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viernes, 27 de julio de 2018

Sobre la eventual reforma a la justicia: Pt. 4 - ¿Cuántas altas cortes debe haber?

Tras revisar lo que fue la campaña presidencial, además de la popular consigna de todo candidato de luchar contra la impunidad como sinónimo de fortalecer la justicia en Colombia, el tema más polémico se dio en relación con la propuesta del hoy presidente electo Iván Duque acerca de crear una única corte que sea el órgano de cierre en materia de justicia. Desde un principio, antes de iniciar la serie de ingresos sobre la eventual reforma a la justicia, tuve en mente tocar este tema, pero no como tema principal, porque no considero que sea el más relevante, y especialmente porque nunca quise que se vinculara esta serie de ingresos a un gusto político personal.  Sin embargo, la línea temporal ha hecho que coincida este ingreso con el revuelo nacional en torno a la investigación en contra de Álvaro Uribe Vélez. 

Más allá de la coyuntura actual, es conviene realizar un análisis desapasionado sobre la propuesta de Duque, y sus implicaciones.  Para ello, utilizaré el método de plantear en primer lugar los puntos a favor, y luego los puntos en contra, según lo veo yo.

Por qué tener una única corte de cierre:

1) Reducción de choque de trenes:  Lamentablemente, la administración de justicia se fundamenta en una interpretación política de la Constitución y la ley, y en ese sentido, esa interpretación genera un modelo interpretativo del ordenamiento jurídico.  Eso hace que inevitablemente, no haya consenso en la interpretación del ordenamiento.  Esto ha generado que las distintas altas cortes tomen posturas diferentes o incluso contrarias frente a un mismo tema.  Estas diferencias generan los denominados "choques de trenes".  Contar con una única corte cierre reduce significativamente esta circunstancia, dado que solo podría presentarse choque de trenes en cuestiones relacionadas con aspectos de competencia de las denominadas jurisdicciones especializadas. 

2) Unificación real de la jurisprudencia:  El ciudadano no percibe el riesgo real que implica esto.  En la actualidad, por ejemplo, unos son los daños que se reconocen a nivel de la justicia administrativa, y otros en la justicia ordinaria.  Los límites cuantitativos varían dependiendo de la Corte.  La unificación no implica la desaparición del problema, pero sí una reducción del mismo.  Igualmente, estos temas pueden perfectamente ser discutidos en el seno de las salas plenas y/o de gobierno.  La unificación real de la jurisprudencia genera seguridad jurídica, un valor jurídico que genera predicibilidad de las decisiones, algo que en la actualidad no es una realidad.


Imagen tomada de: www.istockphotos.com

3) Magistritis: Lamentablemente, los abogados por regla general tenemos un ego grande.  Los abogados buenos un ego más grande y los abogados reconocidos en medios, un ego gigantesco.  Sin embargo, como el común denominador es el ego, la posibilidad de ser magistrado en muchos casos deja de ser una aspiración y se convierte en una obsesión.  No es ningún secreto que los honorarios que cobran los EX son mucho más elevados que lo cobrarían de no haber sido magistrados.  Esto no sucedía en el pasado cuando la magistratura era la culminación de la carrera jurídica, ahora es un paso más hacia la prosperidad económica y la notoriedad (ego).  Esta obsesión ha llevado a que haya mucho magistrado, y mucha corte.  Para que se hagan una idea, hay magistrados de la Corte Suprema, del Consejo de Estado, de la Corte Constitucional, de Justicia y Paz, de la JEP, del Consejo Nacional Electoral, del Consejo Superior de la Judicatura.  Muchos ni siquiera administran justicia, pero son magistrados.  Conviene preguntarse si el afán de ser magistrados debe prevalecer sobre una justicia mucho menos atomizada.  En mi opinión, es evidente que así debe ser. 

4) Rendición de cuentas:  Una de las quejas que planteé en anteriores ingresos era que la justicia no rinde cuentas a la ciudadanía, porque en estricto sentido, no tiene jefe.  Si bien es cierto hay informes de gestión y rendición de cuentas de cada organismo, la ciudadanía puede estar mucho más pendiente de la rendición de cuentas de un órgano que de cinco.  A su vez, un único esquema jerarquizado permite un mejor control de los funcionarios de menor jerarquia.  En consecuencia, el control ciudadano (otro valor esencial de la democracia) es mucho más eficaz y eficiente con una alta corte, que con varias. 

5) Tener una corte, no implica per se una posibilidad de control por parte del Presidente: En términos reales, este no es un argumento a favor de una única corte, pero sí responde a una de las críticas que más he venido escuchando en contra de la propuesta de Duque.  Se ha dicho que tener una única corte implicaría que el Presidente puede controlar a los que van a juzgar a su jefe político (Uribe).  Esto no tiene una secuencia argumentativa lógica, lo que constituye un yerro lógico conocido como non sequitur ("no se sigue").  Tener una o diez cortes no facilita o impide el control del Presidente.  Lo que permitiría más o menos control sería la capacidad de incidir en la designación, en la remoción o en el procedimiento disciplinario de los magistrados.  Por el momento, eso no se da ni en la Corte Suprema ni en el Consejo de Estado, y se da parcialmente en la Corte Constitucional.  En consecuencia, la propuesta no es mejor o peor por el hecho de que haya menos cortes.  Lo que habría que impedir es que el Presidente tenga injerencia en alguno de los tres aspectos recién mencionados.


Por qué NO tener una única corte de cierre:

1) Al modificar la estructura de la rama judicial se corre el riesgo de aumentar el presidencialismo:  En las clases de teoría del Estado y teoría constitucional, se suele anotar la diferencia entre un sistema presidencial y un sistema presidencialista.   En un sistema presidencial, hay un jefe de Estado y jefe de Gobierno (no es lo mismo) que es el Presidente.  En un sistema presidencialista, no existe un sistema real de pesos y contrapesos porque el Presidente tiene un poder casi hegemónico, lo cual puede llegar a ser increíblemente peligroso.  Una visión de lo que puede ser un presidencialismo en el peor de los escenarios es lo que ocurre en Venezuela, en donde no hay nada ni nadie que pueda con el Presidente de turno, desde el punto de vista institucional.  Si bien Colombia está muy lejos de ser un modelo equilibrado, precisamente las altas cortes dieron muestra de ser un contrapeso real contra los excesos del poder presidencial, precisamente en el Gobierno de Álvaro Uribe.  Evitaron su perpetuación en el poder y lograron la investigación y condena de algunos de sus más cercanos funcionarios.  El valor real de esto, no es que investiguen a determinada persona o no, sino que exista una justicia capaz de poner límites al poder ejecutivo.   Un rediseño de la rama judicial corre el riesgo de que el ejecutivo quiera tener mayor injerencia en esta rama, lo cual es claramente indeseable bajo un modelo democrático de pesos y contrapesos.
 
 
Imagen tomada de: http://wellsbranchchurch.com

2) Ingobernabilidad de una corte tan grande:  Como se ha señalado atrás, lamentablemente las cortes se han convertido en gran medida en aparatos de ejercicio de poder, más que en un órgano de administración de justicia.  Esto ha generado, entre otros fenómenos, que surjan problemas como el "cartel de la toga" y la puerta giratoria en la rama judicial.  En muchas ocasiones se han presentado problemas muy complicados para cuestiones tales como la elección de Presidente, la elección de nuevos magistrados, la elección de candidatos para otros cargos públicos.  Como se ve, el problema se da principalmente en las funciones no jurisdiccionales, lo que evidencia lo importante que es el ejercicio del poder nominador en las Cortes.  Precisamente el mejor ejemplo lo ha dado el Consejo de Estado (la corte más grande, por cierto).  Entre más grande la Corte, más inmanejable.  Esto tendría una posible solución si se le limitaran las potestadores nominadoras o de elección de la eventual corte.  Sin embargo, si no eligen las mismas cortes sus sucesores, adivinen probablemente quién lo haría.  Sin duda una corte numerosa traería problemas de gobernabilidad por tratarse de un órgano colegiado.
 
3)  Los avances jurídicos derivados de las diferentes posturas jurídicas: Si bien atrás he dicho que los denominados "choques de trenes" son indeseables, no toda diferencia de postura entre las Cortes es necesariamente mala.  Cabe recordar que precisamente el modelo dialéctico parte de la posibilidad de que exista una tesis, una antítesis y una síntesis.  En términos reales, esto implica que de las diferencias surgen desarrollos.  El problema del disenso es la posibilidad de no construir a partir de él, que es lo que ocurre con los choques de trenes (de allí su nombre).  Si se mira desde el punto de vista de mediano o plazo, visto en retrospectiva es claro que muchos de los avances que hoy tenemos en materia jurídica no habrían sido posibles sin el liderazgo del Consejo de Estado o de la Corte Constitucional.  La Corte Suprema de Justicia, sin duda, es la más conservadora jurídicamente de las tres altas cortes.

4) La especialidad de la especialidad:  En Colombia los desarrollos jurídicos han llevado a que cada vez el aprendizaje del derecho sea más especializado.  Por ello, que una única corte conozca de todo, obligaría a repensar el perfil de los magistrados, retornando a un modelo mucho más premoderno de los abogados, en donde el abogado era vista como un conocedor más o menos bueno de todo el ordenamiento, y no un abogados excepcionalmente bueno en uno o pocos temas en específico, así no se conozca muy bien otras áreas.  De lo contario, una gran corte requeriría de un número increiblemente grande de salas y secciones para poder asumir tanta subespecialización.  Esto, por supuesto, no es un requisito indispensable, pero bajo el modelo actual de filtros para llegar a las altas cortes, sería excesiva la carga para pocas salas.

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Para revisar los ingresos anteriores de esta serie, haga click en los correspondientes enlaces que sean de su interés:



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jueves, 14 de junio de 2018

El porqué de mi voto por Iván Duque

Hace cuatro años, publiqué en este blog una explicación acerca de por qué razón en segunda vuelta no iba a votar por Oscar Iván Zuluaga ni tampoco por Juan Manuel Santos.  Lo traigo al caso, porque se trata de discusiones en las que cambian los protagonistas, pero en donde muchas del las motivaciones que estaban en juego en aquel momento, se vuelven a presentar aquí.  Para quienes estén interesados en revisar esas entradas, dejo los enlaces a continuación:



Como dije al inicio, la situación era bastante similar en ese momento a la que se presenta hoy.  Sin embargo, la decisión que adopté hace cuatro años no será la misma que adopte este año en estas elecciones.  La razón es clara: siempre he estado a favor del voto por Duque.  Este tipo de disyuntiva no la tienen quienes siempre han decidido votar por Petro ni los que hemos decidido votar desde un principio por Duque.  Sin embargo, mi aporte en este caso busca mostrar algunas razones por las cuales voy a votar por Duque.  Debo aclarar desde ya, que para efectos de este ingreso, no podemos confundir los términos "motivaciones" y "razones".  Conviene hacer esta precisión, dado que la gran mayoría de columnistas que leo esgrimen muchas más motivaciones no fundamentadas en razones, que motivaciones fundadas en razones.  La diferencia se fundamenta en que las motivaciones pueden obedecer a sentimientos, instintos, a constreñimientos o presiones, así como también las razones.  En el caso de las razones, se trata de un ejercicio guiado por la argumentación (preferentemente argumentación lógica).

A continuación, un ejemplo de lo que menciono:

Motivación fundada en razones:  La protección del medio ambiente (especialmente del agua) es una prioridad, y va en la línea de lo que el mundo entero ha considerado como una prioridad en la agenda política a raíz de la realidad del cambio climático.

Motivación no fundada en razones:  No podría jamás por una persona que ha sido guerrillera.  Odio la guerrilla y todo lo que representa.

Come se observa, la primera es una razón, y si se quiere descomponer, pueden encontrarse las premisas lógicas que sustentan la conclusión.  En la segunda, no se va a encontrar una premisa lógica, sino un sentimiento que guía una decisión.  No me ocupo del segundo tipo de motivaciones, porque de eso está plagado internes, especialmente las redes sociales.  Siempre me ha gustado poder guiar mi actuar por razones, especialmente en temas tan relevantes para mi día a día, como la política.

A continuación, entonces, algunas de las razones de por qué razón voy a votar por Iván Duque:

 
Imagen tomada de: www.semana.com

 1) Experiencia gerencial: Desde el punto de vista gerencial, estamos frente a dos experiencias: la de Duque que es inexistente porque nunca ha gobernado, y la de Petro que ha sido muy mala.  Para la muestra, cabe recorda el nivel de cumplimiento en construcciones de colegios, los vicios de gestación del modelo público de recolección de basuras, y la aparente nómina paralela que manejó abusando de los contratos de prestación de servicios.  Cada uno de estos asuntos están debidamente documentados.  En consecuencia, es difícil creer que el candidato de la corrupción es Duque, cuando se tiene este tipo de antecedentes a sus espaldas.  Cuando menos se debería poder concluir que ambos son los candidatos de la corrupción.

En todo caso, cabe resaltar que el Presidente (tampoco el Alcalde) no gobierna solo.  La buena o mala gestión de éste depende en gran medida del equipo de ministros, directores de departamentos administrativos, secretarios y demás miembros cercanos que designe.  Es importante el liderazgo y es importante poder construir buenos equipos.  En el caso de Petro, sabemos que logró aburrir a gran parte de su equipo y de copartidarios.  En el caso de Duque, no existe antecedente alguno.

Desde el punto de vista gerencial, no es preferible "malo conocido que bueno por conocer".

2) Las bases ideológicas: Desde el punto de vista racional, no tiene sentido votar por una ideología que no se comparte.  Conceptualmente hablando, Duque está alineado a la derecha, y Petro está alineado a la izquierda.  Las propuestas principales de sus programas de gobierno así lo muestran.  Aquí dejo los enlaces para revisar las propuestas de Iván Duque y el programa de Gustavo Petro.  Si ser observa con cuidado, las propuestas principales de la campaña de uno y otro se diferencian en gran medida por el punto de vista del que parten.  Las ideas de Petro parten de un modelo económico que tiende a ser redistributivo y en donde el trabajador es el eje central, mientras que las propuestas económicas de Duque se fundamentan en el fortalecimiento de la empresa como actividad económica y la prosperidad "derivada" de los trabajadores.  Igualmente, las propuestas de Petro se fundamentan principalmente en la prelación de los derechos en su discurso.  El Estado, será un garante de derechos.  Bajo la visión conservadora de Duque, el orden, la seguridad y el orden saltan a la vista.

Siendo de ideología conservadora, no sería racional votar en contra de las ideas conservadoras.  Por ende, lo lógico en mi caso es votar por el candiato que representa esa visión.

3)  La paz: Uno de los principales temas de la campaña presidencial, que a la vez ha sido el principal punto de la agena política del Presidente Santos, es la posición de los candidatos frente al proceso de paz adelantado por Santos.  Los candidatos Fajardo, De la Calle y Petro se han mostrado muy favorables frente a lo realizado por Santos, mientras que los candidatos Vargas Lleras y Duque han sido críticos del proceso y de los acuerdos.  Hay una realidad constitucional y legal y es que el proceso de paz con las FARC no tiene reversa, desde el punto de vista institucional.  Sin embargo, eso no quiere decir que nada sea revisable.

Yo fue de los que en su momento votó por el NO en el plebiscito, porque me parece que lo que quedó es algo distinto a lo que el Presidente dijo que estaba negociando.  Particularmente los puntos de tierras, de participación en política y de justicia me parecen los más problemáticos de todos.   Aún hoy, con la injerencia de la Justicia Especial para la Paz en el procedimiento de extradición de Jesús Santrich (quien presuntamente delinquió después de haberse firmado el acuerdo), es muestra de ello.

4) Los respaldos:  Quizá uno de los puntos centrales que he visto en las redes sociales ha sido el debate de los de atrás.  En el caso de Duque, el principal motivo de ataque es Álvaro Uribe Vélez.  En el caso de Petro, el principal ataque es su cercanía y apoyo a Chávez y Maduro.  Personalmente creo que el ataque, como se ha estructurado, es simplista.  Reducir toda una campaña, un programa de gobierno a dos cuestiones tan simples, me parece insultante frente a los candidatos.  Sin embargo, sí creo que es válido preguntarse qué tanto de lo que se cuestiona de esos respaldos vendría a ser una realidad en el país.

En ese sentido debo aclarar que veo muchas de las políticas de Uribe en el discurso de Duque (para bien y para mal), pero de ahí a pensar que Iván Duque vaya a ser propiciador de masacres o de falsos positivos (principal crítica al respaldo de Uribe), me parece que no tiene ningún tipo de evidencia que lo soporte.  Tampoco veo demasiado viable que Duque sea un Presidente de bolsillo.  Lo creo así porque el Presidente de un país tiene demasiado poder.  Lo demostró Samper, que utilizó su poder para no dejarse tumbar,  Lo demostró Pastrana que pudo depejar todo un espacio del territorio colombiano para negociar con las FARC.  Lo demostró Uribe que pudo comprar su reelección y salir inmune de todos los escándalos de su gobierno.  Lo demostró Santos, quien incluso en contra del mandato popular en el plebiscito, impuso su acuerdo de paz.  Un Presidente tiene demasiado poder como para que decida regalarlo o endosarlo.

Por otra parte, creo que las ideas de Petro (sobre todo su discurso en primera vuelta), es muy parecido al que utilizó Chávez en su momento cuando se hizo elegir.  Esto no es especulación, basta revisar los videos que están disponibles para constatarlo.  Adicionalmente, considero que es difícil desconocer que no puedo comulgar con un candidato que en su sede de campaña admite las banderas de la Unión Soviética (representación del comunismo) y del M19 (grupo guerrillero al cual pertenecía).  Se tratan de símbolos que creo que al ser admitidos o tolerados, sí permiten mostrar que no es "loco" pensar que Petro pueda comulgar con esas tesis.

5) Las preguntas "chimbas": En anterior entrada titulada Una defensa de las "preguntas chimbas" sostuve que en un país donde nada de lo que promete un candidato a Presidente puede ser jurídicamente exigible, las únicas certezas que tienen los electores son las que derivan de la personalidad del candidato.  En ese sentido, considero que la personalidad de Iván Duque es mucho más reposada.  De entrada, no es fácil que durante cerca de medio año, el 50% del país lo tilde de títere (muchas veces en su cara).  Sin embargo, ha dado razones para que se pueda asumir esto.  Su tono de voz y cadencia en los discursos claramente emula a Álvaro Uribe, luego no puedo discutir que es juega en su contra cuando se pretende mostrar como un candidato independiente.  En este caso, sin embargo, Gustavo Petro es una persona conocida por cazar peleas con empresarios (tildar de mafiosos a un grupo de empresarios, por ejemplo) con instituciones (recuerden la tutelatón promovida por él y defendida desde el palco del Palacio Liévano), con líderes políticos (por ejemplo, con el actual alcalde de Bogotá).  Es difícil poder venderse como el candidato de la paz cuando la personalidad es tan belicosa.

Muchos de los que anteriormente eran copartidarios de Petro se duelen del talante autoritario y egocéntrico del candidato.  Esa misma característica la tenía Uribe cuando fue Presidente, y también Petro (al igual que Uribe) impusieron un modelo de gestión basados en sus propios pareceres.  En consecuencia, al analizar las preguntas chimbas (y por ello me refiero a la personalidad de los dos candidatos) ninguno sale bien librado, pero las razones del porqué no salen bien librados en uno y otro caso resultan menos malas en el caso de Duque que de Petro.


NOTA FINAL:  Por supuesto, hay más razones y también hay más motivaciones que las aquí expuestas.  Por razones de espacio, me concentré en las principales razones.
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