jueves, 1 de octubre de 2009

Se buscan jueces ‘Junkies’

Para quienes no estén familiarizados con el término, el ‘junkie’ es una persona adicta a algo. En términos estrictos, se suele hacer referencia a éste como un equivalente del drogadicto. No obtanste, en un sentido un poco más laxo o amplio podríamos afirmar que cada ‘junkie’ tiene su propia adicción, y es absolutamente necesario identificarla. No es la misma para todos. Para ponernos de acuerdo entre la Gaviota y sus interlocutores, creo conveniente dejar terminológicamente sentado, que para efectos del presente escrito entenderemos por una persona adicta a quien busca algo que no encuentra dentro de sí, es decir, externo a sí mismo, para lograr saciar una necesidad, física, psicológica o sentimental; para mantenerse estable y estar tranquila.

Se preguntarán, y con razón, por qué después de más de un año de estar criticando a diestra y siniestra a los jueces, ahora promuevo la búsqueda de jueces adictos. En realidad, todo tiene que ver con una columna que leí el día de ayer en el diario El Espectador titulada “No confundir jurídico con político”, escrita por Cecilia Orozco Tascón, a quien admiro por sus entrevistas, que me parecen serias. Sin embargo, leer la columna me dejó anonadado y rogando por una explicación. En esta columna, sin embargo, o Cecilia Orozco se pasó de brillante y su columna es una sátira perfectamente elaborada, escrita para confundir y divertir, o tuvo una salida muy en falso. Personalmente, me inclino por la segunda opción, y los motivos para creerlo así, son dos: 1) El periodismo no funciona como las fábulas. Entre más claro y concreto sea el mensaje, mucho mejor. La idea es informar, no confundir. 2) Pertenece ella a un numeroso grupo de personas quienes creen que la rebeldía es muestra de independencia, y que condenar es justo y absolver es injusto. De hecho, la mayoría de la sociedad piensa así.

Basta ver la defensa que presenta de la Corte Suprema de Justicia, legitimando la decisión de no nombrar fiscal, así como la decisión de restablecimiento de fueros de juzgamiento en el caso de la parapolítica. A quienes osamos cuestionar al Alto Tribunal, nos responde con lo siguiente:

Si en lugar de esto, los atacantes de la Corte hubieran demostrado con sesudas jurisprudencias que esa Corporación viene incurriendo en graves errores, ya habrían logrado su cometido que no es otro que el de quitarle el gran piso de legitimidad del que goza el único organismo estatal que saca la cara por la democracia del país.

¡Qué belleza! Le otorga valor democrático a la corporación que se construye sobre la base de la cooptación, y no del sufragio. La constitución de la Corte, para bien o para mal, no depende del pueblo ni de ningún otro órgano diferente a la Corte misma. Supongo, sin embargo, que lo que quiso afirmar es que la Corte es el único organismo que actúa dentro de los lineamientos institucionales. Afortunadamente no lo escribió de esa manera, porque probablemente hubiera podido generar más de un fallecimiento a causa de risa inconctrolable. Ya suficiente es el hecho de que exija que nosotros produzcamos sesudas jurisprudencias, como si las ‘jurisprudencias’ fueran varias, y como si cualquier mortal estuviera en capacidad de producirlas.

Resulta curioso que la Corte Suprema de Justicia desconozca el principio del juez natural de forma tan flagrante como lo ha hecho, que abra investigaciones a diestra y siniestra a quienes se atreven a cuestionarla, y que ahora digan que la interpretación es ley y que los autos son jurisprudencia. También resulta curioso que hablen de viabilidad o inviabilidad de ternas que ellos no tiene la facultad de conformar, y que aparte de todo, con fundamento en ello, mantengan a un Fiscal interino por el tiempo que se les de la gana, teniendo en cuenta que son ellos los que lo han designado como fiscal interino. No niego que la terna enviada por el Presidente de la República carece de objetividad, justicia y buen gusto, pero lamentablemente la Constitución quedó redactada en esos términos y precisamente es político y no jurídico el fundamento de la reacción que ha asumido la Corte. No dudo sin embargo, que el voto en blanco es un voto válido, y habría que analizar a fondo qué ocurre cuando gana el voto en blanco. Los teóricos del derecho electoral deberían afrontar el tema y empezar a sentar doctrina (que no es lo mismo que hablar con ‘jurisprudencias’) al respecto, porque aunque no nos guste, el triunfo del voto en blanco es un resultado electoralmente posible.

Eso es lo ocurre cuando no tenemos ‘junkies’ en los estrados judiciales. De tenerlos, ninguna de estas dos situaciones se estaría presentando. Un juez ególatra, que carece de algo ajeno a sí mismo que guíe sus actuaciones, es un juez peligroso. ¿Puede ser injusto un juez que no se encuentra siquiera sometido a ningún parámetro de justicia? La respuesta es: NO. ¿Cómo tildar de injusto a alguien que cree que la justicia es lo que él dice? Todo el asunto del neoconstitucionalismo, del postneo que plantea Gonzalo Ramírez, a mi modo de ver se trata de un intento por mantener encarrilado a seres que no andan sobre carriles, sino que construyen sus propios carriles a medida que van andando. El problema, es que en este caso, nuestros ‘honorables’ no tienen el más mínimo interés en construir ninguna clase de carril. Les gusta saber que son ellos quienes deciden si debe haber carril o no, y en caso afirmativo, cuál será el carril por el que optarán.

Ese es el problema de jueces que no son ‘junkies’. Parece indispensable que todo candidato a juez reciba una valoración psicológica. Debería haber una modificación a la ley estatutaria de administración de justicia que así lo estableciera. Como resultado de la valoración, quien no sea ‘junkie’, debería ser descartado de plano. Ya en una fase posterior del proceso, sería deseable saber a qué son adictos. Hay muchas respuestas válidas: a la justicia, a la equidad, al derecho, al sistema jurídico, al ordenamiento jurídico. Respuestas como “a las sentencias”, “a la ley positiva”, deben ser valoradas según las criterios ex-,post-,neo-, ultra-,in-,extra-, que estén de moda. Lo importante es la adicción. No podemos tolerar gente que dependa de sí mismas para administrar justicia. Que vivan los ‘junkies’.

En el próximo ingreso (debido a la extensión de éste) revisaré un par de argumentos ‘de película’ que considero puntos válidos de reflexión, y que reafirman la postura aquí expuesta. Por ahora, empezaré a buscar firmas en pro de mis adictos.

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