Mostrando las entradas con la etiqueta salud. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta salud. Mostrar todas las entradas

lunes, 1 de febrero de 2010

A vuelo de Gaviota – Ed. 1

El día de hoy, inauguramos una nueva modalidad de entrada, que busca tocar ciertos temas que interesan al contenido temático del blog, ‘a vuelo de pájaro’, o mejor, a vuelo de Gaviota: es decir, con breves comentarios.  Junto con los ‘Alazos’, esperamos que esta modalidad de ingresos sea del agrado de ustedes, y que siga poniéndonos a pensar, que es la finalidad principal.

A.  Cambio de brindis

Ante el evidente aumento en el impuesto a la cerveza y la amable invitación a utilizar las cesantías para gastos en salud, conviene cambiar el brindis habitual.  Ante tanta “salud”, conviene cambiar nuestro deseo y antes de sucumbir ante Dionisio, pedir un poco de “decencia”.

B.  La crisis de los 'pudientes' según Matador



C.  Ungar, la renovación y la vigilancia

Antes, en Congreso Visible, Ungar abogaba por la renovación y ofrecía su viglancia.  Luego, aún en Elección Visible, abogaba por la renovación y ofrecía su vigilancia.  En cambos casos no hubo renovación y no se vigiló mucho.  Ahora en la Corporación Transparencia, vuelve y aboga por la renovación y ofrece su vigilancia.  ¿Será que podríamos nosotros rogar por la renovación de los que piden la renovación, o pedir que se vigile a los que vigilan?

D.  Betto - POS



E.  A alguien le empezaron a funcionar las uvas…

Uvas y agüeros:  31 de Diciembre fervoroso.  Uvas y ríos de plata.  A alguien le empiezan a servir.  ¿Sería el cambio de latitud?  Esperamos confirmación de que todo ya está consumado.  Muchas felicitaciones.  Uvas y agüeros.

F.  Zona Escolar según Bacteria



G.  ¿Y el gusto colombiano por los Kennedy?

Nos gustan mucho los Kennedy.  Creamos un barrio en honor a JFK.  Nos gustó tanto que ahora tenemos una localidad.  Nuestros periódicos lloraron el reciente fallecimiento de Ted Kennedy.  Ahora, que tenemos a Justice Anthony Kennedy causando estragos en la Corte de Estados Unidos por sus posturas independientes e impredecibles, por los debates jurídicos que suscita, ¿por qué este Kennedy no les gusta tanto a los ‘juristas’ locales como nos han gustado los otros?

H.  Fallando en Gadejo

Nuestro jet set judicial está conmocionado con lo que será el próximo capítulo del reality “Fallando en Gadejo”.  Por ahora el combo “Suprema” está dividido.  Al mejor estilo del “Señor de las moscas”, hay involución, hay luchas de poder, y el orden establecido pasa a un segundo lugar.  El combo “Constitucional” está por refrendar el referendo, pero manteniendo el suspenso, que mejora el rating.  Por su parte, el Consejo de Estado sigue produciendo excelentes candidatos a Fiscales y a Procuradores, pero siguen teniendo problemas en ponerse de acuerdo entre ellos.
-->

domingo, 31 de mayo de 2009

El cuadro del ascensor

Quizás muchas personas de las que con alguna frecuencia ingresan a este espacio estarán de acuerdo en que “algo no anda bien”. La conclusión de esta Gaviota es menos racional y mucho menos optimista: “ojalá algo ande bien”. La primera de las frases resaltada entre comillas sugiere que dentro de un esquema preestablecido, existe fundamentalmente un normal funcionamiento de la gran mayoría de elementos que lo integran, y probablemente existirán algunos problemas no determinados, pero determinables (como le gusta mencionar a más de un teórico de los contratos mercantiles). La segunda de las frases, en cambio, sugiere que dentro de un esquema preestablecido, existe fundamentalmente un deficiente funcionamiento de la gran mayoría de elementos que lo integran, y probablemente existirán algunos elementos plenamente funcionales. En este caso, si se mira desde un punto de vista general, resulta absolutamente irrelevante establecer si estos elementos funcionales son determinados o determinables. Básicamente, la segunda de las frases implica que dentro de un esquema preestablecido, en la práctica no existe ningún esquema.

Más allá de las aberraciones jurídicas a las que cada vez más me acostumbro día a día, actualmente surge en mí un sufrimiento interno de proporciones épicas, por cuanto creo que podemos actualmente reformular una máxima de Rousseau, según la cual “el hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe”. Careciendo de elementos de juicio que me permitan etiquetar al “hombre”, creo que sí existe al menos algún elemento pragmático de trabajo que me permita trabajar respecto del concepto de “abogado”. Mi postura es que “el abogado nace sabio y la sociedad lo idiotiza”. Lamento aquí no contar con una línea de investigación acreditada ante Colciencias, para que se tomara en serio lo que aquí se expone. Además, ello implicaría de parte mía una intensa labor de lobby ante Coordinador de Area, Director de Area, Decano, Vicerrector y Rector. Mis ingresos no me permiten financiar tantos almuerzos, tan seguido. Por ello, trabajaré mi hipótesis por la modesta vía del blog.

Como un elemento introductorio a esta situación, me permitiré describir aquello que he denominado ’el cuadro del ascensor’. Cabe destacar, desde ya, que al hacer referencia al ‘cuadro’, lo hago (disculpen el personalismo, pero me parece más sincero que quien escribe un artículo en plural, como si fueran millares de personas los que le dictan el pensamiento al escritor) desde una perspectiva eminentemente clínica. No hago aquí referencia a rangos (militares por ejemplo), ni tampoco a ninguna obra pictográfica. Debe entenderse, por lo tanto, que no estoy anunciando mi opera prima “El General en su ascensor”, ni tampoco pretendo autopromocionar los “Trazos de Gaviota”. Con ‘el cuadro del ascensor’ pretendo transmitir una idea a los lectores, acerca de cómo este microcosmos nos permite identificar rasgos de una idiocia degenerativa, que permitirían, de cierta forma, reformular algunos síntomas propios de iusdeficiencia, como inicialmente lo expuse en este ingreso. Revisemos los principales aspectos, entonces.

1. La transgresión de libertades espaciales

He revisado con detenimiento algunos artículos sobre el comportamiento del ser humano en el ascensor, y los alcances psicológicos que tienen los instintos, respecto de este punto particular. Los invito a revisar este artículo de la página http://www.aeromental.com/, así como este artículo, muy similar, tomado del blog Fogonazos. Para revisar la fuente, en inglés, favor revisar este artículo tomado de http://www.wired.com/. Estos artículos nos ponen de presente una situación particular del ser humano, en cuanto al comportamiento en recintos cerrados. La conclusión del estudio es que al ingresar a un ascensor, el ser humano adopta conductas extrañas tales como mirar al techo del ascensor, el piso del mismo o a los botones al interior del mismo. La razón de ser deriva de un comportamiento instintivo, que puede ser atribuido igualmente a los simios.

La explicación de esta forma particular de comportarse en estos recintos radica precisamente en la necesidad de evitar conflicto. El ser humano, al igual que muchas otras especies, es conciente de su naturaleza agresiva, y bajo ese entendido, procura evitar confrontaciones no deseadas. La cercanía de dos personas en un lugar encerrado, resulta instintivamente propicio para esta clase de agresiones. Miradas de más, movimientos bruscos, o similares. Es por ello que el ser humano ha adoptado comportamientos que dan a entender que desea evitar conflictos. Se simula que no hay nadie allí, y se mira a otra dimensión. Es en la práctica, la materialización del imperativo categórico kantiano, en la medida en que es el respeto de la libertad ajena el que limita mi libertad. La coexistencia de dos libertades iguales en un mismo escenario (ascensor) implica la disminución de su ámbito de aplicación hasta un mínimo posible, sin que la libertad desaparezca.

En la práctica, de cara a los abogados, ocurre que sin duda, los abogados simulan que no hay nadie allí. Lo simulan porque no es posible que se ingrese a los ascensores por racimos, empujando a quién este por delante, o por detrás, o al lado de uno, sin siquiera preocuparse por posiblemente asfixiar a quienes no gozan de estatura privilegiada. No es posible que quienes no gozan de estatura privilegiada, empujen y codeen, como una retaliación porque la madre naturaleza no les brindó algunos centímetros de más. No es admisible que bajos y altos ingresen más allá de la capacidad del ascensor, a sabiendas que se supera el peso máximo permitido.

Es imperdonable que los ‘garantes’ del derecho, los servidores de la justicia seamos quienes desconozcamos frontalmente los instintos básicos del ser humano, los conceptos básicos de libertad, derechos fundamentales y bien común. El comportamiento es empíricamente demostrable, y sujeto a verificación por quienes quisieren comprobar estas palabras. Invito a que acudan a los Edificios Hernando Morales Molina (Cra. 10 con Calle 14) y Edificio Nemqueteba (Cra. 7 con Av. Jiménez) en Bogotá, y revisen si es siquiera posible que alguno de los abogados enlatados pueda observar prolongadamente algún botón, si quien mira al techo es por algo diferente a tortículis (o tortícolis) inducida. Sip, justo antes, o justo después de estar en una audiencia discutiendo sobre derechos, libertades y garantías, los voceros del derecho acabamos a Kant, a Duguit y a Dworkin de un solo tajo.


2. Comprensión visual

Los símbolos existen, se menciona en materia de comunicación, porque poseen un significado de comprensión universal. No obstante, el ‘cuadro del ascensor’ ha logrado que exista una confusión en la interpretación de los signos. Una situación evidente se está presentando con la interpretación de los símbolos ubicados en la parte superior de las entradas a los ascensores. Allí, se observa lo siguiente:



Imágenes tomadas de http://www.turbosquid.com

Estas imágenes permiten al observador conocer si cuando el ascensor se detiene en el piso donde aquel se encuentra, el elevador se encuentra en ruta de ascenso o de descenso. A pesar de lo obvio del asunto, no es extraño, en lo más mínimo, encontrar usuarios que, una vez se abren las puertas, preguntan si el ascensor sube o baja. Personalmente, me resulta increíble esta situación. En realidad, los símbolos no permiten espacio para el escepticismo semiológico. Son un asunto de blanco o negro.

Lo anterior va de la mano con la identificación de los signos que sirven para llamar el ascensor. Al igual que en el caso recién visto, existe un botón con una flecha mirando hacia abajo, y otro botón con flecha mirando hacia arriba. Si se quiere bajar, lo correcto es pulsar el botón con la flecha mirando hacia abajo, y abordar el ascensor cuando este se detenga y el símbolo ubicado en la parte superior se encienda con la flecha mirando hacia abajo. Si se quiere subir, se debe hacer lo contrario, botón hacia arriba y abordar el ascensor cuando se encienda la luz que mira hacia arriba.

No obstante lo obvio y lo sencillo de este procedimiento, la práctica forense ha permitido establecer que los abogados no suelen comprender este procedimiento. De allí que habitualmente se pulsen los dos botones simultáneamente, como si por arte de magia el ascensor fuera a ascender a mayor velocidad. Se pulsan los dos botones, se pregunta siempre para donde va el ascensor, e independientemente de ello, se aborda por parte de ellos.

No es de fácil entendimiento cómo unas personas que han cursado largos años en una facultad, que teóricamente se encuentran capacitados para argumentar y debatir. Incluso, se dice por parte de los estudiosos de la hermenéutica jurídica, que el abogado, llámese funcionario judicial, académico o abogado litigante, es capaz de interpretar la norma jurídica mediante métodos como el teleológico, exegético, sistemático, sociológico y muchos otros. No es fácil para mí entender que seamos capaces de desentrañar el espíritu de la norma, interpretar el ordenamiento conforme a principios jurídicos complejos, pero ser incapaces de dominar el funcionamiento de un ascensor.


3. El ‘apretador’ intenso

Por último, para completar el ‘cuadro del ascensor’ conviene preguntarse cuál es la razón de ser de la manía de apretar el botón elegido frenéticamente una y otra vez, como si se tratase de un truco mágico para teletransportar el ascensor. Es una especie de divagación mental en la que estamos solos y el ascensor acude a mi llamado como un esclavo, guiado por el látigo de su amo.

Vemos entonces, cómo en la actualidad estamos siendo objeto de una confabulación demoníaca en la que todo se cree saber, pero nada se sabe. A medida que sube el índice de abogados acreditados, sube el índice de víctimas letales. Conviene aunar esfuerzos por lograr que la OMS evalúe esta situación. Los síntomas, al parecer, son crónicos y progresivos. Iusdeficiencia y el ‘cuadro del ascensor’. Sin duda, debemos actuar. “El abogado nace sabio y la sociedad lo idiotiza”.
-->

domingo, 25 de enero de 2009

¡Epidemia nueva!

Estoy considerando enviar una comunicación a la Organización Mundial de la Salud, solicitando su decidida intervención en la identificación de una condición médica, que al parecer no necesariamente se presenta un origen estrictamente patológico, aunque de ello no puedo dar fe. Esta condición médica, que viene desarrollándose a pasos preocupantes, reviste una alta complejidad en su diagnóstico. Resulta igualmente difícil prescribir un tratamiento adecuado, por la concurrencia de síntomas que al atacarse, generan contradicciones que en ocasiones pueden resultar nocivas.

La anamnesis generalizada muestra cómo el paciente, en términos generales, sufre de un cuadro progresivo de megalomanía expansiva, acompañados de una seguidilla de episodios de paranoia. Ante la crisis aguda de megalomanía, se refiere confusión mental, con dificultad de raciocinio e imprecisión en las habilidades expresivas como la escritura y el habla.

Esta nueva epidemia, cuyos primeros brotes aparentemente han surgido de manera extraña en los países de Suramérica. Las pruebas demográficas realizadas no asocian este peligro a factores climáticos, en principio, pero permiten concluir con cierta margen de certeza, que tiene alguna relación cercana con urbes de mediana o alta población. Los primeros pacientes que han presentado este cuadro, son personas preponderantemente de trabajo sedentario, vinculados a labores de carácter intelectual en mayor medida.

La impresión diagnóstica no ha podido ser asociada a un síndrome conocido. Por ello, se realizan esfuerzos sobrehumanos por localizar el problema asociado. Por el momento, se conoce que existe un factor común entre muchos de los pacientes detectados, y es su vinculación al aparato estatal.

La iusdeficiencia, como atrevidamente me he atrevido a bautizar esta condición, en términos un poco más coloquiales, ha generado una serie de malentendidos, que han podido trascender a los medios de comunicación en algunas ocasiones. Por lo general, se ha observado en los pacientes estudiados, una confusión que pareciera confabulación. Revisemos algunos casos, sin reseñar los nombres de los pacientes por la protección de su intimidad:

Un alto funcionario del Estado colombiano, siendo de las personas con mayor carácter y criterio político, en el momento de asumir su cargo, juró defender la Constitución y las leyes, con miras a ayudar al progreso de sus administrados. Este mismo funcionario, que inició su tarea de manera decidida con miras a poner en regla aquello que se encontraba por fuera de lo permitido (corrupción, politiquería, y criminalidad organizada), progresivamente empezó a confundir los personajes que los rodeaban. A quienes delinquían, los acogía con bombos y platillos como a hijos, y a quienes institucionalmente opinaban en contra, los trataba como criminales. Este primer síntoma de confusión, fue seguido de manera mediata por un arranque de egolatría patrocinado por quienes de alguna manera habían sentido los beneficios de su gestión hasta el momento. El cuadro de megalomanía se ejemplificó con un interés altruista de buscar darle continuidad a su gestión, para posteriormente convertirse en un interés por mantenerse allí por cualquier medio. Ante la confusión y la megalomanía, fue presentándose una dificultad en el habla, que le impedía expresar con claridad sus deseos reales, aunque sí materializándolos. Ante estos síntomas, se generó a la vez confusión entre aquellos que lo rodean.

Los últimos indicios nos muestran que este alto funcionario ha empezado a experimentar dificultad en su raciocinio, al punto de inicialmente querer modificar la norma que juró defender, y actualmente querer utilizarla como su agenda personal, y no como Constitución. De allí que los expertos lo hayan encasillado como un probable caso de iusdeficiencia. Sin embargo, aquéllos se encuentran perplejos al encontrar que existen casos similares en la región, que parecen apuntar a una situación derivada de especies comunes en estos países, que probablemente invaden al huesped a través de la vías digestivas.

Otros servidores públicos, según han documentado analistas de algunos países suramericanos, han presentado cuadros similares, aunque con una evolución de la sintomatología que no es del todo compatible con el caso recién mencionado. Por mencionar un ejemplo local, haremos referencia a un Juez de la República que, además de confesar que no sólo intentado evadir cualquier forma de confinamiento de su condición, sino que además procura propagarla, ha demostrado ser que su condición médica ha sido replicada por algunos de los compañeros jueces que lo rodean, lo que demuestra la potencialidad de contagio de esta presunta patología, aunque no se tiene conocimiento sobre los mecanismos de transmisión.

El juez, que según él mismo ha confesado, fue educado de forma tal que pudiese ser un experto en la interpretación de la ley, ha empezado a tener, según lo señalan algunos abogados que manejan procesos en su despacho, problemas de raciocinio hermenéutico, al punto que han llegado algunos a afirmar que la ley se ha convertido en un asunto secundario al momento de decidir, y que con fundamento en su lógica trastocada, está resolviendo los casos. Otros manifiestan que sus problemas de raciocinio no se den específicamente en materia de interpretación de la ley, sino en la interpretación de las pruebas, pero concuerdan en que éstas pasan a un segundo plano al momento de decidir. Algunos otros han planteado que ambas situaciones se presentan de manera concurrente.

Respecto de nuestro segundo caso analizado, se ha dicho igualmente que el síntoma de confusión ha emergido con posterioridad, en la medida en que, según se ha manifestado, confunde a las partes del proceso como sus contrincantes, y no como quienes acuden a él en aras de justicia. Como lo ha manifestado alguno de ellos, “entre más juicioso es el abogado, entre más acuda al juzgado, peor trato personal y jurídico le dará”. En algunos casos, al parecer, por simple capricho, negará acciones de tutela contra cualquier funcionario por este nivel progresivo de confusión. Al parecer, el poder de decisión y de jurisdicción, genera un creciente amor por sí mismo y por lo que hace, lo que evidencia en el ensalzamiento que hace de sí mismo en sus providencias.

Mientras que esta segunda modalidad de iusdeficiencia preocupa por su rápida propagación, las autoridades de los países de Suramérica donde se ha presentado esta modalidad, al parecer se rehúsan a actuar para enfrentar esta situación. El lento actuar de las autoridades, que son las mismas afectadas por este cuadro, al parecer ha derivado en la aparición de un síntoma nuevo que se ha presentado en otros individuos, y que hace referencia en un síntoma complejo, que me he atrevido a denominar como “impotencia legislativa”.

Los análisis continúan. En el interregno, expertos en el tema, pertenecientes al sector privado, no vacilan en documentar esta situación. El trabajo interdisciplinario será de vital importancia, y mientras en materia de salud se realizan las gestiones para rehabilitar a los afectados, se hace un llamado especial a los organismos de control y a los veedores ciudadanos a identificar a estos sujetos para poder iniciar a tiempo el tratamiento correspondiente.

NOTA: Esta nota, al igual que el pseudónimo utilizado por su autor, es obra de la imaginación de un abogado inconforme. NO corresponde a la realidad, por lo menos en cuanto a su carácter médico. Cualquier referencia a personajes conocidos, es plenamente intencional, y es resultado de la opinión personal de su creador.
-->