lunes, 28 de diciembre de 2009

Las 'inocentadas' (algunas) del 2009

Es curioso que se utilice el 28 de Diciembre, fecha de la matanza de los niños, según nos cuenta la Biblia, para institucionalizar las bromas y las risas.  Otra de esas grandes contradicciones de nuestra raza.  Sin embargo, para no parecer un perpetuo aguafiestas, aprovecharé el ejemplo de mis congéneres: convertir lo abominable en risas.  Teniendo en cuenta que el 2009 tuvo mucho de abominable, tan solo algunas ‘perlas’, con un ranking personal y absolutamente subjetivo.  Por supuesto, los asuntos tienen relación temática con el blog.  No me referiré al nuevo disco de mi ‘miamense’, por mucho que lo merezca:

1.  Citatorios (anécdota que se toma prestada)

Juguemos a encontrar la diferencia:

Para revisar cada formato en detalle, por favor hacer ‘click’ (lo siento, para mí ‘pinchar’ es otra cosa) en la foto

   


Luego de un concienzudo análisis, habrán de encontrar ustedes que la única diferencia existente entre un formato y otro, es el logo que aparece en la parte superior izquierda del segundo formato.

Pues bien, esta razón le pareció motivo suficiente a un Juzgado Civil del Circuito para demorar el trámite de notificación de un demandado.  Verán, el segundo formato, salvo en los casos en los que se utiliza PhotoShop, no se puede conseguir vía Internet.  El primero, se consigue en la página del Consejo Superior de la Judicatura.  Sin embargo, el que sirve es el segundo, disponible en determinados establecimientos de obtención de fotocopias, estratégicamente ubicados 20 pisos debajo del juzgado, y por supuesto, por fuera del complejo judicial.

Por cierto, el artículo 315 del Código de Procedimiento Civil, que regula esta clase de cosas, no dice nada sobre conseguir el formato oficial, o el formato con el logo, o el de la fotocopiadora “Don Notificador”, ni nada por el estilo.  Por el contrario, es bastante abierto en ese sentido, y salvo la interpretación curiosa de ese despacho judicial, no he conocido otros amantes del logo del Consejo Superior de la Judicatura. 

Rating de ‘inocentada’:  3,8/5,0


2.  Fueros y Parapolítica

Este caso presenta tantos elementos patéticamente graciosos, que podríamos llamarlo la ‘cajita feliz’.  Sin embargo, toda vez que McDonald´s se nos adelantó, lo llamaremos ‘combo inocentada’.  Veamos:

El fuero es la consecuencia de una calidad subjetiva que ostenta una persona en un momento y en un lugar determinado.  Para el caso de los congresistas, es precisamente el hecho de ser congresistas el que les otorga el fuero.  No Congresista = No Fuero.  Congresista = Fuero.  Sencillo, ¿no?  Pues nuestros ‘Honorables’ en la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, decidieron que no es tan sencillo.  Ha sido tan garantista la Corte, que no permite que los acusados renuncien a sus cargos.  Les dijeron a los acusados por parapolítica:  “Para mí tú siempre serás Congresista”.  Punto.

Esto vino acompañado de una genial nota en materia de hermenéutica (interpretación) jurídica.  La interpretación de la Corte es interpretación por autoridad, y equivale a un cambio de ley.  Bajo ese entendido, jurisprudencia = ley.

Y para rematar nuestro ‘combo inocentada’, los ‘Honorables’ fueron enfáticos en que la jurisprudencia se puede cambiar a través de autos.  Para quienes no son versados en estos temas, conviene resaltar que los jueces se pronuncian a través de ‘providencias’.  Estas, a su vez, se dividen en dos:  sentencias y autos.  Las primeras son las providencias que resuelven de fondo el objeto del litigio y ponen fin a la instancia.  Las demás son la manera en que se toman decisiones sobre cualquier otro aspecto del litigio.  Es decir, que según la Corte, si yo, como juez, decido rechazar una demanda por caducidad, estoy sentando jurisprudencia.  ¡Fabuloso!

Rating de ‘inocentada’:  5,0/5,0


3.  Moción de censura

Esta inocentada nos la echaron hace 18 años, con la Constitución del 1991.  Alguien alguna vez pensó que esto era como los regímenes parlamentarios, en donde cuando las cosas no marchaban bien, podía someterse al gobierno a que rendiera cuentas al pueblo, a través de sus representantes.  Se introdujo en Colombia la figura de la moción de censura, para que los legisladores  controlaran al gobierno.  Ante Ministros que no funcionaran, los llamarían a rendir cuentas, y luego se votaría para su eventual remoción de carácter obligatorio.

Quiz histórico:  Adivinen cuántas mociones de censura han prosperado en Colombia desde que contamos con Constitución nueva…

Correcto, está entre un rango entre 0,1 y -0,1.  Les dejo la duda.

Miren al Ministro Andrés Fernández, cabeza de la cartera culpable del escándalo de Agro Ingreso Seguro, lo que piensa de esta serie de figuras.  Es el de la derecha.  El de la izquierda es Andrés Felipe Arias, a quien muchos llaman ‘Uribito’.  Era el antecesor del primero.  Ahora es un precandidato presidencial.  Su continuidad depende de que el actual Presidente no pueda o no quiera seguir en el poder.



Imgen tomada de:  www.elespectador.com - Fotografía tomada por:  David Campuzano

Rating de ‘inocentada’:  4,5/5,0



4.  Cumbre de Copenhague

La broma pesada del año.  Las demás bromas, aunque serias, pasan en un país donde, como lo decía un expresidente de la República, “pasa de todo, pero finalmente no pasa nada”.  Esta broma, que podríamos llamar por muchas razones, de ‘humor negro’ se presentó a lo largo de todo el año.

Me recuerda mucho a un chiste sobre un circo, cuya atracción especial era la ‘señora manguera’.  Luego de 30 minutos de espera, el nefasto chiste termina con una señora que sale a la carpa principal a ofrecer mangos a todo el mundo.  Esa era la ‘señora manguera’.  Deprimente, ¿verdad?

Lo de Copenhague es peor, porque estos líderes mundiales, en realidad demostraron que no son líderes mundiales, sino líderes nacionales.  Además, demostraron que su supuesto liderazgo recae en materia de economía.  Entonces, estos ‘líderes económicos nacionales’ llegaron a Copenhague a discutir cómo mejorar el mundo sin sacrificar un solo dólar.  O mejor, cómo mejorar el mundo, poner a que otros sacrifiquen dólares, y ellos seguir adelante como si nada.  Me recuerda las veces en que nos reuníamos con compañeros del colegio para hacer un proyecto de ciencias, en donde participara cada uno lo menos posible, no costara nada, y la nota fuera lo más alta posible.

El resultado era obvio, y siempre lo fue.  Sin embargo, nuestra naturaleza humana, la formación religiosa de creer sin ver, y otros tantos factores, nos llevaron a estar pendientes, y considerar que quizá en algún momento, la reunión serviría para algo diferente que gastar dinero y ponernos a hablar a todos los demás sobre las implicaciones de este fracaso.

Rating de ‘inocentada’:  1,0/5,0



5.  Hugo Chávez

En muchas oportunidades he pensado seriamente en hablar de Hugo Rafael Chávez Frías, en afilar el pico y atacar.  Sin embargo, siempre reconsideré faltando pocos momentos para iniciar.  La razón es sencilla:  No podría creerme capaz de manejar la sátira, la ironía y la desfachatez mejor de lo que él ya lo ha hecho.



Imagen tomada de:  www.elcolombiano.com

Admiro a Chávez por su inteligencia y lo desprecio por su demencia.  Sin embargo, creo que todo el 2009 ha sido el Comandante una gran inocentada.  No puedo dejar, finalizando el año, de recordar que su humor me obliga a invitarlo a escribir el libro “Cómo destruir al ‘Libertador’ 180 años después”.

Rating de ‘inocentada’:  4,3/5,0

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jueves, 24 de diciembre de 2009

Picotazo audiovisual - Es navidad

Para pensar en estas fiestas navideñas...





(Gracias a mi familia por la colaboración, y la buena energía).

Más allá del mensaje de reflexión, les deseo a todos quienes de una u otra manera se encuentran vinculados a este espacio una feliz navidad. De corazón, espero que aprovechen estos momentos para multiplicar la alegría, minimizar la tristeza, y reafirmar los lazos familiares y de amistad.

¡Feliz Navidad para todos!
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miércoles, 16 de diciembre de 2009

Reflexión para dar inicio a la novena de aguinaldos

“¡Que Dios lo maldiga!”.  Esa fue la lapidaria frase que escuché ayer.  ¿Qué puede llevar a una persona a decirle a otro ser humano esto?  Cualquiera que no hubiera estado allí pensaría que podría de manera justificada proferir estas palabras quien ha sido azotado con un grave mal inferido por otro, como la muerte de un ser querido, o incluso ante un perjuicio económico de inminente gravedad.  Otros, como yo, pensamos que bajo ninguna circunstancia puede justificarse un deseo así.

Esta frase la escuché ayer de una mujer que tardíamente intentaba ingresar a un establecimiento de venta de comidas rápidas.  La señora, que intentaba escubillirse dentro del establecimiento que se encontraba ad portas de cerrar completamente, y que ya no atendía a más individuos, le lanzó este deseo navideño al joven que atendía el lugar.  ¿La razón?  Se golpeó la cabeza intentando entrar, cuando la reja de cerramiento se encontraba entreabierta, dando muestras de que ya no atendía a más clientes.

El golpe fue sumamente fuerte, he de aceptarlo.  Sin embargo, era claro para todos el estado entreabierto de la reja, y la falta de precaución de la incauta clienta la llevó a golpearse fuertemente.  Su ira no era cualquiera, y ante esta situación, los ocupantes del establecimiento permanecimos callados, en señal de respeto ante la embarazosa situación.  Ante esta reacción, la señora guardó silencio algunos momentos y luego quiso ordenar algo, ante lo cual el joven que atendía le señaló que ya no atendían más pues estaban prestos a cerrar.  Esto último fue lo que desató la furia de la mujer, quien de manera explosiva increpó al muchacho, y posteriormente cerró su desafortunada intervención con esta frase.

¿Qué puede llevar a esta persona a decir eso?  ¿Será que al menos por una centésima de segundo consideró lo que estaba a punto de decir?  La verdad no lo sé.   Tan solo puede afirmar que quedé estupefacto ante tal agresión.  Según pude conversar después con un amigo, debatimos acerca de la reacción del muchacho, que tal vez no fue la más solidaria, pero recuerdo haber repuesto que no podía justificar bajo ninguna circunstancia esta reacción.

Reflexionando un poco al respecto, entendí un poco mejor el porqué de la inviabilidad del mundo, conforme al status actual.  Motivos abyectos o fútiles (o los dos, creo yo) como éste, son los que pueden llevar a guerras, a homicidios vergonzosos, y a otra serie de atrocidades que vemos día a día.  Me cuestioné el porqué de las presunciones jurídicas sobre la buena fe, la dignidad humana y el respeto por los derechos de los asociados, ante tal nivel de agresividad.

Hoy se da formalmente inicio a la temporada navideña (a pesar de que la publicidad indique que fue después del 31 de Octubre) y en esta época que supuestamente es de paz, armonía y amistad, encuentro que la sociedad se encuentra resquebrajada, y que incluso las temporadas de paz y alegría son buen motivo para agredir.

Me pregunté si una persona como esta probablemente estaría hoy rezando la novena en su casa, pidiendo por la paz del mundo, o si tal vez se encuentra amargada deseándole maldiciones a media humanidad.  Personalmente, me preocupa más creer que la primera de las opciones tal vez sea la más acertada.  Estas paradojas me llevan a entender un poco más por qué razones todos hacemos votos por luchar contra el calentamiento global, contra la pobreza y contra la mala política, cuando en la práctica vivimos en una constante dicotomía autojustificante, según la cual el mundo está equivocado pero cada uno de nosotros, en su interior, considera que es el paradigma de la normalidad y la bondad en el mundo.

Probablemente, de preguntarle hoy a esta persona lo que piensa al respecto, me demostrará argumentativamente que estaba en su derecho, y que su actitud fue justa.  Este desconocimiento de la alteridad, de la decencia y del respeto, es cada día más común, y tal vez por ello es que convenciones como la de Dinamarca, las reuniones de Unasur, y otras tantas reuniones de naciones preocupadas, no llevan a nada diferente a la creación de bonitos eslogans que en la práctica no llevan a nada.

Me gustaría hoy, que quienes creemos en la bondad del ser humano (en alguna medida) y más aún quienes tienen como punto de referencia la fe en Cristo, pudieran realizar un ejercicio introspectivo para ver si realmente consideramos que en el día a día actuamos bajo parámetros de respeto y probidad.  En esta temporada navideña, de consumo y de excesos, convendría analizar si somos quienes realmente creemos que somos.  La verdad, creo que ni siquiera un buen ateo o un formidable agnóstico, sería capaz de proferir palabras así.  Me gustaría, todavía, creer que sería así…
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sábado, 12 de diciembre de 2009

La payasada de la dogmática penal aplicada (v. 2.05)

Si algo me ha enseñado el poco tiempo que llevo de ciudadanía virtual, es que no está bien visto hablar de “Parte 2”, “La Continuación…”, o “la revancha”.  Lo publicitariamente correcto es referirse a ‘versiones’.  Con eso en mente, conviene señalar que la mayoría de programas cuentan con versiones que periódicamente se están actualizando.  Se ha vuelto tan sofisticado el tema, que es usual encontrar versiones con números con decimales.

Observo que el derecho penal colombiano se está sofisticando tanto, que resulta indispensable referirnos a sus grandes avances en términos de ‘versiones’ con decimales, como aquella que figura en el título de este ingreso.  Toda la semana he visto noticias y entradas de blogs, también he escuchado opiniones sobre el caso de Nicolás Castro, el muchacho que a través de Facebook creó un grupo de instigación a la muerte de Jerónimo Uribe, el hijo del Presidente de la República.

Para conocer un poco sobre Nicolás Castro, y algunos de los pormenores de la investigación adelantada por la Fiscalía, los invito a que revisen este artículo, y este otro también.  Se entenderá parte del despliegue investigativo, que ha dado lugar a opiniones encontradas al respecto.  Por mi parte, y teniendo en cuenta que ya he tenido la oportunidad de pronunciarme sobre la dogmática penal colombiana en La payasada de la dogmática penal aplicada (v. 1.0)” (), he considerado oportuno continuar con la saga correspondiente, y emitir algunos conceptos relacionados con este caso.

Arranquemos por decir que, sí estoy de acuerdo con aquellos que consideran que Nicolás cometió un error.  No estoy de acuerdo con aquellos que mencionan que Nicolás ‘solamente’ cometió un error.  Su error es de aquellos que algunos de nosotros aprendimos a identificar como delito en la universidad.  Un error típico, antijurídico y culpable.  Sin embargo, no es ese aspecto de la teoría del delito el que merece el epíteto de ‘payasada’.  Es precisamente el tema de la eficiencia del sistema penal.

Nunca pensé que me sentiría mal por ver (en vida) que el sistema penal funcione bien.  Quienes manejan un poco el tema del procedimiento penal, observan que ante la comisión de un delito, el ente investigador (es decir la Fiscalía) debe iniciar la investigación de oficio.  Algunos se refieren a este principio como principio de legalidad procesal.  Prefiero denominarlo principio (si es que lo es) de oficiosidad.  En efecto, se inició una investigación, y dentro del programa metodológico trazado por la Fiscalía –es decir, un proyecto estructural metodológicamente elaborado con miras a que la investigación permite corroborar o descartar algunos de los hechos sobre los que versa la investigación– se solicitó el rastreo de las direcciones IP desde las que se estaban generando las amenazas o instigaciones.

Se generó con ello un primer problema de tipo investigativo, que siempre ha sido de interés para quienes manejan el derecho electrónico (no solo el comercio electrónico).  Las amenazas están en el mundo virtual, lo que lleva a preguntarse en qué lugar del mundo ‘real’ se generaron esos mensajes de datos.  Quien puede resolver esa pregunta es precisamente el proveedor del alojamiento, en este caso, Facebook.  Es por ello que se requirió de la intervención de las autoridades federales norteamericanas, toda vez que Facebook (o mejor, las instalaciones administrativas principales de Facebook) están en los Estados Unidos.  Se necesitó poner en marcha mecanismos de cooperación judicial internacional en materia penal para poder desentrañar el asunto, y finalmente se hizo así.

Con una eficiencia estilo CSI, se logró obtener los datos requeridos, y con una eficiencia estilo Law & Order, nuestro ente investigador terminó de completar la tarea de recopilación de elementos materiales probatorios.  Allanamientos, y otros mecanismos más fueron utilizados para poder establecer que el señor Nicolás Castro era efectivamente (o al menos eso dicen) “El Cuervo del Salado”.  Establecido eso, se capturó al joven, se llevó ante el juez de control de garantías, y ya cuenta con imputación de cargos, legalización de captura y con una próxima acusación.  No me cabe la menor duda que así será.

Me sentiría orgulloso de nuestros agentes del derecho penal, salvo por el pequeño problema que el ofendido en este caso, curiosamente tiene el apellido Uribe, y aún más curioso es que resulta ser el hijo de nuestro Presidente elevado al cuadrado.   Es allí donde me parece divertido todo este asunto.  Tragicómico, mejor.  Otra vez el teatro jurídico en su máxima expresión.  Casos similares que le ocurrieran a Piedad Córdoba, Gustavo Petro (nos gusten o no), siguen allí, ‘durmiendo el sueño de los justos’.  Esto me lleva de nuevo a re-revisar aquellos conceptos que dábamos por cierto cuando estudié derecho penal y derecho constitucional.

Se dice que el derecho penal se divide en subjetivo, y objetivo.  Curiosamente el ‘subjetivo’ parte de la igualdad, y por el contrario, cada vez vemos que el derecho penal objetivo es más subjetivo.  Sé que la razón de ser de esta distinción no hace referencia a la subjetividad u objetividad con que se analice, sino a otros factores.  Sin embargo, la terminología (al menos aquí y ahora) no resulta afortunada.  Convendría seguir hablando de ius puniendi y ius poenale.

Se dice en la teoría constitucional, que el sistema democrático con división de poderes es un sistema institucional pues se fundamenta en el fortalecimiento de las instituciones.  En consecuencia, tenemos que al adoptar este esquema, el poder se ejerce de manera impersonal.  Es decir, que independientemente de quién esté en el poder (sea administrativo, judicial o legislativo), el sistema debe operar de la misma manera.  Esto lo podemos constatar con claridad en casos como los de Luis Carlos Galán, Palacio de Justicia, avión de Avianca.  La justicia es lenta, independientemente de quien se trate. 

Si, en cambio, nos valemos de otros ejemplos como David Murcia Guzmán (DMG), Nicolás Castro o Yidis Medina, podremos sin duda alguna afirmar que la justicia cumple, y aun sobrepasa, el principio de celeridad que rige la administración de justicia.  Es decir, que un análisis empírico nos permite llegar a la conclusión indubitada que la justicia penal colombiana es sumamente lenta pero también es sumamente rápida (¡!).  Y puedo afirmar que los 6 casos mencionados no han sido manejados todos por los mismos funcionarios.  Se los aseguro.  ¿Cómo así, entonces, que nuestro sistema impersonal, abstracto y regido por el principio de igualdad es tan personal, desigual y concretísimo?

Complicado asunto.  Según recuerdo, lo lógica aristotélica (aunque por no ser anglosajón, él ya está pasado de moda) preceptuaba que una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo.  ¿Entonces qué?  El humorista colombiano Andrés López sin duda saldría con la lapidaria frase: “Deje así…”.  Podría contestar, contrariando un poco al popular Andrés López, que sería conveniente no dejar así, y más bien considerar que tal vez, sólo tal vez (exponiéndome a la ira de los puristas del derecho penal), nuestro derecho penal es político, y que tal vez por ello, los jueguitos por impulsar la política criminal en el país no funcionan.  ¿Para qué invertirle a ese tema si ya el derecho penal es en sí mismo político?

Zaffaroni mencionaba en sus obras, que el derecho penal está diseñado para contener el poder punitivo.  Esa era su misión.  Él hace referencia a algunas aberraciones que se pueden presentar en esta relación de contención, pero tiene claridad sobre la función del derecho penal.  Por mi parte, a pesar de abonarle a Zaffaroni la distinción entre poder punitivo y derecho penal, creo que sigue soñando un poco, al mejor estilo de Tomás Moro, y el mismísimo Hobbes, a quien varias veces he hecho referencia aquí.

Por ello, apreciados lectores, reafirmo que esto del derecho penal científico, del tecnicismo jurídico y de la dogmática penal, es genial para ‘rajar’ estudiantes, escribir monografías en las que los colombianos entendemos que puede haber incremento del riesgo cuando patinamos en el hielo (claro, en el invierno colombiano) y que el estado de necesidad exculpante lo puede explicar la ‘tabla de Carneades’, pero no para entender el derecho penal colombiano.

Sigamos, entonces, dictando clases sobre el ejercicio impersonal del poder, cómo se manifiesta la razonabilidad en la imposición de la pena, y sobre todo, por qué el derecho penal es protector de bienes jurídicos (si les gusta Roxin) o la herramienta para restituir la confianza en la norma quebrantada, claro está, en una sociedad donde todos conocemos y respetamos nuestros roles (Jakobs).



Imagen tomada de:  www.quenoserepita.com.ar

Salud, Nicolás.  Esto es una disputa de un ciudadano (tú), contra otro ciudadano (el amenazado), que dirimirá un juez que NO se ha dejado contaminar por prejuicios de ninguna clase.  Él detectará el velo de la ignorancia, revisará el ordenamiento para entender cómo ha sido el conflicto suscitado y mediante una interpretación basada en la textura abierta de la norma, garantizará la efectividad de los derechos de los asociados.  Y no te preocupes, que el sistema se fundamenta en el respeto de la dignidad humana, así que al resocializarte en un par de meses, verá que no hay necesidad de imponer más pena, y podrás volver pronto para comer natilla y buñuelos con tus allegados.  Recuerda que la justicia es ciega.
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viernes, 4 de diciembre de 2009

El teatro jurídico

La práctica jurídica ha sido enriquecedora.  No puedo negar lo interesante que es moverse en el mundo del derecho y en el mundo del anti-derecho.  Sin embargo, más allá del aprendizaje, del poder luchar por causas justas, o de debatir el conocimiento en las aulas de clase, encuentro que cada vez los abogados se están volviendo verdaderos expertos en la tragedia, y otro tanto, expertos en la comedia.  Otros, grandes poetas y dramaturgos, demuestran gran pericia a la hora de redactar impactantes escritos que harían temblar de la envidia a novelistas.  Lamentablemente, no es tan común encontrar personas a las que uno deba reconocer sin la menor duda, su talante jurídico, su sapiencia y más aún, su afinidad por esa justicia de la que tanto hablamos pero que cada vez vemos menos.



Imagen tomada de:  http://tarbut.edu.mx

Pienso seriamente enviar una queja formal a mi universidad.  No puede ser cierto que ante la incursión de los mecanismos que propenden por la flexibilidad curricular, no haya tenido yo la opción de escoger ver las clases de dramaturgia jurídica, teatro procesal I y II, y teoría de la analogía (el arte de la lucha libre y el derecho), aforismos jurídicos (confunde y reinarás).  Estoy dispuesto, en aras de mostrar cierto grado de proactividad para con la universidad y la sociedad, a elaborar un programa de clase con contenidos teóricos y prácticos, que permitan al estudiante adquirir habilidades especiales en el campo del derecho, habilidades que cada día son más apetecidas por el mercado.

Finalmente, para los temas jurídicos procesales, realmente el punto clave, cuando se está en ejercicio del litigio es utilizar los términos in dubio pro reo (en penal), iura novit curia (en administrativo y civil), hacer referencia a la buena fe exenta de culpa (en comercial) y solicitar la tutela por conexidad (en materia constitucional).  Todo lo demás, siempre y cuando haya sido solicitado de manera subsidiaria, y la numeración esté clara, se dará por añadidura.

Si queremos ser consultores, lo fundamental es lograr aparentar que antes de uno, no había nadie más, y que medio mundo le debe favores a uno.  “Alguna hubo un tipo, un tal Kelsen, que le gustaba hablar mucho de derecho, pero realmente nunca hizo mayor cosa”.  “Tengo unos conocidos allá que nos sacan ese trámite antes de que finalice el mes”.  “Sí, claro, fuimos compañeros de clase, pero él pasó a punta de invitaciones a almorzar a cada uno de los profesores”.  “Esta postura innovadora fue desarrollada por mí, y ha sido un completo éxito”.

Si se trata de la academia, lo más importante es contar acerca de los grandes maestros que nos dictaron clase en el exterior.  Lo segundo más importante es hacer referencia a figuras que no son aplicables en el derecho nacional.  Lo tercero es tener uno o varios libros prologados por personas reconocidas en el medio.  Que sea bueno, o no, no es requisito indispensable, mucho menos aún, que pueda llegar a ser útil.  De hecho, hay variantes de escritura, así como en el ajedrez:  la variante romana (plagar el escrito de aforismos en latín –confunde y reinarás– sin traducir), la variante germánica (infestar el texto de citas a otros textos (para tumbarme, primero debes tumbar mi ejército), la variante Papiamento (seguramente hay un mensaje claro allí, pero no se entiende absolutamente nada), y la variante “Mil y una noches” (primero intenta leer las 800 páginas, y si lo logras, intenta obtener respaldo a tus críticas).

Un buen día,  en una audiencia pública cualquiera, un abogado le dijo al juez, casi con espuma en la boca y lágrimas en los ojos, que mi alter ego lo había amenazado a él con que le iría muy mal, si no empezaba a asistir a las audiencias.  Ante eso, un poco compungido, pero digno, se veía obligado a hacer ciertas solicitudes al juez, antes de proseguir con el trámite de la audiencia.  En ese momento, mi alter ego, según su mismo relato, iba a solicitar el uso de la palabra para precisar que si bien le causaba molestia el constante ausentismo, él había estudiado derecho, y no teatro jurídico.  Justo antes de pedir la palabra, calló (creo que acertó), y simplemente dejó pasar el incidente.  Teniendo en cuenta que él y yo vimos las mismas asignaturas, me pareció valedero su argumento.

Es por ello que en la queja formal que debo hacer llegar a mi universidad antes de que cierren sus puertas por festividades, citaré ejemplos prácticos de cómo en sus variantes clásicas, encontramos importantes muestras de lo indispensable que resulta aprender teatro jurídico en la universidad, y restarle a tanta materia inútil como Responsabilidad Civil, o Derecho Constitucional (en este caso, probablemente podríamos hablar de obsoleto y no tanto lo inútil.  Esta materia se puede incluir en el pensum del programa de Historia).  Miremos a un verdadero maestro del dramatismo como es Néstor Humberto Martínez, un genio de la comedia como es el caso de Fabio Valencia Cossio, magos como Abelardo de la Espriella o titiriteros como Alvaro Uribe Vélez.  Todos ellos abogados, todos ellos unos genios de las tablas.

A muchos de los grandes bardos del derecho, de los cuales tenemos grandes exponentes en la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia y otros en la Corte Constitucional, debemos el que contemos con ‘adamantina’ fuerza argumentativa, que existan verdades “de a puño”, que algún escrito nos “hiera al ojo”, o que debamos ‘insuflar’ el hecho con el derecho.  Otros, que se han dejado contagiar por el realismo mágico propio de las novelas de García Márquez, dicen que esto es un Estado Social de Derecho, que hay colaboración armónica de las ramas del poder público, y que existe igualdad.

Por ello, considero que una buena redacción de los syllabus de estas asignaturas garantizará el éxito de la carrera.  Recordemos, como se menciona en esta columna de Tulio Elí Chichilla publicada el día de hoy en el diario El Espectador, que se quiere dejar la carrera de derecho en 4 años.  Recordemos que estamos en un mundo globalizado dominado por el neoliberalismo.  Lo importante es que las universidades hagan plata, y que mejoremos los indicadores.  El indicador que teóricamente queremos mejorar, es el de Doctores, para hacer creer que generamos conocimiento.  Por supuesto, todos debemos ser doctores, porque eso demuestra que el país avanza.  Claro, nadie sabe qué hacer con todos los doctores y magísteres que actualmente hay, ni menos con los que vendrán, pero todo esto es parte de nuestro teatro jurídico.  Como mencionaba hace un momento, un buen syllabus para estas asignaturas es lo fundamental.  Con una buena formación en teatro jurídico, acceso a una cuenta en Internet que maneje buenas minutas, y acceso a la SSRN para citar a un par de autores que aquí no se manejen, tenemos garantizado el éxito como abogados.

La próxima vez que mi alter ego se encuentre con difamaciones en una audiencia, solicitará el uso de la palabra y dirá “su señoría, los dioses se han confabulado en estas ocasión contra la verdad, y permiten que viertan palabras, que como ácido corroen el oído de quienes concurrimos a éste, el escenario de justicia”.  Por lo menos, suena más bonito que decir que no estudio teatro jurídico.
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martes, 1 de diciembre de 2009

Alazos – Ed. 005

1.  Pregunta invertida

“¿Qué hay que hacer para que lo dejen?”  Esa era una pregunta que empezó a inquietar cuando empecé a entender un poco de política, o mejor, cuando empecé a dejarme confundir por aquello que los mayores llamaban ‘política’.  Era una época en la que se hablaba de extradición, de narcotráfico, y de política.    En otras palabras, era una época en la que se hablaba de lo mismo.  Nada de teléfonos celulares, blogs o noviazgos virtuales.  Recuerdo que esa pregunta surgió en mi mente tan solo unas pocas veces en aquella época.

Era la época en la que líderes como Galán o Álvaro Gómez, lideraban posturas opuestas pero éticas.  Fue una época en que las clases dominantes, tanto legales como ilegales, impidieron que pudieran poner en práctica sus programas.  “¿Qué hay que hacer para que lo dejen?”  En ese entonces, la respuesta era un poco más sencilla:  “¡No los maten!”.

Algún tiempo después, en gobiernos un poco más cercanos a la época actual, me encontré con dos ejemplos cercanos en los que me formulé la misma pregunta.  Me refiero a lo que pasó con el exalcalde de la capital del país, Antanas Mockus.  Ante una propuesta novedosa y bien pensada, en cuanto a lo que la ciudad necesitaba para salir del hoyo, empezó a gestionar, y en muchas ocasiones, el Concejo de Bogotá se atravesó en su camino, impidiendo que pudiera agilizar muchos de sus programas.  “¿Qué hay que hacer para que lo dejen?”.  Finalmente, la respuesta la dio el mismo Mockus, quien ante sus iniciativas claves, no vaciló en insistir, insistir, insistir, e insistir otra vez, hasta que el Concejo finalmente cediera.  Lo hizo, y finalmente el tiempo le dio la razón al señor Antanas, pues a raíz de esas luchas, logró mucho en la ciudad.

Otro ejemplo de esa época fue el del entonces Ministro, Eduardo Pizano, quien estaba encargado de la cartera de desarrollo económico.  Su gestión me pareció admirable, pues logró impulsar con decencia y responsabilidad uno de los temas que siempre ha sido más problemático en Colombia.  La vivienda.  Ese solo hecho lo hace merecedor de mi respeto y admiración.  Sin embargo, en momentos posteriores, ante desafíos que seguramente habría manejado adecuadamente, la clase política, o el mismo pueblo le negó la posibilidad.  “¿Qué hay que hacer para que lo dejen?”.  Buena pregunta.

Veo que el gobierno de Álvaro Uribe Vélez I, y el gobierno de Álvaro Uribe Vélez II ha sido el gobierno con peores nombramientos, en lo que me haya tocado vivir de la historia de Colombia.  Y eso, apreciados lectores, es decir mucho.  Aclaro que voté por Uribe I, y no fui de los conversos que cambiaron de bando a mitad de camino, para hacerlo llegar a la Casa de Nariño en el año 2002.  Siempre creí que su programa de seguridad, y su concepto de lucha contra la politiquería, eran dos asuntos sumamente necesarios, así no hiciera nada más.  Me cumplió con lo de la seguridad, y lo otro… mejor no toquemos el tema hoy.

A Uribe le debemos, Andrés Felipe Arias (y su clon), Diego Palacio Betancourt, Andrés Uriel Gallego,  Fabio Valencia Cossio, Fernando Araujo, Carlos Holguín, Ricardo Galán, Carolina Hoyos Turbay, Daniel García Arizabaleta, Jorge Humberto Botero, (…).  Creo que he mencionado solo algunos de muchos.  Las excepciones, que existen, son más bien pocas.

Cuando uno ve tan copioso ejército de bárbaros, ve intentos por obtener mociones de censura, investigaciones disciplinarias y penales que se quedan en el aire o que se manipulan, la pregunta que veníamos haciendo se invierte:  “¿Qué hay que hacer para que no los dejen?”.  Nunca pensé que sería tan difícil lograr que se institucionalizara la falta de vergüenza.  Pareciera que cualquier concepto de honor, y honra fuera sustituible por un par de MBA’s, LLM’s o PhD’s.  En algunos casos, bastaba conocer simplemente su genealogía, y en otros, su localidad de origen.

Se reciben sugerencias:  “¿Qué hay que hacer para que no los dejen?”


2.  Alazos teledirigidos













3.  Psolenoid en “Picotazos de Gaviota”

He incorporado al blog, una aplicación que se llama Psolenoid.  Llega aquí, da manera que los debates que se han suscitado debido a temas que se han debatido aquí, puedan ser conocidos en su integridad por los lectores de “Picotazos”, que no hayan sido lectores del otro blog que forma parte del debate.

Existen los enlaces que puede hacer uno de otros artículos, y que serán condensados en el cuerpo de la entrada específica en el blog.  Eso le permite a los lectores de este blog, conocer páginas que yo referencio.  Sin embargo, no le permite al lector del blog referenciado, saber que lo estoy referenciando.  Tampoco sus lectores podrán saberlo.  Adicionalmente, existe el fenómeno del trackback, que me permite a mí conocer qué páginas han generado enlaces a mi blog (a determinada entrada de mi blog).  En este caso, se soluciona el problema recién mencionado, pero siempre y cuando exista un enlace específico a mi blog.

Hay fenómenos intermedios que no pueden ser resueltos por estas dos vías.  Es el caso en el que uno trata un tema en su blog, pero sin referenciar a nadie, y otra persona ya lo ha hecho en el pasado.  En este caso, mediante este programa, se pueden enlazar de manera bidireccional ambas entradas, de forma tal que sea visible para los lectores de ambos blogs.  En ese caso, se puede generar un doble efecto.  En primer lugar, se le permite al lector conocer puntos de vista diferentes que probablemente no conocía antes.  Adicionalmente, al ser un enlace bidireccional (que técnicamente llaman un ‘wire’) le permite a personas que no son lectoras de mi blog, acceder a información de mi blog.  En consecuencia, se puede generar la atracción de nuevos lectores al blog.

Teniendo en cuenta que siempre ha sido la filosofía de este blog poder generar una participación interactiva con los lectores, muchos de los cuales son bloggers también en asuntos relacionados con la justicia, el derecho o la política, considero que esta herramienta puede llegar a ser un elemento altamente útil.  Su problema principal es que, si no hay pluralidad de usuarios, no surte efecto, pues no habría personas con quién enlazar.  Dejaré activa la herramienta para ver si existen otros bloggers que se animen a enlazar con este blog.

Los dejo con el video promocional de la herramienta (en inglés).



Psolenoid from psolenoid on Vimeo.



NOTA PRÁCTICA:  La herramienta tiene un sistema de instalación muy sencillo, pero tiene un problema que la página no advierte.  La interfaz de Psolenoid (al menos en mi caso) sólo se hizo visible después de 1 día haber instalado la aplicación en el blog.  Antes de eso, parecía como si no sirviera para nada.  En consecuencia, para quienes quieran instalar la herramienta, es importante dar ese plazo de gracia antes de desistir de la idea.


4.  Frase misantrópica de la edición


Cuanto más conozco a los hombres, más quiero a mi perro.

Lord Byron
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domingo, 29 de noviembre de 2009

Proyecto de carta a Don Luis Carlos Sarmiento Angulo

La vida me ha dado algunas lecciones duras este año, algunas de las que he logrado asimilar con entereza, y otras que aún me tienen en estado de knock out técnico (T.K.O.).  No obstante, ha sido un año de segundas oportunidades, que han dejado diversas enseñanzas, en muchos sentidos.  Otras de ellas aún no he logrado asimilarlas como debiera.  A pesar de esto, he podido aprender de la vida, y por ello estoy agradecido.

Hace mucho tiempo hubiera querido escribir acerca de nuestro ‘jurisbanquero’.  El hombre que en muchas maneras, incluyendo el derecho, ha influido en el día a día de los colombianos.  Sí, el señor Luis Carlos Sarmiento Angulo.  Hace tan solo un par de días tuve la oportunidad de saber que el hombre más rico de Colombia, el señor Sarmiento Angulo, fue galardonado con el premio del diario Portafolio, por su ‘vida y obra’.  En consecuencia, en aras de unirme al regocijo generalizado por tan sublime reconocimiento, me permito enviarle a él algunas consideraciones para que siga adelante con su ‘vida y obra’:



Imagen tomada de:  www.dinero.com


Respetado Señor,

En estos momentos tan definitivos de la vida nacional, he considerado útil y oportuno realizar algunas observaciones acerca de la situación actual, a la espera de que pueda usted colaborarnos con sus buenos oficios, teniendo en cuenta el inmenso amor que la sociedad colombiana le profesa, como ha sido confirmado con el galardón que recientemente ha recibido.

Teniendo en cuenta mi poca estatura intelectual, y aún menor conocimiento de los avatares a los que se ve enfrentado el país, me gustaría conocer su postura acerca de hechos que afectan el día a día de personas comunes y corrientes como yo.  No en vano ha mostrado usted increíble liderazgo en asuntos tan trascendentales de los quehaceres diarios.  En primer lugar, quisiera saber con qué ojos ve usted el que el sistema pensional colombiano adopte posturas constructivas, tales como modificar el ahorro de los individuos para cambiarlo por pólizas de seguros que si bien han de ser oportunamente pagadas, modifica las condiciones en cuanto a la ‘sobrevivencia’.  Malas lenguas mencionan con cierto escepticismo, que no puedo contestar con inteligencia, que es cambiar dinero causado y ya existente por dinero que si bien puede existir, no se ha causado?  Dicen ellos, que el dinero que se invertirá como prima, no sería reembolsado, y que (seguramente de manera errónea) en caso de un fallecimiento temprano, quedaría en manos de las aseguradoras.  La verdad, pensar en tantas figuras extrañas me genera cierto mareo, así que agradezco la oportunidad para que sea usted por qué ellos están equivocados.

Otras personas también dicen por ahí –bien sabe usted que este es un país de chismosos– que la crisis financiera ha sido causada por la avaricia de los banqueros.  Entre estos, hay personas influyentes como Daniel Samper Pizano, quien en su columna de hoy en El Tiempo, pone de presente aseveraciones poco consideradas con el gremio del sector financiero.  Ahora, al parecer, el sector se recupera, y vienen jugosas ganancias.  ¿Vino la avaricia y luego la crisis?  ¿Nunca hubo avaricia y ahora tan solo hay una buena confianza en los mercados?  Algunos también dicen que primero vino la crisis y luego la avaricia.  La verdad es que ante tanto chisme me quedo con la mente en blanco.  Agradezco sus luces en el asunto.

Lamento que esta misiva pareciera tornarse en uno más de tantos escritos de pregunta, sugerencia o queja.  En realidad, solo quería que supiera que admiro su tenacidad y entrega, ante la cual agradecería que ante su apretada agenda, pero conociendo su amor por el pueblo colombiano, pudiese algún día mostrarnos a los demás algunos de sus consejos prácticos para que siendo cada vez más quienes podamos apreciar su cariño y entrega por el bienestar de todos, podamos acompañarlo en el esfuerzo por lograr que cada vez más personas con empleo, y con buenos salarios, como lo ha expresamente mencionado usted en la entrevista que publicara hoy el diario El Tiempo, resaltando su talante humano.

Adicionalmente, agradecería, de serle posible, que me regalara un par de consejos jurídicos, que han sido tan hábiles y efectivos, tales como el manejo de la situación con las captadoras de dinero (DMG y otras), y otros temas como la reelección.

Agradeciendo de antemano su valioso tiempo, le deseo un resto de ‘vida y obra’ llenas de éxito para usted, y para todos los colombianos, quienes le debemos tanto.
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viernes, 27 de noviembre de 2009

La payasada de la dogmática penal aplicada (v. 1.0)

Debo reconocer, de antemano, que la escogencia del tema a tratar el día de hoy ha tenido inmensas dificultades. Reviso el diario El Tiempo de ayer, y en su primera página encuentro 4 noticias que darían para comentarios aquí. He optado por escoger la que primero aparecía, que es esta, por ser un tema que ahora todos manejamos, así como el Yoga y el realismo mágico. Pensé en titular la entrada “Lesa Humanidad: Mitos y Verdades”, pero me pareció un nombre un poco serio para lo que es una crítica aún menos seria a una medida absolutamente ridícula.

Nuestros grandes juristas en materia penal, como siempre, luego de salir a dictar clases sobre garantías, principios, límites al ius puniendi y otra cantidad de bellezas humanistas, salen a hace completamente lo contrario a lo que pregonan. Ahora, la jugada maestra de estos genios, es declarar crímenes de lesa humanidad toda clase de delitos, con fundamento en una supuesta concurrencia de autores en todos estos delitos. La consecuencia inmediata de esta medida es que los crímenes que adquieren esta categoría, inmediatamente adquieren la categoría de prescriptibles. Me explico, para aquellos que no manejan el tema:

La prescripción es una figura mediante la cual se extingue la posibilidad que tiene el Estado de acusar y eventualmente condenar a una persona por la comisión de un delito (prescripción de la acción), o mediante la cual se extingue la posibilidad de aplicar una pena ya impuesta a un individuo (prescripción de la pena). Es importante aclarar que la ‘jugada maestra’ de nuestros ilustres penalistas ha sido evitar que se de la prescripción de la acción. Eso que ahora estamos celebrando como una gran maniobra jurídica, como la panacea del saber lógico-jurídico, no es otra cosa que una jugada política.

Lo que acabó de darse, aplicando un poco de analogía, es una decisión mediante la cual se decide indefectiblemente mantener conectado a un paciente que requiere respirador artificial para mantenerse vivo, o de lo contrario morirá. La diferencia es que en este caso, no existe posibilidad de que el paciente salga vivo. Existe una mera apariencia de ello. Es mi opinión que lo que aquí se ha presentado es otra muestra más de lo política que es la justicia, y cómo el derecho es una simple herramienta para acomodarse a esas decisiones políticas. ¿Cuál es la decisión política? En efecto, es sencillo: “Ese proceso no prescribirá bajo mi período”, es lo que probablemente piensan en la Fiscalía. Declarar el proceso como un caso de crimen de lesa humanidad es una burla a la sociedad, quien por ahora considera que finalmente se hará justicia, cuestión que no puede descartarse, pero que ciertamente no es una probabilidad fehaciente.

Mucho se ha hablado sobre los crímenes de lesa humanidad. Se ha vuelto tan popular el término, que se suele utilizar para equiparar los crímenes de alto impacto social, y los crímenes atroces a los crímenes de lesa humanidad. Sin embargo, su naturaleza jurídica es diferente. El crimen de lesa humanidad ha sido tratado por el estatuto de Roma, que instituyó la Corte Penal Internacional, tipificándolo en su artículo 7. Se menciona una serie de conductas que al ser cometidas, constituyen crímenes de lesa humanidad, siempre que se cumpla con el requisito de ser un ataque sistemático o generalizado, dirigido contra la población civil.

No descarto que, en efecto, se pudiese tratar alguno de estos delitos como crímenes de lesa humanidad. Lo que resulta altamente sospechoso, es que nuestros gurús del derecho penal se den cuenta de esta situación, justamente cuando los delitos están a punto de prescribir. La muerte de Pablo Escobar ha dado para justificar estos movimientos, que ya se han visto en el pasado (caso Luis Carlos Galán, aunque aquí se hacía referencia a un genocidio dudoso, o incluso el caso del Palacio de Justicia, que desde mi óptica sería en el peor de los casos, un crimen de guerra).

Es alentador para la sociedad recibir noticias que los delitos de gran envergadura que se cometen, serán llevados ante la justicia. La pregunta que surge indefectiblemente es si estamos adaptando las normas al caso, o si estamos haciendo lo contrario. Todo me lleva a pensar que se está haciendo lo segundo. Se intenta hacer ver un crimen de lesa humanidad cuando estamos ante una muerte masiva, simplemente por el hecho de que las modificaciones constitucionales impiden la prescripción de esta clase de delitos. No es la primera vez, como tampoco será la última, en la que esta clase de maniobras se den. Lo terrible del asunto es que esta clase de jugadas se hacen sin mayor fundamento probatorio, y basado en conjeturas (que probablemente son ciertas, pero que no dejan por ello de ser simples conjeturas).

Observo con cierto temor, que las garantías penales cada vez se constituyen en un buen motivo para vender libros o dar discursos, pero que se quedan en el texto. No quiero aquí generar la impresión de querer que los casos queden en la impunidad. Para nada. Sin embargo, mi formación jurídica es reacia a aceptar que estos movimientos políticos, camuflados bajo aplicaciones dogmáticas, continúen. No se puede enmascarar la ineficacia del sistema, o de los actores que pertenecen a él, con jugadas como estas. En el futuro, todo delito será un crimen de guerra, o de lesa humanidad, o de genocidio, salvo que se demuestre lo contrario, violentando cualquier residuo de legalidad que pueda subsistir actualmente.

Aquello de la taxatividad se está convirtiendo en un comodín jurídico, que cada cual maneja a su antojo, con fundamento en generalizaciones apresuradas que no resultan demasiado creíbles. Me embarga de tristeza saber que cada vez más, la población colombiana está siendo llevada a interpretaciones acomodaticias, de la cual nadie estará exento el día en que queramos ver gente condenada para satisfacer candentes deseos de venganza, mas no de justicia.
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martes, 24 de noviembre de 2009

Hobbes Pt. 2 – El Leviatán con complejo de inferioridad

Hace un par de meses repasaba algunos aspectos de la teoría de Thomas Hobbes, según fuera ilustrada por algunos de sus conocedores, y me planteaba la pregunta de qué pensaría el autor si hubiese presenciado la clase de bestialidades que ocurren en este país (por solo mencionar el ejemplo más cercano de los patéticos ejemplos que pueden agruparse alrededor del globo).  Particularmente, en “Hobbes Pt. 1 – El Leviatán esquizofrénico” hubo un enfoque acerca de la posible reconsideración de factores que habría tenido que afrontar Hobbes si hubiese conocido un Estado crónicamente disfuncional, como es éste.  La disfuncionalidad analizada, básicamente hacía referencia a la existencia de una serie de fuerzas de voluntad coexistentes y contradictorias entre sí, como ocurre cuando el poder legislativo y la judicatura no se llevan bien, o cuando el Presidente y un expresidente de la Corte Suprema de Justicia se denuncian recíprocamente.  En general, el breve análisis se enfocó en un cuadro de esquizofrenia estatal.

Un poco más de lectura, y un análisis comparativo de la realidad nacional con las posturas de Hobbes, me ha dejado aún más desalentado.  El día de ayer, en horas de la mañana, se formó tremendo debate por las declaraciones del Presidente de la República, según las cuales Augusto Ibáñez, el ‘Honorable’ Presidente de la Corte Suprema de Justicia le ha mentido al país en las declaraciones que le hubiere dado a Cecilia Orozco, en El Espectador.  Me enteré por la W (coincidencia poco feliz, pues escuchar a María Isabel Rueda y a Felix De Bedout al mismo tiempo era simplemente demasiado para soportar).  Antes de rápidamente cambiar la emisora, logré entrever que el Presidente ha llamado mentirosos a los Magistrados.  Todo esto se suscita dentro del ya conocido escándalo por la elección del Fiscal General de la Nación.

Me encuentro en ese estado de cosas, cuando repaso mis lecturas esporádicas de “El Leviatán”, y me encuentro con el capítulo XXIX de su obra, que hace referencia a las causas que debilitan o llevan a la desintegración de un Estado.  En este capítulo, Hobbes expone cada una de las causas, realizando un ejercicio comparativo con las enfermedades del cuerpo.  Recordemos, como se dijo en la entrada anterior, que Hobbes era una persona con formación propia de las ciencias naturales, y por tanto no sorprende que recurra a la analogía para describir estos males.  Recomiendo la lectura de este capítulo, sobre todo para quienes no pueden o no quieren leer la totalidad de la obra.

De todos los ejemplos que me gustaría abarcar, considero pertinente resaltar dos de ellos, que son tratados de manera consecutiva por el autor, y que citaré, de conformidad con una versión que he encontrado en línea.  He aquí el primero de ellos.  Si bien la traducción no me agrada, sí permite ilustrar la postura de Hobbes respecto de estos dos males.

División del poder soberano. Existe una sexta doctrina directa y llanamente contraria a la esencia de un Estado: según ella el soberano poder puede ser dividido. Ahora bien, dividir el poder de un Estado no es otra cosa que disolverlo, porque los poderes divididos se destruyen mutuamente uno a otro. En virtud de estas doctrinas los hombres sostienen principalmente a algunos que haciendo profesión de las leyes tratan de hacerlas depender de su propia enseñanza, y no del poder legislativo.

Cita tomada del texto disponible en: http://www.uruguaypiensa.org.uy/imgnoticias/749.pdf

Recuerdo mucho las clases que recibiera en materia constitucional, en las que se ponía de presente la diferencia inherente entre acuñar el término ‘poderes públicos’ y ‘ramas del poder público’.  La crítica de Hobbes se absorbía, y permitía entender que el poder que nace del soberano (Nación o pueblo, según la Constitución que miremos) es uno solo.  Cuestión diferente es que la administración del poder se subdivida en ramas para que se pueda garantizar un sistema de pesos y contrapesos (al menor teóricamente).  Como vemos, la diferencia es absolutamente teórica (sé que al escribir esto puedo despertar la ira de los teóricos del derecho constitucional), y en mi defensa, argumento que todo sistema política es inherentemente bueno, pero es a través del estudio de sus aberraciones, donde se puede determinar qué tan bueno o malo es.

Las aberraciones del uso del poder cuando existían ‘los poderes’ son las mismas que  las de ahora, cuando existen ‘las ramas del poder’.  En ese sentido, ayuda mucho la lectura de David Hume en su escrito “Del origen del gobierno”, al que pude tener acceso hace algunos días, a través de este ingreso en la página del blog “Espacio Agón”.  En este escrito, nos dice Hume:

Todos los hombres son sensibles a la necesidad de la justicia para el mantenimiento de la paz y el orden; y todos son sensibles a la necesidad de la paz y el orden para el mantenimiento de la sociedad.  Pero aun siendo una necesidad tan grande y obvia –¡cuán  frágil y perversa es nuestra naturaleza!– resulta imposible mantener a los hombres, fiel e infaliblemente, en la senda de la justicia.  Pueden darse circunstancias extraordinarias en las que un hombre encuentre que los beneficios que obtiene para sí acudiendo al fraude o la rapiña son mayores que el daño que, con su conducta injusta, está profiriendo al conjunto de la sociedad.  Incluso, es más frecuente que ese mismo hombre se vea arrastrado a abandonar sus intereses verdaderos, que son lejanos, a favor de las más atractivas y a menudo frívolas tentaciones del presente.  Ésta es una de las grandes e incurables debilidades de la naturaleza humana.

Cita tomada de la página http://espacioagon.blogspot.com/2009/11/david-hume-del-origen-del-gobierno.html


Sin duda, el episodio de ayer nos permite asegurar que tenemos autoridades mentirosas.  El Presidente miente (cosa que ya ha demostrado suficientemente en el pasado) o la Corte Suprema de Justicia miente (cosa que también han demostrado suficientemente en el pasado).  Sin embargo, no había sido tan evidente la falta a la verdad, como en esta ocasión, donde está en juego el nombramiento de un servidor tan vital en este país, como lo es el Fiscal General de la Nación.

¿Por qué mentir?  Los medios se aventuran a esgrimir razones de índole personal o político que se relacionan con la idoneidad profesional o moral de los candidatos.  He escuchado otra versión –que no me sorprendería para nada que fuera verdad– según la cual el problema es de puestos, y no de ética.  Recordemos que el poder nominador del Fiscal General de la Nación es inmenso.  El poder que en materia de presupuesto tiene el Fiscal General de la Nación, no es comparable con ninguna otra entidad o persona  individualmente considerada (exceptuando, por supuesto al Ministerio de Hacienda y al Presidente de la República).  Es posible que el disgusto por la terna tenga que ver con la falta de garantía de puestos.  Dejo la duda en el aire.  No me consta, pero tampoco me sorprendería.  Lo que sí puedo afirmar es que mi fuente es una persona que sí conoce esos manejos bastante bien.

Pasemos al segundo punto.  Ayer, Julio Sánchez Cristo, director del programa de la W, le reveló a la teleaudiencia que conocía por fuente confiable que la Corte Suprema de Justicia estaría pensando en llevar la elección del Fiscal General de la Nación a instancias internacionales, para que ellas dirimieran el conflicto.  El Presidente calificó la propuesta como un posible golpe de Estado, dado que la Constitución es muy clara en las competencias nominadoras para el cargo, y no se menciona ningún organismo internacional en alguna de esas disposiciones.

Al respecto, nos menciona el gran Hobbes:

Imitación de las naciones vecinas. Tan falsa doctrina, así como el ejemplo de un gobierno diferente en una nación vecina, dispone a los hombres a la alteración de la forma ya establecida. Así, el pueblo de los judíos fue impulsado a repudiar a Dios, reclamando al profeta Samuel un rey semejante al de todas las demás naciones. Así, también, las ciudades menores de Grecia estaban constantemente perturbadas con sediciones de las facciones aristócratas y demócratas; una parte de los Estados deseaba imitar a los lacedemonios; la otra, a los atenienses. Yo no dudo de que muchos hombres han considerado los últimos disturbios en Inglaterra como una imitación de los Países Bajos; suponían que para hacerse rico no tenían que hacer otra cosa sino cambiar, como ellos lo habían hecho, su forma de gobierno. En efecto la constitución de la naturaleza humana propende por sí misma a la novedad. Por tanto, cuando resulta estimulada en el mismo sentido por la vecindad de quienes se han enriquecido por tales medios, es casi imposible no estar de acuerdo con quienes solicitan el cambio, y aman los primeros principios, aunque les desagrade la continuidad del desorden; como quienes habiendo cogido la sarna se rascan con sus propias uñas, hasta que no pueden resistir más.

(Obra ya citada).

Ha caracterizado la presidencia de Augusto Ibáñez en la Corte, lo que algunos podrían llamar una provocatio ad mundum, o la apelación a cualquier instancia mundial que no sea colombiana, para que solucione los problemas jurídicos de Colombia.  La insaciable búsqueda porque la CPI intervenga en el país, porque Estados Unidos interceda ante Uribe, y ahora la búsqueda porque el Fiscal sea el resultado de una gestión internacional y no del cumplimiento de la Constitución, es aterradora.  Es uno de los hijos predilectos del extranjero, al parecer.  Por qué querer llegar a la Corte Suprema de Justicia si se tiene tan poca fe en lo que hay aquí.  Hume y Hobbes estarían de acuerdo en que es una obsesión por el poder.  De acuerdo, es otro obsesionado más.  Lo que no se entiende es su fascinación fetichista por lo internacional.

El sanedrín de 23, sufre de complejo de inferioridad.  No le cree ni a la propia Constitución.  Si no lo dice Baltasar o Don Luis Moreno, probablemente no sirva.  Sería bueno que además de leer tanto convenio y tratado internacional, se aprendieran los artículos 2, 4, 6 y 9 de la Constitución.  Particularmente el artículo 4º de la Constitución, que hace referencia al principio de la supremacía constitucional.  Si no le creen al texto hecho por colombianos, entonces sería bueno que revisaran a Sir Edward Coke, y al Justice Marshall, para que lleguen a la misma conclusión, aunque esta vez acudiendo a la metodología de los que no tienen la entereza para obrar conforme a la dignidad de sus cargos.

Sí, Uribe es un político obsesionado por el poder.  Terco, muy malo en la elección de quienes lo rodean (lo cual denota que no es TAN bueno como dicen).  Pero la Justicia ha dejado de hacer justicia y se ha dedicado a hacer política.  Sin duda, la historia no los tratará bien, al menos entre quienes pensamos en derecho y no en votos y puestos.

Preguntas para el alma de Hobbes:

¿Qué pensar, señor, de un Leviatán en el que dividimos el poder, y quienes lo tienen siempre buscan a un protector superior para legitimar sus acciones?  ¿Qué pensar de un Congreso que hace lo que el Presidente de la República ordena?  ¿Qué pensar de un Presidente que se escuda en los norteamericanos para defender su gestión política?  ¿Qué pensar de una Corte que le gusta más la política que la justicia, y cuya solución es siempre mirar por fuera de las fronteras?

Nota personal:  Este Leviathan cada vez tiene más cara de Looney Tunes que de Leviatán.  No falta mucho para que Groucho Marx sea nuestro filósofo de cabecera.  Eso sí, preferible Groucho que cualquiera de los de aquí, ¿verdad CSJ?
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jueves, 19 de noviembre de 2009

La duda metódica

Poseo una duda metódica.  En realidad poseo muchas de ellas, pero por el momento me ha asaltado una de ellas de manera extremadamente poderosa.  Ataja cualquier intento de conciliar el sueño, y evita que la musa de la concentración llegue a mí cuando estoy intentando realizar cualquier clase de trabajo.  La duda metódica no me deja en paz.  “¿Cuál es ella?”, se preguntarán algunos. 

Realmente es una duda que no es nueva en su contenido, pues ha sido abordada por diferentes pensadores, de muchísima más sabiduría e inteligencia que la que pudiera llegar yo a tener.  Muchos de ellos llegaron a alcanzar fama y reconocimiento por abordar de frente diversas aristas de esta espinosa inquietud.  En efecto, el solo atreverse a estudiar un tema como este, sin miedo a pasar por ridículo, desocupado o anticuado, es digno de ser reconocido.  Más aún, la forma en la que se aborda el tema difiere, en la medida en que la metodología de cada uno de ellos es verdaderamente diferente.

Algunos de ellos, incluso han llegado a tocar magistralmente el tema como consecuencia de que precisamente no quieren hablar de tan espinoso tema.  Para poder evitarlo, deben referirse el asunto.  Han podido metodológicamente delimitar su ámbito de aplicación, de forma tal que los incautos o los no ilustrados puedan identificar el terreno sobre el que se transita.

¡Ohhh duda!  Quizás algunos de los lectores han padecido la sensación que yo hoy siento, de incertidumbre y ansiedad ante una duda que es clara y evidente pero cuya respuesta nos es tan esquiva como lo puede ser la eterna juventud.  Tal vez hubiera podido dejarte en el olvido, relegada como tantas otras de tu especie, de no ser por los designios que me dejan ver tu maltrecha esencia en cada evento que se desarrolla ante mis ojos.  No solo he podido percibir tu presencia en aquella órbita real y sensible, de la que cada día somos menos adeptos, sino que he debido toparme contigo cada vez que me desmaterializo y fluyo por esa red que a todos nos cubre pero que no podemos realmente ver.

“¿Cuál es ella?” repetirán nuevamente muchos.  Es aquella que tienen mentalmente resuelta algunos en un sentido, aunque en la práctica resuelvan las situaciones en un sentido completamente contrario al inicialmente planteado.  Sí, es aquella que se maneja hipócritamente por muchos para coronar reinas de belleza, nombrar funcionarios y conquistar amantes.  Es la misma verdad aunque adaptada a diferentes escenarios.  Es aquella que, al no resolverse permite a los creyentes pecar, y pecar y pecar sin ninguna clase de remordimiento, mientras que condenan los pecados ajenos.

Es esta duda, en su máxima expresión, la que salta a la vista cuando leemos la entrada de García Amado titulada “¿Se puede ser antikelseniano sin mentir sobre Kelsen?”.   Larga pero entretenida, larga pero reveladora.  Reveladora pero inquietante.  Cuando finalmente, luego de una pacífica y controlada digestión de ideas, noto que la duda va asomando sus garras a la vuelta de mi mente, decido que no es conveniente pensar en ella y que resulta más conveniente entretenerme en otros quehaceres.

Lamentablemente, hay algunos de nosotros que, sin importar qué estén haciendo nuestras extremidades, si no implica un ejercicio con un grado de concentración máxima, se le otorga una inmerecida licencia a la mente para que comience a elucubrar y a conspirar contra el agobiante ‘ser’ que vivimos día a día.  Soy uno de ellos, he de aceptarlo.  Por ello, ¡qué mejor remedio para acallar a la conspiradora mente que ver televisión!  ¿Qué mejor remedio, oso preguntarme?  Cualquiera es mejor remedio, e incluso la misma televisión, pero si se sintoniza cualquier cosa excepto la programación nacional.  De hacerlo, se expone uno a que la duda aparezca de nuevo, ya no solo mostrando sus garras, sino en plan de doblegar mi voluntad.

Algo así sucedió esta semana cuando huía de ella, y opté por revisar las noticias.  Miré con asombro de qué manera gateaba ella hacia mí con cada noticia que se mencionaba.  Nada demasiado severo, salvo cuando hablaron de una fallida moción de censura contra el Ministro Fernández, que me recordó precisamente que este último debe tener un espacio reservado en este blog, pero que se requiere algo de investigación previa, para no ser yo un simple repetidor de los medios tradicionales, que tanto nos defraudan.  En ese momento, las garras que yo veía dejaron entrever una fortaleza sin par, y se aprestaron a saltar súbitamente sobre mí.  No hay duda, era presa de una duda metódica.  No habría de dejarme salir hasta que no lidiara de frente con ella.

Me transportó a un mundo que no había recorrido antes.  Me recordó las peripecias del Procurador General de la Nación en el caso de la ‘yidispolítica’, mientras que veía al alto funcionario disfrutar de un banquete.  Trasegó ella conmigo por valles, colinas y llanuras, hasta pasar por un punto geográfico que me era desconocido en ese momento, y que tan solo identificó como ‘la encrucijada del alma’.  Creo que he sido uno de los afortunados que ha logrado atravesar la encrucijada, y no quedarse hipnotizado por este cautivador lugar.  Mi nueva maestra, ama y señora, me condujo con rigor por sendas en las que observamos a sacerdotes, pastores, rabinos, emires y muchos otros líderes espirituales, aunque estos habían matado y robado, pero gozaban de las mismas bienaventuranzas de los demás, a pesar de su pasado.

Habiendo sido doblegado por la duda, y transitando por los caminos por los que a bien tuvo guiarme bajo su yugo, sentí la necesidad de comparar mi experiencia con aquella vivida por el divino poeta, Dante Alighieri, aunque dando gracias a Dios que mi experiencia era mucho más grata que la que hubiera vivido aquél.  Me pregunté el porqué de esa distinción.  ¿Por qué en el caso de él, vio ejemplificada la justicia divina en su trasegar, pero en mi caso, veía el premio a la injusticia y a la desfachatez?  Afrontar la duda me generaba más dudas, pero estabas llegaban y se iban a medida que caminaba por este escenario.

“¡Ohhh duda! Me utilizaste y me dejaste como al principio, aunque derrotado y cansado”.  ¿Que cuál duda?, todavía insisten algunos.  Está bien, está bien, estoy cansado y me declaro formalmente derrotado.  No existe ningún Savater que pueda consolarme a estas alturas.

La duda que ha generado tanto en mí es: ¿Qué sentido tiene en el mundo actual predicar la existencia de la ética o la moral?
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