Desde hace aproximadamente un mes, la comunidad de la Universidad del Rosario estuvo escandalizada por la crisis en la que supuestamente estaba sumida esa institución de educación superior, ante el aparente manejo irregular que venía liderando Alejandro Cheyne, su rector (hoy exrector). Manejos financieros aparentemente irresponsables, ausencia total de autocrítica, pésimo manejo de la planta profesoral y aparente corrupción de la figura de los colegiales, eran las principales críticas que se ventilaban en su momento.
No fue sino que los medios de comunicación hicieran eco de esta situación, para que la consternada comunidad rosarista se rasagara las vestiduras. Como siempre, salía a relucir los casi 400 años de vida de la universidad, su destino manifiesto como faro moral del país, y otras tantas tonterías que siempre salen a relucir cuando se habla de la universidad, en cualquier sentido en el que se hable. Lo primero que debo decir al respecto, es que genuinamente importa un pepino si la universidad tiene 1 año, 10 años o 500 años. Eso en nada afecta el análisis que se debe hacer de la situación.
Yo alcancé a durar cerca de de 7 años como profesor del Rosario, entre 2007 y 2014, aproximadamente, tanto en pregrado como en postgrado. He cursado tres programas en esa universidad como estudiante (uno de pregrado, uno de especialización y uno de maestría), y llevo cerca de 24 años desde que por primera vez me vinculé a la universidad. Todo esto lo menciono, porque en ese lapso, en el que he experimentado la vida rosarista, puede tajante y categóricamente afirmar lo siguiente:
¡NO ES POSIBLE QUE LAS INSTANCIAS ADMINISTRATIVAS, LA PLANTA PROFESORAL Y LA COMUNIDAD ESTUDIANTIL HAYAN ESTADO A OSCURAS FRENTE A ESTA SITUACIÓN!
Esto lo digo, porque de manera más que oportunista -tras las notas en prensa- empezaron a salir comunicados de cuanta posible instancia universitaria podría haber, para manifestar su rechazo frente a la "preocupante situación" y a las notas publicadas. Algunas de las últimas comunicaciones (más valientes que las primeras) pedían la renuncia del rector Cheyne, e invitaban a hacer un ejercicio de investigación y autocrítica. En fin, los comunicados eran como los que suelen producirse en este tipo de situaciones cuando ya se ha ventilado en la opinión pública lo que es evidente al interno: comunicados lavamanos.
Al final, la presión ganó, y Cheyne salió, pero ante la opinión pública, pareciese que el tema quedó resuelto, porque el problema era él, y solo él. Nada más ajeno a la verdad. Si Alejandro Cheyne era TAN MALO como dicen, TAN TIRANO como lo pintan, y TAN IRRESPONSABLE como se dice, ¿por qué razón lo religieron? Lo que no se dice mucho por estos días, es que el exrector había culminado un primer periodo como rector, entre 2018 y 2022, y que al momento de ser removido de la rectoría, estaba en la mitad de su segundo periodo.
¿Sinceramente esperan los directivos de la universidad, y la planta profesoral de la misma que la gente crea que en seis años no se habían percatado de esta situación? Al parecer eso es exactamente lo que esperan. Sin embargo, en uso de mi voz independiente, quiero dejar constancia que eso me parece tan irresponsable como lo que venía haciendo el entonces rector. Puedo entender que muchos callen por miedo a ser despedidos, y por ende a poner en riesgo la estabilidad de sus respectivos hogares, o incluso su futuro profesional. Eso es entendible. No lo comparto, pero lo entiendo. El miedo es un poderosísimo motivador. Lo que no comparto ni acepto, es que pretendan hacerse los ingenuos frente a la situación. Todos y cada uno de los decanos tenían que tener clarísimo lo que estaba pasando, así como los directores de programa. Sin embargo, son directivos puestos o avalados por él, así que me imagino que tendrían que "comer callados" si querían permanecer en sus cargos.
Especial tristeza me genera la falta de oposición por parte de los profesores de hora cátedra, es decir aquellos que no "viven" de sus clases, y que verdaderamente siguen allí por amor al arte. De ellos era de quienes habría esperado yo una voz de protesta constante y altisonante. Si bien la razón de ser de las universidades es su cuerpo estudiante, su pilar y base fundamental son los profesores. Si los profesores no son capaces de protestar, hablar claro y oponerse a aquello que destruye la oportunidad, no tiene ningún sentido que después salgan con tardíos e inoportunos comunicados para mostrar su preocupación e indignación frente a lo ocurrido.
En conclusión: Bien ido el exrector Cheyne. Sin embargo, a pesar de sus comunicados lavamanos, los que sí sabemos como funciona la universidad por dentro, no debemos perdonar con tanta facilidad el silencio cómplice de los que sabían y callaron. De nada sirven cerca de 400 años de historia cuando ante las verdaderas pruebas de nuestro talante y carácter, callamos y nos acobardamos.
NOTA PRELIMINAR: Este es el segundo de tres ingresos sobre el fascismo. Si no ha tenido la oportunidad de leer el primero, se sugiere revisarlo. El orden empleado para la elaboración de estos ingresos tiene sentido. Se recomienda, en consecuencia, revisar "El fascismo - Pt. 1: Presentación y contexto"
Sobre el método fascista y el método comunista:
En el pasado ingreso, se realizó una breve presentación del contexto histórico en el que surgió el fascismo. Se trata del final de la Primera Guerra Mundial. En ese momento, la democracia liberal estaba en crisis. Cabe recordar que la idea del Estado liberal era que éste (el Estado) estaba creado sobre la idea de la garantía de unos derechos; el Estado como un medio para lograr las finalidades de los individuos. Esa idea, que vino de la mano con la imposición del modelo capitalista, había llevado a que antes de la guerra estuvieran en auge las ideas socialistas y las ideas comunistas en Europa.
Una de las primeras consecuencia del fin de la Primera Guerra Mundial, fue la revolución rusa. Los rusos estaban supremamente descontentos con el manejo de la guerra y del país que había realizado el Zar. Esta revolución, que triunfó, posteriormente conduciría a la creación de la Unión Soviética. El marxismo -doctrina económica y política que le daba fundamento- partía de un método dialéctico de pensamiento que se basaba en el análisis de la Historia, pero que a diferencia del pensamiento hegeliano (Marx era discípulo de Hegel), no era idealista, sino materialista. Más allá de las implicaciones dogmáticas de estos términos, "materialismo", "idealismo", "dialéctica", por ahora basta tener en cuenta que el marxismo se denominaba a sí mismo una teoría de "socialismo científico", a diferencia del "socialismo utópico" (nombre dado por Engels a las doctrinas socialistas no-marxistas) en la medida en que implicaba un estudio sociológico del comportamiento de los pueblos en la Historia, y un análisis del capitalismo a partir de sus premisas y su practica, deduciendo de allí que el colapso del capitalismo era inminente y que necesariamente debía venir la revolución del proletariado y el gobierno del mismo.
En otras palabras, la crítica económica de liberalismo que realizaba el marxismo, era científica. El análisis histórico del marxismo era utilizando el modelo positivista de los sociólogos (modelo científico inductivo), y la opción política por el comunismo obedecía precisamente a la materialización de esos análisis. Sin embargo, el modelo marxista-leninista era internacionalista. En ese ideario, las naciones eran irrelevantes, las clases sociales eran lo relevante. El ideal comunista, entonces, era internacionalista y no nacionalista. Conviene recordar que para la época de la creación de la Unión Soviética, se habían dado tres reuniones de organización del socialismo en el mundo: La Primera Intercional (1864), la Segunda Internacional (1889) y la Tercera Internacional (1919), también denominada esta última como la Internacional Comunista.
El método del fascismo se caracterizará exacamente por lo contrario en estos dos puntos resaltados:
1) El fascismo no era resultado de un método científico, ni pretendía serlo. Se caracterizaba por ser irracional, al fundar su plan y legitimación a partir de un sentimiento y un mito orientador.
2) El fascismo es un proyecto nacionalista y no internacionalista. No es un proyecto para cualquier país. No es un proyecto para todos, pues desconoce el principio de igualdad.
En lo que sí coincidían ambas ideologías, era en la necesidad de acabar con el modelo democrático partidista. La democracia liberal, era enemiga de las dos ideologías.
Mussolini y su historia antes del fascismo.
Mussolini se formó como un socialista. Él mismo diría en años posteriores que eso era realmente lo único que había podido conocer en su vida en su juventud. Por lo tanto, su carrera política inició como periodista y opinador en los periódicos socialistas. Trabajó en esa misma línea editorial, hasta que llegó un momento en que, por diferencias con el pensamiento político de sus superiores al momento de decidir Italia si intervenía en la Primera Guerra Mundial, fue apartado de ese diario.
Inicialmente, Mussolini no era partidario de que Italia entrara en la guerra, pero posteriormente cambió de opinión, e incluso intervino como soldado en la misma. Italia tenía la pretensión de anexar unos territorios. Tras finalizar la guerra, Italia, que había intervenido en la misma como parte del bando ganador, esperaba que se cumpliera con esa promesa, pero finalmente los territorios que ambicionaba llegaron a constituir la nueva Yugoslavia, e Italia no recibió lo esperado. Por lo tanto, el sentimiento de descontento en Italia era elevado. Los soldados que regresaron de la guerra, por lo tanto, no fueron recibidos como héroes, y la situación económica de Europa era deplorable.
El plan de Mussolini era un plan nacionalista, y eso se oponía al modelo comunista. De hecho, más que un plan nacionalista, el modelo del fascismo era un modelo estatista. El mal recibimiento de los veteranos de guerra, y el descontento general por la situación económica de Italia (y Europa en general) permitía que un discurso de cambio pudiese obtener adeptos. Sin embargo, Mussolini no fue el primero en intentar capitalizar políticamente ese descontento. Antes de él, Gabriele D´Annunzio, poeta, dramaturgo y político italiano decidió tomar por la fuerza aquello que él creía que la comunidad internacional le debía, e invadió Fiume (hoy en día es la ciudad croata de Rijeka) y la proclamó un Estado libre con fines de anexionarlo a Italia. Posteriormente, D´Annunzio fue derrotado, sacado de Fiume. Vivió sus últimos años en Italia.
Mucho de lo que hizo D´Annunzio influyó en Mussolini, al punto que el término Duce, que acuñó Mussolini a lo largo de su carrera, fue copiado de D´Annunzio en la época del Estado de Fiume. Asimismo, el característico uso de la fuerza como forma de hacer política tuvo su antecedente directo en este personaje.
El fascismo en la práctica.
El fascismo primero se "hizo" y luego se "pensó". Como se ha explicado atrás, no se funda en un modelo racionalista de hacer política, y por lo tanto, no podría ser analizado bajo esa óptica. Lo único que el fascismo de Mussolini mantuvo inalterado a lo largo de su carrera política era su método y sus "enemigos ideológicos".
Respecto del método, se ha dicho atrás que era basado en un mito orientador y por lo tanto no era racional. También se ha reiterado que era un proyecto estatista y no internacionalista. Por último, el uso de la fuerza como herramienta política, fue su característica principal. En cuanto a sus "enemigos ideológicos", lo eran el comunismo y la democracia liberal.
Tras la creación de los Fasci Italianni di Combattimento en 1819 y la creación del Partido Nacional Fascista en 1821, el Fascismo fue en asceso, pero no era la fuerza política mayoritaria. Sin embargo, entre el 27 y el 29 de octubre de 1822, aún siendo una fuerza minoritaria en el parlamento italiano, Mussolini organizó la Marcha sobre Roma, en cabeza de 30.000 "camisas negras" quienes decidieron tomarse Roma y el poder, y encumbrar a Mussolini como líder de Italia. En ese entonces, el Rey Victor Manuel III se negó a utilizar la fuerza para reprimir la marcha, y por el contrario le pidió a Mussolini que consolidara el gobierno. Fue el fin del régimen parlamentario en Italia, y el surgimiento del fascismo, como régimen político. Se trató de una toma del poder por la fuerza, la neutralización de cualquier posibilidad de comunismo, y la elevación de Mussolini a la categoría de dictador y líder supremo de Italia.
Mussolini tenía una capacidad de generar una mística alrededor de su figura. Tenía buena capacidad de oratoria, utilizaba la simbología con eficacia, y se mostró a sí mismo como aquél que podía hacer cosas. No fue consistente en sus discursos (en cuanto a su contenido), pero sí fue convincente. Sabía agitar las pasiones, y se mostraba a sí mismo como el hombre fuerte. Su imagen, su voz, su rostro, su mensaje, implicaba fuerza. A continuación, una muestra.
A lo largo de este ingreso he venido haciendo referencia al "mito" que vendió Mussolini. Ese mito era el de restaurar la grandeza de Italia, equiparando la Italia moderna a la Roma imperial. El fasces y el águila romana eran algunos de los símbolos a los que acudía el fascismo para mostrarse a sí mismos como los restauradores de la gloria romana a través del régimen fascista. Había logrado tomar el poder en un año, y permaneció en el poder cerca de 23 años. Acabó con los partidos políticos, pues eso era propio de las democracias, y el fascismo la aborrecía. El Estado no estaba para servir a los individuos sinio los individuos estaban para servir al Estado. Sin embargo, no logró restaurar el Imperio Romano.
El problema real del fascismo italiano, es que el discurso grandilocuente de Mussolini no se llevó a la práctica. Como se verá en la siguiente entrada, el fascismo era afín a la guerra, la justificaba, la necesitaba. Curiosamente, sin embargo, Italia fue el eslabón débil del Eje en la Segunda Guerra Mundial. No logró ningún tipo de victoria duradera, y en más de una ocasión Hitler se vio obligado a apoyar a Italia en sus frentes de lucha por la evidente incapacidad de las fuerzas italianas de lograr victorias. Esto último obligó a la Alemania Nazi a mantener más frentes de batalla de los que realmente podía controlar, lo que en últimas influyó decisivamente en la derrota del Eje por parte de los Aliados.
La Historia ha mostrado, sin embargo, que el modelo fascista no era único e irrepetible. Las diferencias entre Franco, Hitler, Lenin, Stalin y Mao no eran tan marcadas en cuanto a su forma de hacer política y de gobernar, sino principalmente frente al discurso que los respaldaba; eran de fondo mas no de estilo. En todo caso, se trataba de dirigentes autoritarios y megalómanos. Mussolini inauguró el culto al líder, los discursos con mezcla de paradas militares, y la oratoria agresiva y vehemente que Hitler llevó a un siguiente nivel. El fascismo, en la práctica, buscó eliminar la disidencia, homogeneizar al pueblo y mantener leal y ardiente la llama y el fervor proveniente del pueblo. Empero, Mussolini realmente no era un hombre del pueblo, sino un hombre del poder. La estrategia de ganarse el pueblo, era tan solo una herramienta de mantener el poder y cimentar su legitimidad. El pueblo no le interesaba en lo más mínimo. Lo importante era el Estado, y dentro del Estado, lo importante era él.
Se dice que la escritura apareció aproximadamente en el 3500 a.C. De acuerdo con ello, tendríamos cerca de 5500 años de tranmisión de conocimiento por la vía de la escritura. Podríamos, sin embargo, reducir este periodo significativamente hasta la "invención" de la imprenta por parte de Gutemberg a mediados del siglo XV. Con la escritura, y más aún con la escritura masificada, la transmisión del conocimiento se pudo amplificar de manera exponencial. Esto, a su vez, permitió que se dieran importantes cambios en el mundo, puesto que la masificación de libros hizo posible que la revolución científica iniciada a partir de Copérnico explotase en la faz de la Tierra. Es claro, la escritura estimuló el pensamiento racional en la raza humana.
Sin embargo, no todo lo que se escribe es ciencia. De hecho, si alguien sabe esto es precisamente el ser humano que ha vivido el auge de las redes sociales en el siglo XXI. La escritura de ficción, la masificación del tratado político, y la poesía también se masificaron. La escritura, en consecuencia, le habló a la razón humana, pero no solo le habló a a la razón humana, sino también a sus emociones, a sus pasiones.
Una de las personas que supo hace esto último -hablarle a las pasiones humanas- fue Benito Mussolini, Il Duce. Mussolini fue padre de un movimiento político en Italia, que se llamó el fascismo. El fascismo, a su vez, es una simplificación del nombre del movimiento -y posteriormente del partido- creado por Mussolini en 1919, el Fasci Italianni di Combattimento. El nombre del movimiento, que posteriormente dio nombre a su partido (Partido Nacional Fascista), y el símbolo que utilizó Mussolini provenían de un objeto simbólico de la época de la antigua Roma (no es correcto decir que del Imperio Romano, porque su uso existía antes de que Roma fuese un imperio) y que son los "fasces" o "haces de lictores", objetos que denotaban el poder o la especial dignidad de quien venía precedido por este símbolo.
Los fasces, como el que porta el líctor de la imagen, era una muestra de poder, y el fascismo en esencia era un movimiento político basado en la idea de tomar el poder político, y aumentarlo a través del ejercicio de la fuerza, en sus diversos ámbitos.
Hoy, tras la muerte de Benito Mussolini en 1945 y el fin del fascismo italiano, el término fascista se utiliza como un calificativo peyorativo de políticos, pero se utiliza de una manera tan libre, que en muchas ocasiones quien lo utiliza no es plenamente consciente de las implicaciones semánticas del uso de ese vocablo. Tan solo quien lo usa sabe que "insulta", y quien lo recibe sabe que es "insultado". En general, dentro de la selección de la palabra, quien lo usa sabe que el fascismo fue un movimiento autoritario, y por lo tanto, es un insulto que en Colombia se suele aplicar a quienes son de pensamiento de derecha.
Es difícil, sin embargo, determinar por qué razón fue el uso de ese término (fascista) y no el de algún otro de los movimientos políticos cotenmporáneos, el que llegó a perdurar. Mussolini era un completo autoritario, pero también lo Hitler (nazismo), Stalin (comunismo) o Mao (comunismo). Los cuatro eran sanguinarios y autoritarios, pero dos de ellos eran de un pensamiento de derecha, y dos de ellos de izquierda. En consecuencia, parecería que el apelativo de fascista no puede necesariamente ser sinónimo de autoritario.
Personalmente, y así lo confieso abiertamente, creo que la mayoría de personas a las que les encanta el uso del término, realmente no tienen muy claro qué es el fascismo, su origen, su teoría, su praxis. Esta serie de tres ingresos en el blog no pretenden agotar el tema, pero sí al menos aproximar suficientemente a los lectores (valiéndome de esa idea inicial de facilitar la difusión del pensamiento racional) a esta "realidad política" que fue el fascismo, en su teoría y en la práctica. Estoy seguro que más de uno quedará sorprendido al ver que muchas de las cosas que verá aquí, las puede ver en la práctica política en personas muy distintas a las que inicialmente pensaría.
El contexto histórico:
Es mi experiencia al estudiar eventos históricos, que uno puede "saber" cosas, o "creer saber" cuestiones históricas, pero no puede realmente dimensionar el alcance real de estos saberes, si no los ha estudiado en el contexto real en el que se dieron. Entender la vida y obra de Jesús si no se tiene mediano conocimiento de cómo era el pueblo judío de su época, así como el ejercicio de Roma en Palestina de esa época, es perfectamente posible. Sin embargo, con información de contexto, es mucho más valiosa la información recibida. Lo mismo podría predicarse del juicio a Galileo por sus afirmaciones científicas que reñían con la verdad defendida por la fe cristiana. Se puede perfectamente entender y aprender, pero quizá no en su verdadera dimensión.
Algo similar ocurre con el surgimiento del fascismo. Los contemporáneos creen (o creemos) ser tan brillantes e inteligentes para evitar que algo como el holocausto judío por los nazis vuelva a ocurrir. Pero es precisamente por esa soberbia, sumada al desconocimiento de la Historia, lo que nos hace incurrir en el mismo tipo de errores en los que se incurrió en el pasado, pero creyendo que somos más inteligentes y precavidos que ellos (los de esa época). Por ello, es que se presentará algo del contexto en el que se dio el fascismo.
Para poder entender por qué algo como el fascimo se presenta en Italia, es necesario entender dos realidades: la reciente historia política de Italia, y la realidad económica de Europa a inicios del siglo XX.
Respecto del primer punto, debe entenderse que Italia venía de un proceso de unificación de tan solo algunas décadas antes. Para ponerlo en contexto, la distancia que hay entre el momento en que Mussolini creó el Partido Fascista (1921) y el momento en que se proclamó el Reino de Italia (1861) transcurrieron 60 años, que es casi el mismo tiempo que transcurrió entre la caída de la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla (1957) y la firma del acuerdo de paz entre el Estado de Colombia y la extinta FARC. Se trata de poco tiempo, en el contexto de la historia mundial.
Luego de la unificación de Italia, se dio la Primera Guerra Mundial, que finalizó con el Tratado de Versalles en 1919. La guerra era el tema político del momento durante la segunda parte de la decada de 1910 a 1920 en toda Europa. Italia no era la excepción. Italia se debatía internamente entre inmiscuirse en la guerra, y no hacerlo. Finalmente, luego de haberlo hecho, y formar parte del bando vencedor, sus réditos en la guerra fueron claramente inferiores a los de otros países. Por ello, había un problema de la visión que tenía el mundo de Italia, y que tenía Italia de sí misma para los finales de la década.
La realidad económica de Europa a inicios del siglo XX era complicada. Durante finales del siglo XVIII y todo el siglo XIX, dominó el modelo económico defendido por el capitalismo liberal. El problema con el modelo, como es sabido por los lectores comtemporáneos, es que es un modelo que no es equitativo, y por lo tanto, hay algunos que ganan mucho y muchos que ganan poco o nada. Sin embargo, era la realidad económica del siglo XIX. En ese siglo, sin embargo, se dio el auge del ideario socialista, tanto con el socialismo utópicos de inicios de siglo, como con el socialismo científico de fines de siglo.
Mussolini mismo tuvo sus inicios en la política en el seno del partido socialista italiano. Según diría posteriormente en sus propias palabras, en su juventud, el no había conocido nada distinto del socialismo. Como se verá en próximas entradas, el fascismo distará mucho del socialismo. Fue, sin embargo, el nacimiento político de Mussolini. Allí estaría, hasta que fuera expulsado del partido, por sus posturas políticas, en 1914, cuando había iniciado la Primera Guerra Mundial.
A finales de esta guerra, se daría otro hecho de relevancia histórica mundial, el triunfo de la revolución bolchevique en Rusia, y la implantación del modelo económico comunista, que sería la base de Unión Soviética. Estos hechos, la creación del Partido Nacional Fascista en Italia, y la creación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), se dieron con muy poco tiempo de distancia. En 1917 se inició la revolución rusa, en 1921 se fundó el Partido Fascista en Italia, y un año después se creó la Unión Soviética. Observen la proximidad de las fechas, algo que será muy relevante frente a lo que fue el fascismo en Italia y en el mundo.