viernes, 30 de abril de 2010

Elecciones Presidenciales I: Juan Manuel Santos


Anotación Previa

Como he anunciado vía Google Buzz y Facebook, ha llegado el momento de analizar uno por uno a los candidatos presidenciales (los 6 principales), y sus respectivos programas.  Iniciaré por el heredero del Presidente Uribe, el hombre que antes de lanzar su campaña presidencial ya lideraba las encuestas de intención de voto.  Dejaré como último a mi candidato preferido, por quien voy a votar en primera vuelta, es decir, a Germán Vargas Lleras.  Iniciemos esta serie de ingresos, con Juan Manuel Santos.

El candidato

Juan Manuel Santos es de aquellas personas que ‘nació para ser Presidente’.  Su ascendencia, su enfoque educativo y su trayectoria en el sector público y privado así lo demuestran.  Es una persona con objetivos claros, que le han permitido culminar exitosamente dos carreras (Economía y Administración de Empresas), con varias estudios de postgrado, en materia de diplomacia y periodismo.  Doctor honoris causa, ha cumplido funciones a nivel del gobierno como Ministro de Comercio Exterior, Ministro de Hacienda, Ministro de Defensa.


Imagen tomada de:  www2.esmas.com 


Santos ha sido el claro jefe visible del Partido de la U, principal soporte del Presidente de la República actual en el Congreso. También ha fundado y dirigido la Fundación Buen Gobierno, y se ha desempeñado en otros importantes cargos en el sector privado.  Su apellido, en Colombia, es sinónimo de poder.  Descendiente del expresidente Eduardo Santos, ‘hijo’ del diario El Tiempo, el más poderoso e influyente del país durante largo tiempo, ha vivido la política y el periodismo desde su nacimiento.

Ha sabido capotear dificultades con habilidad, empezando por el hecho de que su primo Francisco Santos se le hubiera atravesado en el mundo político de manera inconsulta y sorpresiva.  A pesar de ello, supo ganarse la confianza de Álvaro Uribe, como en su momento lo hizo con Andrés Pastrana, y ha sido líder indiscutible de los diferentes estamentos que conforman la seguridad del Estado.

Es la primera vez que Santos se enfrenta a un proceso de elección popular, aunque ha manejado el asunto como una persona experimentada.


El programa

Quien ingrese a la página del candidato Santos encontrará que su plan de gobierno se encuentra descrito en 109 puntos, organizados por diferentes temas.  Se le permite al lector acceder a 4 documentos en formato .pdf.  Estos documentos son los planes de educación (1), trabajo (2), seguridad (3), y el plan de gobierno completo (4).  Sin embargo, esta gaviota intentó acceder a todos ellos para revisarlos detenidamente, por medio de dos navegadores de Internet diferentes, y no fue posible acceder a estos documentos.  Por ello, el análisis del programa se limitará a los enunciados que se encuentran previstos en los 109 puntos.

Entidades de Gobierno a crear por el gobierno de Santos: Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio; Ministerio del Trabajo y el Desarrollo Laboral; Ministerio de la Salud y la Vida Sana; Ministerio del Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible; Ministerio de Justicia; Comisión Reguladora del Sector Transporte.

En consecuencia, si llega a ser Presidente, Santos va a volver a separar los mismos ministerios que el Presidente Uribe unió.  ¿Eso es no echar para atrás?  ¿O es que el Presidente Uribe se equivocó?  Este aspecto no ha sido seriamente cuestionado al candidato, quien ha manifestado como uno de sus lemas, que retroceder no es una opción.  Además, se cuenta como novedad la comisión reguladora del sector transporte.

Es muy importante destacar el papel que juega el concepto de ‘buen gobierno’ en el plan de gobierno de Santos.  Como él mismo lo ha manifestado, no en vano ha creado y liderado durante largo tiempo la fundación que lleva el mismo nombre, y cuyo objeto puede ser consultado en la página web de la Fundación Buen Gobierno.  Lamentablemente, en el desarrollo de los puntos, se queda el buen gobierno como un enunciado que ya está dado, y no se explica cómo se habría de implementar el buen gobierno en sus programas de gobierno.  Sin embargo, la idea por sí misma debe ser destacada.

Como era de esperarse, lo más fuerte del programa de Santos es lo relativo a defensa, y sorprende ver la importancia que le concede al tema de salud.  Sin embargo, temas como el deporte, el problema pensional y las relaciones internacionales son olímpicamente omitidas por el candiato, lo que resulta inexplicable, teniendo en cuenta que el mayor riesgo que se siente con su campaña son precisamente las relaciones internacionales.  En vez de afrontar esta debilidad, el candidato Santos la omite.

Al revisar el programa de Santos, encuentra uno que muchos de los 109 puntos están lleno de ‘frases célebres’.  Realmente, no son muchos los ‘desarrollos’ programáticos que pueden verse en su página web www.juanmanuelsantos.com.  Para efectos ilustrativos, me permito citar uno de los puntos contenidos en la página, que permite ejemplificar mi punto:

56. LOS ABUELOS SABRÁN QUE NO LOS OLVIDAMOS
Avanzaremos hacia un sistema pensional incluyente, con beneficios para muchos más colombianos. Nos ocuparemos de la población de tercera edad más pobre y vulnerable con recursos del presupuesto nacional, pero sin desincentivar la cotización y la formalización.

En materia de cifras, es valiente en materias como el empleo, donde se trazan metas claras, así como en lo relacionado con el tema de vivienda e innovación.  Es claro del programa de Santos que se va a seguir impulsando la economía colombiana mediante la explotación de los hidrocarburos, el fomento del turismo y atrayendo inversión extranjera.  En ese sentido, parece ser fiel a la propuesta del Presidente Uribe.


Los debates

Definitivamente, el fuerte de Santos no es hablar en público.  Si bien demuestra una serenidad envidiable al momento de afrontar cualquier clase de comentario, pareciera que no tuviera la claridad de lo que fuera a decir.  Contrastado frente a los puntos que aparecen en su programa, es claro que sus manifestaciones al interior del debate son consecuentes con lo mencionado.  En ese sentido, es importante abonarle el factor de coherencia en su discurso.

Santos ha logrado transmitir al público que es una persona preparada y con una trayectoria pública exitosa.  Esto último es de vital importancia al momento de capturar electorado, sobre todo, entre quienes buscan depositar un voto útil (es decir, que pueda desequilibrar la balanza a favor de alguno de los candidatos de punta).  Esa preparación en diferentes campos como la hacienda pública, la economía, el comercio exterior, la política pura y la seguridad, lo posicionan como una persona capaz de manejar el país.  Este elemento casi se ha dado por descontado, y tan solo en el último debate, el candidato Germán Vargas Lleras cuestionó sus resultados como Ministro de Comercio Exterior y como Ministro de Hacienda.  Los cuestionamientos como titular de la cartera de defensa siguen a la orden del día, pero Santos ha sabido minimizar su trascendencia.  Eso dennota habilidad.

Algunos electores no podemos desconocer la actitud soberbia del candidato Santos al momento de iniciar la tanda de debates, negándose a asistir a unos debates cuando se encontraba sólido en la punta de las encuestas.  Esa soberbia ahora que intenta acercarse al público, puede resultar costosa.

Habiendo tenido algunas situaciones comprometidas en los debates, afrontando ataques de Noemí Sanín, logró apostar en el momento adecuado, deslegitimando a su contendora.  No ocurrió lo mismo en el caso de Pardo, en donde fue seriamente cuestionado por una de sus salidas en falso.  Esto último ha sido una de las críticas más fuertes a Santos como ministro.  Haber celebrado el fallido golpe a Chávez en Venezuela, sacar declaraciones en las que se excusa por ser ‘culipronto’, o las acusaciones a Pardo, en su momento, han constituido escenas bochornosas que preocupan.  No es lo mismo cometer esa clase de errores como Ministro, que como Presidente de la República.

No ha salido como ganador de los debates, porque no ha logrado transmitir proyectos de gobierno propios.  Su desmedida lealtad hacia la figura del Presidente Uribe lo muestra como un continuador del mandatario actual.  El problema es que esa misma lealtad fue profesada hacia Pastrana, y otros más.  Esa capacidad de cambiar de parecer genera cierto temor hacia lo que ‘realmente’ haría si llegara a la jefatura de Estado.  Todavía no se ha aclarado si Santos sí buscó pactos con la guerrilla para derrocar a Samper.  Este episodio turbio, genera dudas que no ha logrado despejar Santos en los debates.

Sería bueno que Santos desarrollara programáticamente la prosperidad democrática como un proyecto propio, y no como un apéndice de la seguridad democrática de Uribe.  En los debates, pareciera que siempre se enfocara en explicar la seguridad democrática, y no en explicar el alcance real de su prosperidad democrática. 

Adicionalmente, ha debido enfatizar mucho en su capacidad para formar buenos equipos de trabajo.  Esto último lo ha mencionado, pero tibiamente.  A diferencia de Mockus, en donde no es claro cómo y con quién gobernaría, Santos tiene experiencia en montar y desarrollar proyectos exitosos, tanto en lo público como en lo privado.  Ese factor diferencial debería explotarlo más.


¿Sabía usted?

En la página oficial de la campaña de Juan Manuel Santos, hay noticias que no han sido debidamente difundidas, y que conviene mencionar a los lectores de este espacio.  Me he encontrado con algunas sorpresas, por lo trascendente de la noticia, y que ha pasado desapercibida ante el mediocre cubrimiento por parte de los medios.  He aquí algunos datos que probablemente usted no conocía:

a.        Santos planea que la Fiscalía sea parte del Ejecutivo, y por ende, dependa del Presidente.
b.        La meta de Santos para el desempleo al final de su eventual mandato (2014), es estar por debajo del 9% en el indicador de esa materia.
c.        Santos propone regular lo relativo al sector salud mediante la expedición del Estatuto Único del Sector Salud, que unificará la normatividad existente.
d.       Se proponen incentivos para el crecimiento de la industria del entretenimiento.
e.        Fija como meta la reforestación de 100.000 hectáreas por año.
f.         Santos considera que el sector financiero colombiano (bancos, aseguradoras, fiduciarias, entre otros) se encuentra adecuadamente regulado y supervisado. 


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domingo, 25 de abril de 2010

Sobre la intervención en política (continuación)

El Presidente Uribe participa en política. Participa activamente como portavoz de la campaña de Juan Manuel Santos. Ejecuta ataques a otros candidatos, principalmente Mockus, y es generoso en el reconocimiento de las bondades de sus políticas que habrían de ser replicadas por Santos. Claro, y hace otras cosas más.

Respecto de esto último, he tenido la oportunidad de revisar la entrada titulada “¿Dónde está el Procurador mientras Uribe hace campaña?” escrito por Camila Osorio Avendaño para el portal Lasillavacia.com. El escrito inicia señalando que la ley es muy clara en cuanto a que el Presidente no puede participar en política. Básicamente, hace referencia a dos cuerpos normativos: La Constitución de 1991 y la Ley 734 de 2002 (Código Disciplinario Único).


Hay, sin embargo, varios problemas desde el punto de vista estrictamente jurídico. El primer problema, y más grave de todos ellos, es la desafortunada redacción del artículo 127 de la Constitución, cuyo contenido cité en “Sobre la intervención en política”. Revisando la norma, encuentra uno que se hace una expresa prohibición para participar en política a servidores públicos que ejerzan funciones. Para efectos metodológicos, se señalará la clase de funciones, y mi opinión personal acerca de si Uribe encaja allí, o no:

- Rama Judicial (No encaja)
- Órganos Electorales (No encaja)
- Órganos de de control (No encaja)
- Órganos de Seguridad (No encaja)
- Fuerza Pública (No encaja)

Visto lo anterior, conviene remitirse al inciso tercero del artículo constitucional, que establece una prohibición genérica de participar en política, de conformidad con una Ley Estatutaria que no existe. En consecuencia, no existe prohibición constitucional expresa. Más adelante, el mismo artículo 127 regula expresamente desde cuando podría intervenir el Presidente o Vicepresidente en las campañas presidenciales cuando presente su nombre como candidato. Nuevamente, se remite a la ley estatutaria inexistente para el manejo de lo demás.

Esto permite demostrar que cualquier concepto de técnica legislativa que pudiera existir en el país, ha quedado en el pasado. Aquí se redactan normas casuísticas, y solo sirven para los casos específicos allí, previstos. No sirven para nada más. Quienes no se encuentran en ese caso, no cuentan con norma aplicable. Además de este patético caso, basta revisar la normatividad constitucional en materia de pensiones. Es una verdadera vergüenza. Invito, para quienes quieran hacer esa revisión, a que se revise la redacción original del artículo 127, para revisar cuáles fueron los cambios introducidos, y cómo se introdujeron. No obstante, no se hará aquí ese ejercicio por razones de espacio.

Intentando desentrañar la claridad que aparentemente ve la periodista Osorio Avendaño, conviene remitirse ahora, al Código Disciplinario Único, Ley 734 de 2002. En efecto, los numerales 39 y 40 del artículo 48 de la Ley prevén las faltas disciplinarias así:

39. Utilizar el cargo para participar en las actividades de los partidos y movimientos políticos y en las controversias políticas, sin perjuicio de los derechos previstos en la Constitución y la ley.
40. Utilizar el empleo para presionar a particulares o subalternos a respaldar una causa o campaña política o influir en procesos electorales de carácter político partidista.

Siendo estrictos, Uribe no ha hecho nada de esto. Lo que ha hecho, y lo ha hecho mucho, es opinar sobre la importancia de continuar con sus políticas, de respaldar estos proyectos (los suyos), y ha hablado sobre la ‘competencia’, sin tapujos. Eso ha hecho, e insisto, lo ha hecho con mucha frecuencia. Atacar a otros candidatos desde su punto de vista puede verse como una opinión, a la que tendría derecho por ser ciudadano colombiano, o podría verse como una forma de participar en loa partidos y movimientos políticos.


Imagen tomada de:  www.lialdia.com 

Es altamente probable que un estudio sustancial de las conductas desplegadas por el Presidente, muestren que ha intervenido en procesos electorales de carácter político partidista, como lo prevé el numeral 40. Sin embargo, el problema es precisamente que al señor Alejandro Ordóñez no le parece malo nada de lo que pueda hacer el Presidente, y por lo tanto ni siquiera abre investigaciones para indagar.

Al asunto es fácticamente incuestionable. Uribe está en campaña por Santos, y ha hecho lo que ha estado a su alcance para apoyar a los suyos. Uribe estuvo en campaña por Andrés Felipe Arias, y ya no está. Recuérdese que hace algunos meses, Rafael Pardo, hoy candidato presidencial por el Partido Liberal, solicitó que se le concediera el derecho de réplica, cuando el Presidente Uribe consideró oportuno cederle a Arias 15 minutos de espacio en un consejo comunal para defender el programa Agro Ingreso Seguro.

El problema es que jurídicamente el asunto no es tan cristalino como lo plantea lasillavacia. La Constitución no prohíbe expresamente la participación en política del Presidente, y remite a una ley estatutaria que no existe, para regular el tema. Contamos con una ley de garantías que teóricamente es aplicable únicamente en los eventos en que alguna de las dos cabezas de Estado (Presidente o Vicepresidente) se lance a la contienda electoral, y que desarrolla en parte el acto legislativo que permitió la reelección presidencial. Por lo demás, tenemos una prohibición prevista en el Código Disciplinario único, que exige influir en procesos electorales, o demostrar algún grado de presión ejercido, o relacionarlo directamente con un movimiento político. Estoy seguro que Jaime Lombana, y también el Procurador, verían que la conducta no encaja estrictamente allí, y recurriendo a principios propios del derecho penal, aplicables por remisión, tendrían que celebrar una potencial cesación de procedimiento.

La crítica, como se ve, no está dirigida al Presidente Uribe. Ya el país ha visto durante 8 años lo que él es capaz de hacer, tanto para bien como para mal: Arrinconar a las FARC, callar la verdad de los paramilitares, mejorar la confianza inversionista, bombardear países vecinos, ofrecer darle en la cara a una persona por ciertos actos cuestionables, mantener Ministros incompetentes…

Este es un país con plenas libertades para e Presidente, y que respira y vive según su voluntad. La crítica, como se ve, va dirigida a los que deben velar porque ese ‘tren se mantenga en sus rieles’, y que ha hecho todo lo contrario, ofrecer caminos alternativos al mandatario para que continúe haciendo lo que él quiere, en este caso, intervenir en política. Y se decía que el legislador (y constituyente derivado) era sabio…
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domingo, 18 de abril de 2010

Sobre la intervención en política Pt. 1

En primer lugar, me disculpo con los lectores habituales de este espacio por el último mes, en donde lamentablemente he debido ceder ante los intereses económicos de mi alter ego.  Para darles una idea de lo poco que me prestan el computador (o la computadora, según su lugar de procedencia), es del caso señalar que tengo aproximadamente 500 entradas pendientes por revisar en mi lector de RSS.  Aproximadamente son 100 a 120 entradas las que diariamente suelo revisar.  Eso ha ocasionado que muy de vez en cuando, pueda ingresar.

Dicho lo anterior,  me gustaría entrar a revisar un tema que actualmente me tiene consternado.  No he logrado definir si los hechos de la semana anterior me generan rabia, pesar o tristeza.  Me refiero a las desafortunadas intervenciones del Presidente Uribe, en las que ha tratado de ocasionar rechazo a la figura de Antanas Mockus entre la población.  Ya anteriormente había hablado Uribe sobre la importancia de dar continuidad a la seguridad democrática, y evitar que se volviera al pasado.  Eso, si bien resulta molesto en la medida en que no debería estar haciendo esta clase de recomendaciones, no pasa de ser algo que siempre ha venido haciendo, reforzando la figura de sus políticas como necesarias e imprescindibles.

Lo de esta semana, sin embargo, ha sido diferente.  Se ha escuchado recientemente al Presidente intervenir de manera abierta y clara para criticar al candidato Antanas Mockus.  Su crítica busca demostrar que Mockus no es un candidato capaz de manejar la seguridad, y para ello, ha querido recordar lo cercada e insegura que fue Bogotá durante su mandato (el de Mockus).  Lo ha hecho en todo escenario que ha encontrado para poder hacerlo.  La radio, la televisión, las universidades.  Supongo que su confesor también habrá oído uno que otro comentario relacionado con Mockus.

Lo del candidato, personalmente importa un bledo.  Sería exactamente igual la situación si lo hubiere hecho para criticar a Santos, Pardo, Petro (él ya sabe muy bien qué se siente), Vargas o Noemí.  Es denigrante que en tan poco tiempo el mandatario de un país desconozca la Constitución de tantas maneras.  Estuvo el referendo reeleccionista, estuvo la fallida reforma a la salud a través de la emergencia económica y social, y está esto.  Por supuesto, hay más cosas, como la responsabilidad política por las chuzadas del DAS, los asesinatos por parte de militares, y otras cosas más.

Lo que sí es cierto es que Uribe, al parecer, vio “El Mañana nunca muere”, una de las películas de James Bond protagonizada por Pierce Brosnan.  Parece ser, sin embargo, que los demás paisanos no lo hicieron.  Para estos últimos, un breve resumen.  El dueño de un periódico quiere controlar el mundo a través de su periódico “El Mañana”.   Noticias fraudulentas, o noticias de crímenes cometidos por él mismo, ese era el juego.  El tema de fondo, por supuesto, era la utilización de los medios de comunicación como fuente de incesante poder.

Aquí, al parecer, sucede lo mismo.  Lo importante no es que la Constitución diga o no diga algo.  Por ejemplo, si uno de los mandamientos de la Constitución es: “no intervendrás en política”, Uribe dira: “Vamos a ver qué dicen los medios”.  A estos últimos, les encanta.  Es mucho más rentable sacar titulares y columnas de opinión en los diarios que digan “¿Uribe interviene indebidamente en política?”, que sacar uno que diga: “El Presidente vuelve a hacer cumplir la Constitución”.  Resulta aburrido, ¿no?.  Por eso es que es mucho más atractivo escuchar dos días seguidos al Presidente hablar sobre por qué Mockus no es lo que necesita el país, en vez de escucharlo hablar sobre cómo se está avanzando en la reorganización del DAS, o sobre cómo se solucionará legítimamente la crisis de salud.  Finalmente, tendremos en algún momento la flamante intervención del Procurador en el sentido de afirmar que no cuenta con ninguna herramienta para afirmar que el Presidente ha hecho o no algo, y que aun si la tuviera, no habría nada que jurídicamente pudiera hacer.  Acto seguido, formula cargos contra la senadora Piedad Córdoba, y de paso, le atribuye mediáticamente responsabilidad penal.  Mientras nos guste, poco importa que esté o no esté bien eso.

A algunos, sí nos interesa saber “una que otra cosita más” que lo que le interesa al Presidente.  A algunos, por ejemplo, nos interesa saber qué es lo que dice la Constitución y la ley que supuestamente el ciudadano Álvaro Uribe juró cumplir.  Por ejemplo, sé que dice en algún lado, lo siguiente:


(Incisos 2º y 3º del artículo 127 de la Constitución, modificados por el Acto Legislativo 2 de 2004)
 A los empleados del Estado que se desempeñen en la Rama Judicial, en los órganos electorales, de control y de seguridad les está prohibido tomar parte en las actividades de los partidos y movimientos y en las controversias políticas, sin perjuicio de ejercer libremente el derecho al sufragio. A los miembros de la Fuerza Pública en servicio activo se les aplican las limitaciones contempladas en el artículo 219 de la Constitución.

 Los empleados no contemplados en esta prohibición solo podrán participar en dichas actividades y controversias en las condiciones que señale la Ley Estatutaria.

En desarrollo de esta y otras normas, se expidió la Ley 996 de 2005, que menciona lo siguiente, en este artículo que se ha declarado condicionalmente exequible:


ARTÍCULO 30. PROHIBICIONES AL PRESIDENTE DURANTE LA CAMPAÑA PRESIDENCIAL. Durante los cuatro (4) meses anteriores a la fecha de votación en primera vuelta, y hasta la realización de la segunda vuelta, si fuere el caso, el candidato que ejerce la Presidencia o la Vicepresidencia de la República no podrá:
(...) 
3. Referirse a los demás candidatos o movimientos políticos en sus disertaciones o presentaciones públicas, como Jefe de Estado o de Gobierno.

Más aún, menciona el artículo inmediatamente anterior, también condicionalmente exequible:

ARTÍCULO 29. DERECHO DE RÉPLICA.  Durante el período de campaña presidencial, cuando el Presidente de la República o representantes del Gobierno Nacional, en uso de sus facultades realicen afirmaciones en medios de comunicación social del Estado, o que utilicen el espectro electromagnético, que atenten contra el buen nombre y la dignidad de los candidatos presidenciales, partidos o movimientos políticos con personería jurídica, movimientos sociales o grupos significativos de ciudadanos que hayan inscrito candidato a la Presidencia, siempre y cuando el medio de comunicación no haya dado al afectado la oportunidad de controvertir tales afirmaciones, el afectado podrá solicitar ante el Consejo Nacional Electoral el derecho a la réplica, quien resolverá la petición dentro de las cuarenta y ocho (48) horas siguientes. Para estos efectos el Consejo Nacional Electoral deberá solicitar al medio de comunicación las pruebas correspondientes y atender los principios del derecho de defensa y el debido proceso.
 (…)

Por ahora, dejo las normas en el aire, dejando para el siguiente ingreso, un análisis jurídico de algunas normas aplicables.  Por ahora, dejo el asunto en el aire, para ir ambientando el escenario de discusión.  Mientras tanto, que tiemble Mockus, porque ni el Procurador, ni nadie, lo va a ayudar.
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viernes, 9 de abril de 2010

Entre el ser y el deber ser

He tenido la oportunidad de revisar muchas noticias que recientemente se han publicado sobre los escándalos sexuales en los que se han visto involucrados los sacerdotes católicos.  El tema, que no es nuevo, al parecer se ha venido institucionalizando.  Esto me recuerda un viejo dilema jurídico sobre la relación entre el ‘ser’ y el ‘deber ser’.  La norma jurídica constituye un ‘deber ser’, y la realidad social constituye el ‘ser’.  Para que el derecho sea eficaz debe buscar que exista una íntima relación entre el ser y el deber ser.  De nada sirve que se tracen una serie de parámetros hermosos plasmados en normas genialmente redactadas, si ellas no tienen ningún vínculo con la realidad.

En el caso de la Iglesia, el ‘deber ser’ indica que existe una prohibición por parte de los religiosos (y religiosas) de sostener relaciones de índole sexual con cualquier persona.  La vocación religiosa así lo exige.  En teoría (deber ser), la vocación religiosa implica una fuete conexión con Dios, que exige que no deba distraerse la mente ni el cuerpo en cuestiones que son netamente terrenales.  El amor a Dios lo es todo.  Otro aspecto del ‘deber ser’ es que el religioso ha de ser una guía para los laicos, de forma tal que con su ejemplo, enseñe a los seres humanos a acercarse a Dios.

El ‘ser’ de la Iglesia, ha mostrado que gran parte de los religiosos (católicos, cuando menos) en vez de guiarnos hacia la pureza del amor a Dios, se han dejado llevar por los placeres terrenales, y más exactamente por los placeres de índole sexual.  Hasta ahí, uno pensaría que el asunto es reprobable, pero no necesariamente reprochable en extremo.  Finalmente, los religiosos son seres humanos y como tales, también tienen instintos e impulsos sexuales.  Débiles, sí, pero normales.

La cuestión se complica mucho más, cuando nos enteramos que a muchos de estos religiosos (por ahora los escándalos involucran particularmente a los varones) son realmente unos reprimidos, que desfogan sus necesidades sexuales con niños y niñas, que son presa fácil por su ingenuidad, debilidad física y su capacidad de ser manipulados.  Eso hasta ahí, tampoco ha de sorprender demasiado.  En la Iglesia, así como en cualquier otro espacio, es perfectamente factible que nos encontremos con personas aprovechadas, y con delincuentes.

El mayor problema se encuentra en la inexplicable legitimación de estas conductas por parte de la institucionalidad.  Si los parámetros de conducta de la Iglesia exigen castidad, pues realmente exíjanla.  Si abusar de menores es condenable, pues condénenlos.  Sin embargo, la actitud de la Iglesia, como institución jurídica, ha sido absolutamente contraria a lo mencionado.  En vez de dar ejemplo con sus propios miembros, de lo estricto que es su código de conducta, se valen de argumentos como la piedad, el perdón y la reflexión para permitir que los autores de estas infamias sigan felices y campantes.  A los feligreses que sostienen relaciones extramatrimoniales, se les tilda de pecadores, a quienes usan condón, de muy pecadores, y a quienes defienden el sacerdocio de mujeres, de dementes.  Los clérigos abusadores, tan solo son personas que se equivocan.

Respecto de este tema, he tenido la oportunidad de leer la columna de Juan Gabriel Vásquez en el diario El Espectador.  Él, muy juiciosamente ha leído la respuesta del Papa a este tema, y emite su opinión al respecto.  Recomiendo su lectura.

Lamentablemente, observo que la discusión entre el ‘ser’ y ‘deber ser’ se encuentra muy disimulada en los escenarios jurídicos actuales del país.  Como se encuentra tan de moda el hecho de que el derecho ya no es lo que está escrito sino lo que los jueces dicen, entonces la ley y sus normas reglamentarias se han convertido en un parámetro bonito y su invocación por parte de algunos, simplemente denota que la persona es juiciosa y ha leído una que otra cosa.  Lo importante, sin embargo, es ver qué han dicho las Cortes.

También a nivel local encontramos que ante temas probados y demostrados hasta la saciedad, el ‘deber ser’ no permea el ‘ser’.  Ante los escándalos por falso positivos y por chuzadas del DAS, ninguno de los mandos políticamente y jurídicamente responsables ha sido siquiera perturbado un poco por las autoridades investigadoras, ni por los entes de control.  Actualmente, el candidato Juan Manuel Santos dice que él siempre condenó esas prácticas nefastas, pero que no fueron tantas.  Algo así como lo que ha hecho la Iglesia: por escrito condena la pederastia, pero en la práctica perdona a los pederastas.  “Sí, pero no”.

Pero más interesante aún es revisar el tema de los debates y las candidaturas presidenciales.  La mayoría de personas que realmente se interesan por saber qué piensan los candidatos claman porque se realicen debates entre los diferentes candidatos.  ¿Qué mejor lugar para confrontar las ideas de los candidatos, y de paso confrontar las ideas propias?  Teóricamente, ningún espacio es más propicio para ello que los debates.  Sin embargo, los candidatos que puntean las encuestas se niegan a debatir.

Su razonamiento me resulta más que lógico.  Cuando uno está en la cima, el único lugar para donde puede ir, es para abajo.  O se mantiene en la cima, o cae.   Para Santos ha sido claro que cuando iniciar su campaña punteando en todas las encuestas, no es él quien tiene interés en presentar sus propuestas, ni mucho menos defenderlas.  De hecho, ni siquiera ha tenido que formular una.  El simplemente saca un título valor que circula ‘a la orden’ (es decir, por endoso) denominado “Seguridad Democrática”, que le ha sido endosado por el Presidente y Expresidente Uribe.

Lo que no se entiende es que si el pueblo no conoce nada de lo que Santos (y no Uribe) piensa, cómo lo pueden premiar con el voto (o en este caso con la intención de voto).  En cualquier país con una democracia seria, el no revelar sus programas, el tomar una actitud de prepotencia respecto de los contrincantes, sería castigado.  Aquí no.  Aquí la irreverencia y el irrespeto calculado es alabado.

Escuché anoche, el programa de Caracol Radio titulado “Hora 20”, en donde eran panelistas los muy disímiles Jorge Robledo, Germán Vargas Lleras, Alfredo Rangel y Daniel Coronell.  Entre otras cosas, se trató el asunto de los debates, y era curioso ver cómo mucho discutieron sobre la forma en que se hace política en el país, así como el contenido de la política.

Robledo, por ejemplo, mencionó datos que personalmente desconocía de Antanas Mockus.  No me consta si es verdad o no, pero creo que sería interesante que Mockus saliera a informar si lo es, o no, y en cualquier caso, por qué.  Vargas Lleras se refirió en algún momento al serio problema con Venezuela, y el riesgo de un eventual ataque por parte del hermano país.  Por más que considere yo a Juan Manuel Santos una persona capaz y competente (porque así lo considero), me genera una inmensa inquietud conocer su pensamiento sobre este tema.  Y la inquietud me la genera el hecho de saber que si Chávez detesta a alguien más que al Presidente Uribe, es a Santos.  Recordemos que Santos fue el primer personaje en público en celebrar el fallido golpe contra Chávez.   Santos fue el Ministro de la Operación Jaque y la Operación Fénix.  Se odian, y parece ser que eso a la gente le gusta.

Por supuesto, ver películas de guerra, y leer la historia de las grandes guerras es apasionante.  Lo que me parece curioso es que les apasione tanto una persona que podría acercarnos a la guerra (no lo sé, porque al candidato no le interesa debatir), cuando aquí las personas hacen maromas para ni siquiera prestar el servicio militar obligatorio.  ¡Claro!  La guerra es riquísima, siempre que yo no esté en la mitad.

Nadie sabe si el programa de equidad de Petro es viable o no.  Lo he escuchado en varios programas radiales y televisivos hablar de las cifras que sustentan sus propuestas.  ¿Serán verdaderas?  Parece ser que sí.  Nadie ha entrado a desmentirlo.  Según eso, entonces, todos tienen la razón, porque ninguno cuestiona al otro.  Mientras que Santos sea el ‘heredero’, Noemí se proclame la ‘heredera’, Petro sea el ‘comunista ese’, Vargas Lleras sea ‘el reyezuelo’, Pardo sea ‘el insulso’,  y Mockus siga hablando en términos que ‘suenen inteligente’ el panorama seguirá igual.

Yo me prepararé para escuchar en cuatro años, para ver quién es el que ‘tiene pantalones’, quién nombró a la candidata vicepresidencial bonita, o a quién le gusta cantar en la ducha.  Personalmente, mi voto va por el que le gusta cantar en la ducha.  Como a ninguno de los actuales les gusta eso, probablemente será por el que le haya mentado más la progenitora al profesor que odiaba.  ¡Eso sí es carácter!
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