Ha concluido la primera vuelta presidencial en Colombia y el resultado no deja demasiado espacio para especular. Este sigue siendo un país de derecha, en el que la seguridad sigue siendo el factor principal al momento de decidir por los candidatos. Santos obtuvo una mayoría abrumadora en la primera vuelta a elecciones y desde ese punto de partida me gustaría abordar estas breves consideraciones.
Luego de haber tenido la oportunidad de revisar en detalle las páginas web de los 6 candidatos con mayor intención de voto, y tras escuchar algunas de las múltiples entrevistas y los millones de encuestas que rondaron durante este lapso de tiempo, he podido llegar a la misma conclusión desde la cual partí hace algún tiempo: las elecciones no se deciden por programas, ni se deciden por propuestas, se deciden por percepción. En otras palabras, el ejercicio del sufragio en el país es un tema netamente subjetivo. Seguramente se dirá que todo en la vida depende del punto de vista, y eso resulta cierto.
He tenido la oportunidad de leer la percepción de muchos columnistas que al igual que yo, quedaron perplejos ante los resultados, y algunos sienten rondar la desesperanza nuevamente. Ocurre lo mismo que ha ocurrido siempre. Se vota por un candidato popular, aunque no se tenga claro por qué. Afortunadamente mucha gente logró al final votar a conciencia, al ver cómo la ‘ola verde’ se desvanecía y en cierta forma se fortaleció el voto a conciencia.
Hace mucho tiempo anuncié que mi voto sería por Germán Vargas Lleras, y luego de depositarlo me sentí tranquilo. Al ver los resultados finales de él, me sentí feliz. Me sentí igualmente contento al ver el repunte de Gustavo Petro, y la caída de Noemí Sanín. Aclaro: no tengo nada en contra de Noemí, pero claramente su campaña presidencial fue un completo fiasco. Yo estuve cotizando los ‘tractorcitos’ por si acaso ella ganaba, porque todas las soluciones de su campaña eran esas máquinas, el General Padilla y el SENA. Lo del SENA no lo hice porque ya me había graduado algunos años atrás, o si no, probablemente lo hubiera hecho también.
No puedo entender cómo una persona con una propuesta programática como la de Noemí Sanín, salía a decir lo mismo siempre. La propuesta era muy ‘política’ (prometer mucho) pero no era infundada. Sus entrevistas y sus respuestas de debate daban a entender que ella no había leído su propia propuesta. No puedo entender, tampoco, cómo Petro era considerado malo por ser del M19, y eso de entrada, ya implicaba que sus ideas ni siquiera merecían ser consideradas. Cada día le profeso más respeto a Gustavo Petro, quien sin duda sí se sentó a pensar qué haría ante los problemas del país. Por supuesto, algunas de sus ideas no me gustaban por cuestiones ideológicas, pero no por ello puedo dejar de resaltar la gran labor del candidato quien tuvo que luchar contra la derecha, contra su propio partido, y contra la gestión de Samuel Moreno.
Lo de Rafael Pardo me pareció triste, porque creo que al final de la campaña, el candidato se empezó a comportar como tal, y no como un conferencista de universidad. Buscó cautivar, y mostró carácter. En general, hizo (tarde) lo que debió haber hecho desde el principio. Su desempeño en los debates fue bueno.
Eso me lleva entonces a la ‘pregunta del millón’: ¿Cómo hicieron Santos y Mockus para estar donde estuvieron? Realmente no lo entiendo. Ninguno de sus programas era bueno. Ambos eran gaseosos y carentes de propuestas concretas. Mockus, al mejor estilo de los samurais, se realizó el harakiri unas tres o cuatro veces en las últimas dos semanas de campaña, y Santos desde el principio demostró que es un completo obsesionado por el poder, y hará lo que sea para conseguirlo. Por supuesto, eso incluye mentir, engañar, distraer la atención, sonsacar personas de otros partidos, y quién sabe que más cosas.
Definitivamente Santos es una persona muy capaz, y eso debo abonárselo. El problema es que resulta ser TAN capaz, que es capaz de todo. Eso me genera pánico. Recuerdo en la historia a personajes de grandes capacidades que eran muy capaces, y que siendo capaces de todo, nos costaron muchas lágrimas, mucha sangre y mucho dinero. En campaña, y aún sin ser Presidente, Santos ha mostrado que hará lo que sea por el poder. Me da terror pensar en lo que hará por mantener el poder, una vez acceda a él. Me genera pánico que una vez decida quitarse la etiqueta “Made by Uribe”, muchos colombianos quieran arrepentirse de su voto. Me gustaría saber igualmente, de ese cúmulo de votos que obtuvo Santos, cuantos realmente votaron por él, y cuantos votaron por la etiqueta “Made by Uribe”.
Entonces la segunda vuelta tendrá como protagonistas a una persona que es el gran educador, y que sabe mucho, pero sobre temas ajenos a la Constitución de Colombia, porque respecto de esta no se educó mucho. El otro es aquel que es capaz de todo, y que NUNCA va a retroceder, a excepción de la estructura de su campaña, y claro está, de su visión sobre los impuestos… ahh, y también sobre las ‘picardías’ como forma de luchar contra las otras ‘picardías’; por lo demás, no va a retroceder.
Insisto, el voto es percepción. O de lo contrario, como se explican que los anteriores Presidentes sean vistos hoy por la mayoría como inmenso fraude, pero que a la vez, ¿todos ellos llegaran a través del sufragio? Sigamos escuchando a Jaime Baily, a Felipe Zuleta y a María Isabel Rueda. Eso sin duda nos permitirá saber ‘objetivamente’ qué se piensa. Mientras tanto, sigamos yendo a las reuniones de Familias en Acción, donde casualmente podremos encontrarnos con Santos o su esposa. O si prefiere, grite que “Vine porque quise, a mí no me pagaron”, aunque realmente todavía no tenga muy claro porque es que quiso venir.
Bienvenida, segunda vuelta.
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