martes, 23 de junio de 2009

Un breve desahogo

Poseo problemas. Han ocurrido demasiadas cosas, demasiado seguidas, como para pretender abordar todas las que quisiera abordar. El día de hoy, iba a escribir algunas reflexiones muy particulares sobre los serios problemas que nos ha sido legado por parte del gobierno actual, y particularmente, del Ministro actual. Toda vez que nos queda algún tiempo (poco o mucho, eso está por verse) con las musas de estas reflexiones, y teniendo en cuenta lo particularmente asqueado que estoy por nuestro periodismo, he decidido abordar el tema hoy, y relegar el tema político-jurídico para mi próximo ingreso.

He tenido la oportunidad hoy de almorzar viendo el noticiero. El turno fue para Noticias RCN, dirigido por mi siempre adorada Clara Elvira Ospina. Afortunadamente, no tuve que ver ninguna nota preparada directamente por ella. Sin embargo, el destino tiene su forma particular de burlarse de uno, cuando así se lo propone.

Como acompañamiento a la sopa de entrada, tuve la oportunidad “en exclusiva” de ver los videos de seguridad sobre el choque de tránsito que condujo a la muerte a un taxista y a su pasajera. Tuve la oportunidad de ver escombros volar. Afortunadamente, nuestros acuciosos periodistas tuvieron la responsabilidad social para con los televidentes, de trabajar unas horas de más, de forma tal que en la edición de la noche pudiésemos identificar con un poco menos de esfuerzo, cuál de los escombros era en realidad el cuerpo de la pasajera del taxi. Justo después, entendí gráficamente, cómo es posible que la bulimia y anorexia permitan que una niña trague la cabeza de su cepillo de dientes. Fue muy didáctico. Sin embargo, es probable que los medios impresos se esmeren mañana en superar esta labor.

¡¡Qué mejor acompañamiento para una ensalada, que enterarse de las conversaciones privadas de los familiares de los militares emboscados y abatidos por las FARC!! La fotografía era digna de premio Oscar. Zona lúgubre: Entrada al Edificio de Medicina Legal. Los protagonistas: actores naturales con habilidades expresivas materializadas en alaridos desgarradores y la reiteración de las últimas frases que les habían dicho por teléfono sus respectivos seres queridos antes de marchar hacia la muerte. Los extras sin parlamento fueron una excelente elección. La tristeza y compasión que reflejaban sus miradas, los abrazos interminables, y los sacudones captados por el video, tendientes a controlar los episodios de histeria de los protagonistas principales, fueron la sal que le daba el toque perfecto a las verduras cuidadosamente seleccionados para acompañar mi plato.

El plato fuerte coincidió con todas las noticias sobre salud, que indican que todo lo que ya hago y consumo a diario, probablemente me generarán algún tipo de cáncer, salvo que tome las medidas necesarias para no hacerlo, como por ejemplo, beber agua, caminar, estirar, comer poco, comer muchas veces, beber agua, dormir durante el día, aunque no justo antes ni justo después de haber comido. Al menos, por el momento tengo opción de incumplir por falta de tiempo, gracias a Dios. Seguramente si estuviera en la larga lista de desempleados (o desocupados, so pretexto de mayor precisión) podría cumplir todo ello, aunque no tener dinero para comer. Al menos, por un tiempo podría hacer caso de todo lo que dicen. Por hoy, decidí que almorzar podía ser una mejor jugada al largo plazo.

El postre, sin embargo, fue la cereza sobre el pastel. No era propiamente un pastel con cereza lo que comí, pero el soundtrack sí lo fue. Tuve la oportunidad de escuchar la crónica de cómo un habitante de nuestras calles, al morir, fue transportado en un camión de basura a su morada final. Por supuesto, la noticia fue relatada de una forma mucho más colorida. Se utilizaron diversos recursos, como la vida entre la basura, y el trato como la basura. Para mí, que me gustan los símiles, fue un momento enriquecedor. La escenificación de la crónica, plasmada en tercera persona, aunque permitiendo al televidente vivir el relato como si fuese en primera persona, fue un recurso que probablemente no lograré dominar.

La sobremesa fue acompañada de la prensa escrita. Alcance a revisar (solo una ojeada) la manera en que una manifestante iraní falleció desangrada ante la agresión de fuerzas partidarias de Ahmadinejad. Desangrada y utilizada para rating de la marcha al día siguiente. El mismo rating que alimentó a los medios de comunicación, para lucrarse de la increíble muerte de un extranjero en Italia, sin que alguien siquiera se detuviese a verlo morir.

Por la tarde, en un momento de curiosidad morbosa, decidí revisar la más reciente edición de la Revista Caras, en procura de la información secreta sobre el divorcio de Ingrid Betancourt. Con sorpresa, me encuentro con que, aparte de la confirmación de los rumores que conocíamos sobre presuntas infidelidades y uso de alucinógenos, el artículo es una bitácora más o menos detallada sobre los aspectos procesales de este caso. Se explica al lector sobre las causales invocadas, cuándo se pueden invocar, y los momentos en que se puede conciliar para no llegar al fallo absolutorio.

Personalmente, salí confundido. No nos cuentan detalles sucios tales como la ropa interior favorita de la excandidata presidencial, ni sobre las canciones que le cantaba su esposo a la amante en la cama. No se hace referencia a tallas de brassier, ni de cheques entre las partes y sus respectivos amantes oficiales. En otras palabras, el morbo por la curiosidad nunca se encontró con el morbo del detalle sucio.

Mi confusión muy pronto se tornaría en desolación. Deberían ser los medios de moda y sociedad los que me brindaran esta información. Tal parece ser, que tendremos que acudir a los medios de comunicación “serios”, para enterarnos sobre posiciones sexuales favoritas, y otros datos más. Podría ser un excelente aperitivo para el almuerzo de mañana.

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