Ya casi se cumple una semana desde que el país decidió elegir a Juan Manuel Santos como próximo Presidente de la República. Pareciera que fuera ayer, tal vez por el hecho de que mi alter ego me tiene ahora con acceso restringido al computador, como si su trabajo fuese más importante que el mío. Pero bueno, ni modo. En una de los ‘permisos’ para poder acceder a escribir, observé que las columnistas las directivas de www.noticias.com.co le solicitaron a los columnistas del portal (incluyéndome) que realizáramos un análisis acerca de las elecciones presidenciales.
Luego de haber dedicado buen tiempo y buen espacio a las propuestas de los candidatos presidenciales de primera vuelta, no sabía como abordar semejante petición. Si en el caso de cada candidato le dediqué aproximadamente 5 páginas a cada uno (e incluso más a Germán Vargas Lleras por haberlo efectuado en dos partes), ¿cómo podría analizar unas elecciones en 4 párrafos? Decidí entonces optar por valerme de la opinión y no de la argumentación, pues un análisis debe ser argumentativo, y la opinión simplemente debe ser clara. Al parecer, fue de buen recibo dicha columna, por lo que sugiero que quienes quieran revisarla, lo hagan siguiendo el enlace a “Mi visión sobre las elecciones presidenciales”.
No obstante, he quedado con un cierto sinsabor, toda vez que mi método de análisis suele ser bastante más corrosivo que el correcto lenguaje utilizado en la columna. Sin embargo, ello no implica que tenga un sinnúmero de vulgaridades atrincheradas en mi carazón de plumífero. A pesar de esto último, hay ciertos aspectos que sí quisiera tocar relacionado con las pasadas elecciones, y para no dejar pasar la moda mundialista, invoco a las ánimas que acompañan al ‘Profe’ Carlos Antonio Vélez para que guíen el siguiente análisis mundialista, del ave de mar.
La contundencia de la ofensiva ‘santista’: análisis táctico y técnico de las elecciones por el ‘Profe’ Gaviota
Hemos presenciado un encuentro fenomenal en las cancha de la democracia. Debido a la intensa lluvia, y a que era este el cotejo que serviría de abrebocas al esperado Brasil Vs. Costa de Marfil, la fanaticada de los verdes y los ya reconocidos ‘furibistas’ estuvieron algo parcos en el comportamiento del domingo. Podría incluso decirse que no parecían fanáticos sino simples ‘admiradores’, como era la usanza en las épocas menos canibalescas del deporte.
Nos encontramos al inicio de la jornada con una formación conocida previamente por ambos equipos. Los verdes, liderados por su figura Antanas Mockus, un jugador revelación en la liga bogotana hace algunas temporadas, le apostaba al juego bonito y creativo para lograr marcar en el acto rival. Su estilo de juego en las eliminatorias recordaba un poco al de Holanda en la época de Kruyff. Por supuesto, no estábamos ante la ‘Naranja Mecánica’, nos enfrentábamos a la ‘Ola Verde’, que por un momento había dado muestras de convertirse en un ‘Maremoto Verde’, o para ser más internacional, un ‘Tsunami Verde’. Sin embargo, la apuesta por el fútbol total dejaba en claro que se recurriría a la calidad y a la estirpe de los jugadores para marcar la diferencia.
En el otro camerino, por el contrario, los furibistas tenían garantizado contar con un plantel de fortaleza que los pudiera hacer soñar. Su gran figura, el ‘Matador’ Santos, quien ha tenido fogueo en ligas internacionales, y se le recuerda por aquel famoso ‘fuera de lugar’ contra los pupilos del ecuatoriano Rafael Correa, sería sello de garantía. El experimentado jugador de muchas luchas le apostaría a un famoso 4-2-2-1-1, garantizando un cerrojo defensivo, y buscando abrir por ambos costados, con un pivot adelante que fuera capaz de convertir: el ‘Matador’ Santos. En efecto, el juego de ‘la U’ se basaba en un juego de bloque, con posibilidad de abrir el juego por cualquiera de los dos costados, dependiendo si se requería que el lateral izquierdo desbordara con su conocido juego liberal, o si por el contrario resultaba apropiado apostarle al perfil derecho manejado por alfiles de juego mucho más conservador.
Cabe destacar que los verdes, se consolidaron como un equipo de un importante promedio de estatura moral, lo que los convertía en hábiles navegadores de las alturas, y por tanto, eran potentes en los dominios de lo etéreo y lo eólico. Por su parte, era claro que el adaptable esquema santista realizó un cambio de esquema en varias oportunidades, adaptando el estilo del juego según las condiciones que planteara el oponente. Por ello, para el momento del cotejo decisivo, optó por el ya mencionado esquema de 4-2-2-1-1 con un enganche definido que permitiera jugar por lo rastrero, terreno en el que el conjunto verde no era muy dado a dominar.
Tal vez la clave del partido se decidió en el medio campo, donde la nómina santista fue mucho más equilibrada, con unos creativos no muy creativos, pero debidamente apoyados por los ya mencionados laterales de juego conservador o liberal, según se requiriere. La primera línea de 2, sin embargo, liderada por J.J. Rendón y Andrés Felipe Arias, garantizaba que el juego fuerte estaría a la orden del día, con la evidente posibilidad de que se obtuviera una o más expulsiones, pero a cambio de una gran merma en la creación de los verdes. Allí estuvo la clave. El nivel de recuperación de los de la U fue mucho más elevado, lo que permitió una mayor posesión del balón, que a su vez se tradujo en más opciones de gol para el ‘Matador’.
Junta con el bien diseñado planteamiento de los de la U, los verdes le apostaron a que Mockus iría bien apoyado por Sergio Fajardo, haciéndole la oportuna pared para poder así apostarle a un juego más vertical. No obstante, una aparente lesión de la cual no pudo recuperarse oportunamente, mostró que Fajardo estuvo perdido en el juego, dejando a los verdes casi en una confrontación de 10 contra 11. Perdón, sería mejor hablar de 12. En efecto, el árbitro del encuentro favoreció claramente a los de la U, pitando varios fueras de lugar inexistentes, y dejando de amonestar a los de la U cuando hacían gala del juego sucio planificado por Rendón y Arias. El uso parcializado de la autoridad, llevó a que los verdes terminaran por desconcentrarse, pasando del juego bonito que los caracterizaba, a un juego de contragolpe en busca del espacio necesario para que el conjunto pudiese concretar en el arco rival.
La estrategia de contragolpe que se pudo evidenciar a lo largo de la segunda mitad del cotejo, fue importante en la medida en que no era esperada del todo por los de la U. Sin embargo, estos, muy tácticos, optaron por adelantar sus líneas para buscar el fuera de lugar del rival. Ese cambio táctico, muy propio del equipo, que cambió en varias ocasiones de sistema de juego, se vio recompensado al cambiarle el libreto a los verdes. El gran capitán de los verdes, desconcertado con el juego y la manera como los de la U dominaron el partido, decidió replegarse para controlar el primer cuarto de cancha, pero con el triste resultado de marcarse dos autogoles, y desviar un disparo de los de la U que finalmente terminó dentro de su propio arco.
Al final, recordando lo que fue aquel encuentro de Colombia y Argentina en el ’93, muchos de los seguidores de los verdes terminaron coreando con sus contrincantes los ‘olés’ que cantaban los furibistas desde la tribuna. Era lo que le faltaba a los verdes para terminar de despedazar el planteamiento táctico. En efecto, las líneas se partieron, lo que le permitió al ariete furibista concretar en otras dos ocasiones para terminar de liquidar las posibilidades de Mockus y los suyos.
Finalizado el tiempo de descuento, el árbitro (de muy discreta actuación) decretó el final del encuentro que terminó con un marcador final de 7-3, donde ‘Santos’ se alzó con la copa de campeón y la de mejor jugador. Algunos de los empresarios cercanos al equipo, al parecer, ya tenían negociados algunos pases de los jugadores contrarios. El tiempo, como siempre, nos sabrá decir en qué termina esta novela del fútbol.
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