viernes, 19 de febrero de 2010

Reflexiones acerca del cariño a ‘algo’ más grande

Es curioso ver de qué manera la vida nos brinda lecciones que de otra manera serían difíciles de aprender.  Ayer me vi envuelto por una marcha –de las más grandes que he visto en los últimos tiempos– en contra del gobierno, principalmente por aquello de la reforma a la salud, que ha sido considerada por muchos como una verdadera patraña puesta en marcha por el gobierno.

Ver a esas personas enardecidas contra el gobierno me llevaron a pensar mucho acerca de varios aspectos.  En primer lugar, sigo creyendo que las marchas no sirven para nada.  Es verdad que esta vez la marcha sí era una marcha de protesta y no un fashion show, pero realmente puede uno apreciar que en el país tenemos ‘marchadores’ profesionales.  Estos ‘marchadores’ son los que salen cada semana, por el motivo que sea, a protestar contra el gobierno.  Uno los puede identificar con facilidad porque semana tras semana usan exactamente las mismas arengas para marchar.  Utilizando el término acuñado desde que escribí “Reflexiones sobre de las estrellas”, podríamos afirmar que estos señores no son marchantes sino “‘marchadores’ estrella”.

En efecto, los estudiantes ‘marchadores’ estaban allí como siempre:

“¿Quiénes somos?:  Estudiantes.”
“¿Qué queremos?:  Soluciones”
“¿Qué nos dan?:  Represión, represión y bolillo por montón”

Convenía con un amigo que se vio afectado por la parálisis del tráfico generado por la marcha, que probablemente un 80% de los ‘marchadores’ realmente no tenían la menor idea de por qué estaban marchando.  Ese grupito de estudiantes, así como muchas de las grandes centrales obreras (sindicatos) siempre están en todas las marchas, cantando las mismas cancioncitas.  El otro 20%, al parecer sí sabía qué era lo que estaba haciendo y realmente estaban ejerciendo su derecho a protestar de manera seria y pacífica.  Eso, aunque no me guste, tengo que respetarlo.

Pasemos ahora, de aquel grupo de personas que no sabían realmente qué estaban haciendo allí, a la contraparte, el Gobierno.  El Presidente y sus Ministros sí saben lo que están haciendo allí.  La pregunta es:  ¿hacen lo que realmente dicen que hacen?  O mejor aún: ¿sabemos nosotros qué es lo que realmente hacen?  Los escándalos de las últimas semanas en materia de salud, transporte y hacienda, parecería indicar que no.  Eso sí, confieso haber visto al Presidente Uribe dar más y más explicaciones sobre diferentes temas.  Diría él que con una “total apertura hacia la crítica”, pero con un “gran amor por esta patria”, hace A, B y C.

Llevo casi ocho años escuchando del Presidente que todo lo que hace lo hace con un “gran amor por esta patria”.  Confieso que las primeras veces que escuchaba eso me gustaba saber que mi Presidente era un verdadero patriota.  Hiciera las cosas bien, o hiciera las cosas mal, veía yo que el gobierno era bien intencionado.  Ahora, ya mucho tiempo después, observo que la frase de cajón acuñada por nuestro ‘Mandatario’, es como la manifestación de amor de aquellos dementes que dicen amar a sus parejas o a sus hijos, y que se los demuestran propinándoles sendas golpizas.

El amor, o el cariño no se prueba hablando mucho de qué tanto se siente, o de cómo las acciones de uno están guiadas por ese sano sentimiento.  El amor, el cariño, se demuestra día a día.  No requiere el reconocimiento de los demás, y no requiere publicidad en ningún otro lado.  Requiere actuar por el bien del otro, y no decir que se actúa por el bien del otro.  Eso es algo que considero yo fundamental en cualquier relación en la que medie el amor o el cariño.  Si esos sentimientos son recíprocos, necesariamente la situación ha de mejorar, porque existe sintonía de esfuerzos, sincronización de actos, y homogeneidad de causa.

Este punto, sin embargo, cobra más relevancia cuando se trata de un amor o cariño a algo más grande, como un grupo de personas, una institución, o un país.  Ayer mismo, tuve la oportunidad de ver claros ejemplos de ello.  Vi a hinchas de Independiente Santa Fe, un equipo de fútbol bogotano, en su ejemplar comportamiento el miércoles en Bogotá.  Ellos, que antes del partido manifestaban un amor inigualable por el club, ser hinchas fieles y abnegados de su equipo, eran los mismos que minutos después se deshacían en insultos y vejámenes al técnico del equipo.  La razón:  no ganar.  Ese es el concepto de amor por la camiseta que tienen estos pésimos hinchas.  “Te amo Santafecito”, dicen ellos.  “Te amaré Santafecito, si me haces feliz primero”, realmente piensan.  Dejo expresa constancia aquí, sin embargo, que no soy hincha de ‘Santafecito’, utilizo el ejemplo, porque era el caso palpable del día de ayer en materia de fútbol.

Tuve la oportunidad de ver, antes de conocer las imágenes del caso ‘Santafecito del alma’, al Ministro de Protección Social, habitual invitado a este espacio, mostrando todo lo que hace por el pueblo.  Perdón, todo lo que dice hacer por el pueblo.  Lo que no suele decir, es lo que hace por sí mismo con antelación a obrar para el pueblo…  En algunos libros de asesoría en materia de amor se dice lo siguiente (más o menos):  “Nunca digas ‘te amo porque te necesito’.  Di mejor: ‘Me amo, luego puedo amarte’”.  El Ministro es de los que dice amar a su pueblo, pero su frase ha variado un poco:  “Me amo, luego digo que te amo”.  Me gustaría saber cuántos colombianos se sienten realmente amados por el Ministro.  Me gustaría entrevistar a ‘la patria’ para saber si siente que su Presidente la ama tanto como dice hacerlo, incluso a costa de despedazar su Constitución.

Cuestión diferente es la que he visto recientemente en Blawggers Internacionales.  Este grupo de bloggers jurídicos, creado hace algún tiempo con los esfuerzos aunados de algunos colegas, ha pasado por muchas fases.  Todos decimos que pertenecemos al grupo, y probablemente encontrarán en muchos blogs un logo rojo que nos identifica como miembros del grupo.  Sin embargo, he sido abierto crítico aquí, en nuestras reuniones de Skype y en otros escenarios, acerca de ese ‘amor’ por el grupo que profesan algunos.  A todos nos gusta pertenecer al grupo.  A todos nos gusta aparecer en el blog colectivo y en el catálogo del blog.  ¿Sin embargo, nos gusta a todos trabajar por el grupo?

Esa reflexión la he planteado a varios amigos blawgers, y no siempre gusta.  También me la he planteado a mí mismo, y con ello procuro no convertirme en una simple Gaviota parlanchina, sino también ser un miembro útil al grupo.  No siempre lo soy, y no siempre me motiva serlo, por la evidente falta de compromiso de muchos.

Conozco, sin embargo, a alguien que a pesar de la falta de esfuerzos colectivos, a pesar de no contar con ayuda, y a pesar de tener que dedicar mucho de su tiempo de descanso al grupo, no protesta.   No exige.  Simplemente da, y da mucho.  Se trata del gran amigo Carlos Javier Delgado, nuestro bumangués en tierra de la plata, administrador del blog Responsabilidad y Derecho.  El promotor de la ética hacker en materia de derecho y blogs, no enseña predicando.   Enseña haciendo y también predicando.



A Carlos Javier Delgado le debemos el cambio de diseño en la plantilla del blog de Blawggers Internacionales.  Nos pidió consejos, probó, ensayó, discutió, y finalmente lanzó el producto terminado.  No me cansaré de agradecerle sus esfuerzos y su amabilidad.  A él también le debemos el diseño del blog del 1er Encuentro de Blawggers, la creación y manejo del ‘Taller’.  Esto último es un espacio en el blog colectivo, donde Carlos Javier atiene las dudas de los demás miembros en cuanto al diseño y utilización de herramientas en el blog.  Es un espacio de tutoriales acerca de cuestiones técnicas que ha sido de gran utilidad para muchos.

Nuestro amigo fue de los que acudió a la convocatoria del encuentro celebrado en agosto en Bogotá, en compañía de su Jime, participó en todas las actividades, y como ya lo mencioné, se lució ante toda la comunidad.  Fue de los que asistió a casi todos los encuentros virtuales realizados vía Skype, y aportó ideas en todos ellos.  Ha sido el motor y alma del concurso Premios B.I. 2008 y 2009.

Me gustaría que revisen cuantas veces ha pedido él que le den algo a cambio, o que le reconozcan algo.  Me gustaría que revisen cuantas veces a dicho él que todo lo hace por el inmenso amor o inmenso cariño que le tiene al grupo…

Como lo mencioné al principio, la vida tiene formas muy curiosas de brindarnos lecciones.  Esperemos que no se traten de lecciones que simplemente vemos y no seguimos.  Ojalá sea de esas lecciones que interioricemos y podamos aplicar en nuestras vidas.

‘Pico’ a Carlos Javier Delgado.  ¡¡Gracias por todo, y muchas bendiciones para ti y para tus seres queridos!!

2 comentarios:

Carlos Javier dijo...

Amigo mío me has dejado sin palabras. Gracias por tu reconocimiento.

Te mando un abrazo y Jime sus saludos.

Gaviota dijo...

Carlos Javier,

Gracias por los saludos y el comentario. Creo que la gratitud es lo mínimo que se puede tener cuando una persona sacrifica durante 4 meses, y un poco más, por una causa común que beneficia a muchos.

Un abrazo. Seguimos en contacto.