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viernes, 3 de mayo de 2024

Mi opinión sobre la salida de Cheyne

Desde hace aproximadamente un mes, la comunidad de la Universidad del Rosario estuvo escandalizada por la crisis en la que supuestamente estaba sumida esa institución de educación superior, ante el aparente manejo irregular que venía liderando Alejandro Cheyne, su rector (hoy exrector).  Manejos financieros aparentemente irresponsables, ausencia total de autocrítica, pésimo manejo de la planta profesoral y aparente corrupción de la figura de los colegiales, eran las principales críticas que se ventilaban en su momento.

No fue sino que los medios de comunicación hicieran eco de esta situación, para que la consternada comunidad rosarista se rasagara las vestiduras.  Como siempre, salía a relucir los casi 400 años de vida de la universidad, su destino manifiesto como faro moral del país, y otras tantas tonterías que siempre salen a relucir cuando se habla de la universidad, en cualquier sentido en el que se hable.  Lo primero que debo decir al respecto, es que genuinamente importa un pepino si la universidad tiene 1 año, 10 años o 500 años.  Eso en nada afecta el análisis que se debe hacer de la situación.


Imagen tomada de: https://urosario.edu.co (página web de la U. del Rosario)


Yo alcancé a durar cerca de de 7 años como profesor del Rosario, entre 2007 y 2014, aproximadamente, tanto en pregrado como en postgrado.  He cursado tres programas en esa universidad como estudiante (uno de pregrado, uno de especialización y uno de maestría), y llevo cerca de 24 años desde que por primera vez me vinculé a la universidad.  Todo esto lo menciono, porque en ese lapso, en el que he experimentado la vida rosarista, puede tajante y categóricamente afirmar lo siguiente: 


¡NO ES POSIBLE QUE LAS INSTANCIAS ADMINISTRATIVAS, LA PLANTA PROFESORAL Y LA COMUNIDAD ESTUDIANTIL HAYAN ESTADO A OSCURAS FRENTE A ESTA SITUACIÓN!


Esto lo digo, porque de manera más que oportunista -tras las notas en prensa- empezaron a salir comunicados de cuanta posible instancia universitaria podría haber, para manifestar su rechazo frente a la "preocupante situación" y a las notas publicadas.  Algunas de las últimas comunicaciones (más valientes que las primeras) pedían la renuncia del rector Cheyne, e invitaban a hacer un ejercicio de investigación y autocrítica.  En fin, los comunicados eran como los que suelen producirse en este tipo de situaciones cuando ya se ha ventilado en la opinión pública lo que es evidente al interno: comunicados lavamanos.

Al final, la presión ganó, y Cheyne salió, pero ante la opinión pública, pareciese que el tema quedó resuelto, porque el problema era él, y solo él.  Nada más ajeno a la verdad.  Si Alejandro Cheyne era TAN MALO como dicen, TAN TIRANO como lo pintan, y TAN IRRESPONSABLE como se dice, ¿por qué razón lo religieron?  Lo que no se dice mucho por estos días, es que el exrector había culminado un primer periodo como rector, entre 2018 y 2022, y que al momento de ser removido de la rectoría, estaba en la mitad de su segundo periodo.

¿Sinceramente esperan los directivos de la universidad, y la planta profesoral de la misma que la gente crea que en seis años no se habían percatado de esta situación?  Al parecer eso es exactamente lo que esperan.  Sin embargo, en uso de mi voz independiente, quiero dejar constancia que eso me parece tan irresponsable como lo que venía haciendo el entonces rector.  Puedo entender que muchos callen por miedo a ser despedidos, y por ende a poner en riesgo la estabilidad de sus respectivos hogares, o incluso su futuro profesional.  Eso es entendible.  No lo comparto, pero lo entiendo.  El miedo es un poderosísimo motivador.  Lo que no comparto ni acepto, es que pretendan hacerse los ingenuos frente a la situación.  Todos y cada uno de los decanos tenían que tener clarísimo lo que estaba pasando, así como los directores de programa.  Sin embargo, son directivos puestos o avalados por él, así que me imagino que tendrían que "comer callados" si querían permanecer en sus cargos.

Especial tristeza me genera la falta de oposición por parte de los profesores de hora cátedra, es decir aquellos que no "viven" de sus clases, y que verdaderamente siguen allí por amor al arte. De ellos era de quienes habría esperado yo una voz de protesta constante y altisonante.  Si bien la razón de ser de las universidades es su cuerpo estudiante, su pilar y base fundamental son los profesores.  Si los profesores no son capaces de protestar, hablar claro y oponerse a aquello que destruye la oportunidad, no tiene ningún sentido que después salgan con tardíos e inoportunos comunicados para mostrar su preocupación e indignación frente a lo ocurrido.

En conclusión: Bien ido el exrector Cheyne. Sin embargo, a pesar de sus comunicados lavamanos, los que sí sabemos como funciona la universidad por dentro, no debemos perdonar con tanta facilidad el silencio cómplice de los que sabían y callaron.  De nada sirven cerca de 400 años de historia cuando ante las verdaderas pruebas de nuestro talante y carácter, callamos y nos acobardamos.

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domingo, 19 de septiembre de 2010

Alazos Ed. 009

Censura a Mariana

Me he enterado por nuestro amigo Gonzalo Ramírez Cleves que a Mariana Jaramillo, nuestra colega blogger, amiga y compañera, la han desvinculado de “El Nuevo Día”, diario de Ibagué para el cual prestaba sus servicios como columnista.  En un ingreso titulado “El Nuevo Día, periódico de Ibagué censura a una de sus columnistas”, Gonzalo nos cuenta que aparentemente por la publicación de una columna contra Álvaro Uribe Vélez, las directivas del medio de comunicación optaron por retirarla de la columna.

Antes de entrar a discutir acerca de la columna de Mariana, me gustaría hacer un breve análisis acerca de la potestad que tiene un diario para cambiar su planta de personal.  Comento lo anterior, porque el caso de Mariana recuerda un poco lo que ocurriera con Claudia López en el diario “El Tiempo”.  Hemos visto a lo largo de la Historia un sinnúmero de ejemplos en los que los gobiernos de turno se han enfrentado con medios de comunicación.  En la actualidad hay casos como el de Chávez contra Radio Caracas Televisión o Globovisión.  Tenemos también la disputa entre Cristina Fernández y el grupo Clarín.  En China la censura es bastante común.  Es famoso el caso de la blogger cubana Yoani Sánchez, quien ha logrado trascender y expresarse en un país como Cuba.

Lo realmente curioso de casos como el de Mariana y Claudia López, es que él ánimo de silenciar viene desde adentro.  Han sido las mismas directivas las que quieren callar a uno de sus propios columnistas.  Gonzalo lo denomina censura.  Yo no tengo el tema claro.  La razón por la que no tengo esto claro me lleva a recordar el I Encuentro de Blawggers en la Universidad  Externado, en el año 2009.  En este encuentro, se habló sobre las consecuencias jurídico penales que podría tener para un blogger el permitir que en su espacio se cometieran conductas delictivas.

Recuerdo que las conclusiones a las que llegaban expositores como Alejandro Delgado y José Antonio Galán era que en el espacio de cada uno, uno debía poner claras reglas de juego.  Si alguien entra a hacer comentarios ofensivos contra otra persona, y el blogger lo tolera, se vuelve cómplice.  Sin embargo, si no hay reglas de juego claras, ¿podría el blogger arbitrariamente eliminar comentarios?  Sí puede, sin embargo, ese acto se convierte en censura.

Esta idea general es la que me lleva al punto central de discusión en el caso de Mariana Jaramillo.  Ella llevaba varios años escribiendo en el periódico.  Sin embargo, no tengo claro si a Mariana le hayan dado alguna clase de parámetros para efectos de escribir en “El Nuevo Día”.  Tampoco sé si lo hayan hecho en www.noticias.com.co.  En mi caso, al ingresar como columnista de este último portal de noticias, nadie nunca me pidió que escribiera o dejara de escribir sobre ciertos temas.  Tampoco se me impuso un estilo específico, así que pensaría que el día de mañana, cualquier crítica sobre alguno de estos dos elementos podría perfectamente darse.  Sin embargo, si no se trata de una crítica sino de la disvinculación, creería que estaríamos ante un evento de censura.  Me da la sensación que es este último caso el que aplica a Mariana.

Esa es mi visión en abstracto sobre el tema.  Sin embargo, al leer el artículo de la controversia titulado “Uribe en Georgetown: Gran pifia” encuentro que la redacción del mismo incluye varios epítetos, que considero que son bastante ofensivos.  Particularmente hay una frase que inicia: “A este cerdo de Uribe (…)”.  No estoy de acuerdo con eso.  De hecho, creo que más que el ataque de fondo que hace Mariana, lo que más debió haber molestado fue esa clase de términos.

He revisado los comentarios de la gente tanto en el portal de “El Nuevo Día” como en el de www.noticias.com.co y creo que definitivamente la gente de este país es excesivamente agresiva y salen con cosas que la verdad dan mucha lástima.  No creo, como lo menciona Gonzalo, que la columna sea divertida, porque creo que es dura y escrita con mucha dureza.  Sí estamos de acuerdo en que hubo censura, y da mucho pesar que un periódico que debería ser serio despida a una de sus columnistas a través de un Email en el que ni siquiera exponen las razones reales del despido.  Al menos en el caso de Claudia López en El Tiempo queda claro que la despidieron por escribir contra el diario.  Ella tuvo al menos la fortuna de que fueran sinceros con ella.  A Mariana, al parecer, no se le trató con la misma seriedad y se valieron de excusas vagas y tontas para sacarla.

A Mariana le envío mi apoyo.  El hecho de que no esté de acuerdo con la redacción de esa columna no quiere decir que apoye la censura de la que fue objeto.  Eso estuvo muy mal.  Ojalá no desista de su lucha y de seguir escribiendo lo que piensa.  Afortunadamente la web sigue siendo libre y esperamos seguir viendo sus mordaces artículos en el portal de noticias y en su blog personal.


Elección del Rector en la Universidad del Rosario

Hace poco tuve la oportunidad de leer un ingreso titulado “El sistema jurídico de poderes en el Colegio Mayor del Rosario” en donde Francisco Bermúdez Guerra hace un recuento histórico muy bien manejado sobre la manera como se elige el rector de la Universidad del Rosario.  Debo aclarar, en primera medida, que he asistido en dos ocasiones a la elección del rector de la universidad, y en ambas ocasiones ha salido elegido la misma persona.  Una de esas dos veces es a la que hace referencia el amigo blawgger.

Me gustó del artículo cómo hace un recuento de las constituciones y de los sistemas de elección.  Sin embargo, no me gustó del artículo que pareciera dar a entender que el sistema de elección del rector funciona como debería funcionar.  En efecto, se renovó la tradición de años atrás.  Reconozco que es muy bello asistir a la ceremonia, precisamente porque tiene un componente de mística y de elegancia que hace que resulte muy interesante como ceremonia.

Sin embargo, me aparto de lo del orgullo que menciona el Profesor Bermúdez.  No me siento orgulloso de lo que ocurrió ese día.  Si bien es cierto, ese día la elección se dio entre dos personas que conocía, y de las cuales salió elegida la que en mi parecer era la mejor opción entre los dos, no siento ese orgullo que menciona el Profesor Bermúdez.  Es cierto que la Universidad del Rosario es una universidad de tradición.  Es cierto que al renovar esas fórmulas antiguas de manera sacramental renovamos nuestra identidad y fortalecemos la institución.  Sin embargo, no se debe desconocer que la Universidad no se trata simplemente de bonitas tradiciones y de una segmentación aristocrática de los miembros de la comunidad.  Se trata de un centro de estudio y de enseñanza.  Se trata de una institución creada para educar y formar a la gente bajo parámetros de excelencia.  Se trata de un Colegio que se fundó para que de allí pudieran salir personas líderes para el país y con el conocimiento para serlo.

Al asistir a la ceremonia, encuentro que antes de la elección del rector, el Presidente del Colegio Electoral lee un mandato que fue aprobado unánimemente por los miembros del colegio elector.  Allí estaban consignados los mandatos que debía cumplir el nuevo rector.  Al leer el documento, era absolutamente claro quién iba a ser el elegido.  Eso, no me gustó.  Era un documento elaborado casi a sabiendas que quien iba a ser elegido (o mejor reelegido) era el mismo rector actual.

Lo más grave, sin embargo, no es eso,  El documento que constaba aproximadamente de 7 puntos (esto no lo recuerdo demasiado bien) incluía las prioridades que debía asumir quien resultara elegido.  Destaco que la calidad educativa y el mejoramiento en resultados educativos era el punto número 3 (esto sí lo recuerdo perfectamente bien).  No me siento orgulloso, porque si bien creo que el actual rector ha posicionado a la universidad desde el punto de vista de marketing y de publicidad como un actor importante en el país, ha descuidado el seguimiento a la parte académica.  Es decir, la universidad sigue renovando tradiciones, creciendo en infraestructura y en capacidad, pero decreciendo en calidad.  Creo que eso no es algo de lo que uno deba sentirse demasiado orgulloso.  Considero que antes de terminar de construir un campus, un rector debe preocuparse porque lo que ya hay funcione bien.  He ahí mi principal desacuerdo con Francisco Bermúdez.

Por último, no quería dejar de comentar que no creo que los colegiales sean en realidad los mejores ni moral ni intelectualmente.  Considero que muchos de ellos sí son buenos (tienen que serlo para clasificar en los procesos de elección).  Creo sin embargo, que se trata de un tema político y de poder como al mejor estilo aristocrático.  He tenido la oportunidad de ver cómo los mejores estudiantes de mi época fueron reemplazados por gente un poco menos buena, pero con mejores apellidos, o mejores padrinos.  Eso tampoco me honra, y si bien me alegra por quienes están allí, me entristece mucho por quienes debieron haber llegado allí y no llegaron.

En consecuencia, creo que la forma por la forma, no debe ser motivo de inmenso orgullo, y si bien comparto parcialmente la elección del rector, creo que esto sigue demostrando que el Rosario siguió la ruta de la eduación-negocio, y no de la educación-formación.
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