domingo, 22 de enero de 2023

El poder sexualizado

En enero 15 de 2023, la columnista de Los Danieles (y/o Revista Cambio), Ana Bejarano Ricaurte publicó una columna titulada "Los nombres que faltan" en la que hace eco de una denuncia que por esos mismos días presento por Twitter el exsenador, escritor y líder del Pacto Histórico Gustavo Bolívar.  Lo hizo, a través de una entrevista que le concedió a la Revista Semana.  En esencia, lo que denuncia Bolívar es una estructura ideada por algunos senadores en donde para poder tener trabajo allí, o tener mayor o menor visibilidad en el Congreso, deben retribuirles favores sexuales.  Eso implicaría, entre otros aspectos, que la posibilidad de obtener prórrogas de contratos (es decir, la permanencia del cargo) dependa de su desempeño...  ... ... ¡sexual!


Ni ella, ni él dan nombres.  La razón me parece legítima: las víctimas tienen miedo de las consecuencias que puede tener esto para ellas, tanto pesonales como laborales.  Es perfectamente válido.  Sin embargo creo que hay varios comentarios que merecen ser emitidos.  Con algunos probablemente estén de acuerdo, mientras que con otros probablemente me van a querer lapidar algunos o algunas (en este caso, la distinción es importante).  Vamos, en consecuencia a hablar del tema sin ser políticamente correctos.


1. El sexo y el poder.

Sorprende la ingenuidad o la aparente ingenuidad con la que el público se llega a sorprender de que el sexo se convierta en un activo, o si se quiere, en una competencia profesional.  Nada de esto debería sorprender.  La Historia está plagada de ejemplos en los que esto resulta evidente.  Por ahora, mencionemos 3 muy conocidos, para a partir de ahí reforzar el argumento:


Caso 1: Año 47 a.C. Cleopatra y Julio César.

Cleopatra se alió política y militarmente con Julio César.  Sin embargo, esa alianza implicó igualmente una relación sentimental de la que nació un hijo, llamado Cesarión. Posteriormente, muerto Julio César Cleopatra nuevamente acudiría a esa misma estrategia, pero esta vez con Marco Antonio. La seducción de Cleopatra fue clave en forjar estas alianzas.

 

Caso 2: Año 1532 d.C. Enrique VIII y Ana Bolena.

Enrique VIII estaba casado con Catalina de Aragón pero debido a que esta última no le proporcionaba un heredero varón a Enrique, este último empezó a analizar la posibilidad de anular ese matrimonio con miras a poder casarse de nuevo.  Mientras tanto, se fijó en Ana Bolena, quien se negó a ser su amante, y únicamente accedió a tener una relación con Enrique VIII bajo la condición de que ella fuera reina, es decir, que se casaran.  Enrique VIII rompió vínculos con la Iglesia Católica e instituyó el Anglicanismo, con miras a poder cumplir ese objetivo.  Tras hacerlo, se casó con Ana Bolena.


Caso 3 (local y reciente): Año 2020. Magistrados Consejo Superior de la Judicatura de Colombia.

Similarmente a lo que ocurrió con el Congreso de la República en las recientes denuncias de Gustavo Bolívar y Ana Bejarano, en el 2020 estalló un escándalo al interior del Consejo Superior de la Judicatura.  Por esta época, ya se estaba haciendo mucho más notorio el movimiento de mujeres en el mundo en contra del abuso y el acoso sexual.  Esta nota del diario El Espectador da cuenta de la manera como algunos de los magistrados utilizaban su poder frente a sus subordinadas para acosarlas o simple y llanamente exigirles favores sexuales a cambio de trabajo y estabilidad.


2. Las relaciones sentimentales y las relaciones sexuales.

Este asunto está rodeado de muchos eufemismos, como creer que el hecho de que entre dos personas se de una o más veces relaciones de tipo sexual, implica necesariamente que hay una relación sentimental.  Lo uno no va de la mano de lo otro, necesariamente.  Puede darse, pero no tiene que darse necesariamente.  Esto es importante porque para poder entender el fenómeno al que hace referencia Bolívar y Ana Bejarano, debemos partir de que lo que allí se señalan son relaciones sexuales, y no sentimentales.  No es que un Senador enamoradizo intente seducir a una subalterna para iniciar una relación amorosa entre los dos.  Se trata de que el sexo es rico, y ellos se valen de su posición y poder para propiciar esos encuentros.


3. ¿Quién es víctima?

La respuesta a esta pregunta no es nada fácil, pero probablemente mi opinión me genere más de un problema.  La anuncio desde ya: no toda mujer que acceda a tener relaciones sexuales con su jefe, es una víctima de acoso o abuso sexual.  En gran medida, eso depende del nivel de consentimiento de la mujer.  Veámoslo con algunos ejemplos:


Caso 1: Aquiles se encuentra en su oficina, y en una reunión privada con Andrómeda, quien es su subalterna, la invita a comer y a tomarse unos tragos.  En esa reunión él la invita a su casa, y ella acepta.  Se consuma una relación sexual.


Caso 2: Aquiles se encuentra en un almuerzo de trabajo con su equipo de trabajo. En esa reunión, Andrómeda se viste de manera provocativa y se le insinúa a Aquiles.  Al finalizar la reunión, ella le sugiere que vayan a un lugar más privado.  Van a casa de Aquiles.  Se consuma una relación sexual.


Caso 3: Aquiles llama a Andrómeda a su oficina, y le hace saber que se encuentra decepcionado por su desempeño laboral, y que probablemente va a tener que despedirla.  Sin embargo, le dice él a ella, es posible evitar esta situación si además del compromiso de mejorar en el trabajo, ella decide acceder a tener encuentros sexuales más o menos regulares.  Ella acepta.


Caso 4: Andrómeda llega a una entrevista de trabajo donde Aquiles.  Allí, al momento de preguntársele cuales eras sus competencias, ella enumera algunas de índole profesional, pero agrega que adicionalmente es muy buena en la cama.  Aquiles la contrata, y fruto de esa contratación, sostienen relaciones sexuales con cierta regularidad.


Caso 5: En una fiesta de la empresa, Aquiles y Andrómeda (su subalterna) están junto con otras personas de la oficina, tomando licor.  En un estado de cierta embriaguez, ambos se van para una oficina y sostienen una relación sexual.  En este caso, ninguno le dijo nada al otro.



Imagen tomada de: http://elgurux.com


Como se darán cuenta por la elaboración de los casos, probablemente se podrá concluir que en muchos de esos casos -si no en todos- las relaciones sexuales que se dan son indebidas.  Esto, sin embargo, es una cuestión de naturaleza moral.  Lo bueno o lo malo, lo debido o lo indebido, lo moral o lo inmoral, son cuestiones que escapan al derecho.  No ocurre lo mismo cuando una de las partes genera un constreñimiento de algún tipo para forzar una relación sexual, o cuando se acude a la "invitación" o "solicitud" de encuentros sexuales por medio de actos que afectan la integridad de otra persona.  Esto se da, por ejemplo, cuando se intentar forzar un encuentro, así este no se produzca.  A esto último es lo que se le denomina acoso, y trasciende el ámbito moral.  Es ilícito, y punto.


El punto de este ingreso, sin embargo, es que no se puede sostener discusiones serias sobre este tema cuando todo se junta con todo.  No toda relación sexual en un contexto laboral es abuso, ni toda insinuación sexual es acoso.  Por ende, no podemos graduar automáticamente de víctima a toda mujer que así lo alegue.  Frases como "a las mujeres hay que creerles" no son serias.  A las mujeres hay que creerles, salvo que den razones para que no se les crea.  Con los hombres ocurre exactamente lo mismo.  Yo he tenido la oportunidad de ver cómo, en el contexto académico, y también en el laboral, se produce esa coacción abusiva con fines sexuales que es la que se denuncia por Bolívar y por Bejarano.  Sin embargo, también he visto muchos de los otros casos en donde las mujeres mismas, conscientes de su belleza o se sensualidad, propician estos escenarios para poder ascender laboralmente o tener mejor nota.


Esto último, no me lo imagino, ni lo supongo.  Lo he visto.


En consecuencia, nada me gustaría más que se haga justicia por aquellas mujeres que son víctimas de acoso sexual y de prácticas sexuales abusivas o violentas.  Sin embargo, también pediría que excluyamos de este listado a aquellas que no son víctimas de nadie, y son ellas las que propician los escenarios sexuales.  No pueden, ni deben estar ambos grupos en el mismo costal.

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jueves, 12 de enero de 2023

El tema con el POT

Nota introductoria:

No me avergüenzo de manifestar abiertamente mi profunda decepción por el estado de Bogotá, y peo raún, por la calidad de sus ciudadanos.  Son ya muchos años de sentir lo mismo.  Aclaro desde ya, que es imposible entrar a analizar uno a uno a cada uno de los que de una u otra manera interactúan diariamente en la capital de Colombia. No pretendo hacerlo, así fuese ello posible. En general, el "bogotano" no me agrada, y muchas razones hay para ello. Sin embargo, no es ese el objeto de este ingreso.

Luego de 23 años en contacto con aquello que podríamos llamar, "el derecho", tal vez nunca quise adentrarme en las aguas de la normatividad capitalina, sus porqués y su historia.  Sin embargo, cuando uno ve el estado de la ciudad, e intenta encontrar respuestas, parece no hallarlas en ningún lado.  Me cuesta creer que haya tantos mandatarios locales a los que le quede tan grande eso de gobernar una ciudad.  Y si no lo viese con mis propios ojos todos los días, me costaría creer que haya gente que sea incapaz de botar la basura en la caneca de la basura, y que simultaneamente crea que es una idea genial andar destruyendo las estaciones y buses del sistema de transporte masivo principal de la ciudad.

En este momento presento otra claridad más: Transmilenio me parece una mala idea, pésimamente implementada.  Sin embargo, es lo que nos dejaron en la ciudad, y el hecho de que no me guste no significa que me sienta "empoderado" (por utilizar un término de moda) para destruir toda la infraestructura del sistema.

A un amplísimo porcentaje de mis conciudadanos les parece genial eso de "hacerse sentir" destruyendo. Allá ellos... Sin embargo, más allá del interesante ejercicio que pueda representar intentar comprender o simpatizar con alguna de las subespecies de bogotano, lo interesante es intentar aprender por qué a pesar de todo ello, existe un apetito casi sobrehumano por llegar a ser alcalde de la ciudad.  Samuel Moreno nos la puso demasiado fácil.  Gracias a él, no hay que desgastarse demasiado en buscar respuestas.

¿Entonces, para qué escribo esto, si todo resulta tan obvio?


Ahora sí: El tema con el POT.

Ser corrupto es fácil.  Realmente fácil.  Para ello se requiere únicamente dos cosas: 1) Encontrar una manera de ganar "dinerillo" extra; y 2) Que no me cojan, o incluso, que me cojan pero no me condenen, o más aún, que incluso me puedan condenar pero que no me cojan la plata, pues esa es mi pensión.

Si nos detenemos en ello, podríamos armar un escalafón de corruptos con los siguientes niveles de experticia: nuevón, ladronzuelo, pícaro, El Padrino, y deidad.  Para llegar a nivel deidad, se requiere ser masivamente corrupto, por cantidades masivas de dinero y no solo no se ser cogido, sino parecer adalidad de la moral y las buenas costumbres. Eso, no es fácil.

Allí es donde viene a jugar el tema del POT, o Plan de Ordenamiento Territorial.

Antes de continuar, los invito a que revisen este bellísimo video creado por la Cámara de Comercio de Bogotá en el año 2017.



Video tomado de: Cuenta Youtube de la Cámara de Comercio de Bogotá.


Antes de los primeros 10 segundos, nos llega la primera sorpresa: Sí, ustedes oyeron bien...  El Plan de Ordenamiento Territorial tiene una vigencia de 12 años.  O mejor, tenía.  Esa vigencia estaba amparada por el artículo 28 de la Ley 388 de 1997, y sí establecía una vigencia así.  El término, fue eliminado por el cambio que se introdujo con el Decreto Ley 2106 de 2019.  Ahora hay como tres vigencias distintas, pero el aspecto estructural sí tiene una duración de 3 periodos constitucionales (es decir, de 12 años).

Contándome mis deditos, empecé a echar cuentas, y algo no me cuadraba.  Si la duración, hasta 2019, era de 12 años, ¿cómo era que todos los alcaldes desde Enrique Peñalosa I, habían presentado su POT y lo habían aprobado? Bueno... todos menos Samuel Moreno. Suponiendo que al día siguiente de la aprobación de la Ley 388 de 1997 hubiese expedido el primer POT, el tercer POT habría tenido que haberse expedido en 2021.

Sin embargo, Peñalosa I tuvo POT, Lucho Garzón tuvo POT, Gustavo Petro tuvo POT, Peñalosa II tuvo POT y Claudia López tiene POT.


¿Por qué?

Si le preguntan esto al angelito en mi hombro derecho, la respuesta que les daría es:

"Cada uno de ellos quiere construir sobre lo construido y continuar con la imparable tendencia de crecimiento y prosperidad que tiene Bogotá."


Imagen tomada de: Cuenta freepik de Pinterest.


Si le preguntan eso al diablillo en mi hombro izquierdo, la respuesta que les daría es:

"Porque cuando todas las obras de de desarrollo de una ciudad dependen de cómo decida yo "dibujar el mapa" del ordenamiento territorial, he ahí una importante manera de incentivar a los industriosos y proactivos corruptos del sector público y privado a hacer negocios.  Es una rueda de negocios de la corrupción".


No sé a quién le creen.  Yo se a quién de ellos le creo yo. No me parece coincidencial que en una ciudad en donde pavimentar una calle de manera decente sea una labor excepcional, tengamos tantos líderes con "visión de futuro".  Tampoco me parece coincidencial que a tanto alcalde le encante ese tema de sacar su POT por decreto, es decir, de IMPONER su "visión" de ciudad.  Y si no le creen a mi diablito, recuerden que Rubén Blades ya decía con sabiduría: "Decisiones, cada día. Alguien pierde, alguien gana, ¡Ave María!"

Ahora bien, supongan que esas decisiones implica que en sus manos puedan decidir quién gana y quién pierde...  He ahí la oportunidad de negocio.


Redondeando: El hecho de que una ciudad no funcione no quiere decir que no mueva increíbles cantidades de dinero, a partir de obras que se culminan, obras que no se culminan, creación de empresas, construcción de grandes edificios, entre otros.  El ciudadano no ve esto porque ni le quita ni le pone nada a su vida.  Sin embargo, es en la capacidad de gestionar recursos para uno o para otro lado que surge el verdadero poder de los dirigentes.  No quiere esto decir que todos los alcaldes sean corruptos, ni que únicamente los alcaldes son corruptos.  Para un tema de tan grueso calibre como el POT de una ciudad, hay oportunidad de negocio a múltiple nivel.  Sin embargo, para los mandatarios la prioridad es clara.  Es posible que pase a la Historia como un buen o mal mandatario, pero no es eso lo relevante.  Lo verdaderamente importante es que después de eso, si se gestionaron los negocios como era, al menos ya pueden montar su campaña presidencial, o irse a un decente retiro a un pequeño chalet o loft en algún lugar paradisiaco, que por supuesto no es la ciudad que gobernaron.

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martes, 10 de enero de 2023

Qué es, y que será "Picotazos de Gaviota"

En julio de 2008, a raíz de la marcha contra las FARC, abrí este espacio.  Para ese entonces estaba próximo a cumplir dos años de haberme graduado de la carrera de derecho (por más que en mi universidad todavía quieran seguir pensando que allí se enseña jurisprudencia y no derecho).  Dada mi evidente juventud, mis ganas de escribir, mi escasa experiencia en el ámbito de lo jurídico en ese momento, y mis permanentes inquietudes en materia jurídica y política, decidí abrir este espacio.


En ese entonces, decidí realizar un experimento: escribir con un alias.  Quería saber qué tantas "bolas le para la gente" a lo que se dice, y no tanto a quién lo dice.  En primer semestre de derecho, le enseñan a los abogados que existen dos falacias que se presentan con cierta regularidad: la falacia ad hominem y la apelación a la autoridad.  En el primer caso, se pretende restar validez a un argumento atacando a quien lo dice.  No se ataca al mensaje, sino al mensajero.  En el segundo caso, ocurre diametralmente lo opuesto: se pretende validar un argumento, no por la fuerza del mismo, sino por la autoridad o sapiencia de quien lo dice.  Es el popular: es cierto, porque lo digo yo.


De allí surgió la idea de darle vida a Gaviota Jurídica.  Luego de casi 15 años desde que esto ocurrió, puedo hacer un balance de lo que ha ocurrido con esa notoria idea:

1) En un inicio, la idea funcionó.  Dado que la gente no tenía la más mínima idea de quién escribía lo que yo escribía, se fijaban mucho más en lo que decía, puesto que no había manera de que supieran quién lo decía.  Me encantaba poder interactuar con personas y debatir ideas sin que fuera relevante quién las debatía.

2) Debido a las iniciativas grupales de un grupo de blawggers, mi anonimato dejó de existir a partir del año 2009, en donde algunas personas sabían que Gaviota Jurídica era yo, Javier Darío Pabón Reverend.  Eso, por supuesto, tuvo dos efectos inmediatos:

a. Dejé de parecerle interesante a quienes se enteraron que Gaviota era un abogado rosarista de 29 años (en ese entonces).

b. Mis opiniones empezaron a ser leídas a partir de quien las dice, y no a partir de lo que se dice.


Por cuestiones de trabajo, principalmente, mantener este espacio con un nivel de actualización medianamente decente empezó a ser increíblemente difícil.  En consecuencia, empecé a dejar de actualizar con regularidad y eso es terrible cuando se trata de administrar un blog, un podcast o un canal de Youtube.  En cierta medida, cedí a la tentación de migrar hacia Twitter. La experiencia es completamente distinta, y ahora en la época de la postverdad (sí, lo seguiré escribiendo con "t"), en donde cualquier estupidez pasa por una verdad, las noticias se fabrican, y los influencers son las personas "que nos ponen a pensar", he considerado necesario volver a este blog.



Sin embargo, Picotazos de Gaviota será ahora algo muy distinto.

A diferencia de 2008, he conocido lo bueno y lo malo del poder.  Conozco o conocí personalmente con cierta cercanía a personas que han sido: Fiscal General de la Nación, Vicefiscal y Decano de mi universidad, Secretario Anticorrupción de Colombia, Viceministra del Despacho, Magistrados de Altas Cortes, así como muchas personas que en el ámbito privado también han llegado a ser reconocidos.  Sé cómo funciona el poder, aunque deteste ahora saber lo que sé.

A diferencia de 2008, yo ya fui amenazado por las personas que me tenían que proteger, y abandonado por mis "amigos" y "protectores".  He visto a personas que mirándome a los ojos se solidarizan con uno y posterioremente dan orden de no entrar en contacto con uno.

Luego de casi 15 años, conozco la diferencia entre ser educado y ser instruido.  Hay demasiados idiotas con títulos rimbombantes, y demasiados ingenuos que creen que a las buenas personas se les identifica por esos títulos rimbombantes. He vivido lo suficiente para saber que las personas instruidas no necesariamente son personas buenas.  Por el contrario, no hay nada más peligroso que un corrupto hábil o un idiota con poder.

He probado los momentos de reconocimiento y alabanza, tantos los merecidos como los inmerecidos.  

He saboreado los momentos de derrota y fracaso, tanto los merecidos como los inmerecidos.


A partir de este 2023, seguiré con espacio, y seguiré con Gaviota Jurídica, a quien le he adquirido cada vez mayor cariño.  Sin embargo, aquí no hay un experimento argumentativo de nada.  Ese ya se surtió y los resultados ya se los comenté.  Es un espacio personal de reflexión y crítica, tanto en derecho como en política.  La difusión y la interacción no son lo principal.  Más que "me den la razón", me interesa no caer en la banalidad del imperio de los likes.  Escribo y escribiré, porque lo necesito.  Eso será "Picotazos de Gaviota" a partir de ahora...

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