lunes, 8 de marzo de 2021

El gremio jurídico

Desde antes de haberme graduado, recuerdo que algunos de mis compañeros y amigos se vincularon al colegio de abogados de nuestra universidad.  Debo admitir que la idea sonaba fascinante: que un abogado N.N. como yo tuviese la oportunidad de estar mucho más vinculado al gremio de los abogados sonaba más que interesante.  Sin embargo, me asaltaba una duda metódica: ¿Y qué es lo que hace un colegio de abogados?, o cuando menos ¿qué es lo que debería hacer?

Si la pregunta la fuera a formular hoy, probablemente le preguntaría a Google (ejercicio que hice al momento de escribir esta entrada).  El primer resultado, correspondió al ingreso de "Colegio de abogados" en Wikipedia.  Transcribo los primeros apartes de ese ingreso, para que vean lo que probablemente un abogado recién egresado vería si tuviese la misma inquietud que tuve en ese entonces:


Un colegio de abogados (orden o barra de abogados) es una asociación, organización o entidad de carácter gremial que agrupa a los abogados, para tratar asuntos referentes al ejercicio de su profesión, a la que generalmente se atribuyen funciones de ordenación y disciplina de la actividad profesional.​ La incorporación de los abogados a los colegios puede resultar obligatoria o voluntaria, dependiente del respectivo ordenamiento jurídico.

Habitualmente los colegios de abogados se preocupan por representar y defender los intereses del gremio, fomentar la participación de los abogados en el sistema legal mediante su intervención en los procesos de reformas legales, el patrocinio de proyectos de investigación y la regulación de la normativa profesional, especialmente deontológico.

En ocasiones los colegios de abogados también llevan a cabo la administración de los exámenes reglamentarios, que se exigen a los licenciados en derecho para la admisión al ejercicio de la abogacía.


Suena interesante, sin duda. Sin embargo, cuando uno estudia las competencias legales de las distintas entidades, observa que los colegios de abogados no cumplen ninguna función en relación con la disciplina de los abogados (eso lo hacía el Consejo Superior de la Judicatura, en mi época), ni tampoco ningún rol de autorregulación (eso no lo hacía nadie en mi época, y ahora tampoco).  Entonces, ¿cómo acaso es que funciona el gremio de los abogados?  En términos reales, los abogados se pueden llegar a agrupar a través de dos tipos de agrupaciones: los colegios de abogados a la colombiana, y las distintas asociaciones o institutos de distintas disciplinas judiciales, que cumplen fines principalmente académicos.  Están también, como tercera y exótica opción, aquellas organizaciones que parecieran ser un esquema de agrupación de abogados, pero que en la práctica son otro tipo de cosa.


Ejemplos de la primera hay varios: El Colegio de Abogados Comercialistas (con página organizada y completa, con estatutos disponibles al público aquí) El Colegio de Abogados Rosaristas (con página más o menos organizada, pero sin estatutos disponibles al público en línea), o El recientemente creado Colegio de Abogados Penalistas (con una página web en construcción y con poco contenido). En esencia, se trata de agrupaciones que agrupan a un sector de los profesionales del derecho, y que en términos reales funcionan como una especie de club social (no todos los abogados pueden entrar a cualquiera de ellos) y realizan actividades sociales y académicas.

Del segundo tipo de grupos, también hay buenos ejemplos.  Quizá los más reconocidos en el medio son el Instituto Colombiano de Derecho Procesal (con trayectoria, página organizada, producción de documentos académicos con cierta regularidad), el Instituto Colombiano de Derecho Tributario (con trayectoria, página organizada, producción de documentos académicos con meridiana regularidad) o la Academia Colombiana de Jurisprudencia (institución antigua, a la que no llega cualquiera, y como tal suele verse como un sinónimo de prestigio en el gremio pertenecer a ella). Su línea es claramente académica.

Del tercer tipo de grupos, son populares en Colombia tanto los colectivos de abogados (hay varios aunque quizá el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo es el más reconocido) como la Comisión Colombiana de Juristas -que por su nombre, parecería aglutinar a todos los abogados respetables del país, y resulta que no-.  Estas organizaciones funcionan, en la práctica, como una ONG de denuncia, de control de vigilancia y de veeduría, con algunos componentes de litigio.  En todo caso, no son propiamente grupos de agremiación de abogados.

Esto presenta un problema para la sociedad, en general: no hay nada ni nadie que cohesione a los abogados.  Sin embargo, dado el auge de las tecnologías de la información, en estos momentos la sociedad tiende a pensar que los mejores abogados son aquellos que habitualmente salen en medios de comunicación, o que tienen buena cantidad de seguidores en las redes sociales.  Eso, en la práctica, no los hace mejores o peores abogados que ningún otro colega.  Sin embargo, como la sociedad los reconoce como los mejores, muchos se los creen.  Precisamente esta misma semana tuve la oportunidad de leer una crítica muy frentera que realiza el profesor Fernando Velásquez Velásquez precisamente a ese grupo de penalistas (además de que los penalistas son los que más prensa mojan, el profesor Velásquez es penalista, por lo que es natural que se refiera mayoritariamente a ellos) que creen ser la última palabra en todo, y los conocedores de la verdad revelada, y de la oculta.  Coincido plenamente con la opinión del profesor Velásquez, que lamentablemente no enlazo aquí, debido a que solo puede ser consultada por los suscriptores del diario El Colombiano.


Imagen tomada de: www.elpais.com

En la práctica, el problema con estos faros morales, y con las agremiaciones de abogados, es que se constituyen en unos focos generadores de poder para algunos (bien sea en materia de visibilidad mediática, de generación de roscas política y económicamente poderosas, o por la socialización del estatus de "juristas" de sus miembros.  Sin embargo, la mayoría de colectivos de abogados no cumplen con la finalidad por la cual cualquier otro segmento de trabajadores se agremian.  La profesión jurídica sigue siendo eminentemente individual, y preocupantemente vanidosa.  Por esta razón es que muchos de los altos cargos que exigen el título de abogados están ocupados por arrogantes, vanidosos y ególatras (vean el caso del Fiscal General, por ejemplo, aunque no todos son tan obvios como Barbosa).

Sería interesante que ante tanto abogado con poder, el mismo gremio intentara realizar algún tipo de ejercicio de autorregulación a partir de parámetros académicos, éticos y disciplinarios para poder decantar la base de "nominables", eliminando tanta "vedette" con cero vocación de servicio.  En todo caso, estos amantes de sí mismos podrán seguir viendo sus fotos con amor y orgullo (eso no va a cambiar), pero el país podría ahorrarse el daño institucional tan severo que nos están generando este tipo de individuos en el poder.

Tal vez sea entonces que el gremio jurídico se organice para crear este tipo de agremiación.  Sería quizá menos espectacular que las tres ya existentes, pero tal vez más útil para el país.

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