ese es mi punto con el prsente post. Creo que el test de razonabilidad es una fórmula igualmente impredecible que se presta como un legitimador de opiniones, y en cuanto al precedente, el problema es la variabilidad de las Altas Cortes.

Gracias por tu punto de vista, que es el de un teórico de la filosofía del derecho y del derecho constitucional. Es válido para tener un punto de vista contrario. Más adelante seguiré tratando el tema.

P.D. Me parece buena idea lo de la reunión de Blawggers bogotanos. Tendré la fecha tentativa en cuenta. Un abrazo.