domingo, 29 de noviembre de 2009

Proyecto de carta a Don Luis Carlos Sarmiento Angulo

La vida me ha dado algunas lecciones duras este año, algunas de las que he logrado asimilar con entereza, y otras que aún me tienen en estado de knock out técnico (T.K.O.).  No obstante, ha sido un año de segundas oportunidades, que han dejado diversas enseñanzas, en muchos sentidos.  Otras de ellas aún no he logrado asimilarlas como debiera.  A pesar de esto, he podido aprender de la vida, y por ello estoy agradecido.

Hace mucho tiempo hubiera querido escribir acerca de nuestro ‘jurisbanquero’.  El hombre que en muchas maneras, incluyendo el derecho, ha influido en el día a día de los colombianos.  Sí, el señor Luis Carlos Sarmiento Angulo.  Hace tan solo un par de días tuve la oportunidad de saber que el hombre más rico de Colombia, el señor Sarmiento Angulo, fue galardonado con el premio del diario Portafolio, por su ‘vida y obra’.  En consecuencia, en aras de unirme al regocijo generalizado por tan sublime reconocimiento, me permito enviarle a él algunas consideraciones para que siga adelante con su ‘vida y obra’:



Imagen tomada de:  www.dinero.com


Respetado Señor,

En estos momentos tan definitivos de la vida nacional, he considerado útil y oportuno realizar algunas observaciones acerca de la situación actual, a la espera de que pueda usted colaborarnos con sus buenos oficios, teniendo en cuenta el inmenso amor que la sociedad colombiana le profesa, como ha sido confirmado con el galardón que recientemente ha recibido.

Teniendo en cuenta mi poca estatura intelectual, y aún menor conocimiento de los avatares a los que se ve enfrentado el país, me gustaría conocer su postura acerca de hechos que afectan el día a día de personas comunes y corrientes como yo.  No en vano ha mostrado usted increíble liderazgo en asuntos tan trascendentales de los quehaceres diarios.  En primer lugar, quisiera saber con qué ojos ve usted el que el sistema pensional colombiano adopte posturas constructivas, tales como modificar el ahorro de los individuos para cambiarlo por pólizas de seguros que si bien han de ser oportunamente pagadas, modifica las condiciones en cuanto a la ‘sobrevivencia’.  Malas lenguas mencionan con cierto escepticismo, que no puedo contestar con inteligencia, que es cambiar dinero causado y ya existente por dinero que si bien puede existir, no se ha causado?  Dicen ellos, que el dinero que se invertirá como prima, no sería reembolsado, y que (seguramente de manera errónea) en caso de un fallecimiento temprano, quedaría en manos de las aseguradoras.  La verdad, pensar en tantas figuras extrañas me genera cierto mareo, así que agradezco la oportunidad para que sea usted por qué ellos están equivocados.

Otras personas también dicen por ahí –bien sabe usted que este es un país de chismosos– que la crisis financiera ha sido causada por la avaricia de los banqueros.  Entre estos, hay personas influyentes como Daniel Samper Pizano, quien en su columna de hoy en El Tiempo, pone de presente aseveraciones poco consideradas con el gremio del sector financiero.  Ahora, al parecer, el sector se recupera, y vienen jugosas ganancias.  ¿Vino la avaricia y luego la crisis?  ¿Nunca hubo avaricia y ahora tan solo hay una buena confianza en los mercados?  Algunos también dicen que primero vino la crisis y luego la avaricia.  La verdad es que ante tanto chisme me quedo con la mente en blanco.  Agradezco sus luces en el asunto.

Lamento que esta misiva pareciera tornarse en uno más de tantos escritos de pregunta, sugerencia o queja.  En realidad, solo quería que supiera que admiro su tenacidad y entrega, ante la cual agradecería que ante su apretada agenda, pero conociendo su amor por el pueblo colombiano, pudiese algún día mostrarnos a los demás algunos de sus consejos prácticos para que siendo cada vez más quienes podamos apreciar su cariño y entrega por el bienestar de todos, podamos acompañarlo en el esfuerzo por lograr que cada vez más personas con empleo, y con buenos salarios, como lo ha expresamente mencionado usted en la entrevista que publicara hoy el diario El Tiempo, resaltando su talante humano.

Adicionalmente, agradecería, de serle posible, que me regalara un par de consejos jurídicos, que han sido tan hábiles y efectivos, tales como el manejo de la situación con las captadoras de dinero (DMG y otras), y otros temas como la reelección.

Agradeciendo de antemano su valioso tiempo, le deseo un resto de ‘vida y obra’ llenas de éxito para usted, y para todos los colombianos, quienes le debemos tanto.
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viernes, 27 de noviembre de 2009

La payasada de la dogmática penal aplicada (v. 1.0)

Debo reconocer, de antemano, que la escogencia del tema a tratar el día de hoy ha tenido inmensas dificultades. Reviso el diario El Tiempo de ayer, y en su primera página encuentro 4 noticias que darían para comentarios aquí. He optado por escoger la que primero aparecía, que es esta, por ser un tema que ahora todos manejamos, así como el Yoga y el realismo mágico. Pensé en titular la entrada “Lesa Humanidad: Mitos y Verdades”, pero me pareció un nombre un poco serio para lo que es una crítica aún menos seria a una medida absolutamente ridícula.

Nuestros grandes juristas en materia penal, como siempre, luego de salir a dictar clases sobre garantías, principios, límites al ius puniendi y otra cantidad de bellezas humanistas, salen a hace completamente lo contrario a lo que pregonan. Ahora, la jugada maestra de estos genios, es declarar crímenes de lesa humanidad toda clase de delitos, con fundamento en una supuesta concurrencia de autores en todos estos delitos. La consecuencia inmediata de esta medida es que los crímenes que adquieren esta categoría, inmediatamente adquieren la categoría de prescriptibles. Me explico, para aquellos que no manejan el tema:

La prescripción es una figura mediante la cual se extingue la posibilidad que tiene el Estado de acusar y eventualmente condenar a una persona por la comisión de un delito (prescripción de la acción), o mediante la cual se extingue la posibilidad de aplicar una pena ya impuesta a un individuo (prescripción de la pena). Es importante aclarar que la ‘jugada maestra’ de nuestros ilustres penalistas ha sido evitar que se de la prescripción de la acción. Eso que ahora estamos celebrando como una gran maniobra jurídica, como la panacea del saber lógico-jurídico, no es otra cosa que una jugada política.

Lo que acabó de darse, aplicando un poco de analogía, es una decisión mediante la cual se decide indefectiblemente mantener conectado a un paciente que requiere respirador artificial para mantenerse vivo, o de lo contrario morirá. La diferencia es que en este caso, no existe posibilidad de que el paciente salga vivo. Existe una mera apariencia de ello. Es mi opinión que lo que aquí se ha presentado es otra muestra más de lo política que es la justicia, y cómo el derecho es una simple herramienta para acomodarse a esas decisiones políticas. ¿Cuál es la decisión política? En efecto, es sencillo: “Ese proceso no prescribirá bajo mi período”, es lo que probablemente piensan en la Fiscalía. Declarar el proceso como un caso de crimen de lesa humanidad es una burla a la sociedad, quien por ahora considera que finalmente se hará justicia, cuestión que no puede descartarse, pero que ciertamente no es una probabilidad fehaciente.

Mucho se ha hablado sobre los crímenes de lesa humanidad. Se ha vuelto tan popular el término, que se suele utilizar para equiparar los crímenes de alto impacto social, y los crímenes atroces a los crímenes de lesa humanidad. Sin embargo, su naturaleza jurídica es diferente. El crimen de lesa humanidad ha sido tratado por el estatuto de Roma, que instituyó la Corte Penal Internacional, tipificándolo en su artículo 7. Se menciona una serie de conductas que al ser cometidas, constituyen crímenes de lesa humanidad, siempre que se cumpla con el requisito de ser un ataque sistemático o generalizado, dirigido contra la población civil.

No descarto que, en efecto, se pudiese tratar alguno de estos delitos como crímenes de lesa humanidad. Lo que resulta altamente sospechoso, es que nuestros gurús del derecho penal se den cuenta de esta situación, justamente cuando los delitos están a punto de prescribir. La muerte de Pablo Escobar ha dado para justificar estos movimientos, que ya se han visto en el pasado (caso Luis Carlos Galán, aunque aquí se hacía referencia a un genocidio dudoso, o incluso el caso del Palacio de Justicia, que desde mi óptica sería en el peor de los casos, un crimen de guerra).

Es alentador para la sociedad recibir noticias que los delitos de gran envergadura que se cometen, serán llevados ante la justicia. La pregunta que surge indefectiblemente es si estamos adaptando las normas al caso, o si estamos haciendo lo contrario. Todo me lleva a pensar que se está haciendo lo segundo. Se intenta hacer ver un crimen de lesa humanidad cuando estamos ante una muerte masiva, simplemente por el hecho de que las modificaciones constitucionales impiden la prescripción de esta clase de delitos. No es la primera vez, como tampoco será la última, en la que esta clase de maniobras se den. Lo terrible del asunto es que esta clase de jugadas se hacen sin mayor fundamento probatorio, y basado en conjeturas (que probablemente son ciertas, pero que no dejan por ello de ser simples conjeturas).

Observo con cierto temor, que las garantías penales cada vez se constituyen en un buen motivo para vender libros o dar discursos, pero que se quedan en el texto. No quiero aquí generar la impresión de querer que los casos queden en la impunidad. Para nada. Sin embargo, mi formación jurídica es reacia a aceptar que estos movimientos políticos, camuflados bajo aplicaciones dogmáticas, continúen. No se puede enmascarar la ineficacia del sistema, o de los actores que pertenecen a él, con jugadas como estas. En el futuro, todo delito será un crimen de guerra, o de lesa humanidad, o de genocidio, salvo que se demuestre lo contrario, violentando cualquier residuo de legalidad que pueda subsistir actualmente.

Aquello de la taxatividad se está convirtiendo en un comodín jurídico, que cada cual maneja a su antojo, con fundamento en generalizaciones apresuradas que no resultan demasiado creíbles. Me embarga de tristeza saber que cada vez más, la población colombiana está siendo llevada a interpretaciones acomodaticias, de la cual nadie estará exento el día en que queramos ver gente condenada para satisfacer candentes deseos de venganza, mas no de justicia.
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martes, 24 de noviembre de 2009

Hobbes Pt. 2 – El Leviatán con complejo de inferioridad

Hace un par de meses repasaba algunos aspectos de la teoría de Thomas Hobbes, según fuera ilustrada por algunos de sus conocedores, y me planteaba la pregunta de qué pensaría el autor si hubiese presenciado la clase de bestialidades que ocurren en este país (por solo mencionar el ejemplo más cercano de los patéticos ejemplos que pueden agruparse alrededor del globo).  Particularmente, en “Hobbes Pt. 1 – El Leviatán esquizofrénico” hubo un enfoque acerca de la posible reconsideración de factores que habría tenido que afrontar Hobbes si hubiese conocido un Estado crónicamente disfuncional, como es éste.  La disfuncionalidad analizada, básicamente hacía referencia a la existencia de una serie de fuerzas de voluntad coexistentes y contradictorias entre sí, como ocurre cuando el poder legislativo y la judicatura no se llevan bien, o cuando el Presidente y un expresidente de la Corte Suprema de Justicia se denuncian recíprocamente.  En general, el breve análisis se enfocó en un cuadro de esquizofrenia estatal.

Un poco más de lectura, y un análisis comparativo de la realidad nacional con las posturas de Hobbes, me ha dejado aún más desalentado.  El día de ayer, en horas de la mañana, se formó tremendo debate por las declaraciones del Presidente de la República, según las cuales Augusto Ibáñez, el ‘Honorable’ Presidente de la Corte Suprema de Justicia le ha mentido al país en las declaraciones que le hubiere dado a Cecilia Orozco, en El Espectador.  Me enteré por la W (coincidencia poco feliz, pues escuchar a María Isabel Rueda y a Felix De Bedout al mismo tiempo era simplemente demasiado para soportar).  Antes de rápidamente cambiar la emisora, logré entrever que el Presidente ha llamado mentirosos a los Magistrados.  Todo esto se suscita dentro del ya conocido escándalo por la elección del Fiscal General de la Nación.

Me encuentro en ese estado de cosas, cuando repaso mis lecturas esporádicas de “El Leviatán”, y me encuentro con el capítulo XXIX de su obra, que hace referencia a las causas que debilitan o llevan a la desintegración de un Estado.  En este capítulo, Hobbes expone cada una de las causas, realizando un ejercicio comparativo con las enfermedades del cuerpo.  Recordemos, como se dijo en la entrada anterior, que Hobbes era una persona con formación propia de las ciencias naturales, y por tanto no sorprende que recurra a la analogía para describir estos males.  Recomiendo la lectura de este capítulo, sobre todo para quienes no pueden o no quieren leer la totalidad de la obra.

De todos los ejemplos que me gustaría abarcar, considero pertinente resaltar dos de ellos, que son tratados de manera consecutiva por el autor, y que citaré, de conformidad con una versión que he encontrado en línea.  He aquí el primero de ellos.  Si bien la traducción no me agrada, sí permite ilustrar la postura de Hobbes respecto de estos dos males.

División del poder soberano. Existe una sexta doctrina directa y llanamente contraria a la esencia de un Estado: según ella el soberano poder puede ser dividido. Ahora bien, dividir el poder de un Estado no es otra cosa que disolverlo, porque los poderes divididos se destruyen mutuamente uno a otro. En virtud de estas doctrinas los hombres sostienen principalmente a algunos que haciendo profesión de las leyes tratan de hacerlas depender de su propia enseñanza, y no del poder legislativo.

Cita tomada del texto disponible en: http://www.uruguaypiensa.org.uy/imgnoticias/749.pdf

Recuerdo mucho las clases que recibiera en materia constitucional, en las que se ponía de presente la diferencia inherente entre acuñar el término ‘poderes públicos’ y ‘ramas del poder público’.  La crítica de Hobbes se absorbía, y permitía entender que el poder que nace del soberano (Nación o pueblo, según la Constitución que miremos) es uno solo.  Cuestión diferente es que la administración del poder se subdivida en ramas para que se pueda garantizar un sistema de pesos y contrapesos (al menor teóricamente).  Como vemos, la diferencia es absolutamente teórica (sé que al escribir esto puedo despertar la ira de los teóricos del derecho constitucional), y en mi defensa, argumento que todo sistema política es inherentemente bueno, pero es a través del estudio de sus aberraciones, donde se puede determinar qué tan bueno o malo es.

Las aberraciones del uso del poder cuando existían ‘los poderes’ son las mismas que  las de ahora, cuando existen ‘las ramas del poder’.  En ese sentido, ayuda mucho la lectura de David Hume en su escrito “Del origen del gobierno”, al que pude tener acceso hace algunos días, a través de este ingreso en la página del blog “Espacio Agón”.  En este escrito, nos dice Hume:

Todos los hombres son sensibles a la necesidad de la justicia para el mantenimiento de la paz y el orden; y todos son sensibles a la necesidad de la paz y el orden para el mantenimiento de la sociedad.  Pero aun siendo una necesidad tan grande y obvia –¡cuán  frágil y perversa es nuestra naturaleza!– resulta imposible mantener a los hombres, fiel e infaliblemente, en la senda de la justicia.  Pueden darse circunstancias extraordinarias en las que un hombre encuentre que los beneficios que obtiene para sí acudiendo al fraude o la rapiña son mayores que el daño que, con su conducta injusta, está profiriendo al conjunto de la sociedad.  Incluso, es más frecuente que ese mismo hombre se vea arrastrado a abandonar sus intereses verdaderos, que son lejanos, a favor de las más atractivas y a menudo frívolas tentaciones del presente.  Ésta es una de las grandes e incurables debilidades de la naturaleza humana.

Cita tomada de la página http://espacioagon.blogspot.com/2009/11/david-hume-del-origen-del-gobierno.html


Sin duda, el episodio de ayer nos permite asegurar que tenemos autoridades mentirosas.  El Presidente miente (cosa que ya ha demostrado suficientemente en el pasado) o la Corte Suprema de Justicia miente (cosa que también han demostrado suficientemente en el pasado).  Sin embargo, no había sido tan evidente la falta a la verdad, como en esta ocasión, donde está en juego el nombramiento de un servidor tan vital en este país, como lo es el Fiscal General de la Nación.

¿Por qué mentir?  Los medios se aventuran a esgrimir razones de índole personal o político que se relacionan con la idoneidad profesional o moral de los candidatos.  He escuchado otra versión –que no me sorprendería para nada que fuera verdad– según la cual el problema es de puestos, y no de ética.  Recordemos que el poder nominador del Fiscal General de la Nación es inmenso.  El poder que en materia de presupuesto tiene el Fiscal General de la Nación, no es comparable con ninguna otra entidad o persona  individualmente considerada (exceptuando, por supuesto al Ministerio de Hacienda y al Presidente de la República).  Es posible que el disgusto por la terna tenga que ver con la falta de garantía de puestos.  Dejo la duda en el aire.  No me consta, pero tampoco me sorprendería.  Lo que sí puedo afirmar es que mi fuente es una persona que sí conoce esos manejos bastante bien.

Pasemos al segundo punto.  Ayer, Julio Sánchez Cristo, director del programa de la W, le reveló a la teleaudiencia que conocía por fuente confiable que la Corte Suprema de Justicia estaría pensando en llevar la elección del Fiscal General de la Nación a instancias internacionales, para que ellas dirimieran el conflicto.  El Presidente calificó la propuesta como un posible golpe de Estado, dado que la Constitución es muy clara en las competencias nominadoras para el cargo, y no se menciona ningún organismo internacional en alguna de esas disposiciones.

Al respecto, nos menciona el gran Hobbes:

Imitación de las naciones vecinas. Tan falsa doctrina, así como el ejemplo de un gobierno diferente en una nación vecina, dispone a los hombres a la alteración de la forma ya establecida. Así, el pueblo de los judíos fue impulsado a repudiar a Dios, reclamando al profeta Samuel un rey semejante al de todas las demás naciones. Así, también, las ciudades menores de Grecia estaban constantemente perturbadas con sediciones de las facciones aristócratas y demócratas; una parte de los Estados deseaba imitar a los lacedemonios; la otra, a los atenienses. Yo no dudo de que muchos hombres han considerado los últimos disturbios en Inglaterra como una imitación de los Países Bajos; suponían que para hacerse rico no tenían que hacer otra cosa sino cambiar, como ellos lo habían hecho, su forma de gobierno. En efecto la constitución de la naturaleza humana propende por sí misma a la novedad. Por tanto, cuando resulta estimulada en el mismo sentido por la vecindad de quienes se han enriquecido por tales medios, es casi imposible no estar de acuerdo con quienes solicitan el cambio, y aman los primeros principios, aunque les desagrade la continuidad del desorden; como quienes habiendo cogido la sarna se rascan con sus propias uñas, hasta que no pueden resistir más.

(Obra ya citada).

Ha caracterizado la presidencia de Augusto Ibáñez en la Corte, lo que algunos podrían llamar una provocatio ad mundum, o la apelación a cualquier instancia mundial que no sea colombiana, para que solucione los problemas jurídicos de Colombia.  La insaciable búsqueda porque la CPI intervenga en el país, porque Estados Unidos interceda ante Uribe, y ahora la búsqueda porque el Fiscal sea el resultado de una gestión internacional y no del cumplimiento de la Constitución, es aterradora.  Es uno de los hijos predilectos del extranjero, al parecer.  Por qué querer llegar a la Corte Suprema de Justicia si se tiene tan poca fe en lo que hay aquí.  Hume y Hobbes estarían de acuerdo en que es una obsesión por el poder.  De acuerdo, es otro obsesionado más.  Lo que no se entiende es su fascinación fetichista por lo internacional.

El sanedrín de 23, sufre de complejo de inferioridad.  No le cree ni a la propia Constitución.  Si no lo dice Baltasar o Don Luis Moreno, probablemente no sirva.  Sería bueno que además de leer tanto convenio y tratado internacional, se aprendieran los artículos 2, 4, 6 y 9 de la Constitución.  Particularmente el artículo 4º de la Constitución, que hace referencia al principio de la supremacía constitucional.  Si no le creen al texto hecho por colombianos, entonces sería bueno que revisaran a Sir Edward Coke, y al Justice Marshall, para que lleguen a la misma conclusión, aunque esta vez acudiendo a la metodología de los que no tienen la entereza para obrar conforme a la dignidad de sus cargos.

Sí, Uribe es un político obsesionado por el poder.  Terco, muy malo en la elección de quienes lo rodean (lo cual denota que no es TAN bueno como dicen).  Pero la Justicia ha dejado de hacer justicia y se ha dedicado a hacer política.  Sin duda, la historia no los tratará bien, al menos entre quienes pensamos en derecho y no en votos y puestos.

Preguntas para el alma de Hobbes:

¿Qué pensar, señor, de un Leviatán en el que dividimos el poder, y quienes lo tienen siempre buscan a un protector superior para legitimar sus acciones?  ¿Qué pensar de un Congreso que hace lo que el Presidente de la República ordena?  ¿Qué pensar de un Presidente que se escuda en los norteamericanos para defender su gestión política?  ¿Qué pensar de una Corte que le gusta más la política que la justicia, y cuya solución es siempre mirar por fuera de las fronteras?

Nota personal:  Este Leviathan cada vez tiene más cara de Looney Tunes que de Leviatán.  No falta mucho para que Groucho Marx sea nuestro filósofo de cabecera.  Eso sí, preferible Groucho que cualquiera de los de aquí, ¿verdad CSJ?
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jueves, 19 de noviembre de 2009

La duda metódica

Poseo una duda metódica.  En realidad poseo muchas de ellas, pero por el momento me ha asaltado una de ellas de manera extremadamente poderosa.  Ataja cualquier intento de conciliar el sueño, y evita que la musa de la concentración llegue a mí cuando estoy intentando realizar cualquier clase de trabajo.  La duda metódica no me deja en paz.  “¿Cuál es ella?”, se preguntarán algunos. 

Realmente es una duda que no es nueva en su contenido, pues ha sido abordada por diferentes pensadores, de muchísima más sabiduría e inteligencia que la que pudiera llegar yo a tener.  Muchos de ellos llegaron a alcanzar fama y reconocimiento por abordar de frente diversas aristas de esta espinosa inquietud.  En efecto, el solo atreverse a estudiar un tema como este, sin miedo a pasar por ridículo, desocupado o anticuado, es digno de ser reconocido.  Más aún, la forma en la que se aborda el tema difiere, en la medida en que la metodología de cada uno de ellos es verdaderamente diferente.

Algunos de ellos, incluso han llegado a tocar magistralmente el tema como consecuencia de que precisamente no quieren hablar de tan espinoso tema.  Para poder evitarlo, deben referirse el asunto.  Han podido metodológicamente delimitar su ámbito de aplicación, de forma tal que los incautos o los no ilustrados puedan identificar el terreno sobre el que se transita.

¡Ohhh duda!  Quizás algunos de los lectores han padecido la sensación que yo hoy siento, de incertidumbre y ansiedad ante una duda que es clara y evidente pero cuya respuesta nos es tan esquiva como lo puede ser la eterna juventud.  Tal vez hubiera podido dejarte en el olvido, relegada como tantas otras de tu especie, de no ser por los designios que me dejan ver tu maltrecha esencia en cada evento que se desarrolla ante mis ojos.  No solo he podido percibir tu presencia en aquella órbita real y sensible, de la que cada día somos menos adeptos, sino que he debido toparme contigo cada vez que me desmaterializo y fluyo por esa red que a todos nos cubre pero que no podemos realmente ver.

“¿Cuál es ella?” repetirán nuevamente muchos.  Es aquella que tienen mentalmente resuelta algunos en un sentido, aunque en la práctica resuelvan las situaciones en un sentido completamente contrario al inicialmente planteado.  Sí, es aquella que se maneja hipócritamente por muchos para coronar reinas de belleza, nombrar funcionarios y conquistar amantes.  Es la misma verdad aunque adaptada a diferentes escenarios.  Es aquella que, al no resolverse permite a los creyentes pecar, y pecar y pecar sin ninguna clase de remordimiento, mientras que condenan los pecados ajenos.

Es esta duda, en su máxima expresión, la que salta a la vista cuando leemos la entrada de García Amado titulada “¿Se puede ser antikelseniano sin mentir sobre Kelsen?”.   Larga pero entretenida, larga pero reveladora.  Reveladora pero inquietante.  Cuando finalmente, luego de una pacífica y controlada digestión de ideas, noto que la duda va asomando sus garras a la vuelta de mi mente, decido que no es conveniente pensar en ella y que resulta más conveniente entretenerme en otros quehaceres.

Lamentablemente, hay algunos de nosotros que, sin importar qué estén haciendo nuestras extremidades, si no implica un ejercicio con un grado de concentración máxima, se le otorga una inmerecida licencia a la mente para que comience a elucubrar y a conspirar contra el agobiante ‘ser’ que vivimos día a día.  Soy uno de ellos, he de aceptarlo.  Por ello, ¡qué mejor remedio para acallar a la conspiradora mente que ver televisión!  ¿Qué mejor remedio, oso preguntarme?  Cualquiera es mejor remedio, e incluso la misma televisión, pero si se sintoniza cualquier cosa excepto la programación nacional.  De hacerlo, se expone uno a que la duda aparezca de nuevo, ya no solo mostrando sus garras, sino en plan de doblegar mi voluntad.

Algo así sucedió esta semana cuando huía de ella, y opté por revisar las noticias.  Miré con asombro de qué manera gateaba ella hacia mí con cada noticia que se mencionaba.  Nada demasiado severo, salvo cuando hablaron de una fallida moción de censura contra el Ministro Fernández, que me recordó precisamente que este último debe tener un espacio reservado en este blog, pero que se requiere algo de investigación previa, para no ser yo un simple repetidor de los medios tradicionales, que tanto nos defraudan.  En ese momento, las garras que yo veía dejaron entrever una fortaleza sin par, y se aprestaron a saltar súbitamente sobre mí.  No hay duda, era presa de una duda metódica.  No habría de dejarme salir hasta que no lidiara de frente con ella.

Me transportó a un mundo que no había recorrido antes.  Me recordó las peripecias del Procurador General de la Nación en el caso de la ‘yidispolítica’, mientras que veía al alto funcionario disfrutar de un banquete.  Trasegó ella conmigo por valles, colinas y llanuras, hasta pasar por un punto geográfico que me era desconocido en ese momento, y que tan solo identificó como ‘la encrucijada del alma’.  Creo que he sido uno de los afortunados que ha logrado atravesar la encrucijada, y no quedarse hipnotizado por este cautivador lugar.  Mi nueva maestra, ama y señora, me condujo con rigor por sendas en las que observamos a sacerdotes, pastores, rabinos, emires y muchos otros líderes espirituales, aunque estos habían matado y robado, pero gozaban de las mismas bienaventuranzas de los demás, a pesar de su pasado.

Habiendo sido doblegado por la duda, y transitando por los caminos por los que a bien tuvo guiarme bajo su yugo, sentí la necesidad de comparar mi experiencia con aquella vivida por el divino poeta, Dante Alighieri, aunque dando gracias a Dios que mi experiencia era mucho más grata que la que hubiera vivido aquél.  Me pregunté el porqué de esa distinción.  ¿Por qué en el caso de él, vio ejemplificada la justicia divina en su trasegar, pero en mi caso, veía el premio a la injusticia y a la desfachatez?  Afrontar la duda me generaba más dudas, pero estabas llegaban y se iban a medida que caminaba por este escenario.

“¡Ohhh duda! Me utilizaste y me dejaste como al principio, aunque derrotado y cansado”.  ¿Que cuál duda?, todavía insisten algunos.  Está bien, está bien, estoy cansado y me declaro formalmente derrotado.  No existe ningún Savater que pueda consolarme a estas alturas.

La duda que ha generado tanto en mí es: ¿Qué sentido tiene en el mundo actual predicar la existencia de la ética o la moral?
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martes, 17 de noviembre de 2009

‘Pico’ para la Gran Colombia y ‘Picotazo’ a Jaime Ruiz

No es extraño encontrar aquí en este espacio importantes críticas a las universidades, por cada día ser más obvios en su intención de sobrevivir como un negocio, y no en en sentido de ser realmente buenas y crecer.  No obstante, a diferencia de lo que ocurre en otros espacios, debe uno estar en capacidad de reconocer las bondades del oponente, y no simplemente casarse con su punto de vista y atacar todo lo demás.

Lo traigo a colación porque en días anteriores tuve la oportunidad de visitar un blog que está recomendado dentro de mi listado de ‘blogs interesantes’.  Este blog, que se llama “Atrabilioso” y que discute la política a nivel suramericano, desde una óptica mayoritariamente de derecha, plantea posiciones con las que rara vez estoy de acuerdo, pero que son susceptibles de discusión en el foro.  No obstante, hace algunos días, uno de sus columnistas (Jaime Ruiz) escribió un artículo plagado de generalizaciones apresuradas y de ‘verdades subjetivas’.   Ante el nivel de subjetividad, decidí hacer el comentario al respecto, como una opinión más, para efectos de que pudiera tenerlo (o no) en cuenta en el futuro.  La respuesta de Jaime Ruiz fue defenderse, atacando mi comentario, que evidentemente era una opinión y no un tratado de argumentación.  Me recordó que no hay mejor defensa que un buen (en este caso no se si bueno, pero cuando menos permanente) ataque.

Ese ha sido el ejemplo de lo que implica casarse con su punto de vista y no intentar revisar el punto de vista de los demás.  Los invito a que revisen las entradas escritas por el señor Ruiz, para que me den su opinión al respecto, o se la den a él (si pueden).  No por ello dejo de recomendar la revisión de ese blog.  Mantiene un punto de vista auténtico y fiel, por más que desde mi óptica, sea demasiado radical.  Cuestión diferente es que nunca más decida entablar ninguna clase de comunicación con el señor Ruiz, por ser incapaz de recibir una crítica.  Nuestro picotazo de hoy es para él.

He dicho al principio de este ingreso, idea que debo retomar, que es usual encontrar aquí críticas a las universidades, tanto locales como extranjeras, por su cada vez más evidente línea de negocios.  Sin embargo, dentro de la competencia capitalista voraz que se presenta en el ámbito del ‘saber’, encontramos que muchas veces las universidades crecen también pensando en la comunidad a la que debieran servir, y no solo pensando en sus arcas y su prestigio.

Con gran alegría he encontrado que el diario El Tiempo ha publicado una nota relacionada con la apertura de nuevas instalaciones para el consultorio jurídico de la Universidad La Gran Colombia, ubicado en el centro de la ciudad de Bogotá.  Instalaciones basadas en el concepto modular, pero con espacio suficiente para dar trato digno a los usuarios del servicio, y una visión que propende por el crecimiento para poder brindar aun más y mejores servicios a los usuarios –lo  que a su vez redundará en un mejor ejercicio práctico para los estudiantes– es la visión de la Universidad.

Con seguridad, muchos otros estarán empecinados en invertir en preparación para los exámenes ECAES, buscando prestigio y gloria.  Otros buscan crecimiento con retribución a la sociedad.  Debo reconocerle a La Gran Colombia esta iniciativa, y exhortarlos a que sigan adelante con el plan, mientras otros tantos buscan donde instalar el spa en su campus.  Es esta una muestra de cómo el derecho (en este caso la facultad de derecho) puede ser un instrumento para la justicia (en este caso, el acceso a la administración de justicia).  Felicitaciones a esa U.
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domingo, 15 de noviembre de 2009

Parafraseo de Gaviota a Timo

El destino ha querido enviarme mensajes encriptadas en todo sentido.  Esta semana, de noticias desalentadoras en el plano jurídico y político (¡vaya novedad!), vino de la mano con algunos contratiempos de índole logístico.  Siendo sincero, el mayor problema es que mi alter ego estuvo trabajando tiempo extra y no tuvo la decencia de prestarme el computador sino para efectos de revisar mi correo electrónico.  No obstante, la comunicatividad ha crecido un poco, teniendo en cuenta que he debido ser un poco más paciente con él de lo que usualmente lo soy.

No obstante, el viernes, él tuvo su pequeño desquite y logró disfrutar de un buen concierto al final de la jornada.  Me comentó, al día siguiente del concierto, una anécdota que me ha resultado útil para ahondar un poco más en un tema que me inquieta mucho.  Mientras me comentaba su anécdota, recordé un ingreso que hubiera escrito en el mes de abril, titulado “Mi educación a la putanesca”.  Veremos si puedo transmitir, siquiera con algún grado de fidelidad, la anécdota.  Aquí va.

Antes del inicio del concierto, allí me encontraba yo (hablo como si fuera él) rodeado de un poco de personas inspirados por el concierto que empezaría algunos minutos más adelante.  Teóricamente habíamos presupuestado la presentación de dos grupos:  Uno de ellos era el recientemente famoso Dragonforce, un ensamblaje de música a máxima velocidad, plagada de virtuosismo y fuerza metalera.  Sin embargo, la promoción incluía la presentación de Timo Tolkki, guitarrista legendario del ya extinto grupo de metal Stratovarius.  La expectativa era total, pues no sabíamos con quién habría de tocar.

Pocos minutos después, vimos aparecen en la tarima a Timo, solo, sin atuendo de presentación.  Por supuesto, el público eufórico no se hizo esperar con una gran ovación al legendario músico.  Habló, y lo primero que hizo fue agradecer la calidez bogotana, pero inmediatamente se disculpó por los organizadores.  Mencionó los problemas que se la habían generado pocos días atrás en Chile, donde la fanaticada entró en estado de ira, al enterarse que no se trataba de un concierto, sino de un seminario.  Supuso que ocurriría lo mismo en Bogotá, y por lo tanto optó por disculparse por adelantado.

Hubo sorpresa, y hubo malestar.  No obstante, yo estaba ansioso por saber de qué se trataba esto.  Timo hablaba, y todos (en realidad, casi todos pues había un par de payasos que no permitían que hablara, dando claras muestras de inmadurez) escuchábamos atentos.  Hizo un recorrido acerca de su vida en la música, y cómo la comparación, la devoción por grandes maestros y la disciplina fueron marcando su vida en la música.

Recordó como hace tan solo 20 años, Finlandia no era ‘nadie’ en el mundo de la música, y cómo ahora, existen muchos grupos que constituyen referentes en varios géneros, especialmente en el amplio mundo del rock y del metal.  Mostró cómo en diversos momentos de su vida, a medida que estudiaba y mejoraba, se encontraba con varios músicos que iban convirtiéndose en referentes por su gran talento musical.  En cada uno de estos instantes, lo primero que venía a su mente era que él no era bueno, y que debería abandonar su sueño.  Varios ejemplos ilustraron esta situación, mencionando a grandes de la guitarra como Paco de Lucía, Ritchie Blackmore, y Yngwie Malmsteen.

Luego de algunas interpretaciones, fragmentos de canciones que marcaron su vida, y el relato sobre su experiencia personal, Timo nos comentó que el secreto era trabajar, estudiar, y no escuchar a los demás.  Lograr nuestra propia música, perfeccionarla y sentirnos bien al interpretarla.  Eso es lo que cada uno de los músicos queremos.  No está mal tener referentes, tener ídolos.  El problema es compararnos con ellos y creer que nunca seremos lo suficientemente buenos.  Yo, que siempre he sentido el llamado de la música, la pasión que genera y el amor eterno que me une a ella, entendí sus palabras, y me sentí aliviado por ellas.

Luego de escuchar su relato, conociendo a mi alter ego tan bien, entendí la satisfacción que sintió al escuchar estas palabras, en un país en el que nos gusta desacreditar todo nuestro talento nacional.  Paradójicamente, quienes luego logran ascender y ser reconocidos, pasan del anonimato a la idolatría.  Ver a Juanes, a Shakira y a Carlos Vives me recuerdan esta verdad.  Al igual que en la economía, en Colombia no hay clase media.  Muchísimos, pobres y abandonados, sin sentir aquello que los teóricos llaman solidaridad.  Un pequeño puñado, en la cúspide, siendo idolatrados por los de abajo.  En la mitad, no hay nadie.

Todo esto pensaba yo cuando él me contaba la historia.  Me pareció una buena historia, aunque él nunca se haya caracterizado por ser bueno en contar cuentos.  Sin embargo, el carácter personal que él le brindaba, y que se evidenciaba a través del brillo de sus ojos, me hicieron compenetrarme más y más en su relato.   Sin embargo, otros pensamientos empezaron a invadir mi mente en ese momento.  Pensé en cómo este aspecto cultural que se encuentra grabado en nuestra memoria RAM preinstalada, ha afectado cualquier concepto de desarrollo en el país.

Me pregunto por qué los ‘grandes pensadores’ según la opinión pública nacional son aquellos que han estudiado en el exterior, menospreciando el valor de la educación nacional y del capital humano que aquí se puede construir.  Me acordé entonces de “Mi educación a la putanesca”, y cómo precisamente el modelo de educación estilo Bolonia ha obligado a aceptar estándares extranjeros a nivel generalizado.

Nuestro derecho, nuestra justicia, todo nuestro modelo institucional lamentablemente está funcionando así.  Digo que es lamentable, no porque sea incapaz de aceptar las buenas ideas que puedan venir del extranjero.  Lo que soy incapaz de entender es que en este país entendamos que toda idea que venga de los países idolatrados necesariamente es buena, o peor aún, que aún creyendo que es buena, no nos tomemos la molestia de intentar adaptarla a nuestros modelos ya nuestra idiosincrasia.  He discutido bastante cómo el modelo judicial que pretende ahora imponerse se fundamenta en las ideas (mediatas o inmediatas) de Dworkin, y más aún, de la concepción del realismo jurídico del common law.  Veo, sin embargo, que nuestra idolatría a terceros sigue escalando, y cómo el intento de generar un derecho (en sentido global) propio no es más que un intento fallido.

Ahora, está de moda la Corte Penal Internacional, y queremos que estos superjueces nos resuelvan todos los problemas.  Mientras tanto, intentamos importar más modelos en todas las ramas del derecho, y seguimos insistiendo en que evolucionamos, y evolucionamos, y evolucionamos.  Me gustaría –insisto– saber donde está la evolución.  Nuestros países idolatrados constantemente enseñan a sus alumnos que el alumno ha de superar al maestro.  Parece ser que esa enseñanza no nos gusta mucho.  Ante la eterna disyuntiva entre ser cola de león o cabeza de ratón, parece ser que es claro lo que queremos ser.  Lástima que las palabras de Timo se sigan esfumando en el aire, como las de todos aquellos que como él, han querido que seamos concientes de nuestra propia grandeza, por pequeña que ella sea.
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domingo, 8 de noviembre de 2009

Alazos - Ed. 004

Otra vez me encuentro en crisis de contenido, por exceso.  A diario, me he encontrado con noticias sobre la Corte, que sigue defraudándome más y más, a medida que avanza el tiempo.  Sin embargo, otros asuntos pendientes requieren ser tratados.  Más adelante, confiando en que nuestros ‘honorables’ no cambien repentinamente de opinión, se podrá seguir indagando al respecto.

Por ahora, entonces, trataré los temas pendientes hasta ahora:

  1. La pobreza según Gonzalo Ramírez




Nuestro amigo Gonzalo Ramírez Cleves recientemente ha publicado un ensayo sobre la pobreza, y las diversas esferas de regulación jurídica, a nivel global, internacional y regional.  Debo admitir que el escrito es meticuloso y bien elaborado.  Sin embargo, la lectura del texto es desalentadora, toda vez que el análisis jurídico de Gonzalo arroja que existe una creciente brecha en materia de riqueza, lo que resulta paradójico al quedar claro que la globalización ha potenciado la generación de riqueza alrededor del mundo.

El análisis sobre las distintas esferas de interacción, todas ellas susceptibles de poder modificar el creciente problema de la pobreza, demuestra que existe una aparente hipocresía de los diversos actores frente al tema de la pobreza.  Numerosos eventos, incontables instrumentos jurídicos que buscan garantizar la efectividad de los derechos humanos (civiles y políticos, de una parte, y económicos sociales y culturales, de otra parte) nos permiten ver que el andamiaje jurídico existe, pero no puede por sí solo, ser suficiente.

La falta de voluntad política torna cualquier mecanismo bueno, en abstracto, en un inmenso fracaso, en concreto.  El profesor Ramírez revisa cuidadosamente cada uno de los elementos, para permitir al lector descubrir por sí mismo las conclusiones a las que llegan conjuntamente, y que son bien recogidas en el último capítulo de su escrito.  Especialmente interesante es revisar, al inicio de su escrito, las diversas nociones que se puede tener de pobreza, y como cada una de estas nociones puede ser manipulada para llegar a conclusiones estadísticas contradictorias.  No obstante, parece claro que cualquier metodología que se elija, da un mismo resultado.  El problema mundial de la pobreza, sigue allí, sigue sin ser atajado, y por el contrario, continuamente crece.

Muy recomendado el escrito.  Mi única objeción (y por cierto, muy personal), es que en ocasiones se pierde uno respecto del texto principal, por la cantidad de citas bibliográficas que contiene el escrito.  Sin embargo entiendo, porque también yo he tenido que manejar textos académicos similares, que la academia actualmente exige abundancia en esta clase de citas.  No lo comparto, pero lo entiendo.  Algún día (espero que no sea muy lejano) me referiré a este asunto que afecta a todos los doctrinantes y académicos del derecho.

A Gonzalo Ramírez, felicitaciones por su escrito, y por supuesto, lo exhorto desde este humilde blog, a que continúe perseverando en su labor académica.

  1. Gaviota al cuadrado

Gaviota Jurídica en Second Life:




Exploraré este interesante mundo, e intentaré probar las ventajas que nos pueda traer para efectos de reuniones virtuales, Encuentro de Blawgers y otras utilidades para los bloggers.

En la medida en que logre avanzar con este tema (y ojalá pueda construir mi Avatar plumífero), estaré informando sobre los resultados de esta nueva aventura.

Si Gaviota es mi segunda vida, y esta es la segunda vida de Gaviota, podríamos pensar que esta es la presentación en sociedad de Gaviota al cuadrado.

  1. Un encuentro de tertulia

Nuevamente, hago público mi inmenso pesar por ver que los encuentros virtuales no han logrado obtener un poder de convocatoria como el que se hubiera deseado.  Se demostró el pasado jueves, que el problema no es el horario.  De hecho un nuevo amigo, Rodolfo, desde España, nos acompañó en la madrugada de ese país, compartiendo experiencias interactivas con nosotros.  A los infaltables miembros de estas reuniones, así como aquellos que de vez en cuando nos acompañan, nuevamente se les hace extensiva la invitación a esta modalidad de reuniones, que continuará, aunque con un plan menos ambicioso.

Las reuniones, pequeñas o grandes, se seguirán adelantando, discutiremos derecho, afinazaremos lazos, y seguiremos adelante con el sueño de la comunidad de Blawgers Internacionales.

Saludos a todos.
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viernes, 6 de noviembre de 2009

Publicidad engañosa en los blogs

Definitivamente debo abonarle a Alberto Bovino, administrador de No hay Derecho su ingenio, que parece nunca acabar.  En un par de ocasiones, este año, he visto cómo utiliza el gancho de un título llamativo para tratar algún tema relacionado con el título, pero no directamente ligado con el contenido del título.  Recuerdo que en el mes de agosto publicó un ingreso titulado “Diego Goldman, pionero en la promoción del desenfreno sexual”.  El artículo, que trató en su momento con un proyecto normativo relacionado con las prácticas sexuales en los ‘telos’, y las opiniones que giraban en torno a él, era una discusión que hubiere suscitado Diego Goldman, administrador de “El extraño mundo de Diego H. Goldman”.  Como ven, era un tema relacionado con el título, pero no estrictamente vinculado a lo que se menciona en él.

En su momento, para mí el asunto no pasaba del uso de tácticas ingeniosas para que el lector fuera leyendo sin contar con una idea real de lo que podría encontrar al revisar el ingreso.  No siempre se debe ser tan directo en la formulación de ideas, porque se puede volver obvio, y lo obvio deja de ser interesante.  Entiendo y aplaudo esas tácticas del blawger argentino, en ese sentido.

Cuestión aparte, que da pie para adentrarnos en el tema a tratar hoy, es lo que encontrar en su blog hace un par de días, en el ingreso titulado “Sexo Gratuito”, y que inicia con una imagen que dice: “Sí, SEXO GRATIS”.  Inmediatamente debajo de esta imagen, el autor escribe: “Ahora que captamos su atención: les recomendamos” (…).  El ingreso, se trata de promocionar un evento académico que trata sobre “Derecho y Exclusión”.  Como ven, en este caso el título no posee ningún vínculo con el tema a tratar, salvo por la palabra “sexualidad”, que se encuentra más adelante en el ingreso.

No pretendo aquí ponerme en actitud moralista, para pretender juzgar si lo que ha hecho Bovino está bien o mal hecho.  Tengo mi opinión, la cual me reservo, por ser intrascendente e irrelevante frente al blog de “No Hay Derecho” que es de él, y no mío.  Sí me adentraré, sin embargo, en el tema de la publicidad engañosa en materia de blogs como aquél, o como este, pero en abstracto.  Probablemente, quienes no sean lectores habituales de ese blog, podrían toparse con una búsqueda en la que aparezca el título del ejemplo, y decidan entrar a verificar si en efecto, encuentran la fórmula para el sexo gratis.  Se toparán con una invitación para asistir a un encuentro sobre derecho y exclusión.  Seguramente a algunos, como a mí, les dará risa.  A otros, quizá, ni siquiera una sonrisa.  De allí, la importancia de tratar el tema.

El tema de la publicidad engañosa en los blogs, no es un tema nuevo, y ya algunos compañeros blawgers se han referido a la publicidad engañosa en los blogs.  Particularmente, conviene revisar este ingreso del extinto, pero siempre recordado “Bloguerlaw” así como este otro del “Derecho de los Blogs” .  En ambos casos, se hace referencia a la publicidad engañosa de productos, teniendo en cuenta que el blog es un medio para brindar información acerca de otros productos.  En una excelente entrada, también de “Bloguerlaw”, se trata el tema de la responsabilidad por producto defectuoso, para establecer si en efecto, el contenido del blog podría considerarse como un producto defectuoso, y consecuentemente generar responsabilidad patrimonial.  Luego de una interesante argumentación, fundada en diversas fuentes.

Ninguna, sin embargo, es cercana a lo que se plantea en esta entrada, puesto que no se trata de información defectuosa, ni publicidad engañosa de productos a través del blog, sino de la utilización de los títulos, o enlaces del blog como publicidad engañosa que podría generar accesos –lo que en inglés suelen denominar ‘hits’– a páginas que probablemente no serían tan leídas de no ser por esos títulos o enlaces.

El ejemplo que he planteado de “No Hay Derecho” y s su sexo gratis, ejemplificaría el primer supuesto.  Si yo elaborara una entrada, en la que manifiesto que he elaborado poseo un texto propio con las claves para lograr el éxito profesional del abogado, y genero un hipervínculo que lleva al lector a una de mis poesías jurídicas, probablemente logre que más personas lean mis poesías jurídicas, pero es plausible que muchos de ellos quieran demostrarme su creciente ‘afecto’ después de hacerlo.  Esto plantea varios puntos de discusión, de los cuales trataré dos aquí:

1)      ¿Puede un blog de opinión generarle daños a sus lectores?

Por lo que mencionan nuestros amigos expertos en el derecho de la blogósfera, parece indudable que sí cabe la responsabilidad, siempre y cuando se configuren los requisitos para ella.  Cabría, entonces, analizar si existe un factor de atribución, como el dolo o la culpa.  Habría que revisar si habría un daño generado a la víctima, y en tercer lugar, si existe un nexo de causalidad entre el primero y el segundo.

Por el momento, me enfocaré en le generación del daño.  El blog, que se trata de un medio por el cual se publica en la web información de cualquier tipo, se trata de una herramienta que puede ser usada para difundir mucha clase de información.  En efecto, la prensa ha resaltado fenómenos como los del poder de convocatoria de las amas de casa en Estados Unidos, que a pesar de no vender estrictamente nada, sí emiten recomendaciones sobre qué productos de hogar usar.  Aparentemente sus consejos dan lugar a que sus lectores los sigan.  Por supuesto, deben de haber funcionado, pues de lo contrario, probablemente no serían tan positivamente famosas.

En ese caso, se trafica con la experiencia y el conocimiento de las amas de casa.  En un blog de opinión, es posible que se genere un daño?  ¿Estoy obligado a opinar como quieran otros?  Difícil decirlo.  Claro que en esos casos, siempre queda el recurso de denunciar penalmente por injuria.  No obstante, sería difícilmente demostrable que una opinión sea engañosa.  En efecto, el estudiante de derecho recordará que en sus clases sobre argumentación jurídica, se le pone de presente que un argumento nunca es una opinión, y que una opinión nunca es un argumento.  Cuestión diferente es que se puedan usar argumentos para darle mayor peso a una opinión.

Los argumentos, podrían generar daño, en la medida en que su construcción silogística (para quienes creemos que la teoría de la argumentación todavía debe estar atada en alguna medida a la realidad) se fundamenta en premisas verdaderas o falsas, y conclusiones verdaderas o falsas.  Las opiniones, en cambio se pueden calificar dentro del ámbito de lo que es válido o inválido, pero no en materia de lo que es cierto o no.  En consecuencia, si se parte de argumentos falsos, probablemente el daño que se genere con esas falsedades, puede ser acreditable.  No ocurre lo mismo con la opinión, pues se requeriría mostrar la veracidad o falsedad de la opinión, lo que es empíricamente inviable.

2)      ¿Puede haber estafa o fraude causada por un blogger que miente?

Se dice, en materia penal, que quien mediante artificios o engaños obtiene un provecho ilícito, induciendo a otro en error, con perjuicio de su patrimonio, será autor del delito de estafa (al menos, en Colombia es así).  Miremos brevemente algunos de estos elementos.

¿Por qué habría un blogger de mentir para que lo lean?  Hay bastantes posibilidades: porque nadie nunca lo ha leído y quiere saber qué se siente; porque si aumenta en X ‘hits’ puede cobrar más por publicidad; porque ese índice de veces en que se leen sus artículos pueden conllevar oportunidades de trabajo, o mejoras laborales.  Hay demasiadas opciones.  Sin embargo, este propósito es fundamental para establecer la modalidad del dolo de la conducta.  Entonces, los abogados debemos hacernos esta clase de preguntas, más aún si se trata de penalistas.

Ya se ha tratado atrás un poco lo relacionado con el perjuicio ajeno y con el error.  Conviene entonces, considerar cuáles de las finalidades propuestas por el autor, se pueden considerar lícitas y cuáles ilícitas.  Todo ello, teniendo en cuenta que, manejamos la hipótesis de blogs de opinión que no cobran un peso a nadie, pero que sí se pueden beneficiar de que incautos internautas puedan caer en sus redes, y brindarle  un beneficio al autor que les ha mentido.

Me gustaría que quienes son lectores, o quienes son bloggers, o los dos, compartieran su opinión, puesto que más adelante, seguiré tratando el tema, agregando algunos componentes jurídico-normativos para brindar mayor precisión.
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martes, 3 de noviembre de 2009

Y mientras tanto, ¿en qué pensamos?

En la actualidad cualquier abogado, o estudiante de derecho, podrá afirmar sin temor a equivocarse –al menos en Colombia– que vivimos en un Estado Constitucional de Derecho, lo que implicará que el principio de la supremacía constitucional (en caso de contradicción entre la Constitución y cualquier norma de inferior jerarquía, prevalece el texto constitucional).  Probablemente, eso nos permitiría ganar sendos aplausos en un recinto plagado de eruditos constitucionalistas e historiadores del derecho.  Sin embargo, la realidad dista mucho de ser así:




Si el problema radicara exclusivamente en la posición del gobierno, se diría que el problema sería de política interna.  No obstante, observa esta gaviota con preocupación que el asunto trasciende de la esfera netamenta política (¿?) y ha llegado a la esfera jurídica, y más que eso, a la esfera jurisdiccional.




No se equivoca Matador al proclamar severa terna, como solución.  En efecto, podría pensarse que esa terna sería igualmente inviable, por tratarse de tres ternados que pueden ser tan riesgosos para la Corte Suprema (¿Estado?) como el Procurador General de la Nación.

Y mientras tanto, ¿en qué pensamos los abogados?  Algunos litigantes sabios (¡!) mencionan que lo importante es actuar conforme a lo que la Corte espera, pues esa es la clave del éxito, al menos en los estrados judiciales.  En consecuencia, debemos ahora empezar a solicitar el desconocimiento o reconocimiento de fueros conforme a argumentos filosóficos, según se acomode a nuestro caso específico.  También debemos empezar a hablar bellezas de la acción de tutela (o amparo, según el país), si estamos ante la Corte Constitucional, o defender su residualidad si estamos ante altos jueces de la jurisdicción ordinaria.

Los catedráticos no litigantes, luchando por más y mejores avances en la teoría jurídica, confiados en que quienes ‘aplican’ el derecho hacen caso a estas teorías, y quienes litigan, despotricando de cómo todo tiempo pasado fue mejor.  ¿Cuáles son, entonces las propuestas que ofrecemos para ‘realmente’ subsanar este grave escollo?   Nuestro juramento iba en el sentido de cumplir una función social y lograr ‘la efectividad’ de los derechos de todas las personas.  ¿Será que la abundancia de líneas de investigación que demuestran o encubren los graves desequilibrios logra solucionar esto?  Pensaría que no.  A las universidades les conviene investigar más y más, así sus investigaciones no tengan un alcance pragmático.  De lo contrario, sería interesante saber por qué tantas universidades, en épocas de crisis, siguen creciendo y creciendo.  ¿Ello significa necesariamente una mejoría al estado de cosas?  Pienso que no.  Creo que jugar con el sistema es su clave.  En algún momento otro grupo de estudiantes inquietos se inventarán algo.  Mientras tanto, hay que saber cómo apostar las fichas.

Preguntamos, entonces, ¿qué estamos haciendo tantos abogados deambulando por las calles, por los estrados judiciales y por las universidades, si no podemos, o no queremos hacer nada?  Jugar según las reglas de juego, así apesten.  Claro, criticar sirve para que publiquemos libros o artículos, para dictar conferencias, o para escribir un memorial del cual nos sentimos orgullosos, aunque sepamos que será rechazado de plano.  ¿Qué hacer ante este paupérrimo estado de cosas?  De pronto la solución es ‘poner a pensar al país’ como se decía que lo hacía uno que otro reconocido político, así sus ideas fueran inaplicables.  “Régimen parlamentario”, decía alguno de ellos.  Seguramente no estaba muy informado él acerca del estado de nuestro parlamento.  Sin embargo, nos puso a pensar.

Y nosotros, los blawgers, ¿qué hacemos?  Les dejo la inquietud… 
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