sábado, 22 de diciembre de 2018

Volvernos Venezuela

Aceptémoslo, hemos fracasado como país en criar ciudadanos sensatos.  Tenemos un creciente número de doctores, magísteres, especialistas, docentes, investigadores en diversas áreas y temáticas de mayor relevancia científica.  Sin embargo, tenemos un muy serio déficit de personas sensatas.  El problema es que la democracia, como sistema político de un Estado, funciona en la medida en que existan ciudadanos que estén formados en valores democráticos.  Lamentablemente, la moda democrática actual es llevar cualquier derecho a su máxima expresión, y minimizar los deberes hasta que resulten imperceptibles.

Entre este mundillo de insensatos, hay unos grupos especiales. El país, por ejemplo, está lleno de políticos y de periodistas irresponsables. Entre aquellos que amenazan con el fin del mundo y aquellos que dicen que todo es perfecto gracias a ellos, no hay mayor diferencia de criterio, tan solo de perspectiva.  Por eso es que resulta especialmente interesante ver que hace tan solo meses el grupo de la derecha sostenía que Colombia, de haber elegido a Petro, iba camino a ser Venezuela.  Hoy, tan solo medio año después, es la izquierda la que dice que Duque lleva a Colombia camino a convertirse en Venezuela. Por supuesto, ambos bandos entran dentro del grupo de insensatos.


Imagen del escudo de Venezuela tomada de: www.lifeder.com
Más allá de mi opinión sobre las afirmaciones de cual de estos realmente nos llevará a convertirnos en Venezuela, lo que realmente me pregunto es si la gente realmente entiende qué es lo que implica "estar como Venezuela".  Para ello, conviene utilizar algunos ejemplos didácticos, para mostrar el nivel de insensatez de  los políticos, periodistas, y ciudadanos en general.  Estar como Venezuela no es un chiste, o una ocurrencia genial para hacernos notar.  Estar como Venezuela es estar en un país donde no hay casi nada, y donde lo primero que salió por la ventana fue la esperanza de construir un proyecto de vida (cualquiera que este sea).  Por lo tanto, veamos algunos de los puntos claves para entender lo que realmente es ser como Venezuela.


1.  La hiperinflación 

Invito a que revisen este video para entender qué es eso de la hiperinflación, un mal que actualmente aqueja a Venezuela.


Video tomado de: Canal de Youtube del Banco de la República de Colombia

Dato:  Actualmente, el salario mínimo (mensual) en Venezuela, equivale a siete (7) dólares norteamericanos.  Según datos entregados por una fuente venezolana, eso equivale a la compra de dos cartones de huevos.  Con el nivel de inflación de Venezuela, sabemos lo que eso significa.


2. El desabastecimiento

El caso de hiperinflación más grave en la Historia es el de Hungría entre los años de 1945 y 1946.  La inflación diaria era algo superior al 200%, y llegó a alcanzar el 10.600 cuatrillones el índide de costo de vida, en Julio de julio de 1946.  Un índice de inflación diario del 200% quiere decir que un día después de haber su salario, éste puede comprar la mitad de lo que costaba.  En consecuencia, lo que genera en el trabajador una situación de hiperinflación, es que apenas recibe el dinero debe salir a comprar bienes y servicios, antes de que se duplique el precio.

Esto suena bien.  El problema es cuando no hay qué comprar.  Para la muestra, la famosa imagen de la actual vicepresidenta (y entonces candidata presidencial) Marta Lucía Ramírez, en un supermercado en Venezuela.  Aun en casos sin hiperinflación, el desabastecimiento de productos y servicios en un país podría por sí mismo conllevar una guerra civil.


Imagen tomada de: www.eltiempo.com


3. La desaparición de factores de producción

Cualquier economía, para que sea medianamente sana, requiere que haya producción.  En la medida en que haya producción habrá oferta y habrá empleo.  En la medida en que haya empleo, se generará demanda, y el resto corresponde a las leyes del mercado.  Cuando desaparece alguno de los dos extremos, el mercado colapsa. Bajo un modelo socialista, el Estado no permite el libre comportamiento del mercado, sino que se encarga de realizar un proceso de distribución de la riqueza de manera controlada.

Sin embargo, en Venezuela, Hugo Chávez aprovechó para tomar drásticas medidas en distintos tipos de mercados que generó la cuasi desaparición de la oferta.  Igualmente, el abuso de la figura de la expropiación, generó el mismo efecto, pero de distinta manerja.  Para los lectores (especialmente para los mas jóvenes) un video que muestra cómo era que Chávez abusaba de esta figura.



Video tomado de: Canal de Youtube afpes


Con todos los medios de producción controlados y/o expropiados, Venezuela dependía de un inteligente manejo de mercado, pero ello no ocurrió.  El derroche y el populismo impidieron un manejo racional de los factores de producción, lo que conllevó a la salida de los productores para intentar salvar algo de lo que les quedaba.  Esto llevó a revivir algo que era una antigua táctica de guerra: la administración del hambre del pueblo.  Se empezó a producir y/o a comercializar lo que el gobierno quería, y adquiriéndolo de quien quería para distribuir a quien quería.



4.  Corrupción

Cuando Venezuela aún era un país con perspectivas y músculo financiero suficiente derivado de sus reservas de petróleo, el Gobierno dividió al mundo en dos: 1) Los revolucionarios del socialismo del siglo XXI; y 2) Los peones del imperio (Estados Unidos).  Siendo así, Venezuela se convirtió en un país de "buenos" y "malos".  Por supuesto, quienes querían sobrevivir a largo plazo, debían pertenecer al partido de "los buenos".  Ser de los buenos, implica ser reconocido como bueno.  No es un tema de ser, sino de ser reconocido como tal.

En consecuencia, como ocurre ante cualquier fenómeno masivo de corrupción, cuando se reemplaza el parámetro de lo CORRECTO por el de lo CONVENIENTE, se prostituye el criterio, la ley, la justicia, la seguridad, y en general cualquier estamento.  En Colombia conocemos muy bien lo que esto significa, dado que la corrupción es uno de los fenómenos nocivos más generalizados que debemos padecer.  Se paga por el contrato, se paga por evitar un comparendo, se paga para obtener un fallo favorable, entre otras cosas.

La corrupción, como esquema de prostitución de la ética, se vuelve mucho más rentable, entre más costoso sea lo que tenga para ofrecer: ¿Cuánto vale su libertad?, ¿Cómo negociamos su ascenso o su nombramiento? ¿Cómo nos ayudamos para que esto no se sepa?  Pues en Venezuela funciona igual, o incluso peor (si es que eso es posible).  Nada ocurre porque deba ocurrir, sino porque a alguien que le conviene que ocurra, previamente lo ha negociado.


5. La censura

Este es uno de los puntos más delicados a tratar.  Aquí en Colombia estamos acostumbrados a que cualquier intento de regulación de medios, equivale a censura.  Aquí en Colombia estamos acostrumbrados que una demanda contra un periodista, equivale a censura.  Nuevamente, se trata de ese punto de vista según el cual el periodista es un superhéroe de la opinión a lo que nada ni nadie puede cuestionarlo.  Nuevamente, la versión insensata número 1 del asunto.  La versión 2 (o la versión Trump) es la contaria: el periodista es inherentemente el enemigo del pueblo, un tergiversador y mentiroso encargado de fomentar la rebelión.

En Venezuela, ocurrió lo mismo.  Estaban los medios "buenos" y los medios "malos".  Los medios buenos debían ser fomentados y apoyados, mientras que los medios malos debían ser retirados, por traidores.  En consecuencia, se cerraron muchos medios de comunicación contrarios al régimen de Chávez y luego de Maduro.  Los más fáciles, por razones jurídicas, son aquellos que hacen uso del espectro electromagnético, es decir la radio y la televisión.  La prensa escrita no requiere concesiones de ningún tipo, por lo que acabarla por la vía del cierre es algo más difícil.  Curiosamente en recientes días se ha visto cómo uno de los últimos bastiones de la prensa libre en Venezuela, sufría una derrota: el cierre de la versión impresa de El Nacional.

En Venezuela, el simple hecho de opinar, se convierte en un riesgo operativo y de seguridad.   Usted no puede opinar contra el régimen, y en caso de hacerlo, puede sufrir las consecuencias.


6. La seguridad

Se ha sostenido por gran parte de la opinión pública mundial, que el régimen venezolano no es el régimen de Maduro, sino el régimen de las fuerzas militares venezolanas.  Si algo o alguien ha evitado que el régimen de Maduro caiga, estando tan deslegitimado como lo está, es por el apoyo de las fuerzas militares, que lo sostienen.  Esto, por supuesto, ha llevado a que en Venezuela exista una tergiversación del concepto de seguridad.  En teoría, las fuerzas militares de un Estado tienen funciones constitucionales precisas, tales como defender la soberanía y la integridad territorial.  Por tanto, las fuerzas militares están destinadas a proteger a los ciudadanos, no a mantener un régimen.

En estos momentos, ese ideal se encuentra severamente distorsionado en Venezuela. El estamento militar es el más alto en ese país, y como tal, son los que deciden qué se hace y qué no.  Basta revisar las sangrientas medidas que han tomado contra protestantes, opositores, y cualquiera que se constituya en un riesgo operativo.  Venezuela sigue adquiriendo armamento ruso, y cada vez más depende de él (el armamento) y de ella (Rusia) para mantenerse vigente.  La "seguridad", en pro de la inseguridad.


7. La comunidad internacional

La principal diferencia entre lo que fue el modelo de Chávez y el modelo de Maduro, es que el primero supo maniobrar muy bien a nivel internacional.  Curiosamente, su canciller era el hoy Presidente, Nicolás Maduro.  Eso no quiere decir que Maduro pasó de ser un genio a ser un imbécil.  Lo que pasa es que las circunstancias políticas internacionales cambiaron.  En la época de Chávez, contó con líderes de izquierda en Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Chile y con gobiernos neutrales como Colombia (la de Santos, no la de Uribe),  entre otros.  Adicionalmente, Chávez tuvo la oportunidad de comprar muchos amigos a partir de petróleo, cuando los precios eran muy buenos.

Con Maduro, la situación es muy distinta, de esos regímenes amigos, solo le resta Bolivia (y Nicaragua, si estamos dispuestos a mirar mucho más al norte).  El petróleo vale la mitad de antes, y no tiene tanto como andar comprando más amistades.  Si a ello se le suma que el desespero por mantenerse en el poder lo ha obligado a amañar elecciones, apagar la protesta con violencia, y desconocer las necesidades básicas de la población venezolana, la comunidad internacional cada vez le brinda menor margen de maniobra al régimen de Maduro.  Su estrategia actual, es una que utilizó mucho Chávez en su momento, con mayor éxito, y fue mostrarse como perseguido del imperio (Estados Unidos) y de su peón (Colombia).  En el caso de Maduro, su escasa inteligencia política lo ha llevado a intentar lo mismo, pero sin que nadie le crea nada.  En este caso, Venezuela es un país aislado, y únicamente protegido por Rusia, el país que le lleva la contraria a todo y a todos, siempre que de ello pueda obtener un beneficio.

Conclusión:  Se requiere un nivel de insensatez demasiado agudo para comparar la situacion de ambos países.  Si bien tanto Duque como Petro implican mayores riesgos a algunos de estos puntos, decir que ya somos como Venezuela, no solo es insensato, sino estúpido.  Suena políticamente bonito, pero no deja de ser estúpido.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que cuando se dice que estamos como Venezuela, la gente se refiere a como cuando Venezuela eligió a Chávez: un país al que a la mayoría le encanta que le prometan cosas gratis, derechos a todo y obligaciones no hablemos de eso ahorita. Ese caldo de cultivo que se va agrandando con las nuevas generaciones de pobre educación, pareciera que el terreno es el mismo.

Gaviota dijo...

Puede ser muy cierto eso, pero también es claro que no es un tema exclusivo de Venezuela. Decir que estamos o íbamos para Venezuela es utilizar el tremendismo de manera irresponsable.