Cuando era niño tuve la fortuna de contar con varios amigos y primos con los que podía jugar. En ese entonces, muchas de las diversiones de los jóvenes de ahora no existían. Ni siquiera había internet, por lo menos aquí en Colombia. Tuve la oportunidad de jugar a los superhéroes, escondidas, ponchados, y otra serie de juegos que me fascinaban. Ojalá hubiese podido jugar más.
Sin embargo, ningún juego ni ningún juguete de los que tuve me marcó tanto como Rafael. Sí, me refiero a la tortuga ninja que llevaba el nombre del gran artista del renacimiento. Recuerdo que el primer juguete de las tortugas ninja que tuve fue ese, y también sé de qué manera me ha marcado desde el punto de vista psicológico. Éramos 4 los amigos a los que nos regalaron los juguetes, y a cada uno le correspondió una tortuga diferente. Lo que más impresionado me tiene es que la personalidad de cada uno de nosotros era bastante parecida (en ese entonces) al de la respectiva tortuga ninja. Podríamos concluir, entonces, que la pequeña gaviota actuaba como la tortuga de pañoleta roja, o viceversa.
Traigo a colación mi tortuguita, porque sin duda son esa clase de cosas las que forjan la forma de ser de una persona. Hay cosas que pueden decir mucho de una persona, como su frase favorita, el personaje de televisión que más le gusta, o como mi caso, su juguete favorito. Desde hace mucho me he preguntado por qué se actúa como se actúa, y también por qué existe una divergencia entre lo que uno es y lo que uno cree que es. A la fecha no he encontrado ninguna respuesta satisfactoria a la segunda inquietud. Respecto de la primera, me he aventurado a averiguarlo, y en la actualidad considero que son pequeñas circunstancias de la vida las que marcan el carácter. En mi caso, el contar con el juguete de Rafael fue determinante, independientemente de que no hay optado por el ninjitsu Sin embargo, la gente es como es, porque hay eventos en la vida en que lo marcan. En mi caso, Rafael me marcó por múltiples razones. Quizás habrá sido el color, quizás fue la trascendencia que tuvo la serie animada. Verdaderamente no lo sé.
Como el caso de mi amigo verde, hay otra serie de episodios que ocurrieron en diferentes momentos de la vida que fueron dejando huella. Está aquella persona con la que se compartió tanto y que ya no está, pero que dejó uno o dos recuerdos imborrables. Está aquella clase recibida respecto de la que no se tenía mayor expectativa pero en la que escuchamos aquella frase que no olvidamos. Habría que incluir también aquel evento en nuestro desarrollo profesional que (bueno o malo) nos quedó una enseñanza que ponemos en práctica a menudo.
Quizás es este último punto el que hoy me motiva a escribir estas notas. Algún día, teniendo una conversación interna con mi alter ego, recordamos aquello que lo llevó a convertirse en abogado. Me recordó un episodio ocurrido hace un poco menos de 20 años, que lo llevó a cambiar de norte. Precisamente fue un caso cercano en el que el derecho, utilizado como instrumento de conflicto y de lesión y no como un instrumento de justicia, aquello que lo llevó a estudiar derecho. Se juró a sí mismo que una situación no ocurriría, y gracias a Dios, dice él, hasta el momento no se ha dado algo así.
Por supuesto, es importante aclarar que el derecho y la justicia no son lo mismo. Tampoco es cierto que ser abogado implica ser alguien bueno (como muchos colegas creen) ni tampoco que se es alguien malo, como muchos ciudadanos no abogados suelen pensar. Me gusta pensar que el ser abogado simplemente ubica a mi alter ego en un ámbito o en una dimensión, pero nada más. El criterio valorativo acerca de lo bueno o lo malo que se pueda ser depende de las acciones que se hagan.
Quizás por ello me generan fascinación los juegos de rol, sean en videojuegos o en la vida real (he tenido la oportunidad de jugar ambas clases de juegos). Para quienes no estén familiarizados con este asunto, se trata de crear a un personaje con ciertas características que entrarán a determinar su personalidad, sus fortalezas y sus debilidades. En esencia, el juego inicia con un cascarón de personaje, y con una serie de atributos que debe uno explotar a lo largo del juego de la mejor manera posible. En esencia, en los juegos de rol ocurre como en la vida, en donde el personaje debe enfrentar una serie de situaciones
En estos juegos, como en la vida real, es posible actuar de múltiples maneras ante una situación. No existe una única manera buena o mala de actuar. La única regla es que se debe actuar de conformidad con las características del personaje. Al mago no le quedará nada fácil enfrentar por la fuerza a un enemigo. Podrá intentarlo, pero el ‘dungeon master’, o la consola de videojuego lo tornará esa empresa en algo sumamente difícil. Finalmente, serán los dados los que decidan. Cada prueba generará un trasfondo histórico para el jugador y éste ganará más o menos experiencia a medida que avance, dependiendo de las elecciones tomadas y los dados obtenidos.
En la vida, quisiera poder contar con dados para ayudar en las difíciles decisiones que se toman, y para poder evitar aquellos reveses que en ocasiones pretenden dejarnos tumbados en la lona en un knock out técnico. Sin embargo, considero que las buenas y las malas experiencias son las que determinan un estilo de vivir con y por el derecho. Cada uno de nosotros (los abogados) experimenta el derecho de una manera singular y esa individualidad es la que hace que el derecho, así como nosotros, sea dinámico. Por supuesto, ante una misma batalla, podré actuar como lo haría Leonardo, o Donatello, o incluso como si fuese Miguel Angel. Sin embargo, para quien vive y actúa como Rafael, es probable que sea como él como quien deba actuar. De lo contrario, podríamos salir mejor o peor librados, pero seríamos unos farsantes.
Cuando me enfrento a estas disyuntivas e intento poner en orden aquellas ideas que constituyen derroteros para mi vida (así como la de mi alter ego), como abogado, recuerdo la anécdota que me fuera relatada por un profesor a quien profeso profundo respeto y admiración, y a quien además le profeso una gran amistad. En una de aquellas jornadas universitarias largas y tediosas, aquellas aromatizadas por el aroma del café y el cigarrillo, selló su intervención con la frase de el gran jurista: “nunca se podrá ser lo suficientemente severo con los caballos mordelones”.
En efecto, la historia de Calamandrei y los caballos mordelones se remonta a un caso en el que tuvo que fallar el gran abogado, debido a hechos relacionados con l mordedura que le había propinado un caballo a una persona. El perjudicado demandó y exigía la correspondiente indemnización. En ese entonces, Calamandrei contaba con una anécdota parecida a la del caso que se le había puesto de presente. Una persona allegada a él había también sufrido una mordedura de caballo. Por supuesto, era fácil identificarse con la víctimca. En consecuencia, su sentencia fue severa e implacable. Al ser preguntado sobre la, quizás, excesiva severidad de su fallo, Calamandrei respondió con la frase que ya he citado atrás, y que aquí repito: “Nunca se podrá ser lo suficientemente severo con los caballos mordelones”.
¿Hemos identificado aquellos caballos mordelones que nos marcan y nos hacen ser quienes somos? Por mi parte, la tarea aún no ha concluido. Acompañado por Rafael, sin embargo, no me cabe duda que hallaremos la respuesta juntos.
2 comentarios:
Gaviota: Muy buen artículo. A mí también me encantan los juegos de rol, pero nunca he jugado uno ¿raro no?
En tu caso, identificarse con las tortugas ninja (me siento viejo porque estos personajes son muy posteriores a mi infancia), te dejaron marcado psicológicamente.
En mi caso "La guerra de las galaxias" me marcaron, me identifico con los Jedi. Si hubiera una profesión parecida al de Jedi, me hubiera puesto a estudiar para Jedi, pero no la hay.
En cuanto a los abogados buenos y malos, pues hay de los dos. Y en mi caso estudié derecho más por el contenido que por el ejercicio de la profesión. Soy un Jedi frustrado. Aunque hay prácticas por ahí que asimilan en algo su filosofía.
Buen post, saludos.
Compartimos ese mismo gen extraño pro-jedi. De hecho, uno de los mejores juegos de rol virtuales que he visto es el de Star Wars : Knights of the Old Republic. Ahí sí que era fácil poder elegir entre el camino Sith y el camino Jedi.
Lástima que muchas veces no se pueda ser quien realmente se quiere ser. Yo tengo también algunos sueños frustrados, pero esos los compartiré posteriormente.
En cuanto a lo de la edad, he hecho cuentas y no es tan abismal la diferencia. Lo suficiente para pasar de la Guerra de las Galaxias a Regreso al Futuro, pero no mucho más.
Interesante punto de vista en cuanto a las razones para estudiar derecho. Personalmente, yo no tenía la menor idea como sería el ejercicio de la profesión, y eso lo vine a aprender unos días antes del grado.
Gracias por el comentario.
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