sábado, 30 de agosto de 2008

El Monopoly norteamericano

Cuando cumplí 9 años de edad, recuerdo mi primera crisis económica. Desde entonces, he vividoa muchas otras, más arduas y más prolongadas en el tiempo. No obstante, mi primera vez, como la primera vez en otros campos de la vida, no se olvida fácilmente. A esa escasa edad me inicié en el juego del capitalismo, luchando hombro a hombro contra mis oponentes, buscando tener más y pagar menos. Sí, la primera vez que jugué Monopoly –o Monopolio, como se le conoce en Colombia– no la olvido, porque me mostró desde esa fase de mi niñez lo divertido que es cobrar renta, construir casas y hoteles, obtener uno que otro error del banco en mi favor, y lo tristemente amargo que es pagar altas sumas de dinero por la mala fortuna de estar donde no debía estar, lo angustiante que es permanecer 2 o tres turnos en la cárcel mientras mis contrincantes se aprovechan para hacer mi camino mucho más tortuoso.

El día de ayer, conversando con mi amigo, el mismo de la marcha , nos dedicamos a hablar de los mismos temas de siempre (política colombiana, economía, y política mundial), razón por la cual tratamos el tema, que parece inevitable hoy en día, acerca de las candidaturas presidenciales de Estados Unidos. Yo como siempre, saqué a relucir mis posturas políticas recalcitrantes para defender o atacar a uno y otro candidato. Mi amigo, un poco más sensato, me planteó su punto de vista acerca de las designaciones de vicepresidente por parte de ambos candidatos, y las finalidades perseguidas por cada uno de ellos.

Obama quiere conquistar el voto blanco –decía él– nombrando a Biden. Además, con eso contrarresta las críticas sobre su supuesta inexperiencia. Por su parte, McCain busco con la designación de Sarah Palin incluir en su campaña el componente de renovación que le hacía falta –me aclaraba él–, y de paso quiere conquistar el voto femenino. Revisé un poco más lo que los medios colombianos mencionan sobre la campaña presidencial Norteamérica. Nuevamente, acudí a las fuentes principales de información a las que normalmente acudimos los colombianos, es decir, los periódicos, para conocer la posición de la prensa al respecto. Luego de revisar el artículo de El Espectador titulado “McCain no puede darnos el cambio que merece EE.UU.” y revisar el editorial del mismo diario, titulado “La noche de Obama”, el artículo de El Tiempo titulado “Seducir el voto femenino, uno de los objetivos de John McCain al escoger a mujer como vicepresidente” y “’Ocho años es suficiente’: Obama”, es claro para esta Gaviota, que no tenemos la menor idea del impacto que puede tener en el mundo, la elección entre uno u otro candidato.

Llevo aproximadamente 2 meses largos escuchando en los medios de comunicación, que a Colombia le favorece que suba McCain, porque con él estaría garantizada la aprobación del TLC, mientras que Obama no ha mostrado ese mismo interés en el apoyo a Colombia. Es curioso que hoy se diga que nos favorece la aprobación del TLC, cuando hace bastantes meses se dijo con vehemencia, que el TLC colombo-americano había sido pésimamente negociado, y que antes que ser una ayuda, era un peligro para nuestra economía. Sí señores, la misma economía que se debilita por problemas hipotecarios en Estados Unidos, que tambalea y reza cada vez que cae el NASDAQ, el Dow Jones o cualquier otro indicador económico norteamericano. La economía que se vale de las remesas de los colombianos residentes en Estados Unidos para efectos de aliviar los problemas económicos internos.

Si miramos el discurso político de Barack Obama en la pasada convención demócrata, que puede ser consultado por cualquier cibernauta, nos encontramos con una posición de enfrentamiento de los problemas locales por encima de las relaciones internacionales. Los críticos del candidato demócrata no dejan de criticar las implicaciones negativas de Obama en materia de relaciones internacionales. Sin embargo, no se escuchan argumentos que vayan más allá de la simple enunciación propuesta. Obama dice que la administración Bush se ha encargado de acabar con las relaciones de Estados Unidos con el mundo, todo ello con fundamento en el unilateralismo. Qué se puede decir respecto de este cuando la potencia norteamericana deja de lado las recomendaciones de la ONU, de la OTAN y de otras organizaciones en materias cruciales de interés internacional?

Más grave que el discurso en la política exterior por parte de Obama, es una eventual recesión de la economía norteamericana. Suponiendo que Estados Unidos planteara el fin de todas las guerras, la aprobación de todos los TLC´s y la paz en medio oriente, nada de ello tiene sentido si las bases que sustentan el status norteamericano, tales como la generación de empleo, de empresa, la protección a los derechos civiles, entre otros temas cruciales, continúan fallando. Bajo ese entendido, es más nocivo para Colombia que la situación interna de los Estados Unidos empeore (no solo por razones económicas sino por la posición política norteamericana a nivel continental) más allá de que exista o no exista un TLC. Escucha a Obama deletrear el alcance de su proyecto político implica el resguardo de los derechos de los compatriotas colombianos residentes en ese país. Ya conocemos la importancia de esta colonia colombiana para efectos de la realidad en el país. La invitación entonces, es a pensar en términos globales acerca de la propuesta concreta del candidato, por encima del alcance de su nominación de vicepresidente, para efectos de cautivar el voto blanco, o mirar si la sonrisa del pasado jueves era más o menos convincente que la del día anterior.

Todavía resta por conocer la respuesta que dará McCain a la posición de Obama, y al igual que el caso de este último, conviene revisar las implicaciones integrales de la propuesta, más allá de decir que él es el que nos va a aprobar el TLC. Bush también lo iba a hacer, y el Congreso no lo ha permitido. El juego institucional norteamericano es bastante más complejo que decir que su vicepresidente va a cautivar el voto femenino. Como siempre, la prensa local defrauda. Se queda en simple tercerización de opiniones de “expertos” que al revisar el Monopoly norteamericano, critican el juego porque las fichas no son del color que les gusta, y no analizan los dados que se están jugando.

Las anteriores consideraciones, entre otras, son las que me han llevado a pensar que los colombianos le apostamos a los caballos en materia de política hemisférica. En efecto, hemos votado por el caballito blanco y descartamos al negro, pero no hemos revisado la pista sobre la que habrán de galopar, ni tampoco conocemos las fortalezas o debilidades reales de cada uno de ellos. Lo peor es que apostamos todas nuestras fichas, como quien juega a la lotería porque soñó con el número ganador. Mi amigo –politólogo por convicción– le agrega un ítem más a este grandioso juego. Me ha mostrado, desde páginas de Internet, de qué manera se ha jugado este Monopoly en el pasado. Ha sopesado la importancia de cautivar la Florida, Ohio y otros Estados que valen más que los demás. Históricamente la contienda electoral norteamericana se ha definido por quién conquista determinados Estados, por encima de otros. Al igual que en mi Monopoly, es más importante construir casitas en la última parte del tablero, así el competidos conquiste las primeras dos, y la tercera esté dividida. Mientras los colombianos seguimos esperando la carta que dice “error del banco a favor de usted”, los candidatos norteamericanos quieren empezar a construir casas y hoteles en Florida y Ohio, de forma tal que haber perdido o ganado New Hampshire y Arkansas les resulte irrelevante. Los dados se están lanzando, y nosotros seguimos discutiendo acerca si era mejor jugar con el carro o con el caballo. Mientras tanto, la batalla por adueñarse del tablero electoral continúa.
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jueves, 28 de agosto de 2008

Y los tomates son para…

El mundo político es maravilloso. La historiografía conocida nos ha permitido atestiguar, a la distancia, un sinnúmero de matrimonios, genocidios, guerras provocadas, juicios infundados y pactos diabólicos perpetrados por razones políticas. “Por el bien del país” –que otros han llamado raza y hoy en día denominamos patria– se han casado príncipes de la hoy llamada comunidad GLBT, con princesas lascivas, o viceversa. “Por la preservación de la fe”, acabamos con un sinnúmero de individuos que eran supuestos pecadores relapsos. “Por la protección del sano sentimiento de la raza aria”, se dio inicio por parte de Hitler a la ofensiva militar que desencadenaría la Segunda Guerra Mundial. De la misma forma, Herodes ordenó matar a todos los niños pequeños en la tristemente famosa matanza de inocentes, para evitar así que en el futuro, el mesías lo destronara, es decir, por razones políticas. Por razones políticas también, Estados Unidos lideró la convención de los países del mundo para establecer un tribunal penal de carácter internacional. Cuando todos estuvieron de acuerdo, Estados Unidos dejó de ratificar el tratado constitutivo, y selló pactos bilaterales con la mayoría del globo terráqueo, para sustraer a sus ciudadanos de la competencia de la Corte.

Hasta ahí, podríamos preguntarnos cómo podríamos maravillarnos de eventos tan deplorables, y no simplemente sumirnos en la más triste depresión al saber que formamos parte de esa misma historia. En efecto, el horror solo maravilla a los enfermos, y no es ese nuestro caso. Lo maravilloso es que tantos siglos después, conociendo todos los pueblos ejemplos vivos de esta clase de situaciones, sigamos confiando en los políticos para tomar decisiones. Es cierto, la política es inevitable, pero los políticos no. Entendemos un poco más ahora, con ejemplos como estos, por qué Albert Einstein dijo alguna vez que solo conocía dos cosas infinitas: el universo, y la estupidez humana. La primera de ellas está siendo revaluada.

Desde que tengo uso de razón, “la humanidad” ha encabezado un sinnúmero de campañas por la protección de toda clase de derechos irrenunciables e inalienables, como diríamos los abogados. Tan popular se volvió el tema, que se institucionalizó y se masificó, al punto que hoy en día, montar una ONG que luche por algo, o a favor de alguien, es toda una carrera muy rentable. No niego que hay ONG´s que realmente cumplen su función, y que trabajan con mínimos recursos. Es el costo de la independencia. Hay otras tantas, en cambio que tienen personal especialmente capacitado para montar ofertas para licitaciones, que casi siempre son financiadas por algún gobierno, o por alguna agencia creada por algún gobierno. Uno o dos contratos anuales con estas agencias, da para que estos incansables luchadores vivan como príncipes. La parte de NO GUBERNAMENTAL como que no encaja muy bien, verdad?

Ese altruismo que es política nacional e internacional de las grandes potencias del mundo, contrasta con otros datos “maravillosos”. Miremos. El mundo está preocupado porque no hay comida para tanta gente. Cada vez hay más personas, y hay menos comida. Sin embargo, esa preocupación es similar a la que tienen las personas de encontrarse con extraterrestres, es decir, eminentemente teórica. Las cifras, los estudios y los esfuerzos se enfocan en sentido contrario. Observemos por ejemplo el ingreso más reciente del blog denominado Quæstio, titulado “Un mundo sin niños” en el que se ejemplifica con claridad de qué manera los intereses del mundo realmente se dirigen a procurar que nazcan más niños. Razones hay muchas, pero menciono dos principales: 1) Mano de obra futura, y 2) Sostenibilidad del sistema de seguridad social, en especial en materia de pensiones. En otros términos, si no nacen niños, no habrá quién nos genere riqueza, y adicionalmente, no habrá quién cotice a fondos de pensiones, para sostener a los adultos mayores.

Otro ejemplo, que me parece particularmente repugnante, es el de las famosas tomatinas españolas celebradas anualmente, en el que se dispone de una cantidad increíble de tomate para aplastarlo y lanzarlo a las demás personas. Más allá de lo divertido que resulta, es toda una tradición. Tan importante es que cuenta con una página oficial que cuenta con interesantes pasajes a tener en cuenta, como es el siguiente:

“Las cifras hablan por sí solas. Un coste total de 120.000 euros en la Tomatina, de los que el ayuntamiento sólo paga 90.000 euros, y una audiencia potencial de varios millones de personas que cada año se interesan por adquirir algunos de los paquetes de vacaciones que ofertan operadores internacionales para visitar Buñol y participar en esta fiesta. Este peso le ha valido a la Tomatina para que Google modificara ayer el logo de su portal en España para emular una lucha de tomates, una acción promocional que la empresa reserva para grandes acontecimientos.”

Quienes lanzan los tomates son parte de los mismos que se dicen “pobre gente” cuando ven a personas en condiciones de miseria, y creen que eso ya neutraliza cualquier “exceso” cometido. Excesos como los de algunas cadenas de comidas rápidas que tienen la instrucción de botar a la basura la comida que les sobra en el día. Los empleados de estas cadenas de comidas rápidas tienen prohibido, so pena de ser despedidos, regalar la comida a los habitantes de la calle, popularmente conocidos como “desechables”. Mirado en contexto, entonces, es bastante curioso que mientras aplastamos toneladas de tomates en Buñol (España), práctica que hemos decidido copiar en Colombia (tomatinas de Sutamarchán), como siempre, y botamos hamburguesas a la basura, vayamos a una tienda de discos a comprar un disco, porque con ese dinero vamos a alimentar a los pobres. Incoherente, verdad?

A eso, sumémosle un tomatazo adicional de nuestro mundo civilizado para con los “pobres desafortunados que no tienen con qué”. Es importante saber que cuando las fuerzas de paz ingresan a países en conflicto, les está prohibido suministrarle a la población cualquier elemento de vestimenta o de alimento a ellos. La orden es que si sobran alimentos de los suministros semanales, deberán ser incinerados. Es decir, es preferible que la gente no coma, a que se ponga en duda nuestra profesionalidad e imparcialidad. Esto, amigos lectores, es obra de las maravillas de la política, de la que antes les hablaba.

Ya que estamos en épocas festivas, donde lanzar tomate no solo es un derecho sino un deber social, me permito lanzar mi cuota de tomates, con picotazo a bordo, al señor Ministro del Interior y de Justicia de Colombia, quien al parecer le gusta ser salpicado por muchos tomates –bastantes le han lanzado– y divertirse con ello. Nuestro Ministro, encargado de la política interna del país, y de la justicia, ha sido cuestionado duramente por parte de los miembros del Congreso. Muchos de los senadores de la oposición lo desconocen como interlocutor válido, todo ello porque su hermano ha dado muestras de ser una verdadera joyita. Curioso es que estos señores que expiden leyes que establecen la responsabilidad penal individual, la dignidad humana, y otras tantas garantías, sean los mismos que piden la renuncia del Ministro por la responsabilidad penal en la que podría incurrir su hermano. Así es la política: maravillosa. Pero más deslumbrante aún resulta que nuestro Ministro, que se ha caracterizado por aparecer diariamente en todas las emisiones de los noticieros nacionales, y quien a la fecha a podido demostrar un importante portafolio de resultados en su gestión, compuesto por ABSOLUTAMENTE NADA, insista en que seguirá trabajando en su gestión, que todavía no sabemos en qué consiste.

Seguramente, nuestros habitantes del Chocó, que mueren de hambre y que han sido relegados por nuestra justicia social incluyente, estarán dichosos de saber que en Buñol hubo más ocupación hotelera este año que el anterior, y que el Ministro Valencia Cossio seguirá devengando un importante sueldo durante algunos meses más, para defender la importantísima gestión que ha venido desempeñando. Tan importante que solo él la conoce.
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martes, 26 de agosto de 2008

Jueces colegiales, superjueces y jueces de línea

El mundo postmoderno se caracteriza porque ya no sabemos qué es qué. De hecho, si creemos saber algo, es porque en realidad no sabemos nada. Las fronteras ideológicas se han borrado de forma tal que los conservadores colombianos llevan 6 años apoyando a un candidato que toda la vida fue liberal. De la misma forma, es importante resaltar que el profesor hoy en día debe temerle al estudiante, porque no solo sabe buscar en Internet datos que el profesor desconoce, sino porque aparte de todo, puede incurrir en crisis nerviosa que lo incapacite de por vida, y deba entonces el profesor indemnizar a su alumno por sumas cuantiosas.

Es así como en Colombia podemos ir un poco más allá y asegurarle al resto del mundo globalizado que hemos logrado romper el paradigma del semáforo, de forma tal que cuando un semáforo está en amarillo, los conductores bajan el cambio de velocidad, es decir, se preparan para acelerar, y cuando el semáforo cambia a rojo, durante aproximadamente 3,9 segundos, intentan demostrar si en efecto el carro efectivamente pude pasar de 0 a 100 en ese lapso. Colombia es el país donde al Administrador se le dice Doctor, al Doctor se le dice ladrón, y al ladrón se le llama por Don.

No nos debe extrañar, entonces, que hoy en día podamos hablar sobre asuntos jurisdiccionales con cierta comodidad. Hace unos 10 años era impensable hablar de diferentes clases de jurisdicciones. “La jurisdicción es una sola” –diría el erudito profesor– “porque la posibilidad de solucionar las controversias en virtud de la soberanía, es del Estado, quien la ejerce a través del juez.” Luego de semejante regaño, probablemente estaríamos tragando saliva para no perder el semestre. Hoy en día, no es tan así. Recordemos que el Fiscal captura, el policía materializa el principio de oportunidad, y el juez crea conflictos en vez de solucionarlos. Veamos unos ejemplos:

Como podrán anticipar, mi invitado número uno es la Corte Suprema de Justicia. Hace algunas semanas, únicamente invitaríamos a los miembros de la Sala de Casación Penal. Hoy en día, no obstante, es tan solo justo que invitemos a toda la Corporación. Al parecer, todos ellos faltaron a la clase de Teoría General del Proceso, cuando el profesor mencionaba la clasificación de los jueces. “En primer lugar” –diría el catedrático- “podemos mencionar una primera clasificación consistente en jueces unipersonales y jueces colegiados”.

Estoy convencido que nuestros honorables entendieron mal. ¡Sin duda! Al parecer, la interpretación teleológica fundamentada en el criterio filológico, les permitió codificar en sus “honorables” mentes, que los jueces se dividían en unipersonales y colegiales. Por supuesto. Eso nos permite explicar científicamente por qué una serie de ilustres profesionales que llevan algunos más de 30 años en el ejercicio de la profesión de abogados, llegan a la Corte Suprema de Justicia, que no es un juez unipersonal, y proceden a acudir al directorio telefónico mundial para mirar a quién acusan.

No solo acusan, sino que son acusetas, como dirían mis compañeros de jardín infantil hace ya bastantes años. Entonces nuestros honorables llegan a la Alta Corporación y como automáticamente saben más que todo el resto de la humanidad, entonces no toleran que se les cuestione sus puntos de vista, y si se les cuestiona, acusan. Aquí ya nos han acusado a todos –a quienes tienen relevancia política– ante el Procurador General de la Nación, El Consejo Superior de la Judicatura y más recientemente, ante la Corte Penal Internacional. En consecuencia, tenemos jueces unipersonales, jueces colegiados y jueces colegiales.

Nuestros colegiales, como buenos colegiales que son, tienen afiches con sus héroes de juventud. En el caso de mis jueces colegiales, el héroe se llama Baltasar Garzón, para la mayoría, y para otros se llama Luis Moreno Ocampo, el jefe de los acusetas internacionales. Por el profundo respeto que me merece el Fiscal en Jefe ante la Corte Penal Internacional, quien cuenta con una hoja de vida intachable que lo respalda, y quien genera respeto por sus obras en vez de exigirlo por sus cargos, no habré de tenerlo en cuenta dentro de estas consideraciones. No obstante, su compañero de viaje sí merece un pedestal especial. De hecho, es tan especial su condición particular que ha llegado a ser catalogado como el superjuez. Este superjuez, que sin duda alguna es conocedor del derecho, tiene un problema muy particular, y es que a pesar de ser español, parece haber nacido en Hollywood. Sus actuaciones en el pasado lo han llevado a iniciar procesos por crímenes internacionales, solicitar extradiciones en virtud del principio de jurisdicción universal, y actualmente, venir a Colombia para amenazar al gobierno colombiano con la intervención de la comunidad internacional si no se indemnizan a las víctimas. Todo ello ocurre mientras su séquito de colegiales aplaude estruendosamente.

Seamos claros en algo. Si, en efecto, llegase a intervenir la justicia penal internacional en Colombia porque constaten que se han perpetrado una serie de crímenes por parte de los grupos paramilitares, está implícitamente aceptándose que la justicia colombiana ha fallado. No es lógica la posición de la Corte Suprema de Justicia al incentivar a la CPI a tramitar procesos a nivel internacional, pues desdibuja el papel del Estado colombiano como encargado de castigar estos crímenes. No es el gobierno colombiano el que ha de legalizar la impunidad. Es el Estado colombiano en conjunto el que incurriría en esta gravísima falta. Precisamente la Corte Suprema de Justicia, como máximo órgano de administración de justicia ordinaria la que responde a nivel institucional por esta situación, y si bien es claro que existen maniobras por parte del Ejecutivo que permitirían inferir que no se busca obtener condenas, también es cierto que no es procedente la extradición de ninguna persona a otro Estado, si no media concepto favorable por parte de la Corte.

Lo anterior revela, entonces, que el supuesto triunfo que los “honorables” se pretenden embolsillar es tan contraproducente que implica alegar su propia responsabilidad en los hechos. La Corte hoy pretende delegar responsabilidades y considerarse como ajenos a la situación. Se alega la vulneración de los derechos de las víctimas, se alerta sobre la denegación de justicia, pero poco se dice acerca de porqué, si esa posición era tan evidente, no aplicaron la Constitución por encima de las leyes de extradición (normas de inferior jerarquía) para efectos de detener la supuesta artimaña del Gobierno. Si esa hubiera sido la interpretación que se hizo acerca de las causas para extraditar a los jefes paramilitares, no solo habría sido una facultad de la Corte proceder así, sino que por el contrario habría sido una obligación constitucional puesto que la Corte debe ejercer un control de garantías, así no se haya expresado de manera explícita en el Código. Típica posición de un juez colegial, que ayuda a los “compañeritos” en sus maldades, y luego va y los “acusa”.

No es muy diferente la situación de estos señores, con la de los jueces deportivos, que cada vez se encuentran más desprestigiados. De lo contrario, miremos los olímpicos, en donde se cuestionaron a los jueces de judo, de lucha grecorromana, de boxeo, de regatas. Ni hablar del fútbol colombiano, en donde los jueces se han negado a pitarle partidos al Boyacá Chicó, por tanta algarabía de sus directivos –aunque justificada– que partido tras partido arremeten contra ellos. La pregunta siempre será, por qué no se asumen las responsabilidades? Esperemos que nuestros jueces colegiales no encuentren inspiración en ellos en este punto, porque claramente en los últimos meses han seguido los pasos de los jueces de línea colombianos que pitan penales que no son, legalizan goles y anulan otros tantos, sin mayor explicación. Sólo faltaría que se les ocurra la grandiosa idea de dejar de “pitar” en la justicia ordinaria, por el delirio de persecución que los tiene cometiendo error tras error.

Sin duda a nuestros honorables les está faltando madurar institucionalmente y revisar el alcance de sus actos, que supuestamente deben estar en un ámbito distinto al político. De lo contrario, conviene preparar el vestido para empezar a celebrar las fiestas de 15 de la justicia, y rogar porque la madurez llegue pronto, mientras que nuestro superjuez enfila baterías para su próximo éxito taquillero denominado Las Crónicas de Balta-ZAR. Sin duda una producción llena de “recursos” espectaculares.
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domingo, 24 de agosto de 2008

Proporciones matemáticas y manzanas ponzoñosas

Es usual mencionar en las aulas universitarias el popular chiste según el cual si uno está estudiando derecho, es porque realmente nunca fue bueno para las matemáticas. Algunas risillas de complicidad con el profesor humorístico, otros tantos reían porque se sentían identificados, y otros tantos que estaban ocupados en otros quehaceres rieron porque veían a la clase reír y no querían desentonar. Por último, estaba el grupo de los ofendidos que no solo no reían sino que a partir del momento consideraron como enemigo declarado al “calumniador ese”.

No sé en cual de los grupos me ubiqué. Lo confieso. Tal vez mi falta de memoria sobre el evento nos permita concluir que en su momento fui de los que reí por no desentonar. De pronto me enteré del famoso chiste cuando mis compañeros –los ofendidos– lo mencionaban a cada hueco que se nos presentaba, o tal vez porque la gran mayoría de profesores viejitos repetían el mismo chiste en sus clases, creyendo ser la novedad. En ese momento, acepto que pertenecía a los que reían por complicidad.

Traigo esta anécdota a colación por un comentario que recibí recientemente en mi correo electrónico, en el cual una persona que se tomó el trabajo de revisar el contenido del blog en detalle, me mencionó que sería bueno de vez en cuando escribir algo positivo acerca de algo. En mi interior, protesté. “Sí he escrito cosas buenas” me dije en ese momento. Recuerdo muy bien haber felicitado a un grupo de colegas que lograron salir adelante en este discriminante país. Adicionalmente, uno que otro periodista sensato ha salido avante.

Sin embargo, no dejó de retumbar en mi interior el transfondo del mensaje. ¿Será que me he convertido en el Hugo Chávez del mundo jurídico? Será que no existe aquí objetivo diferente que exorcizar a los demonios que me rondan en virtud de mi profesión, lanzándole dardos a todos, a diestra y siniestra, y creyéndome mejor que ellos? La verdad, no creo ser mejor que ellos, pero al menos no manejo una doble moral, como algunos de mis invitados especiales. No obstante, la crítica parece dejar maltrecha a Gaviota, y con razón.

Revisando el historial de ingresos al blog, parece ser que la proporción de picos dados por gaviota respecto del de picotazos es inmensamente inferior. Alrededor del 8 por ciento de frases emitidas por Gaviota son picos, frente un lapidario 92 por ciento de picotazos. Sin duda, mi crítico(a) tenía razón. Pocos picos doy. En efecto, la rata es de 1 : 11,5. Con esto, entre otras cosas, intento desesperadamente demostrar que no soy tan bruto en la matemáticas, o al menos que me tomé bastante tiempo en investigar para descifrar qué significa lo que acabo de escribir. En segundo lugar, le doy la razón a mi crítico(a).

La pregunta subsiguiente es: ¿Y por qué esas proporciones tan demenciales? Podríamos aproximar la respuesta desde el punto de vista que por rating, ya que a los colombianos, y en general a los seres humanos, nos gusta más hablar de la vestimenta horrorosa de la esposa de fulanito, que de los avances en la lucha contra la malaria, y que por tanto intento darle al público lo que quiere leer. Una segunda opción sería por mi carácter belicoso y poco amistoso. Como tercera opción podríamos considerar que culturalmente estoy preconfigurado a ser un mal vecino, mal colega, mal hijo, y echarle la culpa al vecino, al colega o a la mamá. En cuarto lugar, podríamos considerar que tal vez soy el profeta de la verdad, y que en realidad la justicia en Colombia en efecto es una basura, así como la prensa, la política y otros campos que aún no se han abordado. ¿Cuál de esas es la verdadera? De pronto a mis lectores se les ocurran otras diferentes, que espero compartan con todos nosotros, para enriquecer la discusión. Por el momento, se me ocurren estas.

Ante estas posibilidades, creo que conviene realizarme un auto-psicoanálisis para ver por donde es la cosa. Hablo de un auto-psicoanálisis por dos razones fundamentales. En primer lugar, me da miedo ir a donde un(a) psicólogo(a) que de pronto me diga que la culpa de mis problemas amorosos, de salud, laborales y demás, provengan de elementos subconscientes que vienen de mi juventud, y que resultan irremediables porque no los ha logrado detectar. En segundo lugar, podría acudir a los Jueves de Salud en Noticias RCN para que el psicólogo invitado intente explicarme la situación, pero con absoluta seguridad, le consultaría el problema y me diría como al 100% de los televidentes que me antecedieron, que “es importante que vaya donde a un psicólogo para que revise mi caso y me de el tratamiento adecuado”, es decir, que quedaría en las mismas, y me obligaría acudir a la primera opción atrás mencionada, que, como ya dije, no es muy reconfortante.

Analicemos, entonces, la primera opción: Lo hago por el rating. No puedo negar aquí que es reconfortante que alguien diferente a mí mismo lea el blog. En parte, de ahí la idea de tener un counter en la página. Muchos de quienes han leído el blog ha sido porque les he enviado un mensaje de correo pidiéndoles el favor de que lean la página y que me retroalimenten. En este punto, muchos han hecho la primera parte, pero he recibido pocos mensajes o comentarios con retroalimentación. Por gratitud, (y en parte por mejorar mis estadísticas), quiero aprovechar para mandarle un pico muy especial a Pseudo, a Anónimo 1 y a Anónimo 2, quienes han tenido la gentileza de enriquecer esta página con sus valiosísimos comentarios, los cuales aprecio de corazón. Otro pico especial a mi crítico(a) por brindarme sus sinceras opiniones al respecto. 4 picos en un solo ingreso!! Creo que podría ser un record olímpico. No obstante estos argumentos claramente a favor de esta opinión, debemos considerar también que el rating no ha sido un móvil principal. Considero que a pesar de mi tono eminentemente ácido y mordaz, no he pecado por impreciso, al menos hasta el momento. En fin, no estoy denigrando de la gente por denigrar, sino siempre con un fin ulterior que intento dejar entrever en cada palabro que escribo. Ese fin es que las cosas se corrijan. No es simple chisme. Es bonito saber que mis ideas le llegan a otras personas, pero lo más importante es la idea en sí misma. En consecuencia, si estuviera concursando en Nada más que la verdad, habría dejado loco al polígrafo. Estoy como en un 50/50.

La segunda opción que me planteo es: Carácter belicoso. Quienes conocen a la persona detrás de Gaviota, seguramente deben estar diciendo, como en los concursos de belleza: “¡¡Esa es!! ¡¡Esa es!!” Quienes no me conocen, podrán sentir un pálpito instintivo que los lleve a la misma respuesta. En mi defensa, manifiesto, como diría uno de mis allegados: “No es que yo sea belicoso sino que yo simplemente reacciono.” O como dirían los niños de jardín infantil: “¡El comenzó!”. Desde un punto de vista un poco más intelectualoide, diríamos que soy una vehemente antítesis del ejercicio dialéctico cotidiano. En consecuencia, dejaríamos al polígrafo de Nada más que la verdad en las mismas.

Nuestra tercera opción: Resultado de mi entorno cultural. Respecto de esta opción, en anterior oportunidad, cuando le dediqué unas palabras a Florence Thomas, indiqué que nuestro entorno cultural es el de no dejar que otros sean estrellas. En términos menos crípticos diríamos que nuestra cultura es de no dejarse joder (recordemos que según el diccionario de Gaviota, es estrella el que más jode). En esa misma oportunidad utilicé el ejemplo prestado de la primera ley de tránsito, según la cual las mujeres nunca ceden el paso, para ejemplificar mi punto. En esta oportunidad, dejando de lado cualquier criterio sexista, simplemente sintetizo mi idea con la idea de que la urbanidad de Carreño es leyenda en nuestro país. Leyenda en el sentido estricto, y no como denominamos a nuestra miamense, o a Giovanni Ayala. Incluso, he estado tentado en solicitarle a los directivos del Carnaval de Barranquilla para que el próximo año enterremos a Carreño, y no a Joselito Carnaval, que ya este último ha sido enterrado muchas veces. O para no pelear, enterrémoslo para arrancar carnavales, y al final volvemos a enterrar a Joselito. La verdad, no creo que la idea sea de mucha recepción, pero ahí está…

He dicho antes que esta posibilidad implique que mi picoteadera sea obra del mal vecino y del mal colega que aflora en mí. Tal vez. En mi defensa, simplemente aclaro que también soy hijo del país donde está la gente pujante, donde me abrazo con mi enemigo cuando Colombia hace gol, y que se alinea contra Chávez y Correa por ser proguerrilleros. Desde ese punto, consideramos que hay motivaciones nobles y procederes innobles. Otra vez empate. Me voy a inscribir a Nada más que la verdad si alguna vez vuelven a dar una temporada, para ver cómo resuelven el asunto.

Por último, la cuarta opción que nos resta es: la Gaviota Profeta. Confieso que esta opción me resulta repulsiva, no porque no quiera ensalzar el megalómano que hay en todos nosotros, sino porque ustedes ya saber cómo les va a los profetas en su tierra. Si me quejo, sin ser profeta, imagínense cómo sería la situación si me autogalardonara con ese título. Ni hablar. Esta opción queda anulada. ¿Qué diría el polígrafo?

El resultado de este auto-psicoanálisis ha sido desastroso. Conjunto vacío, para ponerlo en términos matemáticos. No concluí absolutamente nada sobre la psiquis de Gaviota Jurídica y el porqué de tantos picotazos. Sin embargo, a mi crítico(a) le debo abonar que este desastroso resultado científico arrojó como resultado positivo que despachara 4 picos, batiendo record olímpico, a quienes me han retroalimentado. En consecuencia, tácitamente he cedido a sus críticas, aunque de manera inconciente. Tal vez debería pedirle la consabida asesoría psicológica a mi lector(a).

Para no defraudar del todo a mis lectores, críticos o no, me permito dar unas explicaciones adicionales a lo que consta en mi perfil del blog. Quiero planear, como gaviota que soy, y volaré contra la corriente, cuanto sea necesario. ¿Por qué volar contra la corriente, y no con ella? La respuesta es jurídica. Cuando asistí a la universidad, me enseñaron en clase de derecho probatorio una famosa teoría (al menos para los abogados) importada –como siempre– del derecho anglosajón. Esa teoría la denominan los norteamericanos como el Fruit of the Poisoned Tree, que en español traduce “Fruta del árbol envenenado”. Sin embargo, como aquí tenemos que hacerle la versión 2.0, otros profesores se refieren a la teoría del la "cesta de la manzana ponzoñosa”. Cualquiera que sea le denominación que se acoja, el resultado es el mismo.

La mencionada teoría se fundamenta en el principio que cuando existen pruebas judiciales recaudadas para un proceso, la ilicitud en la obtención de una prueba automáticamente vuelve ilícitas las pruebas que se hayan obtenido con fundamento en la primera. Es como un efecto dominó. En ese sentido, gráficamente se expone que si el árbol está envenenado, necesariamente la fruta que se obtenga de ese árbol va a estar envenenada. Si se mira como la cesta de manzanas, se observa que si una de las manzanas se pudre, contamina a las demás manzanas de la cesta, hasta tanto no sea excluida del grupo de manzanas que todavía siguen estando comestibles.

En mi defensa, alegó que mi ejercicio de picotazos es ese salto que quiero dar para saltar de la cesta de manzanas ponzoñosas, e intentar salvarme de la putrefacción. Es la labor de empezar a tumbar el árbol envenenado para que deje de producir frutas envenenadas. Si lográsemos eso, muchos de nosotros, aproximadamente 7 de cada 10 aves podríamos extender las alas de la libertad sin temor de ser abatidos por proyectiles o piedras que vienen de aquellos que consideran que la libertad es un simple instrumento retórico para tener tranquilo al pueblo mientras sobre él se ejerce completa dominación. En consecuencia, los Picotazos de Gaviota no son otra cosa que una invitación a mis coterráneos para que despeguen de la cesta, y simplemente planeen.
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jueves, 21 de agosto de 2008

Asuntos de panadería

Años ´90. En resumen, 3 mundiales de fútbol a los que clasifica la selección colombiana de fútbol, de tres posibles. Italia ´90, Estados Unidos ´94 y Francia ´98. Tres clasificaciones logradas por los técnicos Maturana y “Bolillo” Gómez. Para la clasificación al mundial de 2002, se obtuvo un resultado desastroso. Un rotundo fracaso. En ese momento se habló de la aún famosa rosca paisa. La culpa de lo ocurrido, según el análisis de nuestros sabios analistas deportivos, se debió a la falta de renovación, en gran parte a la indisciplina del equipo, pero especialmente, a haberse aferrado a la rosca paisa durante tanto tiempo.

El relevo olímpico no se hizo esperar. En ese momento el testimonio (así se le llama al elemento que se pasan los atletas en las carreras de relevos, como ésta) fue recibido por nuestra clase dirigente paisa, en cabeza del hoy Presidente de la República Álvaro Uribe Vélez. Recordemos que en el 2002 se eligió como Presidente del Congreso a Luis Alfredo Ramos. Entre Uribe, Gallego, “Uribito”, Sergio Fajardo, Ramos y otros tantos dirigentes paisas, se dejó entrever que la famosa rosca paisa seguía vigente, aunque en un ámbito de mayor amplitud, y que genera iguales pasiones.

6 años después, cuando era lema del actual Presidente combatir la politiquería, promover la meritocracia y sepultar a los corruptos, nos encontramos con que ha existido una leve desviación… como de unos ciento ochenta grados respecto de la propuesta inicial. Veamos:

Uribe se hizo reelegir, a punta de desayunos con “rosquillas”, y otros detallitos adicionales que su gabinete supo distribuir adecuadamente para que cambiaran el “articulito”. Entrado en gastos, reeligió –por así decirlo– a su gabinete paisa por otros cuatro años. Adicionalmente quedó claro que los funcionarios interinos nombrados a dedo, como ocurre con muchos notarios, iban a ser “legalizados”. A eso, sumémosle que Vólmar Pérez fue reelegido como Defensor del Pueblo, con intervención del Jefe de Estado, y los Valencia Cossio siguen pululando por todos los cargos habidos y por haber.

Hoy en día, después del fallido referendo que incluía la muerte política a los corruptos, se discuto por parte de nuestros dirigentes, la posibilidad de legalizar las roscas. El “roscograma” es sin dudas, la vagabundería más grande conocida en un buen tiempo, y eso que la competencia es bastante luchada. Ya que no pudieron comerse todas las roscas, aprendieron a fabricarlas masivamente y a patentarlas. El famoso roscograma no es más que la receta para fabricar roscas duraderas. Eso demuestra que en efecto el gobierno de Uribe, que ha tenido muchos aspectos positivos, se encuentra evidentemente desgastado. Están manejando el país, en efecto, como una panadería, y no parece existir alguien que pueda obligarlos a desistir de estas prácticas. Por el contrario, existen muchos que quieren ver en un tercer mandato a nuestro panadero mayor, para volver este un país de buñuelos o de roscones. La rosca parece ser que ya está horneada y lista para ofrecer. Los demás, tendremos que comprarla lo que la inflación permita, es decir, a lo que la rosca del Banco de la República, permita.
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lunes, 18 de agosto de 2008

El porqué de las gaviotas

Hace varios días recibí un correo electrónico por parte de un lector, al cual invité a que revisara el contenido del blog, y que adicionalmente me enviara sus valiosos comentarios. En esa oportunidad, esta persona me mencionó que la idea del blog le parecía interesante, pero que no le gustaba que no firmara el contenido de cada uno de los ingresos con mi verdadero nombre. Algunas personas que saben quién está detrás de estos picotazos, me han hecho comentarios en el mismo sentido.

La respuesta a la pregunta se evidencia por sí misma en el testimonio de otras personas, de mayor importancia en la vida pública del país, pero también un poco menos corrosivos que Gaviota Jurídica. Por no citar demasiados ejemplos, y simplemente con miras a resaltar en negrillas la respuesta, me remito a una serie de hechos ocurridos en la semana que acaba de terminar, en relación con nuestro sanedrín de “honorables”.

Para efectos netamente metodológicos, he optado en esta ocasión por convertirme en un aspirante a glosador de la Sala Penal de la Alta Corporación. Intentaré comentar un poco el comunicado titulado La verdad bajo la niebla que más que una poesía inspirada por Justitia, la diosa ciega así denominada por los romanos, parece un texto en memoria de Jaime Garzón; una exquisita parodia a la integridad de los hombres, y aún mejor, de los hombres dignos. Veamos:

La Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia considera su deber reiterar su indeclinable vocación en el ejercicio de sus funciones constitucionales y legales, como prenda de garantía, protección y fortalecimiento del Estado social y democrático de Derecho, de las garantías fundamentales de los asociados y el cumplimiento de los compromisos internacionales vigentes. En esa dirección declara que:

Me encanta el aparte que se refiere a la indeclinable vocación en la protección de las garantías fundamentales de los asociados. Seguramente Pimiento, Araujo, García, Vives y todo el combo estarán de acuerdo. Es indeclinable vocación fue la que les permitió a ellos coartarle el derecho a la libertad individual a todos ellos (mis datos no son demasiado precisos porque nadie tiene acceso a los expedientes de la Corte, salvo que acredite ser periodista, profesión que no ostenta esta gaviota) y proferir las correspondientes órdenes de captura, que por supuesto, son de carácter excepcional. Sin duda alguna, ha sido esa indeclinable vocación por el respeto a la presunción de inocencia, sobre la cual se sustenta toda la teoría del proceso penal, la que seguramente confundió a los procesados por la Corte Suprema de Justicia. Sin duda alguna no se acordaban de la indeclinable vocación de la Corte por la garantía de sus derechos cuando decidieron renunciar a su cargo como congresistas para evitar el fuero constitucional.

Tan indeclinable esa vocación, como la de protección y fortalecimiento del Estado social y democrático de Derecho. Seguramente quien redactó este aparte del comunicado debió interrumpir su escritura un par de ocasiones para enjugar sus lágrimas causadas por la risa que genera su simple lectura. Sin duda Yesid Ramírez Bastidas, César Julio Valencia y Franciso Ricaurte han sido garantes de la colaboración armónica de poderes (la culpa siempre es del Gobierno, no del Juez). Claro!! Sin duda acudir a la Corte Penal Internacional y a otros organismos internacionales para hacer ver que Colombia no cumple con los compromisos internacionales en materia de lucha contra la impunidad y la criminalidad organizada nos dejó fortalecidas en el escenario internacional. “Esa era la jugada!!”, en palabras de un reconocido locutor de fútbol. Gracias a esa indeclinable vocación es que se solicita que la Procuraduría General de la Nación sancione disciplinariamente a todo quien no de fe del cumplimiento de esta indeclinable vocación, como lo hemos venido observando.

1) La Corte advierte que no va a controvertir opiniones de quienes se han dado en llamar “formadores de opinión”, pero sí los exhorta enérgicamente a cumplir el deber constitucional de ofrecer información veraz, e imparcial, sustentada en el estudio serio, ponderado y responsable de cada tema, como conviene a los elevados intereses de la Nación, sin asumir la posición de contradictor o contraparte que a ningún columnista otorga la Corte.

Sin duda, no es necesario controvertir las opiniones. Es por eso que se profiere un comunicado titulado La verdad bajo la niebla en el que nos “invitan” a brinda información veraz e imparcial. Tenía entendido yo que esa era la función de la investigación de la Corte, la de brindar información seria, veraz e imparcial. Estos tres términos seguramente son los que constitucionalmente debemos cumplir nosotros, como lo hacen ellos. Gaviota Jurídica deberá ofrecer información tan seria como la ofrecida por la Sala Penal cuando manejan expedientes para mostrar y otros para no mostrar. Al menos, esa es la impresión que generan las palabras de Juan Carlos Díaz Rayo, el investigador del CTI que habló más de la cuenta en contra de la seriedad de la Corte y hoy cuenta con su vida acabada.

Sin duda ha de ser veraz el contenido de los informes que debieron elaborar tres veces los investigadores del CTI asignados, porque las primeras dos veces no permitían “joder” (recordemos que son los investigadores estrella) a sus investigados. Es veraz el contenido del tercero, y no el de los otros dos. Por supuesto, la imparcialidad que caracteriza la labor de la Corte es la que permite que ellos se gasten los impuestos que yo pago en tres viajes a buscar desesperadamente testigos, a punta de aguardiente. Esa imparcialidad es la que desde el momento de imponer medidas de aseguramiento les permite a ellos asegurar sin lugar a duda que sus investigados fueron favorecidos sin lugar a dudas por grupos paramilitares.

Si son esos los ejemplos que debo seguir, entonces debo responder a la Sala Penal de la Corte que este formador de opinión (aunque minorista y minoritario) está incumpliendo cada uno de sus lineamientos, lo que me implica ser un violador flagrante de la Constitución. Agradezco, sin embargo, que no me den la suficiente importancia como para controvertir conmigo, porque eso de la controversia, claramente no es propio de las democracias, ¿verdad? Se me había olvidado que la Corte no controvierte sino que compulsa copias para ser investigado. Esto último no fue negado en el comunicado.

2) Para conjurar malintencionados rumores es preciso que la opinión pública sepa que: i) No existe ruptura ni división en la Sala Penal, únicamente posturas conceptuales diversas, como históricamente ha ocurrido en el seno de la Corte y es propio de todo debate intelectual encaminado a enriquecer la literatura jurídica nacional. A esas naturales divergencias se les conoce como “salvamento de voto”, opción que resulta tan normal como la adopción de decisiones unánimes que reflejan y condensan el criterio coincidente y colectivo de sus miembros. ii) En el proceso penal, el cambio o revocatoria de la medida de aseguramiento o la modificación eventual de la calificación de la conducta, es sin duda un evento usual que suele obedecer, no sólo a la lectura jurídica del comportamiento, sino a la aducción de pruebas que obligan a nueva valoración conjunta de los medios de convicción, dentro de la sistemática progresiva que regula en cada estadio procesal la toma de decisiones de fondo, sin que se descarte la concurrencia de posturas antagónicas sobre el tema. iii) No existen radicados ocultos, procesos fantasmas, Si con esas expresiones se quiere significar la llamada “investigación previa”, basta decir que a ellas siempre tiene acceso el Ministerio Público y, esa denominación obedece, por vía general, a la falta de identificación del autor o autores de la conducta o a la necesidad de precisar previamente su carácter de comportamiento punible. En esos eventos, se deja abierta la posibilidad de proseguir en el recaudo de elementos cognoscitivos que permitan acreditar la identidad del imputado para que, obtenida, se avance en la apertura formal del proceso, escenario que abre las puertas al ejercicio pleno del derecho de defensa. iv) La Constitución y la ley reservan a la Corte, desde su posición investigadora, la facultad de disponer la práctica de cuantas pruebas considere necesarias para el cabal esclarecimiento de los hechos y la identificación de sus autores y partícipes. v) Si el proceso de construcción en los asuntos de la llamada parapolítica ha completado dos años de ardua labor investigativa, resulta apenas explicable que con las mismas exigencias se emprenda también la compleja tarea en aquellos alusivos a la farcpolítica.

Este párrafo habla por sí mismo. Realmente, me interesa detenerme en los puntos iii) y iv) porque lo otro me parece tan absurdo, que dedicarle tiempo es perderlo. El tercer punto es una vagabundería. Se hacen los idiotas. Así de fácil. No se está hablando de expedientes no conocidos. Se refiere al expediente 26.625. Luego no es fantasma, ni oculto. Es absolutamente cierto. El punto es que con fundamento en este expediente se hace todo lo que en otros expedientes tardaría mucho más tiempo. Es mejor saltarse la contradicción de la prueba. Finalmente, como el juez de esas pruebas es el mismo que la recaudó, evidentemente siempre van a cumplir con todas las formalidades legales. Tal vez habría que recordarle a la Corte Suprema, que la LEY y la CONSTITUCION permiten a TODA PERSONA que sepa que se le está investigando, intervenir en la investigación y controvertir la prueba. Esto no funciona como los agüeros de los matrimonios en el que únicamente se deja ver la novia en el momento de la ceremonia, porque si se deja ver antes es de mala suerte.

El cuarto literal evidentemente podría ser redactado de una manera menos diplomática, aunque el mensaje sería el mismo: “La Corte hará lo que tenga que hacer”, porque la ley y la Constitución la facultan para ello. Eso es cierto. El problema es que para la Corte, el esclarecimiento de los hechos implica obtener acusaciones y condenas. Al menos, eso es lo que se infiere de Las citas del aguardiente, y de las declaraciones de Díaz Rayo. La Corte, más allá de su retórica de siempre, no ha demostrado que esté realmente haciendo lo que tiene que hacer. Lo que pasa es que en un país en el que nos encantan condenas severas y prolongadas, eso es “dar resultados”, aunque no se conozca la filosofía del derecho penal y procesal penal.

3) La Corte reafirma sin vacilaciones que si algún señalamiento o censura llegare a merecer alguno o algunos de sus miembros, es privativo de la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes, su juez natural, aprehender el conocimiento del asunto, como corresponde según las previsiones de nuestro ordenamiento constitucional y legal.

Ya hemos visto lo efectiva que es la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes, compuesta por personas que no saben nada sobre derecho penal ni mucho menos sobre procedimiento penal.

Estas reflexiones son paréntesis, un alto en el camino para aproximar a la opinión pública a la realidad cotidiana sobre las labores que con denodado empeño cumple la Corte Suprema de Justicia, con irrestricto apego al orden jurídico del Estado y, cerrado ese paréntesis, la proverbial reciedumbre de sus fortalezas y valores continuarán alentándola en su irrevocable compromiso de administrar justicia con reposada y serena confianza.

Este párrafo también lo escribió el mismo del título, es decir, el poeta de la Sala Penal, el bardo de los inquisidores, el juglar del derecho. Dice mucho, y no dice nada cierto. Sin embargo, es bonito.

4) La Corte viene cumpliendo con la extradición y entrega de nacionales, cuando reunidos los requisitos legales ofrece concepto favorable a su concesión.

Situación distinta es que, en ponderación de derechos en conflicto, se haya condicionado a favor de las víctimas, privilegiando los valores de verdad, justicia y reparación que a ellas como a la generalidad del conglomerado social debe dispensarse. En esa aspiración la entrega de connacionales al Estado requirente puede operar, en tanto se garantice la satisfacción plena de tan caros principios.

Eso demuestra que su apego a derecho no es irrestricto, porque no es la Corte quien debe condicionar o no la extradición de las personas. Esa facultad la tiene el Presidente de la República. La Corte solo nos debe indicar si es viable extraditar con fundamento en el delito y adicionalmente, si la persona solicitada sí corresponde a la que se quiere extraditar. No más. Curioso como la visión de la Corte varía dependiendo de lo que quiere hacer ver.

5) La Sala ha solicitado, en dos oportunidades, al Presidente de la República como Jefe de Estado y director de las relaciones internacionales, precisar las razones que determinaron el envío en extradición de un significativo número de violadores del Derecho Internacional Humanitario y los Derechos Humanos, dado que tal determinación puso en riesgo las garantías para la continuación de la investigación y juzgamiento por las macro vulneraciones cometidas en Colombia y la colaboración eficaz con la justicia en aquellos asuntos de la llamada parapolítica a los que concurren como testigos.

Lo anterior porque es de interés jurídico para la Corte, establecer si los incumplimientos que provocaron la entrega de los extraditados, permiten o no a la Corporación, en el marco de la Ley de Justicia y Paz, proseguir en el estudio que le corresponde como juez de segunda instancia, tanto más si se tiene en cuenta que la exclusión de los postulados en tales casos está reservada a las autoridades judiciales.

Es sensata la posición de nuestros juglares del derecho en este punto. Lo que resulta algo ingenuo es pretender hacer ver que por ser ellos la Corte, se les debe brindar las justificaciones que ellos deberán evaluar. Ello no constituye prueba de ninguna clase, y es absolutamente claro que el Presidente de la República no tiene que discutir o rendir cuentas de las razones a nadie, porque es una facultad absolutamente discrecional que se fundamenta en las razones de conveniencia nacional, que sólo el puede precisar para cada caso concreto.

Es cierto, y en eso se debe aceptar la posición de la Corte, que no es coherente la posición del gobierno en materia de la extradición, con el tema de Justicia y Paz y la Parapolítica, y también lo es, que las motivaciones de la extradición tienen tufo de “conejo”, pero de conejo a la justicia. Sin embargo, esas ponderaciones son temas que no son evaluables por la Corte Suprema de Justicia, al menos en ese ámbito, luego no pueden exigir respuestas, porque no tienen el derecho a ello. Resalto aquí, que mi posición sobre la extradición de los paramilitares coincide con la de la Corte Suprema de Justicia (por fin), pero no por ello, debemos inventarnos derechos o potestades que no existen.

Después de analizar esta joya de la literatura jurídica, y revisar las informaciones sobre irregularidades en la Corte, resulta claro que ese “club de justicieros” no cederá, cueste lo que cueste. Es claro, como lo demostró la corporación esta pasada semana, que primer se cae Colombia a nivel internacional, como Estado, que la Corte Suprema a nivel interno. Sin duda, esa es una faceta de la sagrada misión a la que habitualmente hacen referencia nuestros “honorables bardos”. Un verdadero mesianismo a la inversa, donde el redentor vende a sus allegados, y salva su pellejo so pretexto de un fin ulterior, bastante parecido a la Iglesia Católica de la Edad Media, ¿verdad?.
Por eso es que Gaviota es y seguirá siendo Gaviota y no la persona detrás de ella. No soy el único, lo cual demuestra que esta situación no parece ser pasajera. Por eso, seguiremos planeando por el ciberespacio, invitándolos a que se unan en este viaje.
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jueves, 14 de agosto de 2008

Reflexiones sobre las estrellas

El día de hoy parece propicio para revisar concretamente el desarrollo de la Parapolítica y nuestros “honorables”, de la mano con temas como el respeto a la administración de justicia. Personalmente, confieso que no respeto la justicia colombiana. La acato, la cumplo, porque en ello he empeñado mi juramento y por respeto al ordenamiento, como ícono del derecho. Me encantaría tener la facultad de “obedecer y no cumplir”, como hace un par de siglos se hacía aquí en estas mismas tierras. Ahora entiendo por qué la hipocresía se ha convertido en virtud empresarial y profesional. No en vano, los Defensores del Cliente, los Directores Comerciales y los Diplomáticos ganan los sueldos que ganan. Realmente es todo un desafío vender la imagen de que estamos ayudando a nuestro prójimo, mientras realmente buscamos despojarlo de lo suyo para estar mejor nosotros. Debe ser satisfactorio recibir las gracias cuando como contraprestación recibe uno sanciones, detrimento patrimonial o amenazas. Quienes han recibido alguna vez un cobro bancario, probablemente sabrán a lo que me refiero. Supongo que sería como violar a una mujer virgen, sodomizarla mientras se le maltrata verbalmente, y en cambio recibir un “te amo” y un abrazo. Eso requiere habilidad.

Más o menos –exagerando un poco– es lo que nuestros “expertos” dicen que debo hacer con nuestros jueces (ya he explicado por qué no me refiero a la administración de justicia). La diferencia es que una inmensa mayoría de ellos no son hábiles. Por qué, me pregunto yo, es el Magistrado Auxiliar Iván Velásquez el encargado de asumir toda el agua sucia de lo hecho por la Corte Suprema de Justicia? No busco defenderlo. Tengamos claro que “lo aprecio tanto como a una úlcera de duodeno”, citando a uno de mis filósofos de cabecera: Garfield. Sin embargo, es como echarle la culpa al mesero por un plato desastrosamente preparado por el Chef (o cocinero, cuando no han sido picados por el bichito de la megalomanía).

El respeto se gana, y claramente muchos de nuestros jueces no se lo están ganando. Funcionarios judiciales que prejuzgan los casos desde las etapas de conciliación, que niegan pruebas sin fundamentos serios, que motivan sus decisiones únicamente con términos como “resulta obvio”, “es indudable que” y “está plenamente probado” sin mayores planteamientos jurídicos. Es decir, las falacias, por parte de jueces, sí deben ser avaladas. Los invito a que revisen los fallos de casación de cualquiera de las salas de la Corte Suprema de Justicia, para que intenten descifrar cuales son los requisitos para que la Sala pueda observar los yerros de los Tribunales. Pareciera ser que la sabiduría que se requiere para llegar a esos cargos, viene acompañada de ceguera crónica. Normalmente no logran ver los yerros de los Tribunales, es raro que en alguna ocasión vean las inconstitucionalidades en sus pronunciamientos (pregúntenle a la Corporación Excelencia en la Justicia los resultados de sus estudios sobre la Tutela en la Corte Suprema de Justicia), y en el caso de la Parapolítica, se hacen los sordos ante las críticas por irregularidades en la investigación.

Si hay algo que debe legitimar a un juez en su cargo, es el conocimiento jurídico. Se dice, en términos teóricos, que el juez es perito en derecho, y como tal, no requiere que se le pruebe el derecho. No obstante, esto parece hoy en día no ser tan cierto. En la actualidad, la sociedad se enfrenta a monstruosidades jurídicas de gran impacto, y en algunos casos, a otras monstruosidades jurídicas, de impacto no tan grande. Lo importante, dirán ellos, es respetar la independencia de la Rama Judicial, y acatar las sentencias.

Si supuestamente un juez es perito en derecho, ¿qué es lo que debe buscarse en un Magistrado que esté en la cumbre de la Rama Jurisdiccional? Personalmente, considero que la “honorabilidad” (de la que carecen muchos), y la transparencia son los factores claves. Si contaran con estas dos virtudes, no habría necesidad de cuestionar sus actuaciones por mecanismos como este, porque los canales institucionales bastarían. Una persona honorable y transparente es capaz de aceptar que se equivoca. Esta clase de individuos no tienen que pasar la mitad de su jornada laborar defendiéndose de sus propias actuaciones. El juez conoce el derecho, escucha los argumentos y responde mediante un mecanismo dialéctico.

Sin embargo, el método dialéctico poco importa hoy en día, porque lo importante es que el juez es juez, y punto. “El que manda manda, aunque mande mal”. He escuchado a muchos mediocres decir esto, en diversos escenarios. Suelen ser los mismos que un día aman al Presidente de la zona de distensión, y 5 años después niegan haber votado por él, y manifiestan que siempre han sido partidarios de contrario. El método dialéctico exige que anta la tesis, exista una antítesis cuyos argumentos, confrontados con los primeros, generen un resultado decantado. Para la “justicia” colombiana, no. El juez es el único que estudió derecho, y los demás somos idiotas con tarjeta profesional. Por ende, el método discursivo que se sigue ante la justicia es parecido al que se seguía en una novela titulada Hasta que la plata nos separe, donde un personaje de apellido Ramírez le rendía pleitesía a otro que se llamaba Marino. Para dirigirle la palabra a un juez (y más aún a un Magistrado), hay que nombrarlos con el popular “eminentísimo” o “el grande” mientras la visión toma la dirección ascendente, pero sin mirar al rostro porque es de mala educación. Uno es un “pinche” abogado que nada sabe de nada.

Ese es el escenario para los abogados. Imaginen a los que no lo son… Pobres. Tal vez por eso es que la intachable (según muchos) labor de la Corte en materia de investigaciones por la parapolítica se ha visto enlodada por “calumnias” contra su investigador estrella. Es increíble que tan rápido como ellos dictan medidas de aseguramiento y condenas, es como se absuelve al investigador estrella.

Es importante hacer referencia al sustantivo estrella, que en este caso hace las veces de un adjetivo, sin serlo. Nos dice la Real Academia de la Lengua Española (ver http://www.rae.es/) respecto de estrella:10. f. U. en aposición para indicar que lo designado por el sustantivo al que se pospone se considera lo más destacado en su género. Proyecto, juez estrella.” Son catorce las acepciones que acepta la RAE para este término. Sin duda, no contaban con la versión colombiana del término.

Haciendo un poco de historia, podemos recordar a algunas personas a las que se les ha bautizado con esta historia, utilizaremos solo cinco de ellos para ejemplificar mi punto. El primero de ellos hace referencia a José “El Ringo” Amaya, volante estrella de la selección Colombia de fútbol. Su labor defensiva es altamente elogiada por los medios de comunicación (requisito indispensable para ser estrella es ser elogiado por los medios de comunicación) y comanda la línea de contención con bastante éxito. En segundo lugar, encontramos a Iván Mejía Álvarez, comentarista estrella del deporte colombiano, de mucho temple, caracterizado por sus inmisericordes ataques a los directivos deportivos, a deportistas, y a sus colegas comentaristas. A pesar de lo controversia generada, es sumamente distinguido y respetado en su medio.

El tercer ejemplo que utilizaremos el día de hoy corresponde a otra persona que también habla bastante, pero que se caracteriza por oponerse frontalmente al gobierno. Es el caso de Gustavo Petro, senador estrella de la oposición, cuyas denuncias en el Congreso y los vibrantes debates contra miembros del gobierno, han generado ampolla en muchos sectores de este último. En cuarto lugar, nos encontramos con otra persona que genera ampolla al hablar, como es el caso de Rafael García, testigo estrella de la Parapolítica, quien destapó la olla podrida sobre la infiltración del paramilitarismo en las instituciones del Estado, y ha dado lugar a que muchos funcionarios teman ser recordados por él. Nuestro último ejemplo del día corresponde a Juan Manuel Santos, Ministro estrella del Gobierno Uribe II, que a pesar de haber sido autocatalogado en algunos casos como “culipronto”, se ha encargado de liderar los golpes más contundentes que se le han propinado a las FARC en toda su historia.

Todos ellos, extractados de medios disímiles, poseen una característica en común, y es que todos ellos son estrella. Así han sido catalogados por personas diferentes a Gaviota Jurídica. ¿Sin embargo, son lo más destacado en su género? El debate está allí. Sin embargo, efectivamente existe un patrón común entre todos ellos y es la cantidad de estragos que sus obras generan en sus respectivos medios. Propondremos a la Real Academia de la Lengua Española, entonces, que estudien la posibilidad de considerar la acepción a la que aquí se hace referencia. El fundamento es sencillo, y fue recientemente recordado por Alberto Casas Santamaría recientemente en La W, cuando se discutía acerca de lo castizo de Beijing, frente al término original que es Pekín. Recordó Casas Santamaría que el lenguaje es fruto de la costumbre al hablar, y que por lo tanto, si lo costumbre era la de hacer referencia a Beijing, el término sería correcto.

En ese orden de ideas, escribiré probablemente un correo electrónico a la RAE, en el que solicito incluir la siguiente acepción: “15. f. U. en aposición para indicar que lo designado por el sustantivo es considerado el que más jode en su género. Futbolista, testigo, congresista estrella.” Teniendo en cuenta que el diccionario tiene aplicación en varios países, por lo menos vemos que su significado resulta plenamente aplicable en España, donde el actor estrella de la pornografía es Nacho Vidal, quien también es el que más “jode” en su género. Probablemente en algunos meses podré escribirle a Iván Velásquez sin necesidad de ruborizarme al utilizar la expresión de “investigador estrella”, título que sin duda se ha ganado, al menos en Colombia. Tal vez, en contraprestación, me entreguen una mención honorífica como Gaviota estrella, respecto de lo cual estaré inmensamente agradecido.

Remitiéndome a lo que inicialmente comentaba acerca de los sueldos de los diplomáticos, entiendo ahora por qué son tan altos los salarios de muchos de los Magistrados de la Corte, a los que al parecer, incluso les alcanza para invitar a unas copas de aguardiente. Siendo así, brindo por el Investigador estrella de la Sala estrella de la Corte estrella, de Colombia. Son dignos de libaciones y alabanzas por parte de los abogados terrenales, que siempre hemos admirado las estrellas. Sin embargo, yo prefiero admirar y ensalzar los nombres de aquellos que son estrellas, pero por la acepción 10 del diccionario, y no por la 15 (propuesta por esta gaviota). Tal vez en ese sentido estaba pensando el luchador grecorromano Ara Abrahamian, de Suecia, cuando consideró que una medalla olímpica de bronce, derivada de las pésimas decisiones de los jueces de la competencia, era tan legítima que su verdadero merecedor era el suelo y no un gabinete lleno de los más preciados trofeos. No legitimo su grosería, pero la entiendo. Una vez mostrada su inconformidad con los jueces, Abrahamian anunció su retiro. Será que en nuestro caso, también será necesario el retiro cuando el que se equivoca es el juez? Tal vez necesitemos más jueces terrenales y menos estrellas. Ojalá que para seguir buscando a los abogados ejemplares, no tengamos que salir en desgracia a recorrer los países del mundo, por haber sido desplazados por tantas estrellas. Para mis contradictores, les pido que por favor lean el comunicado de hoy (14-08-08) de la Corte Suprema de Justicia titulado “La verdad bajo la niebla”, y me comentan sus impresiones. Sin duda, seguiré tratando el tema en próximas oportunidades.
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jueves, 7 de agosto de 2008

Jaque a la seguridad nacional

El folclore es algo admirable. Permea las actuaciones, las obras y las personalidades de aquellas personas que forman parte de él. Es en cierta forma, como un firma invisible que se encuentra en nuestro espíritu. Es un concepto bello pues no es fácil de determinar. Al igual que la moralidad, no es fácil de definir, pero todo podemos saber cuando estamos o no ante ella. Admito que no me resulta fácil desenvolverme con propiedad en materia de folclore, por lo que he debido acudir a la “ayuda del público”, aunque no para buscar ganarme unos milloncitos sino para reducir un poco mi ignorancia, que es diferente. En otras palabras, busqué en Wikipedia.

Confieso (segunda confesión del día), que he debido leer las páginas un par de veces, y digo las páginas, porque no solo leí la página en español, sino que me he arriesgado a jalarle al spikin english. Como parte de nuestra idiosincrasia, me he trazado la meta de volverme pujante como los paisas, frentero como los santandereanos, y metelón como los vallunos. En resumen, si no me la sé, me la invento. En materia de inglés, esto permitirá al suscrito defender su postura como lo hacen otros tantos de mis compatriotas. Nuestra tradición popular, propia del folclore colombiano diría: lo entiendo pero no lo hablo, o como dirían en otras zonas, ahí chapuceo con el inglés, o el clásico a punta de trancazos, pero le jalo.

Afortunadamente, la chapuceada no fue tan brava, porque la página en español era bastante buena, pero finalmente “se hizo la vuelta”. Entre mucha de la información valiosa con la que cuenta la página de Folclore en Wikipedia en español, observé con detenimiento el siguiente fragmento: “A partir del siglo XIX se emprende la labor de educar al pueblo en su propio folclore, que aparece amenazado de desaparición bajo los efectos de la modernidad y la urbanización. Las campañas de difusión del folclore toman la forma de verdadera propaganda nacionalista, procurando esencialmente hacer resaltar la originalidad y singularidad propias del folclore de cada pueblo, permitiendo distinguirlo de los vecinos y vincularlo a los que, en el contexto de instauración de las identidades nacionales, se designa como sus lejados antepasados.”

Cuando leí eso, entendí por qué instintivamente cuando vi el último reportaje sobre la “Operación Jaque”, mi primera impresión fue la de avergonzarme de nuestro periodismo folclórico. Esa impresión de folclore fue la que me llevó a preguntarme, ¡qué demonios quería decir lo que acababa de pensar! De ahí la razón de la búsqueda. Al finalizar el ejercicio, he podido constatar que en efecto, ese reportaje es folclórico. Lo de la vergüenza era indudable, como también es predicable del reportaje que apareció en la última edición de la Revista Semana titulado “Operación Jaque II”. Respecto de la Revista Semana, no es la primera vez que hacen referencia específica a aspectos concretos de las operaciones, que realmente la ciudadanía no tiene por qué saber. En cuanto a RCN, no solo se ufanan de haber obtenido el video en contra de la orden del Presidente de la República y de la cúpula militar, sino que han hecho todo lo posible por mostrar los rostros de los participantes en la operación. Al menos en ese último punto, la Revista Semana fue un poco más diligente al no publicar las fotos de los dos protagonistas del reportaje, aunque fue lo único que les faltó, porque sí dieron todos los datos necesarios para que los identifiquen y los persigan.

Recuerdo que cuando tuve conocimiento de la Operación Jaque, al escuchar las declaraciones de Ingrid Betancourt, la referencia acerca de una operación de inteligencia perfecta me llevó a pensar que efectivamente se están viendo por primera vez en mucho tiempo los efectos de la inteligencia militar (incluyo aquí a la Policía aunque ellos no sean militares). Sin embargo, parece ser que la labor de inteligencia se quedó a medias, como cuando un piloto es capaz de despegar un avión, pero no de aterrizarlo. La filtración de información con posterioridad a los hechos pone “en jaque” la seguridad nacional.

Para mi adorada Clara Elvira Ospina, confieso (tercera confesión) que no suelo ser tan gráfico en mis picotazos, pero creo que se ha hecho digna merecedora de que su foto apareciera aquí. Ha hecho méritos desde hace algún tiempo. Recuerdo con claridad el momento en que empezó hace un par de años a dictarle cátedra de literatura universal a los escritores invitados en tus reportajes de la Feria del Libro. Su conocimiento es solo superado por su ego, que ha demostrado fehacientemente en cada paso que da. De lo contrario, revisen su forma de mandar en Noticias RCN, donde ya le marcó territorio a los periodistas, se mechoneó con “la Guri” y empezó a implementar el régimen del terror, pidiendo resultados cuantitativos y no cualitativos.

Sin duda, esa imagen es de una musa… musa del folclore periodístico colombiano. Así como en su momento se dijo que el fin del comunismo era cuestión de tiempo, en donde faltaba únicamente que se alinearan los astros para que terminara esa Era, también es ella el ícono de la irresponsabilidad de los medios de comunicación. Es una foto que deberíamos todos revisar para repudiar a aquellos que buscan premios Simón Bolívar, SIP y demás, a costa de revelar detalles de operaciones “secretas”. El truque vale la pena, o no Clara Elvira? Dos premios a cambio de dos muertos (los soldados y policías)? Probablemente la noticia de su muerte hará parte del “Panorama Nacional en RCN”, es decir, será una nota de 10 segundos en todo el día, frente a los 10 minutos que le dedicarán Vicky, “Guri”, Juan Eduardo, y el resto del combo (AYYYY donde no lo hagan…) al merecido premio periodístico.

Siguiendo con la futurología, es probable que un buen día, después del habitual “Buenos días Ana Catalina”, “Buenos días, Carolina”, “Buenos días a todos ustedes (televidentes), y “Buenos días al equipo de RCN que ganó el premio X” y otras tantas “buenas tardes”, durarán unos 2 minutos auto ensalzándose, y seguramente vendrá un “Buenos días Clara Elvira, y Felicitaciones por tan merecido premio”. Seguramente en esa entrevista, nuestra cultísima directora de noticias confesará que cambiará el libro que salvaría del diluvio (probablemente alguno suyo), para llevarse el premio conseguido. Acto seguido, se enclaustraría en una cueva y lo consentiría con sus dedos mientras pronuncia “Maii Prechoussss” (en spikin english) o “Mi preciooooossso”. Después de terminar el diluvio, saldría de su cueva convertida en nuestro Gollum (Señor de los Anillos) criollo. Parte de nuestro folclore.

Como decía antes de meterme en labores de futurología, Clara Elvira se ha constituido en el ícono de la prensa irresponsable, incluso por encima de otros tantos que han trabajado fuertemente por obtener este reconocimiento. Miremos esto desde un punto de vista jurídico. Hay Libertad de Prensa (cierto). Hay derecho a la intimidad (cierto). Hay derecho a mantener reserva de fuentes por parte de la prensa (cierto). El pueblo colombiano tenía el derecho a conocer los pormenores de la Operación Jaque (Falso). El video de la Operación Jaque, desde el momento en que se tuvo conocimiento de su existencia, era un bien de dominio público (Falso). El derecho a la información está por encima de la Seguridad Nacional (Falso). Si debido a la pésima labor de distorsión de los rostros de los participantes, llegase a morir alguno de ellos, cazado por la guerrilla, existe responsabilidad por parte de los medios (¿?). Jugando a la futurología, creo anticipar la respuesta de la prensa. Jugando al abogado, considero que la responsabilidad es evidente, partiendo de la “chibchombianizada teoría del riesgo”, que básicamente implica que al haberse creado un riesgo antijurídico a una persona, por el hecho de haberlo creado o haberse aprovechado de él, debe responder por los daños causados.

Desde el punto de vista penal, la discusión también existe, pero probablemente nadie la dará, porque nadie querrá darla. Dejo sembrada, sin embargo, la duda. A Clara Elvira, un llamado a que se baje de la nube de su autoenamoramiento y mida las consecuencias de sus actos. Burlar la seguridad nacional no es algo de la cual deba uno vanagloriarse. Me atrevería a decir que uno de los candidatos para ser el libro que ella salvaría del diluvio (todavía no se ha ganado el premio) debe ser “A sangre fría” de Truman Capote. Como intercambiar el dolor de otros por la gloria propia es una labor que muchos elogian en nuestra sociedad actual. Muchos de estos, con ínfulas de ser los más cultos del mundo, son de los que probablemente acuñarán el conocido refrán que hoy en día circula por Internet que dice: “Crustáceo decápodo que pierde su estado de vigilia, es arrastrado por el ímpetu marino”.

Nosotros, no sé si más o menos folclóricos, pero sin duda menos cultos, probablemente conviene que sigamos acuñando el popular “Camarón que se duerme se lo lleva la corriente”. Hoy en día me pregunto si Clara Elvira, ante el evento potencial de revivir el diluvio, se salvaría ella en vez de intentar salvar a otros más. La respuesta a esa pregunta, es la misma respuesta que marca los derroteros de su ejercicio profesional. Buena noche, y buen dormir…
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miércoles, 6 de agosto de 2008

Sobre la discriminación sexual

En anterior oportunidad he manifestado mi pensamiento acerca de aquellas personas que so pretexto de un fin noble y justo, se valen de instrumentos no tan nobles para llegar a esa finalidad. Nuestro más reciente ejemplo tocó a Diego Palacio Betancourt, como una muestra de lo que no se debe hacer como funcionario público. Igualmente vimos el caso de la marcha del 20 de Julio, en el que nuestro caballito de batalla, que era la libertad de los secuestrados, se convirtió en una muestra de “Colombiamoda al parque”. Ante un fin noble, unos métodos “muy fashion”, “muy chic” pero poco nobles.

Hoy retomaremos el tema, pero desde una óptica diferente, que tiene íntima relación con la discriminación de nuestra sociedad hacia varios de sus componentes. En el ingreso anterior, nos referimos a cómo la valentía de tres de mis colegas los ha llevado a perseverar en esta jungla del derecho, y cómo vencieron a la discriminación para salir adelante. El día de hoy, entonces, habrá un sancocho de opinión. Para ponerlo en términos jurídicos, esto significa que “se realizará un ejercicio ecléctico de dos sistemas independientes y autónomos de conocimiento”, o mejor aún, “se abordará una digresión acerca de la naturaleza jurídica de esta novedoso campo transdisciplinario”. En fin, un sancocho.

Mi invitada de honor es la conocida Florence Thomas, coordinadora del grupo mujer y sociedad, Psicóloga con magíster en Psicología Social, sin duda es una persona altamente preparada y transparente en su forma de pensar. No obstante, la señora Thomas tiene un serio problema con el sexo masculino que la ha llevado, de ser una protectora de la mujer en la sociedad actual (con rezagos importantes de una sociedad enteramente machista), a ser el verdugo del sexo masculino, de forma tal que cualquier comentario u opinión que pueda implicar que hay algún hombre mejor en algo, que alguna mujer, es constitutivo de herejía.

Por razones netamente procedimentales, y para efectos de un mejor entendimiento con mi invitada de honor, procederé a responderle en un lenguaje parecido al que ella utiliza, para efectos de evitar ser tildado de discriminador, excluyente, machista en la escritura y consecuentemente, hereje. Ahí va:


Gran pesar evidencio al ver nuevamente cómo una de nuestras grandes columnistas persiste en su despiadado ataque dirigido hacia el sexo masculino. En su columna del día titulada “¿Y qué no se ha preguntado María Isabel?”, otra muestra más de su movimiento antifálico y anti cualquier cosa que perdone al miserable portador de pene, la emprende contra la periodista y columnista María Isabel Rueda. La razón: la recomendación de María Isabel Rueda al Congreso de no perder el tiempo con las reivindicaciones de las mujeres.

Si consideramos el título, es decir, el portador del mensaje de lo que tratarías en tu columna, observamos el desprecio en su significado. Ese desprecio del cual fuera merecedor tu antiguo amigo, el poeta nadaísta, por osar decir que prefería una mujer tierna, bella y frágil, y no a las todopoderosas que tu promocionas. Tal vez no es apropiada la posición de María Isabel en sugerir que se cumpla las disposiciones constitucionales sobre igualdad de género. Tal vez lo correcto sea legislar a favor de un género que ha dejado de ser desprotegido legalmente desde hace mucho tiempo, e imponer mayores cargas al hijo de Adán, so pretexto de reivindicar a la mujer.

Recuerdo las palabras que escogiste para desarrollar tu idea. Hablaste de reivindicación, cuando quizás te referías a la capitalización, y exiges rigor periodístico cuando careces de él. Lo confieso Florence, que no soy ejemplo de rigor periodístico y por eso me escondo detrás de un seudónimo que representa la libertad de expresión de la que carezco en otros ámbitos, porque personas como tú y otros tantos en este país que risiblemente se denomina democrático, atacan miserablemente a quienes osamos pensar por nosotros mismos, así implique oponemos a ellos. No te sientas aludida, no eres la única.

Es curioso que una persona que luche por la reivindicación de la mujer, sea la primera en descalificar la opinión de una de ellas. Tal vez en materia de paradojas no sea muy docto, pero la lógica es parte de los fundamentos de mi profesión. Cuando reviso frases como “yo, de lo que no sé no hablo y creo que se ha hecho notorio en las columnas mías de este diario. Hablo con seguridad de lo que sé y de mujeres yo sé. No todo, pero luego de 30 años de reflexión e investigación sobre el tema, sé algo del universo femenino; sé algo de la existencia de las mueres colombianas, de sus vidas, de sus necesidades, de sus duelos y de su formidable valentía. Para saber de mujeres no basta ser mujer. Y María Isabel, lo siento mucho, pero de mujeres no sabes gran cosa. Entonces, ten el rigor periodístico de no hablar de ellas.”

Sé que no soy mujer, y sé que no tengo 30 años de experiencia en el tema, pero también sé que argumentativamente, eso no te da ninguna ventaja. Conozco, porque mis pocos estudios me han obligado a adentrarme en las técnicas argumentativas, que la apelación a la autoridad, es una falacia argumentativa clásica. Esto significa, Florence, que aunque crees demostrar algo, no demuestras nada. Luego aparte de lograr ensalzar tu ego un poco más en tu columna, no has demostrado que sabes más que María Isabel. Sí has demostrado, en cambio, que haces cosas que no sabes hacer, como es contra-argumentar. Y también es claro que hablas con propiedad de los hombres colombianos, o los patriarcas, como tú nos llamas, cuando ni eres hombre, ni naciste en Colombia. Pero no te preocupes Florence, tal vez tengas razón y el saber de mujeres colombianas implique necesariamente que sabes de hombres colombianos también. Por lo menos, reconozco el valor de muchos de tus aportes, cuando se restringen al aspecto netamente profesional.

Sin embargo, debo aceptar que has sido parca en las referencias de tus conocimientos. Sin duda has demostrado conocer de táctica deportiva; has optado porque no existe mejor defensa que un buen ataque, y lo has puesto en práctica con creces. También conoces de historia universal cuando hablas de las luchas de las mujeres respecto de los hombres en materia de política y de derechos universales. Es cierto, aunque tal vez de manera un poco picaresca omites referirte a ejemplos terribles del poder femenino, como es el caso de Cleopatra, Catalina la Grande, Isabel I de Inglaterra, o ejemplos modernos como el de Hillary Clinton, que soportó la infidelidad por la ambición de poder, o el de Yolanda Pulecio, que casi logra acabar políticamente con dos países, y no fue capaz de dar las gracias al Presidente Colombiano cuando le devolvieron a su hija.

Tal vez esa falta de delicadeza es una de las prerrogativas a las que tienes derecho tú y quienes piensan como tú, y por eso es que en la calle, no encontrarás muchas mujeres que le cedan el paso a alguien (hombre o mujer), prefiriendo chocar contra él o ella, y despedirlo con un “imbécil” en vez de un “disculpe”; esa es la primera ley de tránsito, diría un amigo mío. Sin duda cobra sentido el porqué cuando se viaja en bus (no sé si de esto también sepas), encontrarás a la mujer que choca y pelea con los demás por un puesto, pero cuya valor cívico hacia sí mismas nunca no se ve recompensado hacia los demás cuando se requiere que cedan su silla a otra persona. Te advierto que no es procedente traer a colación la Urbanidad de Carreño aquí, pues son estas mismas normas sociales que tú detestas, las que has combatido para reivindicar a la mujer.

Te dejo el interrogante, pues tu que eres conocedora de la mujer colombiana, podrás responderme a esta inquietud sin la menor duda, y mientras tanto, te invito a que te des un paseo por las aulas universitarias, en facultades de comunicación social, derecho, ciencias políticas y psicología, para que verifiques por ti misma el acceso de las mujeres a la educación superior. Espero que en ese momento, me puedas responder si te sientes tan discriminada, o si no descansarás hasta vernos a los “monstruos del falo” por fuera de ellas.

Te agradezco, en adelante, que revises las normas constitucionales sobre la igualdad, e intentes interiorizar un poco su contenido antes de preparar de preparar las estacas y quemar a las herejes que consideran que lo importante es el equilibrio en materia de géneros, y no el clientelismo de géneros. Sé que eres demasiado inteligente y demasiado valiosa como para caer en técnicas propias de Chávez y Correa, de buscar un enemigo externo para justificar mi propio actuar. Finalizaste tu regaño a María Isabel Rueda, diciéndole que “la democracia sin las mujeres no anda”. Yo a eso le agregaría respetuosamente, que la democracia sin hombres tampoco es democracia.
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lunes, 4 de agosto de 2008

Buena esa, colegas

Hoy, me gustaría hacer referencia a un par de artículos contenidos en las ediciones de El Espectador del día 03 de Agosto y 04 de Agosto de 2008. En la primera de ellas, titulada “Un abogado de cien años” se hace referencia a la vida de mi colega, Jaime Arroyave Naranjo, abogado de 100 años de edad, que vive en Armenia y que aún hoy litiga, acumulando día a día una larga historia de anécdotas que involucraron a importantes figuras como Germán Arciniegas y Jorge Eliécer Gaitán. A él, mis respetos, por ser ejemplo de que las personas no son útiles hasta cuando los demás les dicen que son útiles, sino hasta cuando su propio espíritu les dice que lo son. Casos como el suyo son ejemplo de vida y ejemplo profesional para muchos de nosotros, que tras algún tiempo de estar ejerciendo la profesión, consideramos que hoy en día no tiene sentido, o que mejor es dedicarse a otra cosa. Me incluyo dentro de los primeros, por razones que ya he tenido la oportunidad de exponer aquí.

No obstante, comparto con Arroyave su vocación de persistencia. Si bien no tiene sentido, si bien esto está lleno de incoherencias e injusticias, así es la vida y de eso se trata la profesión, de usar la ciencia y la retórica para intentar ejercer la profesión de la mejor manera. Un profesional como él me permite pensar que definitivamente la vida –y el desempeño profesional– no es como una carrera de 100 metros planos, sino más bien como la maratón que requiere disciplina, ritmo, preparación y constancia. Valdría la pena que muchas de nuestras facultades de derecho repasaran constantemente entre sus alumnos los textos sobre ética profesional, sobre la razón de ser de los abogados, y con esa claridad, enseñar –ahora sí– las leyes. No me cabe la menor duda que muchos de nuestros colegas son “torcidos por convicción”, otros tantos son “torcidos por elección estratégica”, pero muchos otros son “torcidos por falta de formación”.

Confieso que no conozco la trayectoria profesional del Dr. Arroyave, no sé si será un genio del litigio o no, pero sí reconozco su entrega al oficio, y resalto su independencia intelectual. No es fácil salir adelante en este país cuando a los 40 años uno está viejo para acceder a un trabajo, y a partir de los 60, ya uno es tildado de loco. En algunos casos, los personajes se lo merecen, pero no por su edad, sino por su demencia perfeccionada y potencializada con el tiempo. No es fácil como persona mayor vivir la vida a plenitud, cuando la familia comienza a cotizar hogares geriátricos cuando uno todavía se siente útil. No es fácil ser feliz en edades crepusculares cuando aquí se mira la labor a los ancianos como una carga para el sistema pensional, y no como los gestores de lo poco bueno que somos o alguna vez fuimos.

Por eso es que el ejemplo de este abogado quindiano es tan importante para nosotros, porque entendió que su vida es su vida, y que la felicidad de él depende únicamente de él. Libertad e independencia forjadas por su propia mano, convicción profesional e inquietud intelectual son lecciones que ojalá podamos todos poner en práctica, pero no solo respecto de nosotros mismos, sino también de nuestros mayores. Debo confesar aquí que aparte de mis padres –por supuesto– las tres personas que más influenciaron mi vida (para bien), han sido personas que me llevan casi 60 años. Al escribir estas palabras de reconocimiento a Jaime Arroyave Naranjo, les extiendo el reconocimiento a ellos tres, quienes fueron y son muestra fe arete (virtud), aunque en otros campos diferentes.

Como comenté al principio, el 04 de Agosto de 2008 se escribió otro interesante artículo titulado “Sorda y ciega, pero justicia” en el que se presenta la historia de dos colegas, Soledad Castrillón y Reinaldo Gómez. Ella es sorda y él, ciego. En ambos casos, la lucha contra los prejuicios y perjuicios fue difícil, hasta el punto en que el simple hecho de estudiar derecho, como cualquier de sus condiscípulos era parte de una labor titánica. No obstante, admiten los dos juristas que hoy laboran en la rama jurisdiccional, contaron con apoyo importante de dos personas que les permitió llegar a donde han llegado. De una parte, el abogado Aldemar Muñoz, y de otra parte el Honorable Magistrado (por diversos testimonios que poseo, y por el estudio de su obra, para que este “honorable” sí era honorable) Ricardo Medina Moyano.

Es increíble que 17 años después de la entrada en vigor de la Constitución de 1991, esta clase de historias sigan siendo noticia. La Constitución es absolutamente clara en desechar cualquier forma de discriminación negativa. Sin embargo, ese saludo a la bandera, claramente se quedó en eso. De lo contrario, ejemplos como el de Soledad Castrillón y Reinaldo Gómez no tendrían porque llegar a las primeras páginas de un diario de circulación nacional. Me adhiero al pensamiento expuesto por Natalia Springer en su columna de hoy en el diario El Tiempo (ver “Racista hasta los huesos”, que demuestra con creces, que este es un país que discrimina, que llora por unos y a otros los esconde. Cuando digo “país”, me refiero al pueblo colombiano, que le encanta, por regla general, sentirse más grande que el vecino, más inteligente que el hermano, y más guapo (o guapa) que sus amigos. Esa mentalidad es la que ha obligado a que en muchos círculos se diga que Correa debe arrodillarse ante nuestros pies y pedir perdón por insolente, mientras que acto seguido, acudimos a lo que dice Uncle Sam y Europa, para ver si somos merecedores de una galleta, o si debemos recibir dos palmadas en el hocico por obrar indebidamente. En otras palabras, primero discriminamos a quien consideramos inferior a nosotros, para luego autodiscriminarnos ante otros, quejándonos luego de por qué en España maltratan a los suramericanos.

A ellos, mis respetos porque han debido minimizar la adversidad y optimizar sus capacidades para efectos de ser aceptados en nuestro medio como pares. La tenacidad de espíritu y el coraje para enfrentar las burlas, la discriminación y la mala energía de los demás, no es algo que todas las personas posean. Por esa razón, la lección que nos dejan Soledad y Reinaldo es la de aquellos que trascendieron con determinación y esfuerzo, situación que hoy en día no es fácil de encontrar entre nosotros. La falta de confianza en nosotros mismos, la creciente competencia profesional y la evidente mala fe de muchos profesionales del derecho son factores que generan temor, duda y falta de fe en el medio, y en nosotros mismos. Estos dos colegas, al igual que el Dr. Arroyave, son ejemplo, no solo para nosotros, sino también para un selecto grupo de “honorables” que pudiendo ver, no ven; que pudiendo oir, no oyen; que pudiendo ser justos, no lo son.

Gracias, Jaime, Soledad y Reinaldo, por sus valiosos ejemplos de vida. “Pico” para ustedes, y “pico” para El Espectador, por finalmente dar un paso diferente al amarillismo habitual que encontramos en nuestra prensa.
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